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El diálogo de 1978 que cambió las relaciones entre Cuba y su emigración

Asistentes al diálogo de 1978 aplauden a Fidel. Foto: LASA
Asistentes al diálogo de 1978 aplauden a Fidel. Foto: LASA

Fecha: 

06/09/2018

Fuente: 

Cubadebate

Autor: 

Cientos de miles de residentes en el exterior son coprotagonistas hoy del debate del proyecto de Constitución que marcará el futuro socialista, democrático, próspero y sostenible al que aspira la inmensa mayoría de los cubanos. Resulta sin dudas un éxito de la nación.
 
Pero la relación de Cuba con sus emigrados no ha estado al margen del conflicto histórico con los Estados Unidos y el apoyo incondicional de Washington a grupos de emigrados que apostaron por el terrorismo y las agresiones para derrocar la Revolución desde el mismo primero de enero de 1959.
 
El 6 de septiembre de 1978, hace exactamente 40 años, el Comandante en Jefe Fidel Castro comenzó a darle un giro a la situación.
 
Fidel, durante una entrevista con un grupo de periodistas cubanos y norteamericanos, invitó ese día a personalidades representativas de la comunidad cubana en Estados Unidos a sostener un diálogo abierto sobre temas de interés mutuo.
 
En respuesta a las preguntas que le formulan, Fidel enfatiza que no discutirá estos asuntos con el gobierno norteamericano, sino solo con la comunidad emigrada.
 
    “Estos problemas, por una cuestión de dignidad nacional y de soberanía nacional, no los discutimos, ni lo discutiremos nunca, con el gobierno de Estados Unidos, porque son asuntos internos de nuestro país”, dijo.
 
El Comandante en Jefe establece solo dos condiciones para participar: que sean personas representativas de la comunidad y que no sean miembro de grupos contrarrevolucionarios.
 
    “Nosotros no estamos dispuestos a conversar, ni a discutir nada en absoluto, ni ahora ni nunca, con cabecillas de la contrarrevolución. Pero nosotros sí estamos dispuestos a conversar y a discutir los problemas que le interesan a la comunidad cubana, con personalidades de la comunidad cubana”, dijo.
 
Carter y la distensión en el Estrecho de la Florida
 
La posibilidad de realizar el diálogo  y producir un cambio en la relación con la emigración no hubiese sido posible sin la conjunción de varios factores, incluida la llegada al poder de la administración de James Carter, refiere el politólogo cubano Ramón Sánchez Parodi, quien en 1978 estaba al frente de la nueva Oficina de Intereses de los Estados Unidos en Washington.
 
El gobierno de Carter se estableció como objetivo un proceso para modificar la política de confrontación entre ambos países, lo cual permitió la apertura de las Secciones de Intereses  en ambas capitales con el objeto final de restablecer las relaciones entre los dos países, aunque este no se logró finalmente, señala Parodi.
 
Aunque rápidamente varios sectores se opusieron a los cambios en la política hacia Cuba e incluso dentro de la propia administración se boicotearon algunas de las medidas de Carter, el propio Fidel reconoció la importancia en el cambio de contexto:
 
    “Esto no se pudo hacer antes, ¡ni pensarlo!, porque había una situación de Estados Unidos muy grave en la época en que la CIA y el gobierno de Estados Unidos preparaban el asesinato de los dirigentes de la Revolución, los sabotajes, la contrarrevolución, los desembarcos de armas, que sostenían una guerra activa contra la Revolución Cubana”, dijo durante en conferencia de prensa el 21 de noviembre de 1978.
 
En Cuba había culminado una etapa de institucionalización del Estado y tras casi 20 años de transformaciones de calado la Revolución era mucho más sólida que en 1959.
 
Se realizó el I Congreso del Partido Comunista, se aprobó la Constitución de 1976 en referéndum popular y se establecido el Poder Popular con la formación de la Asamblea Nacional ,como órgano unitario del Poder. Todo ello, en el marco de la estabilidad alcanzada en  las relaciones económicas con el campo socialista y en especial con la URSS, a partir del ingreso al CAME.
 
