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Volver a Fidel

Fecha: 

19/01/2024

Fuente: 

Revista Bohemia

Autor: 

Estratega de la gran transformación del movimiento deportivo cubano, lo impulsó con la práctica de diversas disciplinas y su presencia activa en importantes eventos efectuados en Cuba
 
A pocos días del triunfo revolucionario, el 29 de enero de 1959, Fidel se reúne en la Ciudad Deportiva con representantes de instituciones y personalidades que tienen que ver con la cultura física. Allí esboza las transformaciones de la esfera que está decidido a impulsar a toda costa: “Es preciso que en lugar de un centenar de atletas haya decenas de miles. Y para eso crearemos las academias deportivas […] No me luce correcto que los héroes del deporte, nuestros campeones, queden después en la miseria”. A continuación traza la esencia: “El deporte es fuente de voluntad, constancia, vigor físico y agilidad mental […] El deporte individualmente suaviza. Consigue que no se extravíe la mentalidad del joven”.
 
Especie de prolegómeno: se crea la Dirección General de Deportes (DGD), con el capitán Felipe Guerra Matos al frente. Es la Etapa: Inicial o Básica (enero 1959–febrero, 1961) en el desarrollo deportivo después de la victoria del pueblo. Fundamental: el muro que separaba a las masas es quebrado. Comienzan a entrar en el movimiento deportivo revolucionario los más preteridos: los pobres de origen obrero y campesino, las mujeres. Negros y negras, mulatos y mulatas, tan explotados y humillados, traen esa resistencia y esa moral especiales, armas contra la discriminación y la súper explotación sufridas.
 
En su superación pesará la tenacidad, esos deseos de ser alguien, esa libertad que empiezan a disfrutar, aunque quede bastante terreno por recorrer. Ello, sin negar la ancestral fortaleza física heredada de sus ancestros.
 
Con la DGD, por vez primera un Campeonato Nacional de Béisbol sin exclusión (no era todavía la primera Serie Nacional). Alegría obrera: vencen los Mulos de Nicaro de la provincia oriental. Construcción de instalaciones y repartición de implementos (uso gratuito), impulso a la educación física, hincapié más allá de la capital. La incorporación sube del 0.25 al 3 por ciento.
 
El despegue

Estratega del desarrollo de las series nacionales de béisbol, las apoya con su presencia activa,
bateando o lanzando la primera bola en la inauguración.

El nacimiento y la labor del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) es esencial en la II Etapa, la del Impulso Decisivo (23 de febrero de 1961–1970). Fidel escoge el personal para el nuevo organismo al inicio sin plantilla. Se capacitan día tras día y, junto al desarrollo de lo que dirigen, avanzan. Algunos fueron importados de otros sectores, aprenden sobre la marcha. En una reunión por aquellos días, José Llanusa Gobel, primer presidente del máximo organismo deportivo cubano, afirma: “Hay que hacer al revolucionario más técnico y al técnico más revolucionario, en acción”. El Comandante le aplaude esas palabras.
 
Llanusa no es un improvisado. Miembro del equipo olímpico de baloncesto que actuó en Londres 1948, entrenador posteriormente. Lo acompañan personas propias del ámbito; la mayoría no cae de las nubes. Las modificaciones y el crecimiento parten de un fundamento fidelista con respecto a la cultura física: su misión esencial es la formación de un ser humano mejor en cuerpo y alma, más pleno y saludable. En los centros escolares, la educación física es convertida en asignatura obligatoria. Un lema empieza a cristalizar y a esparcirse como el viento en el pueblo: Deporte, derecho del pueblo.
 
El Inder crea un régimen de participación para todo el país, de la base a la cima, la pirámide famosa y gloriosa La masividad es lo trascendental. Medallas, trofeos y récords son el subproducto. El adelanto cualitativo debido a la ciencia y la técnica aplicada a lo cuantitativo garantizan la cima. Son construidas numerosas instalaciones, se remozan otras; las puertas abiertas y la gratuidad para todos es el derrumbe total de la muralla antipueblo. Se elimina el negocio: el asesino boxeo rentado, las carreras de caballos y la de perros. Prosperan disciplinas desconocidas o de débil arraigo.
 
Aparecen las academias prometidas: las escuelas de Iniciación Deportiva (Eide) y la Superior de Perfeccionamiento Atlético (Espa) resultan becas donde se fortifica lo atlético sin soslayar el estudio. Florecen las PreEide, las áreas especiales. Después surgieron las Escuelas de Formación de Atletas de Alto Rendimiento (Esfaar).
 
