A 60 años de la primera iniciativa de acercamiento entre Estados Unidos y Cuba (II)
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El 22 de noviembre, se produjo el asesinato de Kennedy en Dallas, coincidentemente el mismo día que el periodista francés, Jean Daniel, bajo el encargo personal de Kennedy, conversaba con Fidel Castro y le trasladaba un mensaje conciliador. Aspecto más conocido de toda esta historia, debido a los testimonios de los propios participantes. Lyndon Baines Johnson, puesto al tanto de los contactos y comunicaciones secretas que se habían estado sosteniendo con Cuba al asumir la presidencia de Estados Unidos, no mostró interés alguno en continuar esta iniciativa.
Varios autores consideran que el hecho de que Kennedy estuviera secretamente explorando un “arreglo con Castro”, tuvo algo que ver con la conspiración para asesinarlo. Y realmente es muy curioso que, en 1963, mientras Donovan negociaba con las autoridades cubanas la liberación de varios agentes estadounidenses presos en Cuba, en el exterior circulaba una denuncia del agente de la CIA Felipe Vidal Santiago, sobre una supuesta negociación entre los Kennedy y el gobierno cubano.
Al respecto, escribió Fabián Escalante en su libro La guerra secreta. 1963: El complot: “(…) según Vidal, encontrándose en Washington, conoció por medio de Marshall Digss, un abogado conocido y dueño de un prominente bufete, que el Departamento de Estado se encontraba preparando una reunión con Blas Roca, dirigente cubano, en Berlín Oriental, donde se analizarían alternativas de negociación entre los dos gobiernos”. En la propia obra señala también Escalante que por ese tiempo: “(…) el conocido terrorista Orlando Bosch Ávila publicó en Nueva Orleáns un panfleto denominado “La tragedia de Cuba”, donde acusaba a Kennedy de haber traicionado al exilio y tratar de hacer un pacto con Fidel Castro”. [1]
El historiador y ex asesor de Kennedy, Arthur Schlesinger, se encuentra entre los que defienden la hipótesis de que el acercamiento a Cuba en 1963 tuvo algo que ver en la sentencia de muerte del joven presidente. Al respecto dijo: “Aunque el plan de Atwood se mantuvo en conocimiento de muy pocas personas, parece inconcebible que la CIA no conociera nada de ello. La inteligencia americana tenía a los diplomáticos cubanos de la ONU bajo una incesante vigilancia. Seguía sus movimientos, leía sus cartas, interceptaba sus cables, grababa sus llamadas telefónicas. Se sospechaba que Atwood y Lechuga estaban haciendo algo más que cambiándose recetas de “daiquiri”.[2]
Por su parte, William Atwood, en las memorias que publicó en 1987, también se refirió a que la CIA seguramente averiguó las gestiones que él estaba haciendo y que después esa información llegó a los frustrados veteranos de la invasión de Bahía de Cochinos, que no perdían las esperanza de volver a Cuba apoyados por el ejército de Estados Unidos y la CIA, por lo que cualquier exploración de Kennedy de un entendimiento con Castro destruía esas aspiraciones.[3]
Si bien es cierto que Kennedy no soslayó la posibilidad de explorar un acomodo con Cuba, no renunció en ningún instante a la política agresiva contra la Isla.
Realmente la invasión militar directa de tropas estadounidenses era poco recomendable en esos momentos, dado el posible costo de vidas estadounidenses, la repercusión negativa sobre los aliados y la opinión pública mundial –incluyendo la estadounidense-, además de que la Isla había incrementado su capacidad defensiva y el frente interno contrarrevolucionario había sido considerablemente debilitado, pero no era una opción desechada a más largo alcance o como respuesta a algún acontecimiento inesperado que la legitimara tanto a lo interno de la Isla como en el escenario internacional.[4] La estrategia de Kennedy en relación con Cuba se centró entonces en jugar todas las cartas posibles que pudieran satisfacer los intereses estadounidenses. De esta manera, se combinaban las acciones terroristas, las tácticas diplomáticas y la formación de un ejército mercenario, para conformar un programa de múltiple vía que presionara al máximo a la Isla, provocando una corrosión progresiva que llevara al régimen, o bien a su derrocamiento, o a negociar con Estados Unidos en función de sus intereses.
El investigador Fabian Escalante, quien ha investigado durante décadas la política de la administración Kennedy hacia Cuba, hizo la siguiente valoración sobre los tenues acercamientos de Estados Unidos hacia Cuba en 1963, en una evento celebrado en Nassau, Bahamas: “Según nuestro análisis, lo que ocurrió fue lo siguiente. Los halcones nunca apoyaron, ellos no entendían esta estrategia; no estaban de acuerdo. Ellos no estaban de acuerdo con nada que no fuera una invasión contra Cuba. Nosotros pensamos que los halcones se sintieron traicionados. Según nuestro análisis, existían dos estrategias que iban a ser aplicadas por los Estados Unidos. Una, la del gobierno. La otra, la de la CIA, los exiliados cubanos y la mafia, e incluso ellos tenían sus propios objetivos independientes con respecto a este tema. En este último grupo se creó la necesidad de asesinar a Kennedy. A ellos les parecía que Kennedy no estaba de acuerdo con una nueva invasión. Ésa es nuestra hipótesis”.[5]
Finalmente salta una pregunta recurrente en los estudiosos de este período: ¿se hubiera alcanzado algún tipo de entendimiento entre Estados Unidos y Cuba de no haberse producido el asesinato de Kennedy?
