El verdadero dueño de El Granma
Fecha:
31/07/2009
Fuente:
BBC Mundo, México
Autor:
Una tarde de 1955, un joven que dijo llamarse Alejandro entró a un negocio de armas en el centro de la ciudad de México. Pidió "mecanismos de acción belgas", artefactos que se exhibían en el aparador, y que sólo compraban expertos o coleccionistas.
El dueño del negocio, Antonio del Conde, le preguntó tres veces lo que buscaba, y al final se convenció que el joven sabía de armas, pero no lo suficiente para usar lo que compraba.
Entendió que necesitaba ayuda, y decidió otorgarla.
A partir de ese momento se convirtió en el proveedor de armas para el joven y su grupo, les enseñó a usarlas e incluso cedió un yate que recién había comprado.
La noche del 25 de noviembre de 1956 el bote zarpó de Tuxpan, Veracruz, al norte del Golfo de México, con 82 tripulantes a bordo.
El barco se llamó Granma. El jefe de la expedición era aquel joven que entró al negocio de armas un año antes: Fidel Castro Ruz.
Antonio del Conde viajaría en el yate, pero dos semanas antes de zarpar recibió la orden de quedarse.
"Fidel me dijo que era más útil fuera de Cuba que otro soldado en la Sierra. Ya con el tiempo me di cuenta que me faltaba condición política", cuenta a BBC Mundo, 54 años después de aquella experiencia.
El Cuate
Hoy, Antonio del Conde tiene 83 años de edad, vive en la ciudad de México y hasta hace poco viajaba con regularidad a Cuba. Dejó de hacerlo cuando Castro enfermó gravemente.
Pero durante varios años se mantuvo atento al país donde fue asesor de Ernesto Guevara, El Che, en el Instituto de Reforma Agraria y el Ministerio de Industria.
Castro lo bautizó como El Cuate desde los días en que organizaba la expedición en el Granma, que legalmente es de su propiedad, y con ese sobrenombre es como se le conoce en México.
Es un abierto defensor del gobierno cubano, aunque reconoce que hay carencias y personas inconformes que deciden emigrar.
El Cuate recuerda con nitidez aquella época que plasmó en un su libro de memorias titulado Yate Granma. Pero cinco décadas después, todavía no se explica qué le impulsó a apoyar al joven que entró a su negocio.
¿Por qué ayudó a un desconocido?
Es una pregunta muy íntima. No sé si hubo un mensaje subliminal, a través del pensamiento, no sé que pasó. Yo era vendedor y supe que necesitaba ayuda, porque esas partes de armas que buscaba son obsoletas si no tiene un equipo especial... Y yo me di cuenta que no lo tenía. Si me hubiera dicho algo más, posiblemente cambio de opinión, se las vendo y se acabó. Pero como no me decía nada deduje que necesitaba ayuda, y yo podía dársela.
¿Qué pensó al enterarse del proyecto de Fidel Castro?
Eso fue fácil. Ya me había enterado de la situación de Cuba en ese entonces y me rebelé, a tal grado que le dije al Comandante "déjeme hacer por Cuba lo que no puedo hacer por México".
¿Es verdad que el Granma no tenía permiso para zarpar?
Lo que pasa es que había mal tiempo y no daban permisos para navegar. Pero yo me valí de todo, le dije al capitán del puerto que había invitado a unas amigas y ni modo de tenerlas en el barco amarrado. Ya después de algunas copas que se tomó me dio el permiso. El problema era que habían llegado expedicionarios al barco y había mucho desorden, tuve que ordenar el contingente humano.
Al paso del tiempo, ¿qué piensa ahora de Fidel Castro y la evolución del gobierno en Cuba?
Hay que recordar que había una dictadura en Cuba que se sostenía a base del crimen, robo, corrupción, juego y droga. Y eso se eliminó, el país cambió por completo... Tiene limitantes, hay tarjeta de racionamiento para los alimentos, pero no padece de hambre el pueblo cubano.
Se critica mucho el régimen político de Cuba, se habla de falta de libertades. ¿Usted que piensa cuando escucha eso?
No se puede decir que es una dictadura como lo anuncian, porque hay elecciones, diputados, alcaldes. Sí hay limitaciones, claro, pero todo enfocado para el beneficio de la mayoría. Mucha gente sale de Cuba, pero la migración en el mundo es de millones. Habrá inconformes, gente que no está de acuerdo con el gobierno, que quiere pasear, mejorar, ir con sus familiares. Pero no son la mayoría.
