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La historia no contada de la entrada de Fidel a Cienfuegos

Fidel Castro y Enrique Oltuski entrando al Distrito Naval del Sur, en Cayo Loco

Fecha: 

06/01/2018

Fuente: 

Periódico 5 de Septiembre

Autor: 

Rodeada la ciudad de fuerzas rebeldes que controlaban todos sus alrededores, no fueron sino las tropas seudo-revolucionarias del titulado Segundo Frente Nacional del Escambray quienes entraron a la ciudad cuando los militares batistianos presentaron su rendición. Esta es una de las razones por las que el Comandante en Jefe decide entrar a Cienfuegos.
 
Mucho se ha dicho de la llegada aquí del Comandante en Jefe Fidel Castro al frente de una fracción de la Caravana de la Libertad el 6 de enero de 1959. Es bien conocido por todos que al alcanzar la bifurcación en el poblado de Esperanza, viniendo de Santa Clara, Fidel decidió apartarse de la ruta trazada y llegar a Cienfuegos, en una deferencia inolvidable que tenía dos motivos fundamentales: el primero, “rendir tributo a los héroes y mártires y saludar al heroico pueblo del 5 de septiembre”, según expresó en el curso de su diálogo con los cienfuegueros hasta altas horas de la madrugada del ya 7 de enero, desde la tribuna improvisada frente al Parque José Martí. Fue la noche en que se creó esa empatía que durará por siempre.
 
Pero un segundo motivo no ha sido debidamente documentado, y tiene que ver con la necesidad de resolver la situación creada por la dirección del llamado Segundo Frente Nacional del Escambray, un grupo armado creado por Eloy Gutiérrez Menoyo, tras ser expulsado del Directorio Revolucionario 13 de Marzo. Como estaban más cerca de Cienfuegos, y sin otra cosa que hacer o cuidar, puesto que ningún hecho de guerra habían escenificado, penetraron entonces en la ciudad de Cienfuegos y recibieron, en estado de rendición incondicional, los cuarteles del enemigo recién derrotado.
 
El mencionado “Frente” radicó en las montañas del Escambray en la zona de Cienfuegos, y no aceptó el pacto con las demás organizaciones realmente revolucionarias que realizaron la lucha rebelde ni las propuestas unitarias del Comandante Ernesto Che Guevara y su llegada a Las Villas con la invasión; además, cometió numerosas tropelías contra campesinos, poniendo en tela de juicio la integridad de los revolucionarios. Una vez establecido su Estado Mayor en el Distrito Naval del Sur, en Cayo Loco, acopió gran cantidad de armas de todos los cuarteles de la tiranía que se rindieron tras la huida del tirano Batista, manteniéndose ajeno a las orientaciones de Fidel Castro y a los acontecimientos del país. Desconoció las órdenes del Estado Mayor de la Marina Revolucionaria, de entregar el mando de ese cuerpo en Cienfuegos a Roberto Roque Núñez, piloto del “Granma” y no aceptó conversaciones con líderes de la ciudad.
 
Sin contar con los revolucionarios sureños, Eloy Gutiérrez Menoyo y su segundo, el norteamericano William Morgan (que después se sabría era agente de la CIA, traicionó a la Revolución y fue fusilado) designó Comisionado (Alcalde) a Manuel Toyos, representante de la burguesía propietaria local, y se opuso a confraternizar con la milicia del M-26-7.
 
Cuando Enrique Oltuski, entonces coordinador provincial del M-26-7 en Las Villas, pone al tanto de la situación de Cienfuegos a Fidel, este decide desviarse de la Caravana y entrar para resolver la compleja situación, y así mismo cumplir sus deseos de saludar personalmente al pueblo cienfueguero. Entraron por la Calzada de Dolores, en el Prado giraron a la derecha por la calle Santa Elena y fueron directamente al Distrito Naval del Sur, en Cayo Loco. Venía acompañado de Celia Sánchez Manduley, Enrique Oltuski, del hoy General (r) Marcelo Verdecia, entonces escolta de Fidel, y otros compañeros. Al llegar al Distrito Naval, los marinos de filas lo vitorean y Fidel inicia un diálogo con ellos. Les habló de los planes de crear la Marina de Guerra Revolucionaria, la Marina Mercante Cubana y la Marina de Pesca Cubana, así como escuelas de marinos, en las que pudieran estar todos ellos; aquellos marinos sencillos terminaron cargando en hombros a Fidel.  Solo después se reúne en una oficina con William Morgan, a decir del combatiente René Morejón González, quien estuvo presente en la discusión. Según Morejón, Fidel conmina a Morgan a retirarse de ese enclave militar “porque en Cuba hay una sola Revolución triunfante y no grupitos aparte”. Y efectivamente, a mediados de enero es desintegrado el espurio Segundo Frente del Escambray, depurados sus miembros y solo los verdaderamente revolucionarios que en ese grupo existían, continuaron en las filas de la Revolución Cubana.
 
El resto de la historia también es bien conocida. Esa madrugada, Fidel y sus acompañantes, después de un día sin ingerir alimentos, fueron a comer al establecimiento de María Covadonga. Y tras descansar brevemente, al amanecer del día 7, Fidel sostuvo entrevistas con los líderes revolucionarios sureños, esos que el pueblo reconocía y respetaba, que comenzaban a llegar de exilios y otros lugares del país en que lucharon después de la represión tras los hechos del 5 de septiembre de 1957; también concedió entrevistas a la prensa local, nacional e internacional. Seguidamente alcanzó a la Caravana de la Libertad para desviarse por segunda vez y visitar la tumba de José Antonio Echeverría en su natal Cárdenas y llegar el día 8 a La Habana.
 

René Morejón González (tercero de izquierda a derecha) junto con otros combatientes,
estuvo presente en la entrada de Fidel Castro a Cayo Loco

Esta primera visita de Fidel a Cienfuegos, tras la victoria del primero de enero, resolvió las agudas contradicciones en que se desenvolvían los revolucionarios sureños, por ser esta la única ciudad del país no liberada por fuerzas realmente revolucionarias. Después, Cienfuegos tuvo el privilegio de ser una de las más visitadas por él en la Isla, tras Santiago y su natal Holguín. El encuentro final, el 30 de noviembre de 2016, ante el mismo lugar donde nos hablara aquel 7 de enero de 1959, fue abrazo y juramento de fidelidad.