La II Declaración de La Habana, con total vigencia a sus 62 años
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La II Declaración de La Habana está más vigente que nunca a 62 años de su aprobación por más de un millón de cubanos en la Plaza de la Revolución, por la decisión expresa de seguir resistiendo y construir el Socialismo pese a las agresiones, amenazas y al genocida bloqueo de Estados Unidos.
La Declaración fue aprobada por aclamación popular de más de un millón de cubanos constituidos en Asamblea General del Pueblo de Cuba en la histórica Plaza habanera el 4 de febrero de 1962, exactamente un día después de que el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, firmara la Orden Ejecutiva Presidencial que impusiera a la Isla un férreo bloqueo económico, comercial, financiero y tecnológico que dura ya más de seis décadas.
La contundente respuesta del pueblo cubano respondía también a la ininterrumpida serie de agresiones, sabotajes y crímenes cometidos por bandas contrarrevolucionarias financiadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense desde el mismo triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959, y a la invasión mercenaria por Playa Girón el 17 de abril de 1961 que fue la primera gran derrota de Estados Unidos en América.
El propio 4 de febrero de 1962 mientras ocurría la gigantesca concentración popular en La Habana, se producía la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA) durante una reunión desarrollada en Punta del Este, Uruguay, por la cual todos los gobiernos latinoamericanos, con la única honrosa excepción de México, rompieron relaciones diplomáticas con el Gobierno Revolucionario.
Con su agilidad política característica, Fidel respondía así a las maniobras de Estados Unidos para aislar a Cuba e intentar doblegar a su pueblo por hambre y limitaciones comerciales y financieras. El documento aprobado ese mismo día en la histórica Plaza constituye una plataforma programática, en la cual se analizan las raíces históricas que servirán de base a la inevitable Revolución de los pueblos de Latinoamérica contra el Imperialismo.
«Resistiremos en todos los campos: resistiremos en el campo de la economía; seguiremos avanzando en el campo de la cultura (...); la Patria no trabaja para hoy, la Patria trabaja para mañana. Y ese mañana lleno de promesas no podrá nadie arrebatárnoslo, no podrá nadie impedírnoslo, porque con la entereza de nuestro pueblo lo vamos a conquistar, con el valor y el heroísmo de nuestro pueblo lo vamos a conquistar», afirmó entonces el líder cubano Fidel Castro.
Y así ha resistido el pueblo cubano durante más de seis décadas de enfrentar un delito de genocidio, que constituye un récord por su duración sin precedente en el mundo, y que han mantenido y recrudecido 13 administraciones de Washington pese a la condena casi unánime en 30 votaciones anuales de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas.
La II Declaración de La Habana fue una verdadera reafirmación de principios, en favor de la proyección y vocación latinoamericana de la Revolución Cubana. Es un documento de profundo respeto al carácter socialista e internacionalista del proceso político cubano, con énfasis en su trascendencia latinoamericana, pues en él se examinan las raíces históricas de los pueblos de nuestro continente, contra las acciones injerencistas del imperialismo norteamericano.
Fidel denunció en ese documento la intervención del gobierno de los Estados Unidos en la política interna de los países de América Latina, que se comportaba desde entonces en forma cada vez más abierta. Los imperialistas no temían por la Revolución Cubana sino por la Revolución Latinoamericana, con el miedo a que los pueblos saqueados del continente arrebataran las armas a sus agresores y se declararan como en el caso de Cuba: pueblos libres de América, afirmó Fidel seguido de una cerrada ovación.
La Segunda Declaración comienza rememorando las predicciones que, en 1895, escribiera José Martí, convencido del peligro que simbolizaban los Estados Unidos para los pueblos de América y en especial para Cuba.
En el texto, aprobado masivamente en votación de la entusiasta multitud congregada y reafirmado luego en todos los rincones del país, se proclamó la dignidad nacional, la autodeterminación y soberanía de la nación cubana.
Y concluyó la Declaración con una de las frases más conocidas de la historia de la Revolución Cubana, que luego el comandante Ernesto Che Guevara leería en las Naciones Unidas y se haría famosa en el mundo entero: "Porque esta gran humanidad ha dicho ¡Basta! y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente. ¡Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia!"