Presente la opinión de Fidel expresada el 15 de enero de 1960: “El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia”. Surge la Escuela para Profesores de Educación Física Comandante Manuel Fajardo (1965), la cual ascenderá a una casa de altos estudios en 1977, hoy la Universidad de las Ciencias de la Cultura Física, bastión científico técnico que honra el nombre que lleva, el de un médico y un voleibolista destacado que cayó combatiendo a los bandidos en El Escambray. La cosecha general: más de 100 000 graduados.
 
Hay también un centro de nivel medio de este tipo en cada provincia.
 
Aparecen la gimnasia laboral, las tablas gimnásticas, las pruebas de educación física Listos Para Vencer (LPV). La Industria Deportiva (1965) deviene desafío cotidiano al bloqueo. Surge el Plan Montaña: terrenos, instalaciones, implementos en los confines más intrincados. Buenos efectos en lo social, lo humano y lo competitivo. Con solo mencionar a la baracoense María Caridad Colón.
 
Armamento de primera: los Consejos Voluntarios Deportivos (CVD), organismos que desde la base -una escuela, un centro laboral o militar, en municipios y provincias-, juntan a funcionarios e instructores profesionales con activistas que no devengan salario y representantes de las organizaciones juveniles, obreras, campesinas, barriales y femeninas para fortalecer la esfera del músculo.
 
En la 1ª plenaria de los Consejos Voluntarios Deportivos (19 de noviembre de 1961) el promotor de la gran transformación dice que seríamos “pronto el primer país de América Latina, el primer país del continente en la participación del pueblo en la educación física y en las actividades deportivas”. Como había referido anteriormente: “El pueblo no practicaba deportes. El deporte era una actividad de señoritos. Los grandes atletas tienen que salir de las masas”. (Fidel, 16 de diciembre de 1960).
 
Una pequeña nación sede de eventos
 

La representación cubana desfila en la inauguración de los Centrocaribes de Panamá 1970,
en los cuales Cuba obtiene más medallas de oro que el resto de los participantes.

Se celebra en La Habana la XVII Olimpiada Mundial de Ajedrez (noviembre de 1966): 52 delegaciones, el sitio 14 para la selección local. Para muchos aficionados, expertos y practicantes es la más refulgente de todas las épocas por su calidad, su altísimo carácter competitivo, la deportividad mostrada, la hospitalidad, el calor del pueblo, la participación de los medios y el arte, y la presencia activa de Fidel. Ningún otro mandatario ha tenido tanta relación con esta clase de clásico.
 
Al VI Mundial de Caza Submarina (1967) vienen 30 países, con triunfo para los muchachos del escenario; en 1969, el Mundial de Esgrima, 20 seleccionados, décimos los del patio; y no se descuida el relevo: los Primeros Juegos Nacionales Escolares, inaugurados el 22 de agosto de 1963 en un estadio enclavado en el municipio de Playa, antaño teatro de las carreras de perros. En su discurso de apertura el Comandante en Jefe afirma: “Este día en que se inician los primeros Juegos Escolares con participación de los atletas jóvenes de todas las provincias y de todos los centros de educación de nuestro país, marca una nueva etapa, una nueva época en nuestros deportes.
 
“Entre los que han demostrado tenacidad en el deporte, condiciones deportivas, de entre ustedes saldrán el día de mañana campeones que defenderán con orgullo la bandera de la patria revolucionaria en las competencias internacionales”.
 
Ataque al béisbol cubano
 

Fidel abraza a Mireya Luis, capitana de las Espectaculares Morenas del Caribe, tras retornar de los
Juegos Olímpicos de Sídney 2000. A la derecha el saltador Iván Pedroso y más atrás el boxeador Félix Savón.
/ Jorge Luis González

Fidel había declarado durante su visita a la Asociación de Corresponsales de las Naciones Unidas (23 de abril de 1959): “los cubanos no quieren que los Cubans Sugar Kings se vayan de Cuba. Nosotros queremos que se queden en Cuba y, lo que es más, queremos hacer un equipo de Grandes Ligas, estamos interesados en los Sugar Kings; y, además, estamos empeñados en demostrar que contamos con buenos jugadores de pelota. También vamos a incrementar todo tipo de deportes. Quiero que ustedes sepan que en tres meses hemos distribuido más clase de equipos para diferentes deportes, que lo que se había distribuido antes en veinte años de gobierno. Y esperamos tener uno de los mejores equipos de pelota de Cuba”.
 
No obstante, el vecino poderoso dirige su ofensiva contra la naciente Revolución: en 1960 le retiran la franquicia a los Reyes del Azúcar; ese mismo año prohíben la inclusión de peloteros estadounidenses en el clásico profesional de Cuba; despojan a la capital cubana de ser la sede de la Serie del Caribe 1960–1961; a partir de entonces los peloteros cubanos son los únicos del planeta que para jugar en las Grandes Ligas deben renunciar a su patria, absurdo e injusticia que se mantiene muy atada al bloqueo, aún más absurdo e injusto.
 
