Fidel es una nación
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A 98 años de su nacimiento, en estos tiempos tan difíciles, mantener vivo y eterno el pensamiento de Fidel será el mayor monumento que podamos cimentar.
Llega en el calendario otro 13 de agosto y el pueblo cubano recuerda aquella madrugada de 1926, en Birán, cuando la Patria parió a un Gigante.
Partiste -invicto- noventa años después; y Cuba sigue de pie, evocando tu dignidad, tu heroísmo, tu lealtad y tu firmeza.
También nosotros cumplimos las promesas. Ninguna escuela lleva tu nombre, pero los niños y jóvenes siguen estudiando gracias al proyecto educacional que forjaste, y que mantendremos como una de las más grandes conquistas.
No hay calles que te nombren, pero sí cubanos que las transitan libremente, sorteando numerosas adversidades con la resistencia que nos inculcaste.
No hay estatuas erigidas en tu memoria, porque no las necesitas; estás presente en cada centro escolar, cultural, de la salud, deportivo o científico que edificó la Revolución para todos los cubanos.
En estos tiempos tan difíciles, preservando tu legado seguirás sintiendo orgullo infinito de tu pueblo, porque fuiste incansable repitiendo que «toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz».
Fidel, tú jamás serás una consigna. Eres un ícono en las luchas de los cubanos por preservar la unidad y la soberanía; y sigues siendo fuente de inspiración de muchos que, en cualquier latitud, aspiran a un mundo mejor. Tus ideales serán eternos como la piedra de Santa Ifigenia, allí donde reposan tus cenizas.
De ti aprendimos a desafiar amenazas, peligros y trampas, con tu «chaleco» moral, a pecho descubierto. Fuiste maestro de tu pueblo, y al mismo tiempo, su discípulo más extraordinario.
Serás siempre el guerrillero, el estadista, el intelectual, el padre, el amigo, el hermano inseparable del “más chiquito”, ese otro cubano tremendísimo que nos sigue repitiendo con el amor y la lealtad invariables que «Fidel es insustituible».
Evocaremos siempre tu sinceridad que impresiona, tu inteligencia que deslumbra, el poder de convencimiento que contagia, el don especial de la palabra, la virtud de la sencillez, la justicia, la solidaridad y la hidalguía. Nos dejaste la enseñanza de servir a la verdad y a la ética, de ir siempre a nuestras raíces, y por sobre todas las cosas, defender a Cuba.
Hoy somos millones los que te llevamos a todas partes. Nos acompañas en nuestras angustias y esperanzas, en las dificultades y en las victorias. Te vemos en la cotidianidad, en el difícil camino de seguir construyendo el país que amamos. Fidel, eres de todos. Tú eres una nación.