Aseguramiento logístico y preparación ideológica en el Ejército Rebelde
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La guerra por la definitiva liberación de Cuba que tuvo su antecedente en el asalto a los cuarteles Mocada y Carlos Manuel de Céspedes el 26 de julio de 1953, y que inició con el desembarco de los expedicionarios del yate Granma el 2 de diciembre de 1956, fue un proceso liberador y también formador de ideología. Con un líder que a la vez se convertía en maestro de todos sus compañeros, Fidel, y una personalidad como la de Celia Sánchez Manduley que era el intérprete del pensamiento del Comandante, se desplegaba un trabajo ideológico para lograr no solo la liberación inmediata, sino el futuro que vendría tras el triunfo.
En la persona de Celia Sánchez Manduley recayó la responsabilidad —por indicación de Frank País García en enero de 1956— desde los días de la lucha clandestina, de garantizar todo lo necesario para el destacamento guerrillero, desde los preparativos para el desembarco hasta los abastecimientos, producciones, comunicación y otros servicios del naciente Ejército Rebelde. De igual forma, como se conoce, Celia fue la primera mujer en combatir en el Ejército Rebelde, durante el Combate de Uvero, el 28 de mayo de 1957 y luego se incorporó de manera definitiva en octubre de 1957, convirtiéndose en la persona de confianza de Fidel y en la que delegaba las más disimiles tareas.
Durante el desarrollo de la ofensiva de verano de mayo a agosto de 1958, por ejemplo, Celia fue administradora de los recursos con que contaba el Ejército Rebelde y también fue enlace entre Fidel y demás jefes revolucionarios. Durante esos días, Celia se movió entre Las Vegas de Jibacoa, Mompié, La Plata, Alto de Cahuara y Jobal Arriba, siempre por órdenes de Fidel y atendiendo desde cada uno de esos sitios las necesidades de los combatientes. No hay dudas de que la confianza de Fidel en Celia aumentaba con la asignación de tareas logísticas cada vez más importantes, por su demostrada capacidad organizativa y porque se convirtió, con su esfuerzo descomunal, en el alma de esa labor.
Es por esa razón que en este artículo se presenta la labor ideológica que, desde el actuar de ambos combatientes, se desarrolló a partir de la organización del aseguramiento logístico. Celia, en su extraordinaria personalidad, en su lealtad a los principios de la Revolución, podemos definirla entonces con estas palabras: «Celia es una carretera. Un camino grande por donde uno puede ir confiado, porque siempre va, derechito, derechito hacia donde está Fidel…»1
Es por ello que Fidel, como gran estratega y líder, siempre dio mucha importancia al programa del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR 26-7), que se conocieran las ideas de La Historia Me Absolverá, que cada paso que se diera tuviera un sustento ético e ideológico y que fuera comprendido por sus combatientes. Por eso no desaprovechó ninguna oportunidad para dar lecciones de ideología con documentos, llamamientos, alianzas o enérgicos rechazos a las vacilaciones de principios. También lo logró a partir de la praxis y para ello contó siempre con la sensibilidad y capacidad organizativa de Celia.
Desde la Sierra o desde el llano, tanto Fidel como Celia sabían que estaban inmersos en una labor política constante de sumar almas generosas y honradas a la lucha por la libertad de Cuba. El aporte logístico sería una de la primeras y principales acciones de colaboración que aquellas personas tenían para contribuir con la patria: dinero para armas y abastecimientos, propaganda, medicinas, uniformes, fotografías…
Muchos de aquellos colaboradores llegaron integrar el MR 26-7, otros apoyaron el desembarco del yate Granma, otros se convirtieron en combatientes en la Sierra, y algunos murieron en combate.