Ante la situación, había que cambiar las señas. Se organiza la 1ª Serie Nacional de Pelota (1962). Aquella respuesta debía derrotar las costumbres, sustituir en el aprecio de la afición al potente y seguido Campeonato Profesional. Ponen su bregar a favor del nuevo certamen atletas, directores técnicos, entrenadores –muchos habían renunciado al profesionalismo foráneo con salarios elevados–, funcionarios, la prensa, donde figuran establecidos y novatos.
 
Fidel guía dicha batalla: debe convencer a esta tropa, establecer la estrategia y, a la vez, apoyar vigorosamente la táctica: presencia más allá de las jornadas de apertura, jugando él mismo en infinidad de ocasiones, terrenos y frente a rivales diversos, adaptar el lenguaje e innovar: es el primer mandatario del mundo en abrir una temporada bateando o lanzando la primera pelota. Con la alegría de observar la catedral del pasatiempo nacional repleta, declara a los periodistas: “El entusiasmo del pueblo cubano por la pelota, se palpa hoy aquí en este parque que será, a partir de ahora, escenario de grandes batallas entre nuestros mejores atletas aficionados”.
 
Durante estas lidias hay mucho del espíritu mambí demostrado por los integrantes de nuestro conjunto en el Mundial de abril de 1961 efectuado en Costa Rica. Coincide el torneo con la invasión mercenaria y los peloteros informan que quieren regresar a la patria y cambiar guantes y bates por fusiles. Se les informa la orientación de Fidel: “…su lucha está allí, háganlo como ustedes saben”. Los cubanos vencen invictos.
 
Vigencia del pensamiento de Fidel
 

Cuba se hizo del primer lugar en el medallero general de los Juegos Panamericanos La Habana 1991, con 140 títulos.
/ fiba.basketball.com

Ya en los finales de la segunda etapa, Cuba comienza a cosechar los frutos de la estrategia fidelista. En 1966, en los Centrocaribes de San Juan, Puerto Rico, a pesar de los desesperados esfuerzos de Washington por impedir la participación cubana, se propina un contundente gancho al hígado del Tío Sam con un segundo lugar en el medallero, solo superada por México. Cuatro años después, una victoria contundente en Panamá, con una ventaja de 75 doradas sobre el país azteca, el que más resistencia opuso. En los Panamericanos de Cali 1971, segundo puesto únicamente superados por los Estados Unidos, nación a la que se relegó a un segundo escaño en la lid efectuada en La Habana en 1991. Hubo avances en las citas olímpicas, como lo demuestran Moscú 1980, Barcelona 1992 (quinto lugar, con 14 medallas de oro) y Atlanta 1996.
 
Fue como Fidel previó una victoria de la masividad, de la estructura correcta y la utilización de la ciencia y la técnica, sin negar el apoyo del campo socialista. Cuando advierte cierto padecimiento de campeonismo y chovinismo en nuestros entrenadores y prensa, alerta: “Es importante que no nos equivoquemos, que por buscar campeones descuidemos la práctica del deporte […] El fin número uno es promover con el desarrollo del deporte, el bienestar y la salud del pueblo; y el fin número dos, buscar campeones” (6 de noviembre de 1977).
 
También llamó a no dormirnos en los laureles. “Nuestros rivales deportivos, en primer lugar, los yanquis, van a tratar de hacer un esfuerzo cada vez mayor porque ya se sienten la competencia de Cuba[…] Las burguesías gobernantes de estos países de América Latina van a tratar de inventar algo para ver cómo mejoran el deporte. Esto quiere decir que las competencias van a ser cada vez más reñidas” (27 de noviembre de 1995).
 
Cuando en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 descendimos al lugar 19 entre 204 naciones, esto motivó unas reflexiones de Fidel que siguen siendo válidas: “Nos hemos dormido sobre los laureles. Seamos honestos y reconozcámoslo todos. Revisemos cada disciplina, cada recurso humano y material que dedicamos al deporte. Debemos ser profundos en el análisis, aplicar nuevas ideas, conceptos y conocimientos”.
 
Sus atinados criterios continúan vigentes en la actualidad. Lamentablemente persisten deficiencias alertadas por él aún no subsanadas. Seguimos con pronósticos sin verdaderos argumentos, no existen profundos análisis en la aplicación de nuevas ideas, conceptos y conocimientos, muchos de ellos existentes en tesis de la Universidad de la Cultura Física. Volver a Fidel es un deber y una necesidad.
 
*Licenciado en Periodismo. Premio por la obra de la vida de la Asociación Internacional del Periodismo Deportivo en América.