Fidel: “Evo, levántate y anda”
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Conocí a Fidel en un encuentro por la autodeterminación y la solidaridad entre los pueblos, organizado en 1992 en La Habana. Yo no tenía plata y con lo que junté solo pude comprar un pasaje de ida. En Cochabamba, los organizadores (bolivianos) me dijeron: “Gasta nomás, que allá te van a devolver y te darán también tu pasaje de vuelta”.
Confiando en ellos, me fui, sólo para conocer Cuba y a Fidel. Llegamos, había alojamiento y desayuno gratis. Por primera vez entré al Palacio de Convenciones y estaba Fidel en el escenario. Era imposible acercarse. Me inscribí en la lista de oradores, esperé dos días para hablar tres minutos. No pude saludar a Fidel, pero lo vi a unos cien metros.
A veces mi única comida era el desayuno gratis, después tomaba Tropicola. Luego vinieron los problemas para retornar: no había pasaje a La Paz, me consiguieron La Habana-Lima, y llegué allá con un dólar, que cambié a soles para pedirle ayuda a un dirigente de la Confederación Campesina del Perú, Juan Rojas, quien felizmente me prestó cien dólares para retornar a Bolivia.
Me dijo en broma: “¿Cocalero y no tienes plata?”. Ese dinero me sirvió para llegar a Cuzco y desde allí seguir en bus a Bolivia para llegar al Congreso de la Federación Campesina.
Me habían advertido que el camino, que todavía no estaba pavimentado, no era seguro en época de lluvias. Yo fui caprichoso y seguí: tardé una noche y un día. A cada rato el bus se plantaba y tenía que sacarme los zapatos para empujarlo en medio del barro. Todo por conocer a Fidel.
Fidel es un hermano mayor sabio, cuyo principio básico es la solidaridad y la lucha por la igualdad y la dignidad. Fidel me llama, me abraza, me conversa, me orienta. Una vez le dije, antes de ser presidente: “Si un día ganara como presidente y Estados Unidos nos bloquea económicamente, ¿qué debo hacer, cómo debo prepararme?”.
Otros miembros del gobierno cubano me decían: “Eso hay que manejarlo con cuidado, no podemos arriesgar”, mientras que Fidel me dijo: “No tienes por qué tener miedo, Bolivia no es una isla como Cuba, Bolivia tiene países amigos y riquezas naturales”. Y me explicó dos cosas: primero, teniendo gas y petróleo, minerales, cómo vamos a tener miedo al bloqueo económico. Solo debemos saber administrar, recuperar esos recursos.
Segundo, me decía: “Tienes ahí a Lula, a Kirchner, a Chávez, a Cuba; nosotros no teníamos nada de eso, y al final ni siquiera a la Unión Soviética”. Luego, ya en el 2003, me dijo en una conferencia: “No hagan lo que nosotros hemos hecho –refiriéndose a la lucha armada para liberar a Cuba–, hagan una revolución democrática. Estamos en otro tiempo, la gente quiere transformaciones profundas, pero no quiere guerras”.
Una vez, cuando el avión presidencial dio una vuelta en el aire, no sé cómo se habrá enterado pero Fidel me dijo: “Ustedes no necesitan consejos políticos sino psiquiátricos”. Se preocupa mucho por nuestra seguridad, es lo primero que pregunta, seguramente por los atentados que él superó gracias a la eficacia de su seguridad.
El 29 de abril de 2005 estaba en Cuba convaleciente de una operación de la rodilla. Estaba en un acto con Chávez y, al final, me llama Fidel para una “foto del eje del mal”. Cuando lo escucho me olvido de recoger las muletas y caminé así, los médicos quedaron sorprendidos. Pareció una especie de orden bíblica: “Evo, levántate y anda”. También recuerdo la emoción de estar dos Primero de Mayo en la Plaza de la Revolución, algo inédito en el mundo, junto a millones de cubanos.
- Todas las anédotas aquí contadas se encuentran en los libros de Luis Báez, "Así es Fidel" y "Absuelto por la historia".