Si el desembarco se produce, que no está la pérdida tampoco de esta gente, hubiera sido un éxito de verdad. Nosotros teníamos las comunicaciones que Lalo2 las tenía en toda la costa con todo el mundo, contacto con todo, todo precisado, y de verdad desembarca Fidel y teníamos camiones, teníamos camionetas, teníamos gasolina, teníamos por toda la costa gente esperando a Fidel, en contacto con nosotros por cualquier cosa que se hubiera producido. Nosotros hubiéramos tenido contacto enseguida, sabíamos el cuartel de Niquero con qué contaba, dónde estaba la posta, todo, teníamos el de Pilón igual, y Media Luna.3
De manera que la labor política y la defensa de la ideología revolucionaria del MR 26-7siempre estuvo presente en cada momento del aseguramiento, que desarrollaba Celia con sus colaboradores persona a persona —ya fuese bajo el seudónimo de Lilian, Caridad, Carmen, Norma o Aly—, con el convencimiento y la explicación del programa de la Revolución, con el ejemplo de los propios jóvenes que peleaban en la Sierra y con el accionar ético del Ejército Rebelde que cada vez se fue conociendo más. Fue así que logró ese despliegue de fuerzas para esperar a los expedicionarios, que no pudo concretarse por el retraso del yate de dos días.
El trabajo ideológico en función del aseguramiento logístico y viceversa, era interminable tanto en la Sierra como en la ciudad. Así escribiría Celia en dos ocasiones a una colaboradora —ya desde la Sierra en 1957—, para que no desmayase el trabajo en el llano:
(…) No decaigas en ayudar como hasta que yo vine. Ahora debías desdoblar tus fuerzas y así decirlo a los pocos que quedaron ahí. Mira que vale la pena todos los sacrificios por el triunfo de esta revolución que con gusto han dado su vida tantos de estos muchachos, aún el que muere cae con una sonrisa, orgullosos de morir por esta causa justa. 4
Querida Elsa: Recibí tu carta. El papel y los cigarros, todo ha venido muy bien. Gracias.
Siento lo de las fotografías, en estos momentos no está Raúl para darle la mala noticia, ni tengo los rollitos para mandarte. Lo que sí quiero es que Gustavo te entregue las fotos y me las guardes. No te encargo nada más que fusiles y balas, de todo tenemos.
Recibí carta de Acacia. Ve por casa de las tías y diles que estoy bien, tan bien que he aumentado nueve libras, solo con respirar libertad tengo.
Todo sacrificio que se haga por esta revolución vale la pena. El tiempo se los demostrará.
El trabajo ideológico estuvo presente siempre, desde la captación de jóvenes revolucionarios para ir al Moncada, fundar el Movimiento y consolidarlo. Es por eso que desde la Sierra, Fidel también aprovechaba cada minuto para enseñar y dar una clase a sus combatientes, y mostrar la esencia martiana y humanista de la Revolución. Así lo refiere Celia Sánchez en el siguiente relato que tiene lugar los días posteriores al combate de Uvero el 28 de mayo de 1957:
Cuando Uvero, lo único que nos quedaba eran unos pocos garbanzos (…) No solos así, crudos, que hacía tiempo ya que se traían en las mochilas. Traía yo, un poco Fajardo,5 un poco el Che (…)
Esa noche de Uvero, con los presos y todo, dice Fidel: «Buenos, vamos a encender candela». Figúrate, nos volvimos locos todo el mundo porque íbamos a comer esa noche y los garbanzos, lo único que había de comer era garbanzos. Lo único, y teníamos que llenarnos porque no sabíamos después qué venía, al otro día, nada. Vamos y voy a encender, entonces pendiente del cubo, y la candela, y échale, y la leña no encendía, y busca el palito. Todo el mundo ayudó a cocinar los garbanzos. Nadie se acostó a dormir velando el cubo de garbanzos. Y a las cinco de la mañana dice Fidel: «Celia, hay que levantar un acta de la liberación de los prisioneros». Y pongo yo al lado del fogón, aquella acta para la liberación de los prisioneros. Y ya los garbanzos los iban a repartir. Dice Fidel: «Luis,6 baja el cubo de garbanzos y se lo repartes aquí a todos los prisioneros, que se tienen que ir».
