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Cuba cambió la historia

Fecha: 

02/01/2009

Fuente: 

Diario La Primera (Perú)

Autor: 

Cuba cambió la historia se cumplieron ayer 50 años desde el día en que los rebeldes de Sierra Maestra, encabezados por Fidel Castro, obligaron a la fuga del dictador y asesino Fulgencio Batista, hechura del imperialismo.

América Latina se estremeció con la victoria de los jóvenes barbudos, entre los que descollaban, junto a Fidel, Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos y Raúl Castro, guerrilleros de coraje insólito, que enarbolaban la herencia de José Martí.

El proceso de la revolución cubana no seguía el itinerario de los manuales de marxismo. No estaba, por ejemplo, dirigido por un partido marxista.

Juan Gonzalo Rose y Gustavo Valcárcel, grandes poetas peruanos exiliados en México, me contaron más de una vez cómo, en un café de Ciudad de México, aquella vanguardia juvenil cubana, que había sido derrotada en su heroico asalto al Cuartel Moncada –con una fuerza compuesta principalmente de obreros-, planeaba, con obsesión que parecía quijotesca, derrocar al tirano Fulgencio Batista.

Hay que recordar el contexto latinoamericano de esta lucha. Por todas partes gobernaban dictaduras, abiertamente fomentadas y protegidas por Washington.

En Colombia reinaba el general Gustavo Rojas Pinilla; en Venezuela, el general Marcos Pérez Jiménez; en Nicaragua, Carlos Castillo Armas, quien, a la cabeza de mercenarios pagados por la United Fruit, había derribado el régimen democrático del coronel Jacobo Arbenz. Rafael Leónidas Trujillo asesinaba en República Dominicana.

En los demás países, incluido el Perú, regían gobiernos oligárquicos y proyanquis.

Fidel, Raúl y el Che llevaban en su impedimenta guerrera una clara conciencia de que su lucha no era sólo para derribar a un dictador, o reemplazar a un gobernante, sino para una transformación social y patriótica.

El triunfo de los revolucionarios suscitó el entusiasmo del pueblo de la isla. Fidel Castro se ganó el respeto y la adhesión de los cubanos -sentimientos que aun adversarios de la revolución reconocen como una de las fuentes de la fortaleza moral y la solidez política del régimen.

Apenas comenzaron las medidas transformadoras, la Casa Blanca encargó a la CIA un plan para derribar al gobierno revolucionario. La respuesta fue la nacionalización de las refinerías de petróleo, las fábricas de azúcar y las compañías de teléfonos y electricidad estadounidenses.

Bloqueo económico, invasión, terrorismo de Estado, intentos de asesinato contra Fidel y matanzas y sabotajes, prisión de inocentes en cárceles de Estados Unidos, huracanes han castigado a Cuba. Han hecho difícil su tarea. Pero no la han doblegado. Un pueblo heroico la sustenta.

En los primeros días del triunfo revolucionario, un grito recorrió calles y plazas de América Latina: ¡Cuba no está sola!

Cuba está hoy menos sola que nunca.