Ese escenario  brindaba al gobierno revolucionario estabilidad política y económica, en un marco de mayor seguridad internacional.

Una comunidad cambiante
 
Según proyecciones del Pew Hispanic Center, la emigración procedente de Cuba en Estados Unidos ascendía en 1978  a 431, 429 personas. Se incluyen aquellos cubanos que ya estaban en Estados Unidos desde antes del 59, los cuales, un experto en el tema, como Antonio Aja, los cifra en algo más de  50,000 personas, después del regreso masivo de alrededor de cien mil al triunfo del 59.
 
En una encuesta realizada por el Miami Herald en diciembre de 1975, el 53% de los entrevistados había manifestado su rechazo al restablecimiento de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba y el 47% estaba de acuerdo con la normalización de las mismas, lo cual marcaba una importante tendencia que en la actualidad es ampliamente favorable.
 
De acuerdo con el historiador cubano Elier Ramírez Cañedo en su artículo “El primer diálogo”, las vertientes que comenzaron a apartarse de las posiciones tradicionales de la comunidad cubana en los Estados Unidos en relación con Cuba, se hicieron visibles sobre todo a inicios de la década de los 70; en lo fundamental, entre esos jóvenes que habían salido siendo niños de la Isla y que en los Estados Unidos habían sido especialmente marcados por la oposición a la guerra de Viet Nam y la lucha por los derechos civiles, a lo que se le unió el deseo de buscar sus raíces culturales y la necesidad de conocer la verdad del proceso revolucionario cubano.
 
“Entre las organizaciones que surgieron por aquellos años estuvo Juventud Cubana Socialista (JSC), que se caracterizó por ser bastante radical y se dio a conocer con la consigna "no todos los cubanos son gusanos" y en ella se agruparon un número considerable de jóvenes”, apunta.
 
La JSC tuvo una vida efímera, pero constituyó la cantera fundamental de las futuras organizaciones de izquierda y de algunos de sus más egregios líderes. La segunda vertiente de este movimiento la integraron aquellos jóvenes que llegaron a la izquierda después de haber transitado el camino de la contrarrevolución. Se trató de un grupo políticamente más experimentado, en el cual Lourdes Casal descolló por sus dotes intelectuales.
 
En 1974, estas dos vertientes, bastante informales orgánicamente, fundaron la revista Areíto, la cual tuvo mucha repercusión en los medios intelectuales de los Estados Unidos, América Latina y Cuba, y contribuyó a delinear muy bien que la comunidad cubana en los Estados Unidos no era monolítica, así como a lograr los contactos entre el gobierno cubano y sus emigrados.
 
Casi al mismo tiempo que Areíto, surgió la revista Joven Cuba. Sus editores fueron un grupo de jóvenes vinculados con el movimiento radical estadounidense y ansioso por conocer a fondo sus raíces cubanas.
 
Muchos de los vinculados a las revistas Areíto y Joven Cuba abrazaron otros proyectos, entre estos, el más fulgurante resultó ser la Brigada Antonio Maceo, a la que se integraron cientos de jóvenes
 
De acuerdo con Ramón Sánchez Parodi, en esas condicione el gobierno cubano consideró necesario atender los reclamos de sectores de la emigración por el reconocimiento de su identidad  y estatus, para lo cual adoptó la iniciativa de convocar a un diálogo.
 
Ello constituyó una “fórmula para que las autoridades cubanas pudieran tener un canal de comunicación formal y directo, con estas personas a fin de conocer sus intereses, aspiraciones y  disposición” frente al desarrollo de la nueva sociedad que se estaba construyendo en Cuba.

Los diálogos
 
El primer diálogo finalmente se llevó a cabo el 20 y 21 de noviembre de 1978. Constituyó un encuentro de amplia convocatoria donde participaron 75 figuras representativas  de todo el espectro de la emigración en Estados Unidos y otros países.
 