La idea está clara: la ética de Fidel estaba por encima de cualquier circunstancia. El Comandante indicó dar a los prisioneros del ejército enemigo la poca comida que poseían para que regresaran a sus casas sin problemas de ningún tipo y como muestra de la grandeza de aquellos rebeldes que demostraban que la guerra con ellos tenía otro vuelo más poderoso: el de las ideas. Refiere la propia Celia Sánchez que el rostro de Luis Crespo ante la decisión de Fidel ella no lo olvidaría nunca y no fueron pocos los contrariados —aunque en silencio—. Sin embargo, en breves minutos ya comenzaban a comprender la talla del líder de aquella Revolución que les demostraba que en una guerra, a los prisioneros se les daba buen trato, no se les vejaba y con ellos se compartía incluso hasta la comida.
La humanidad de Fidel y también su estrategia sería además un golpe demoledor a la dictadura cuando cada uno de aquellos hombres bajara al llano y dijera que además de haber sido bien tratados, habían sido alimentados con la comida que los propios rebeldes tenían reservada. El trabajo ideológico funcionaba, en ese caso, tanto para los rebeldes como para los soldados prisioneros. Esta es una primera muestra de cómo, a partir del aseguramiento logístico, en este caso de la distribución de los abastecimientos —por cierto, escasísimos que tenían en esa etapa inicial los rebeldes— se podía dar una clase magistral de ética y humanismo.
Es preciso entonces repasar otro momento que tampoco resultaba comprensible para los jóvenes combatientes rebeldes, y en el que se demostraba que no solo se debía pensar en el momento inmediato, sino a largo plazo. Esta anécdota se enmarca en el año 1957, cuando la guerrilla comenzaba a desandar la Sierra y a lograr sus primeras victorias y los campesinos comenzaban a ayudarlos en los abastecimientos. Lo narra también Celia Sánchez:
Un día llegaba uno con una gallina, y cargó uno la gallina, y entonces al otro día le tocó a Crespo, al otro día a Fajardo, y les puedo decir que nos fuimos turnando la gallina, ¿no? Y todo el mundo: «bueno, ¿cuándo me toca a mí?» Primero por comerla y después pues el problema de cargar la gallina (…)
Bueno, todo el mundo estaba esperando ya que llegara la noche para encender candela, y dice Fidel: «No, no se va a encender candela». La gallina, y no comernos la gallina, y Camilo venía, era de la vanguardia, y a cada rato me decía:
— ¿Qué?
— Nada.
La gallina seguía allí.
Entonces Luis Crespo un día nos dice: «Lo peor es si la gallina pone y Fidel la descubre». Y cuando se incorpora a la tropa Fidel, ya: «Oigan, tienen que desaparecer el huevo y la gallina». Y el Che empezó: «Bien abiertos los ojos: que no ponga la gallina, fíjate». Llegamos a… Ay, puso la gallina, ya se desgració (…)
Pasamos un día de apuro ahí, y la gallina seguía porque no encendíamos candela (…)
Entonces llegamos a la casa de un campesino. «Ay, qué bueno» —dijimos— Nada, aquí mismo.
Él [Fidel] dice: «Bueno mire, esta gallina hace tantos días que traemos…» —y todos nos miramos, y ya nos íbamos a comer la gallina— «vamos a dejarla aquí para hacer cría».
Y dejó la gallina haciendo cría (…)
En la medida que crecía el Ejército Rebelde y sus victorias, ya en 1958 surgen nuevas columnas y frentes guerrilleros, y comienzan las construcciones de la hermosa Comandancia de La Plata, en la cual había concebidas escuelas y hospitales. En cuanto al desarrollo de las escuelas, mantenía una preocupación y ocupación constantes por los recursos de estas, para que pudieran desempeñar bien su trabajo. El 22 de abril de 1958 escribió:
Saborit: Le mando 20 libretas y 20 lápices, los 20.00. Anteriormente no lo he atendido por carecer de lo que más me pedía.
Los maestros nuestros no son para los del Movimiento 26 de Julio, sino para todos. Saludos
En esta nota Celia deja bien claro el carácter inclusivo de cada una de las acciones de la Revolución, que no distinguía en la militancia o no de la población civil, sino que tenía para ofrecer al pueblo igualdad de oportunidades. Esa idea también debía inculcarse en todos los combatientes del Ejército Rebelde para que fuera fortaleciéndose la necesaria unidad para el triunfo. Así sucedía también con los recursos destinados a la salud:
Dr.: La señora es esposa de uno de nuestros trabajadores; se siente enferma, le ruego me la atienda en la consulta.
