Artículos

Para no abandonar el podio

El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz practicó con su ejemplo la formación integral mediante el deporte. Foto: Archivo
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz practicó con su ejemplo la formación integral mediante el deporte. Foto: Archivo

Fecha: 

22/05/2018

Fuente: 

Periódico Granma

Autor: 

Regla de oro en las EIDE: el atleta tiene que ser buen estudiante y tiene que promover el curso. Segunda: el atleta debe desarrollar aptitudes deportivas y físicas al máximo, no puede descuidarse. Tercer regla: en estas escuelas la selección debe ser continua
 
No se puede permitir en las EIDE que algún atleta sea mal estudiante, nosotros antes que violar ese principio, preferimos perder un campeón
 
Fidel Castro Ruz,
6 de octubre de 1977

 
Sin contar con un estudio que lo valide, tal vez lo que más se ha repetido ante la cercanía de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Barranquilla, Colombia, el próximo julio, es el gran reto que tiene Cuba en pos de seguir liderando el medallero de ese concierto del músculo.
 
Y nadie lo duda e igual pasará en el venidero 2019 ante la cota que supondrán los Panamericanos, en Lima, Perú. Cualquier lid representa un valladar a franquear por un país que como el nuestro, no se ha detenido por las dificultades, grandísimas también, sino que se pone y alcanza metas cada vez más ambiciosas, una señal inequívoca de que no renuncia al desarrollo. El asunto está en cómo continuar en el combate para no abandonar el podio de premiaciones.
 
Cuando ser una potencia deportiva más que una aspiración era casi una utopía en los años 60 del pasado siglo, un pensamiento revolucionó esta actividad en el país. La máxima del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, el deporte es un derecho del pueblo, no estaba encorsetada en una consigna ni en una frase para vallas propagandísticas, resumía un concepto clave: la participación.
 

Lo que el alumno deportista aprende en las aulas, le será decisivo en el entrenamiento
y en la competencia. En la imágen, el laboratorio de computación
de la EIDE Jorge Agostini, de Cienfuegos. Foto: Juan Carlos Dorado


Esa idea tiene como piedra angular el sistema de enseñanza deportiva, como sitio de expresión por excelencia la escuela y como uno de sus grandes protagonistas, el profesor. Cuba posee formación escolar en las Escuelas de Iniciación Deportiva (EIDE); en las Escuelas Superiores de Formación de Atletas de Alto Rendimiento (Esfaar, para juveniles y mayores); centros donde egresan graduados de nivel medio, y la Universidad de las Ciencias de la Cultura Física.
 
He escuchado ante la aspiración de un título universitario, que «voy a coger Licenciatura en Deportes, allí se pasa bien y no hay que estudiar mucho». Contemplar esa postura y aún peor, debilitar el rigor en la formación de ese profesional, en términos deportivos nos cuesta medallas y para decirlo en términos sociológicos, crea estereotipos que nada tienen que ver con la aspiración de desarrollo social en nuestro país.
 
Si en el estadio vemos a un atleta preñado de talento y virtudes físicas, expresarse mal, con groserías o conducirse de manera altanera, incluso con sus compañeros de equipo, revisemos quién es su entrenador y rastreemos su paso al estrellato para ver que en alguna parte del camino, que puede ser el «primer inning», en la propia clase de educación física, se rompió el eslabón de la formación. Y aunque es cierto que estamos hostigados y perseguidos por quienes lucran con la calidad de nuestros deportistas, y que la compensación por los esfuerzos de este, pese a lo avanzado desde septiembre del 2013, cuando se aprobó la Política de Remuneración y Contratación a los atletas, aún debe perfeccionarse, tras los abandonos de los equipos nacionales, hay todavía una considerable deuda en la formación.
 

Lo que el alumno deportista aprende en las aulas, le será decisivo en el
entrenamiento y en la competencia. En la imágen, el área de lucha de la
EIDE Jorge Agostini, de Cienfuegos. Foto: Juan Carlos Dorado


Si hablamos de deportes o de educación física, estamos hablando, a cualquier nivel, de un proceso pedagógico, es decir, formativo. Desde la alta competencia hasta el piten del barrio, hay expresión de valores. El deporte y su desarrollo, no solo por su carácter multidisciplinario, también por el educativo, hay que verlo necesariamente como una ciencia y ha de ocurrir cada vez con más rigor en los centros de enseñanza deportiva y en la relación alumno-profesor, ya sea en el entrenamiento o en la clase de educación física en el patio de la escuela.
 
Los maestros de matemáticas, español, historia o cualquier otra asignatura en la EIDE, en las Esfaar o en la Universidad, gozan de un excelso privilegio, el de mostrarle el camino del conocimiento a aquel que vamos a vitorear en la cancha, y tienen, además, la gran responsabilidad de hacerlos campeones.
 
¿Cómo? En la medida que cultive su intelecto, su capacidad de interpretación táctica, del escenario competitivo, de la personalidad del contrario, del clima, del momento en que se vive, será mayor y en consecuencia crecerán las posibilidades de alcanzar la ansiada medalla. De la misma manera, el profesor de educación física con una clase motivadora, capaz de incrementar las capacidades vitales de su alumno, estaría contribuyendo a la formación del futuro ingeniero, arquitecto, médico o escritor.
 
Recuerdo a un esgrimista francés, campeón mundial de espada, Philippe Riboud. Él consumía el tiempo entre combate y combate de las maratónicas competencias de esgrima de finales de los años 80, entre un libro y la música de su preferencia. Cuando era llamado a la pista guardaba su lectura en el propio maletín de sus armas y se disponía a competir. En la final de uno de esos torneos clase A, el galo recibió el primer toque del match en la punta de una de sus zapatillas. Para los conocedores de este arte ese golpe y a un campeón mundial por demás, era casi la consagración. El rival descargó un grito ensordecedor, como un gorila se dio golpes en el pecho, porque además era el cuarto touché que recibía en más de diez porfías el francés. Riboud se levantó un tanto su máscara, lo suficiente para ver a su contrario y sin inmutarse fue recorriendo todo el duelo que acabó 10-1 y con un merci pour tout (gracias por todo).
 
Cuba jamás ha dispuesto de arcas llenas con las cuales pueden solventarse las exigencias del actual mapa deportivo mundial. Su capital ha sido el humano, ese que retoña en las escuelas, el único que logró la participación y convirtió a este pedacito de Caribe en potencia y con el cual ha de seguir en el combate.