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La sublevación de Cienfuegos

Fecha: 

05/09/2012

Fuente: 

Diario Granma

Se cumplen hoy 55 años de una de las acciones más gloriosas que forman parte del proceso revolucionario liberador iniciado el 26 de julio de 1953 con el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes: la sublevación de Cienfuegos contra la tiranía batistiana el 5 de septiembre de 1957.

Repitiendo hasta el cansancio la aburrida perorata de la "unidad monolítica del Ejército, la Marina y la Policía", la odiada pandilla batistiana, protegida por un cordón de bayonetas, acababa de celebrar el 4 de septiembre, "Día del Ejército" del tirano.

El origen de la sublevación de Cienfuegos el 5 de septiembre databa de muy atrás. Ya desde el año 1956, un grupo de marinos, es decir, soldados y cabos de la base de Cienfuegos, había entrado en contacto con el Movimiento 26 de Julio. Y el 30 de noviembre, cuando se aproximaba el desembarco del Granma y cuando tiene lugar el alzamiento de Santiago de Cuba, existía desde entonces la idea de producir un levantamiento similar en la ciudad cienfueguera.

A mediados del mes de julio de 1957, oficiales separados de la Marina de Guerra hicieron contacto con Frank País, en Santiago de Cuba. A la primera entrevista con el inolvidable Responsable Nacional de Acción del Movimiento 26 de Julio, asisten los exoficiales Juan M. Castiñeiras y Fernández Saborí. De aquel contacto surgió una creciente identificación entre la oficialidad joven de la Marina de Guerra y el Movimiento 26 de Julio. Desgraciadamente, el 30 de julio asesinan a Frank, pero la nueva Dirección continuó con aquellos trabajos, y empezó a organizarse el plan definitivo. Era un plan bastante ambicioso.

En los primeros días del mes de agosto se entrevistan por primera vez con Fernández Saborí y Castiñeiras. A este cambio de impresiones asistieron los comandantes rebeldes René Ramos Latour (Daniel), caído heroicamente en la Sierra Maestra, y Faustino Pérez, así como Armando Hart y Haydée Santamaría.

Faustino señaló que después "se convocó a una reunión de delegados por sectores, asistiendo por la Marina de Guerra, Castiñeiras y San Román —Fernández Saborí había sido detenido—, el teniente Sotolongo y Trujillo, por el Ejército; otros por los pilotos de la Fuerza Aérea, el comandante Daniel y nosotros por la Dirección Nacional del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. La fecha para la acción fue acordada en la reunión: el 5 de septiembre".

El plan comprendía acciones simultáneas en La Habana, Cienfuegos, Mariel, Santiago de Cuba y otras poblaciones del país. Fueron designados los responsables de cada acción. Para la misión de Cienfuegos fueron designados Julio Camacho Aguilera, por el 26 de Julio, y Dionisio San Román, por la Marina.

A última hora se sumó un grupo de oficiales de mayor graduación de la Marina. Ese grupo de oficiales se reúne el 4 de septiembre —con motivo de aquellas fechas tradicionales batistianas— en el arsenal de Casablanca, surgen allí las vacilaciones y de manera unilateral, sin avisar al resto de las fuerzas comprometidas, deciden posponer el alzamiento.

Los acontecimientos en Cienfuegos se desarrollaron a partir de las primeras horas de aquel jueves 5 de septiembre de 1957, con vertiginosa rapidez. Los marinos rebeldes del Distrito Naval Sur (Cienfuegos), estrechando filas con los combatientes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, tomaron la importante guarnición naval de Cayo Loco y entregaron armas al pueblo.

El mando revolucionario de Cayo Loco se veía en apuros para contener a centenares de hombres del pueblo, de todas las edades, que acudían en demandas de armas para combatir. Ya habían sido entregadas todas las requisadas en el Distrito Naval, así como en la Policía Marítima y la Nacional. Numerosos soldados del régimen, detenidos por las patrullas en plena calle, habían sido desarmados, y sus revólveres y pistolas se entregaban a combatientes civiles, que esperaban turno para obtener un arma.

Los destacamentos revolucionarios así apertrechados, ocuparon también la jefatura de la Policía Nacional y de la Policía Marítima, en la ciudad de Cienfuegos; mientras patrullas revolucionarias armadas se apostaron en distintos lugares de la urbe, y sostuvieron combates con elementos del ejército mercenario.

Después de tres horas del comienzo de la sublevación —a las nueve y media de la mañana—, los revolucionarios eran virtualmente dueños de la importante ciudad sureña y al régimen solo respondían por entonces el cuartel del ejército, cuya jefatura se alentaba por la noticia de que se estaban enviando grandes refuerzos militares desde Santa Clara.

Los revolucionarios presentaron abnegada resistencia a las fuerzas —superiores en número y armamentos—, enviadas por la tiranía, mientras en las guarniciones navales ocupadas se oponían a los criminales bombardeos de la aviación enemiga.

Se impuso la superioridad de fuerzas y armamento, y la tiranía logró dominar la sublevación, pero solo tras haber pagado un alto precio de pérdidas materiales y no antes de 24 horas de intensa lucha. Luego vendrían las persecuciones, las torturas y los asesinatos de destacados combatientes.

Aun cuando en lo inmediato no se alcanzó la victoria, la insurrección del 5 de septiembre de 1957 constituyó un golpe vigoroso a la tiranía y una demostración —en aquel pueblo armado y combativo—, de las posibilidades de victoria.

La sublevación de Cienfuegos es, por todas esas razones, uno de los episodios más gloriosos en la historia de la lucha revolucionaria iniciada por Fidel con los ataques a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.