Gracias. Abrazos.
Aly
El 21 de abril de 1958, en medio de los preparativos para la hacer frete a la ofensiva de verano de la tiranía batistiana, Fidel le escribe a Celia a Las Vegas de Jibacoa, donde ella se encontraba encargándose de acopiar los recursos necesarios para resistir en los días de combate. Fidel se queja de fuerte dolor de muela y le solicita algún remedio para ello, así como abastecimientos para el grupo que se encuentra con él. Un detalle esencial es cuando le pide que le manden al menos quince vacas para repartir en La Plata, agrega: «Donde nunca hemos distribuido ninguna».7
Se denota en esta carta, la preocupación constante de Fidel por los campesinos que los ayudaban, por los habitantes de la Sierra, de manera que los recursos no serían solo para los rebeldes, sino también para los civiles. Aquella actitud de compartir lo poco que se tiene era una enseñanza constante para sus combatientes y también para aquellos pobladores de las montañas que durante tanto tiempo habían sido olvidados y maltratados, y veían en los rebeldes la oportunidad de una vida justa para todos.
Seis días después, con relación a los suministros, le indica el envío y reparto de reses para la tropa y campesinos: «Que Eufemio tenga el cuidado de que no se quede ninguno de estos barrios sin carne, como por ejemplo el Pino. El único que debe exceptuarse es este de la Mina del Infierno porque vamos a mandarle las reses que te indiqué».
Celia le escribe a Fidel el 28 de abril, entre otros temas, que ya tiene un carro con tres hombres y herramientas que se encargarán de recoger todo el hilo telefónico y los teléfonos de Ceiba Hueca y San Ramón; que no se preocupe por el vehículo para Che, pues este ya tiene un jeep para moverse. «Está como un niño en mañana de Reyes», le dice; y más adelante asegura que ya se mandó a entregar las reses como él lo había indicado. Como vemos, se refiere a la entrega de reses a los campesinos que junto a ellos quedaban dentro del cerco de la ofensiva de la tiranía. De igual forma, en carta que le dirige a Fidel el día 6 de mayo retoma el tema: «Ya ayer se comenzó el reparto de las vacas».
En otra misiva a la propia Celia el 11 de mayo, le refiere que no considera perdidas las energías de esos días, pues así adelantaron los preparativos para la defensa. Un día más tarde acude a ella otra vez para tema logístico: «Cuando recibas zapatos, divídelos proporcionalmente entre las distintas unidades. Alguna gente como la de Paz,8 ha caminado mucho y necesita algo más».
A continuación, una carta de Celia —de finales de la ofensiva de 1958— a la también heroína Haydée Santamaría Cuadrado, que por su contenido, manera de relatar y describir lo sucedido en la Sierra, consideramos importante compartir como muestra de su empeño uno de sus párrafos: «En cada zona situamos ganado para leche y carne a la tropa y a los campesinos».
El 8 de julio el Comandante le solicita a Celia: «Manda 50 latas leche y 50 sardinas para la gente que está con Che». A las cinco de la tarde de ese mismo día le vuelve a escribir:
Mándame un ayudante con 4 latas de leche, 4 sardinas, chocolate y una linterna con pilas nuevas. Voy a hacer contacto con Che y Cuevas. Laferté9 que se encargue de mandar antes de que sea de noche el personal para cavar trincheras. Guillermo10 que permanezca ahí. Que le lleven a Lalo11 con el personal de cavar trincheras 50 latas de leche y 50 sardinas. A cada uno de lo que va a trabajar esta noche una de leche y una de sardina. P.D. Cualquier mensaje que me lo lleven por el camino de la Mina a Meriño. Celia: un zapato se me acaba de romper completamente. Mándame el par que me dijiste.
