Para alcanzar la victoria estratégica
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En los primeros meses de 1958, el clima insurreccional crecía vertiginosamente en todo el país, se fortalecían los mecanismos organizativos y funcionales del Movimiento 26 de julio en la ciudad y se acrecentaba la participación en la lucha contra la sangrienta tiranía y el régimen de oprobio de los sectores de la población
En los primeros meses de 1958, el clima insurreccional crecía vertiginosamente en todo el país, se fortalecían los mecanismos organizativos y funcionales del Movimiento 26 de julio en la ciudad y se acrecentaba la participación en la lucha contra la sangrienta tiranía y el régimen de oprobio de los sectores de la población. El Ejército Rebelde se encontraba en condiciones de pasar a una etapa superior de desarrollo y, con ello, a un nuevo período en la guerra, a partir de la experiencia y los conocimientos adquiridos, la calidad y preparación de los combatientes y las sostenidas victorias en acciones de envergadura.
Para los días iniciales de marzo, a la Columna 4, bajo el mando de Ernesto Che Guevara, se le unió dos nuevas columnas rebeldes designadas con los números 6 y 3, al mando de dos nuevos comandantes, Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque, ambos combatientes del Moncada y expedicionarios del Granma. Uno llevaba la misión de crear el Segundo Frente Oriental Frank País, y otro, el Tercer Frente Mario Muñoz Monroy, en las proximidades de Santiago de Cuba. Entre ambos llevaban casi 100 combatientes de la Columna 1, buenos pelotones y escuadras y armas. De la misma manera, a inicios de abril se había extendido y profundizado la lucha guerrillera en los llanos del Cauto, con la llegada de una pequeña columna al mando del capitán Camilo Cienfuegos, quien tiempo después fue ascendido a comandante.
Todos estos elementos, incluida la intensificación de la represión de la dictadura de Batista en las ciudades y el campo, fundamentalmente con el campesinado de la Sierra Maestra, contribuyeron a crear condiciones que favorecieron el desarrollo de enfrentamientos populares en todas las modalidades.
La lucha de la pequeña guerrilla en la Sierra Maestra, para esta fecha, provocaba el interés de los medios nacionales e internacionales. En los meses de febrero y marzo de 1958, Fidel dedicó atención a un flujo creciente de periodistas, tanto cubanos como extranjeros, que trasmitieron y publicaron sus trabajos periodísticos en los medios de difusión de sus países, entre ellos el argentino Jorge Ricardo Masetti, quien escribió un reportaje sobre la lucha revolucionaria; al ecuatoriano Ricardo Bastidas, asesinado por los cuerpos represivos de la tiranía y al también periodista y camarógrafo Eduardo Hernández, conocido como Guayo. Este último fue el primer cubano que filmó escenas de los combates.
Todos esos elementos crearon en la dirección del Movimiento en el llano una falsa apreciación de la situación existente. Se consideró que estaban dadas las condiciones para el llamamiento a la Huelga General Revolucionaria, como elemento final y principal para derrocar al tirano. Aunque Fidel no era partidario a realizar la huelga, debido a la seguridad que le trasmitieron los compañeros del Movimiento 26 de Julio, la suscribió y brindó un importante apoyo con acciones militares en el territorio de la Sierra Maestra.
Aunque se realizaron varios levantamientos y se luchó en diferentes lugares, el resultado fue adverso a las fuerzas revolucionarias, lo que dio paso a una feroz represión del ejército, la policía y otros cuerpos, uniformados o no, de la tiranía. Una estela de asesinatos, detenciones, tortura, golpizas y atropellos estremeció a todo el país.
Aquel revés constituyó un duro golpe para los dirigentes del movimiento clandestino en el llano, que durante las semanas subsiguientes se vieron obligados a reorganizar sus fuerzas. Desde la Sierra Maestra, Fidel, a través de Radio Rebelde, explicó las lecciones del fracaso, afirmó que no se renunciaba a la Huelga General Revolucionaria como estocada decisiva en el derrocamiento de la tiranía y con optimismo sentenció: «Se perdió una batalla, pero no se perdió la guerra».
La consecuencia principal, sin lugar a duda, fue que el mando enemigo consideró que este era el momento sicológico apropiado, que las fuerzas revolucionarias estaban desmoralizadas y su espíritu combativo había decaído, por lo cual se decidió lanzar una ofensiva final con todas las fuerzas y medios contra el Primer Frente en el mismo corazón de la Sierra Maestra.
Existía falta de unidad en el Movimiento, la mayoría de los cuadros subestimaban el prestigio y el empuje del naciente Ejército Rebelde, según Fidel: «no se percataban de que era el embrión de un pequeño ejército, valiente, audaz, con conocimientos y experiencias, adquiridos en el fragor de la lucha y que junto a su pueblo y llamando a la Huelga General Revolucionaria, en el momento adecuado, derrotarían al gobierno de Batista y a su poderoso ejército».
El 3 de mayo de 1958, se realizó en Mompié, Sierra Maestra, una revisión profunda de las concepciones organizativas y de lucha en el seno del M-26-7, que condujeron a decisiones políticas y organizativas que permitieron se elevara la acción insurreccional y se resolviera por vez primera y de forma definitiva la unidad de los revolucionarios, dirigidos por el compañero Fidel, como Comandante en Jefe de todas las fuerzas y secretario general de la organización.
El 25 de mayo, primer día de la ofensiva, el enemigo contaba con no menos de 7 000 hombres disponibles para la ejecución directa del plan de operaciones, y llegó a movilizar, en total, alrededor de 10 000 efectivos. Para combatir y vencer este ejército, el Primer Frente de la Sierra Maestra reunió alrededor de 300 hombres con armas de guerra, incluyendo el personal de la columna del Che, otras pequeñas unidades de la columna de Almeida, al mando de Guillermo García y Camilo Cienfuegos con un grupo de combatientes de regreso de los llanos de la zona del Cauto.
El ejército de la tiranía era poderoso, contaba con una gran ventaja en cuanto a fuerzas, medios y avituallamiento, pero era un instrumento brutalmente represivo de la clase dominante. Sus generales eran corruptos y calados por los peores vicios, quienes al enfrentar a lo más sano, puro y consciente del pueblo cubano, se aislaban y desmoralizaban. En esas condiciones se inició la ofensiva final que posteriormente concluyó con la victoria del Ejército Rebelde, lo que posibilitó crear las condiciones que dieron inicio a la Contraofensiva Estratégica.
Bibliografía
1.Castro Ruz, Fidel. La Victoria Estratégica. Editorial Ocean Sur, 2010.
2.Suárez Pérez, Eugenio, Caner Román, Acela A. De Cinco Palmas a Santiago. Casa Editorial Verde Olivo, 2006.
3.Guevara de la Serna, Ernesto(Che). Pasajes de la Guerra Revolucionaria, Cuba 1959-1969. Edición anotada. Editora Política, La Habana,2000.