Una segunda reunión se realizó el 8 de diciembre de 1979. De los 75 de la primera reunión siete no estuvieron en la segunda  y se agregaron otras 72 figuras que hicieron que el Acta Final acordada fuese firmada por 140 figuras representativas de la comunidad cubana.
 
Cualquier otra persona representativa, independientemente de su orientación ideológica, si estaba dispuesta a trabajar con seriedad por la solución de los problemas que afectaban las relaciones entre el gobierno cubano y la comunidad cubana en los Estados Unidos, podía participar en las conversaciones
 
Se abordaron tres aspectos fundamentales:
 

  •     Las visitas a Cuba de los emigrados, que no estaban permitidas hasta ese momento.
  •     La reunificación familiar.
  •     La liberación de los presos contrarrevolucionarios.

 
En todos hubo acuerdos que tuvieron alcances históricos. Cuba autorizó la salida del país junto a sus familiares más cercanos de los sancionados por delitos contra la seguridad del Estado que ya habían cumplido sus sanciones. Por su parte, los representativos de la comunidad cubana en el exterior se comprometieron a realizar las gestiones necesarias con las autoridades del gobierno de los Estados Unidos para conseguir las visas de entrada a ese país para los exreclusos y sus familiares, refiere el artículo de Ramírez Cañedo.
 
Otro acuerdo rubricado, dirigido a contribuir a la reunificación familiar, planteaba que Cuba autorizaría la salida permanente hacia los Estados Unidos u otras naciones por razones humanitarias justificadas, de aquellas personas que tenían un vínculo familiar directo con ciudadanos o personas de origen cubano residentes en dichos países.
 
Además, el gobierno de Cuba señaló que, a partir del mes de enero de 1979, permitiría las visitas a la Isla de cubanos residentes en el exterior, aunque podían quedar excluidos de dichas prerrogativas determinadas personas por sus antecedentes y conducta.
 
El diálogo constituyó un punto de inflexión  en la política migratoria cubana que fijó una línea de aproximación, con sus avances y retrocesos, que llegan hasta nuestros días.
 
Desde entonces han tenido lugar otros intercambios como las Conferencias de la Nación y la Emigración de 1994, de 1995 y del 2004, donde se adoptaron nuevas medidas desde el punto de vista migratorio y de atención a la comunidad cubana residente en el exterior.

La nación y su emigración en cifras de hoy
 

  •     11 176 emigrados cubanos se reasentaron en territorio nacional en el año 2017.
  •     432 786 cubanos residentes en el exterior viajaron a Cuba en el 2017,  superando los 329 448 viajes realizados en el 2016.
  •     1 millón 578 430 cubanos residentes en EE. UU. realizaron viajes a Cuba entre 2012 y 2017.
  •     Los cubanos residen de manera temporal o permanente en más de 120 países del mundo.
  •     El mayor grupo se encuentra en Estados Unidos, donde se estima que viven cerca de dos millones, el 57 % de ellos nacidos en la Isla y el resto se declara de esa nacionalidad por sus lazos familiares y culturales, de acuerdo con el Buró del Censo de Estados Unidos.
  •     Según indica el Pew Research Center, los cubanos son menos del 4 % de los hispanos que viven en Estados Unidos. La mayor cifra corresponde a los de origen mexicano con un 64 % del total.
  •     Hoy existen 157 asociaciones de Cubanos Residentes en el Exterior (CRE) constituidas en 72 países, se realizan periódicamente encuentros nacionales y regionales de cubanos residentes en el exterior y se fortalecen los vínculos entre Cuba y sus nacionales en el exterior, proceso continuo e irreversible.
Propaganda contraria al diálogo de organizaciones c/r,
que pretendieron obstaculizarlo, en este caso de Omega 7.
Foto: Archivo de Maura Juanpere.
Ofenda floral al Apóstol por parte de Juan José Arron –
fallecido y destacado profesor de la Universidad de Yale,
fundador de LASA- y Mariana Gastón, en diciembre de 1978.
Foto: Archivo de Maura Juanpere.