Por esos días, Celia se traslada junto al Comandante al alto de Cahuara, donde él establece su puesto de mando para iniciar la Batalla de Jigüe el día 11. Ella, desde allí mantuvo su comunicación con los colaboradores. Sobre el desarrollo de algunas de las instalaciones rebeldes, como la quesería, se aprecia en la siguiente nota del 12 de julio de 1958 a Ramón Paz Borroto:
Ahí le manda el Comandante ese queso y cigarros para usted y Orestes. Aunque sabemos que se abastecen por allá y malamente, igual aquí, pero así la vamos pasando. Queremos que participen del primer queso de la quesería nuestra.
Un aspecto ético del Ejército Rebelde en su administración, era que toda mercancía que se consumía, se pagaba, de manera que la honestidad y la transparencia fueran valores que los propios colaboradores percibieran e interiorizaran como preludio del futuro. De esa misma forma, estaba la atención a los combatientes y a los heridos en combate, aunque fuesen del ejército rival. Escribe así a Braulio Curuneaux,12 en 1958:
A usted y al guardia herido les mandé leche, para ustedes dos. Aquí me quedan tres latas que las he guardado, una suya mañana y dos de los heridos; esto para asegurar porque yo mandé a buscar y me debe llegar leche esta tarde, entonces mañana mandaría más. Pero si no llega le tengo aunque sea una separada.
Ese mismo día 31 de julio de 1958 había iniciado la batalla de Las Mercedes, y Celia se traslada junto a Fidel a la zona de Jobal Arriba. Desde ese sitio, también la tarea logística proseguía en función de mantener en alto la disposición combativa de las tropas rebeldes. En este caso, se muestra el uso de los aseguramientos para estimular los resultados y los éxitos, además de sus necesidades. Es así que el día 4 de agosto Celia le escribe a Guillermo García Frías: «Ahí te mando ese reloj. Es automático. El otro lo voy a mandar a arreglar y se lo damos a los muchachos para las postas. Te mando dos lapiceros y dos fosforeras. Los felicito a todos».
Así también durante la contraofensiva rebelde, Celia se mantiene ocupada de garantizar lo necesario para los combatientes, aunque ya para etapa la mayoría se refiere a solicitudes de combustible para poder moverse en el avance a Santiago de Cuba y no hay notas a Fidel pues estaban marchando juntos todo el tiempo. No obstante, tanto ella como Fidel, continuaron siendo ejemplos para cada combatiente de lo importante de cumplir bien con la tarea que le corresponde, sea cual sea, y que siempre se puede aprender y defender a la Revolución desde la vanguardia, la retaguardia, o bien desde el aseguramiento logístico para lucha armada. oah
1 Julio Llanes: Celia nuestra y de las ores, La Habana, s.f., versión digital, p.23.
2 Se refiere a Lalo Vázquez.
3 Fondo Testimonio de la Oficina de Asuntos Históricos.
4 Carta a Elsa Castro, fondo Celia Sánchez Manduley, Ocina de Asuntos Históricos. En lo adelante, todos los documentos de Celia citados pertenecen al mismo fondo.
5 Manuel Fajardo Sotomayor (1932-1995). Campesino que se sumó al Ejército Rebelde.
6 Luis Crespo (1923-2002). Combatiente revolucionario cubano. Expedicionario del yate Granma y Comandante del Ejército Rebelde.
7 Nota a Celia Sánchez Manduley, fondo Fidel Castro Ruz, Ocina de Asuntos Históricos. En lo adelante, todos los documentos de Fidel citados pertenecen al mismo fondo.
8 Ramón Paz Borroto. Capitán del Ejército Rebelde.
9 Evelio Laferté. Combatiente del Ejército batistiano que se integró al Ejército Rebelde.
10 Guillermo García Frías. Campesino que se sumó al Ejército Rebelde. Comandante de la Revolución.
11 Eduardo Sardiñas Labrada, Lalo. Combatiente del Ejército Rebelde.
12 Braulio Curuneaux. Se alistó al Ejército de Fulgencio Batista y luego se unió al MR 26-7. Cayó combatiendo en la Batalla de Guisa.