El dueño del negocio, Antonio del Conde, le preguntó tres veces lo que buscaba, y al final se convenció que el joven sabía de armas, pero no lo suficiente para usar lo que compraba.
Entendió que necesitaba ayuda, y decidió otorgarla.
A partir de ese momento se convirtió en el proveedor de armas para el joven y su grupo, les enseñó a usarlas e incluso cedió un yate que recién había comprado.
La noche del 25 de noviembre de 1956 el bote zarpó de Tuxpan, Veracruz, al norte del Golfo de México, con 82 tripulantes a bordo.
El barco se llamó Granma. El jefe de la expedición era aquel joven que entró al negocio de armas un año antes: Fidel Castro Ruz.
Antonio del Conde viajaría en el yate, pero dos semanas antes de zarpar recibió la orden de quedarse.
"Fidel me dijo que era más útil fuera de Cuba que otro soldado en la Sierra. Ya con el tiempo me di cuenta que me faltaba condición política", cuenta a BBC Mundo, 54 años después de aquella experiencia.
El Cuate
Hoy, Antonio del Conde tiene 83 años de edad, vive en la ciudad de México y hasta hace poco viajaba con regularidad a Cuba. Dejó de hacerlo cuando Castro enfermó gravemente.
Pero durante varios años se mantuvo atento al país donde fue asesor de Ernesto Guevara, El Che, en el Instituto de Reforma Agraria y el Ministerio de Industria.
Castro lo bautizó como El Cuate desde los días en que organizaba la expedición en el Granma, que legalmente es de su propiedad, y con ese sobrenombre es como se le conoce en México.
Es un abierto defensor del gobierno cubano, aunque reconoce que hay carencias y personas inconformes que deciden emigrar.
El Cuate recuerda con nitidez aquella época que plasmó en un su libro de memorias titulado Yate Granma. Pero cinco décadas después, todavía no se explica qué le impulsó a apoyar al joven que entró a su negocio.
¿Por qué ayudó a un desconocido?
Es una pregunta muy íntima. No sé si hubo un mensaje subliminal, a través del pensamiento, no sé que pasó. Yo era vendedor y supe que necesitaba ayuda, porque esas partes de armas que buscaba son obsoletas si no tiene un equipo especial... Y yo me di cuenta que no lo tenía. Si me hubiera dicho algo más, posiblemente cambio de opinión, se las vendo y se acabó. Pero como no me decía nada deduje que necesitaba ayuda, y yo podía dársela.
¿Qué pensó al enterarse del proyecto de Fidel Castro?
Eso fue fácil. Ya me había enterado de la situación de Cuba en ese entonces y me rebelé, a tal grado que le dije al Comandante "déjeme hacer por Cuba lo que no puedo hacer por México".
¿Es verdad que el Granma no tenía permiso para zarpar?
Lo que pasa es que había mal tiempo y no daban permisos para navegar. Pero yo me valí de todo, le dije al capitán del puerto que había invitado a unas amigas y ni modo de tenerlas en el barco amarrado. Ya después de algunas copas que se tomó me dio el permiso. El problema era que habían llegado expedicionarios al barco y había mucho desorden, tuve que ordenar el contingente humano.
Al paso del tiempo, ¿qué piensa ahora de Fidel Castro y la evolución del gobierno en Cuba?
Hay que recordar que había una dictadura en Cuba que se sostenía a base del crimen, robo, corrupción, juego y droga. Y eso se eliminó, el país cambió por completo... Tiene limitantes, hay tarjeta de racionamiento para los alimentos, pero no padece de hambre el pueblo cubano.
Se critica mucho el régimen político de Cuba, se habla de falta de libertades. ¿Usted que piensa cuando escucha eso?
No se puede decir que es una dictadura como lo anuncian, porque hay elecciones, diputados, alcaldes. Sí hay limitaciones, claro, pero todo enfocado para el beneficio de la mayoría. Mucha gente sale de Cuba, pero la migración en el mundo es de millones. Habrá inconformes, gente que no está de acuerdo con el gobierno, que quiere pasear, mejorar, ir con sus familiares. Pero no son la mayoría.