Artículos

Un héroe se levanta

Fecha: 

26/11/2017

Fuente: 

Diario Juventud Rebelde

Morir y seguir viviendo
 
por: Carmen Luisa Hernández
 
10.29 p.m.

 
El mundo se me paró a esa hora.  
 
Inmediatamente después de saber la noticia, y no sé aún por cuál artilugio, mientras en la radio, Omara Portuondo rajaba el silencio cantando La era, comencé a calmarme rezando un Padre  Nuestro, a él, que es padre, es nuestro y es el Altísimo del siglo XX  y del XXI.
 
Yo  dormía y él moría. Un  mundo sin Fidel no es un mundo posible. A mi Fidel una hora no puede matarlo.
 
Por allá, por donde un Padre se responsabilizó por todos, y los machetes gritaron que no había vuelta a la servidumbre, y la Sierra demostró ser la Maestra de los rebeldes, bajo la mirada de Martí nació la Patria; porque es cierto, escasos son los hombres que sienten  con entrañas de nación… que viven para darse, para compartirse,  para crear y fundar. Por eso, a los 33 años no cualquiera  logra brotar un país-República con los humildes, por los humildes  y para los humildes, de un país-caos; sobre todo si su mejor arma  es una fe verdeolivo de ¡Patria o Muerte! Ser el primero entonces le  da el derecho a todo: a leerle la primera cartilla al pueblo, a darle un puntapié al enemigo en el alma metálica del Houston, a ponerle cinco puntos encima a los misiles, a perseguir ciclones, a ganar  medallas, ayudar a levantar un país de libres en el África herida de  apartheid, y sobrevivir a un Período Especial de aislamiento.
 
Solo un hombre puede despertar a los 72 años un  continente desde el Sur y prometer a los 74 que sus  «Cinco hijos volverán». A él, Gigante de mil batallas, el poeta dijo  una vez que le regalaba hasta su persona. A él, los cubanos buenos sabemos deberle lo que somos; no como obligación de gratitud  sino como prueba de hijos que esculpe en el país que anhela para  su pueblo. Solo un hombre puede seguir siendo a los 90 el corazón de una Revolución: Fidel, porque solo este hombre puede definirse Cuba y guardar toda su gloria en un grano de maíz, y  morir y seguir viviendo.

 
 
Camino a la montaña
 
por: Betsy Benítez 

 
Un hombre se levanta y mira al horizonte.
 
No es divino ni malévolo, es solo un hombre, con un camino de montañas sobre sus espaldas, como Atlas el titán, destinado a cargar el mundo sobre sí.
 
Resulta extraño no verlo ni mencionar su nombre en presente, da un poco de miedo, vivir tanta historia y no percatarse.

 
   
Mi foto con Fidel
 
 por: Claudia Yilén Paz

 
Esto no es una elegía, un epitafio, una oración.
 
Yo siempre quise tener una foto con Fidel, verlo de cerca, pero no tuve la dicha de conocerle personalmente. La historia, los libros, las circunstancias, siempre me llevaron a él. A aquel niño de Birán, al abogado, al que no le tembló la mano cuando redactó «Yo Acuso», cuando se dirigió al tribunal de urgencia para condenar a Batista, al Fidel que vino en el Granma, al que subió a la Sierra, al líder…
 
Estiraba las sábanas para irme a dormir cuando la noticia me hizo la noche triste, cuando mis manos no lograban estabilidad mientras temerosa esperaba la noticia, porque tantas veces me lo quisieron muerto… No puedo separarme de las páginas de la historia de Cuba, de aquel acto del teniente Pedro Sarría, bien supo él que las ideas no se mataban y no entregó a Fidel luego de los sucesos del Moncada.
 
No he sido capaz de llorar, no he sido capaz de reaccionar ante tanto dolor, he declarado mis redes sociales en luto y aborrezco a todo el que llegue con un comentario ofensivo. Pido, por favor, que respeten el dolor del pueblo cubano.
 
Una piensa en estas cosas, una se sorprendió muchas veces, acongojada, pensando en lo triste que sería el momento, pero estas noticias no dejan de sorprender, de entristecer, una nunca está preparada del todo para despedir a un grande.
 
Pero tengo esta foto, mi única foto con Fidel, y estoy orgullosa de haberlo tenido entre nosotros, de saber que sus ideas están ahí, que nadie, nadie, las asesinó. Fidel es Fidel.

 
 
 La última travesía
 
por: István Ojeda

 
Hace 60 años, un hombre comenzaba la última etapa de la batalla de su vida con el absoluto convencimiento en el triunfo sin importarle que partía a bordo de un yate de madera atestado de combatientes y en medio de un mar embravecido. Igual salió y lideró una Revolución que estremecería al mundo.
 
Este 25 de noviembre, ese mismo hombre volvió a partir, pero a la inmortalidad. Ha fallecido Fidel y yo solo tengo ganas de decir una mala palabra.
 
«Extrañaremos su luz», me dicen desde el otro lado del mundo, mientras una amiga se siente como yo, golpeada por la noticia.
 
Porque uno sabe que la muerte es inexorable pero jamás se está completamente preparado. Fidel se ha ido al futuro definitivamente y ya no podrá regresar para decirnos lo que viene. No lo tendremos de cuerpo presente, así que nos tocará a todos juntarnos para hacer esa luz que era él, para aprender de su humildad ante la gloria, de su fe en la victoria y de su infinito desvelo por Cuba y la humanidad toda.

 
 
El sobreviviente
 
por: Rafael Cruz

 
Mi madre me llamó en la madrugada. «Mijo, están diciendo en la televisión que se murió Fidel»; luego me llamaron mis hijos. En la voz se les notaba que estaban preguntando si era cierto, a pesar de que habían visto la alocución de Raúl todavía no lo creían, tampoco yo lo creía, ni lo creo aún. Fidel es un guerrillero, los guerrilleros saben cómo hacer para sobrevivir, Fidel es un sobreviviente.
 
La alocución de Raúl es sencilla, casi magra, dicha con dolor, contiene la información precisa para entender lo que ha ocurrido y que, con la sencillez de siempre, Fidel no pide ningún exceso, ninguna exaltación, ni momificación, ni urnas de cristal.
 
En La Habana la madrugada parece más silenciosa que nunca, los amigos y amigas nos llamamos por teléfono para comentarnos la noticia. Informan en la televisión que Fidel ha muerto casi a la misma hora que 60 años atrás, salía de Tuxpan el yate Granma con 82 hombres a bordo, para el inicio de una azarosa aventura en la que seguramente todos los que allí viajaban, tenían pocas esperanzas de sobrevivir. En 1956 Fidel llegó a la Isla, sobrevivió, triunfó, trajo la independencia y la libertad a Cuba, unió a toda la nación y ha defendido por todos estos años la unidad del pueblo. Ese es su principal legado, la libertad y la independencia de Cuba.
 
Ahora pienso que Fidel se ha vuelto a subir al Granma. Tiene un plan para alzarse en las sierras de la eternidad, para seguir como un guerrillero, un activista por la Revolución y la construcción de un mundo mejor. Ni muerto Fidel se daría el lujo de detenerse, de abandonar el combate.
 
¿Qué haremos los revolucionarios a partir de ahora? seguir la lucha para hacer de este un planeta mejor; es lo más fidelista que podemos hacer. Me visto de miliciano para ir al ensayo del acto por el 60 aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.