Carlota, la esclava que honramos en Angola
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La mundialmente conocida Operación Carlota, iniciada un 5 de noviembre hace 45 años, derrotó la invasión de Angola por tropas sudafricanas, logró la liberación de Namibia y la eliminación del Apartheid en Sudáfrica y tomó su nombre de una heroína esclava presumiblemente traída a Cuba desde Angola.
Carlota era una negra esclava de origen lucumí quien encabezó una sublevación el 5 de noviembre de 1843, junto con muchos otros esclavos en el ingenio matancero de Triunvirato y que logró extenderse por la provincia de Matanzas a las dotaciones de los ingenios Ácana, Concepción, San Lorenzo y San Miguel, además de numerosos cafetales y fincas ganaderas.
Perseguida por las poderosas tropas del gobernador español, Carlota y sus compañeros de rebelión fueron apresados en un desigual y encarnizado combate. Tras su captura, todavía viva, los militares la ataron de pies y manos a cuatro caballos, que tiraron de ella en sentido contrario hasta desmembrar su cuerpo, en el intento de dar cruel escarmiento a sus seguidores.
La valentía y espíritu rebelde de esa mujer de sangre africana forma parte de la herencia libertaria del pueblo cubano. De ahí que muchos años después, y en su homenaje, la misión internacionalista de Cuba en la República Popular de Angola llevó por nombre: Operación Carlota.
Con ese nombre se conoce a la ayuda militar internacionalista prestada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias(FAR) de Cuba a la República Popular de Angola, con el objetivo de preservar su independencia e integridad territorial y rechazar una invasión de Sudáfrica por su frontera sur.
Ese país, con el apoyo de Estados Unidos y el gobierno de Mobutu Sese Seko, dictador de Zaire, armaron a las fuerzas antigubernamentales de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), encabezada por Jonas Savimbi, y a las organizaciones fantoches del Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA), encabezado por Holden Roberto, un conocido agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), quienes promovían una invasión por diferentes puntos del país para evitar la consumación de la independencia en ese país africano.
La fecha fijada para la independencia de Angola había sido el 11 de noviembre, pero las fuerzas reaccionarias violando ese acuerdo, habían organizado, financiado, armado y entrenado a las tropas encargadas de evitar el inminente ascenso del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) al poder, a través de las elecciones anunciadas.
Ante este peligro real, el presidente del MPLA, Agostinho Neto, pidió a Cuba ayuda militar para preservar la independencia de Angola ya que, en los inicios de 1965, luego de un encuentro en el Congo del comandante Ernesto Che Guevara con representantes de esa organización, Cuba se comprometió a prestar ayuda a los guerrilleros contra el colonialismo portugués.
Cuba, acorde con los principios del Internacionalismo, desde los años 60 cooperaba con los movimientos de liberación de muchos países del continente africano. Alcanzada la liberación de Angola del colonialismo portugués en 1975 y ante la amenaza contrarrevolucionaria la respuesta de La Habana no se hace esperar. En la primera semana de agosto de 1975 llega a Angola el comandante Raúl Díaz Argüelles, jefe de la Décima Dirección de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba, como enlace entre las fuerzas revolucionarias angoleñas y la Revolución Cubana.
Se acuerda en esa fecha ofrecer ayuda militar al MPLA consistente en 480 asesores que entrenarían a varios miles de combatientes de las Fuerzas Armadas Para la Liberación de Angola (FAPLA), el brazo armado del MPLA, pues ya era un secreto a voces que norteamericanos, sudafricanos, otros países occidentales, y mercenarios de distintas nacionalidades, prestaban asesoría y ayuda material a los movimientos que se oponían al partido de Neto.
Es así como entre los días 4 y 11 de octubre llegan a Puerto Ambroim tres barcos cubanos transportando a 300 especialistas militares y 17 miembros de una brigada médica, mientras por aire llegan a Brazaville por esa misma fecha 142 internacionalistas, la misión de todos era organizar en los próximos seis meses 16 batallones de infantería, para lo cual se acondicionarían cuatro escuelas de reclutas, una en Dalantado, a 300 kilómetros al este de Luanda, otra cerca del puerto de Benguela, en el centro del país, una tercera en Saurimo, en el oriente del país, y una cuarta en el enclave norteño de Cabinda.
Los barcos cubanos habían cargado con todo el equipamiento para las escuelas, entre ellos 12 mil rifles checos M-52, varios camiones, uniformes, botas, y otros. Los instructores cubanos no tienen tiempo de organizar las mínimas condiciones en sus bases, y a mediados de octubre, del 14 al 23, se inicia una invasión combinada para atenazar la capital por el norte y sur.
Entre el 2 y 3 de noviembre en el poblado de Catengue combatientes de las FAPLA y unos 17 asesores de Benguela, se enfrentan a una fuerte agrupación que avanza hacia la profundidad angolana y Cuba llega a la certeza que son unidades regulares sudafricanas quienes invaden Angola.
La Operación Carlota comenzó oficialmente el 5 de noviembre de 1975, cuando, al enterarse el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, de la muerte de asesores militares cubanos en Caporolo tras un enfrentamiento con fuerzas invasoras, ordenó el traslado de las primeras unidades de combate, por vía aérea y naval, iniciándose así una de las más singulares hazañas militares de la historia moderna, con el objetivo de impedir que las fuerzas enemigas tomaran la capital antes del 11 de noviembre, fecha en que el MPLA asumiría el gobierno.
Entre el 5 de noviembre de 1975 y 1991 alrededor de 300 mil cubanos participaron en la epopeya y dos mil perdieron la vida en la contienda, cuyos restos fueron repatriados a Cuba durante la Operación Tributo. Otros 50 mil colaboradores civiles cubanos también brindaron su aporte solidario a la gesta.
La Operación Carlota quedó registrada como una de las acciones más brillantes en la historia militar mundial y la esclava rebelde inmortalizaría su nombre como símbolo de valentía y solidaridad entre los pueblos de África y Cuba.