Eso es imposible saberlo en la actualidad y significaría adentrarnos en la historia contrafactual, pero sí podemos hacer una valoración sobre el momento en que ocurre el asesinato del presidente estadounidense y las perspectivas que se abrían en la política hacia Cuba. El investigador estadounidense Peter Kornbluh, quien ha estudiado profundamente esta etapa, nos ofreció en entrevista su juicio: “Kenendy iba a llegar al mismo punto que Kissinger y Carter. Fidel probablemente no iba a tener la confianza de cortar su relación con la Unión Soviética para obtener una ligera coexistencia con los Estados Unidos. Pero, al mismo tiempo, Kennedy y Khruschev, y yo creo Fidel también, tenían una lección de la Crisis de Octubre. Una lección de que el peligro de la hostilidad podía llevar a la hecatombe mundial. La Unión Soviética estaba apoyando la idea de un acercamiento entre Estados Unidos y Cuba. Los Estados Unidos estaban más abiertos a esto también. Kennedy había dicho que quería una flexibilidad, que no debía fijarse para conversar la precondición de echar a un lado a los soviéticos de Cuba. Él había tomado el asunto en sus propias manos. Fidel mismo estaba muy interesado y aún después de la muerte de Kennedy él estaba aún más interesado en seguir este proceso”. [6]
Todo lo expresado por Kornbluh es cierto, pero también el hecho que algunos de los principales asesores de Kennedy, al tanto de la iniciativa, continuaban insistiendo en exigir a la Isla que rompiera sus vínculos con la URSS y abandonara el apoyo a los movimientos revolucionarios en América Latina, antes de poder sentarse a la mesa de negociaciones. Desde esta posición de fuerza, era prácticamente imposible que pudiera llegarse a un modus vivendi con Cuba. La dirección cubana había reiterado que la soberanía de Cuba, tanto en el plano externo como en el interno, no podía ser objeto de negociación. Por otro lado, los planes de la CIA de asesinar a Fidel seguían su curso; al igual que las acciones de sabotaje contra la Isla, el bloqueo económico y el aislamiento diplomático. Al mismo tiempo, algunos de los documentos desclasificados de la administración Kennedy reflejan con toda claridad que la estrategia del acercamiento discreto a Cuba planteaba explorar si la dirección cubana aceptaría negociar en los términos que satisfacían los intereses de Washington y, paralelamente, ir desarrollando el más amplio espectro de políticas agresivas que la obligaran a hacerlo. ¿Se podía tener algún tipo de esperanza de un entendimiento entre Estados Unidos y Cuba bajo este enfoque de política?
Como hemos visto, algunos autores consideran que el asesinato de Kennedy tuvo que ver con una conspiración de la CIA y la mafia anticubana que, entre otras cosas, no le perdonaban a Kennedy haber prohibido que tropas estadounidenses invadieran la Isla; la reducción del control de la CIA sobre las acciones anticubanas; el compromiso con la URSS de no invadir la Isla luego de zanjada la crisis de octubre de 1962; y que, por si fuera poco, estuviera practicando una diplomacia secreta de acercamiento con los cubanos. De ser cierta esta hipótesis: ¿hubieran permitido la CIA y la mafia anticubana que Kennedy diera pasos más serios para llegar a una normalización de las relaciones con la Isla? ¿Se hubieran quedado de manos cruzadas?
Tampoco se puede desconocer que la relación de Cuba con la Unión Soviética y su apoyo a los movimientos revolucionarios en América Latina eran en ese momento los elementos de mayor preocupación en Washington, pero que en ellos no estribaba, como muchos han pensado y divulgado durante años, la esencia del conflicto. La voluntad soberana de Cuba y las ansias hegemónicas de Estados Unidos continuaba siendo la esencia del conflicto bilateral. Los objetivos inmediatos de Estados Unidos con Cuba se concentraban en quebrar su voluntad soberana en materia de política exterior, pero ello no significaba una abdicación a lograr lo mismo en política interna. Al mismo tiempo, Cuba no iba a ceder ante las presiones de Estados Unidos en ningún aspecto que tuviera que ver con su derecho a la libre autodeterminación, aunque se le ofreciera a cambio una “normalización” de las relaciones. Este es otro argumento de importancia a la hora de sustentar un criterio menos optimista en relación con la posibilidad de un entendimiento entre Estados Unidos y Cuba durante la administración Kennedy.
El énfasis que la administración Kennedy puso en la política exterior de Cuba no fue más que la expresión coyuntural y la dimensión superficial de los motivos de fondo del conflicto. La historia demostró más tarde, que cuando desaparecieron estos argumentos que presentaban a Cuba como una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos, especialmente luego de derrumbarse el campo socialista y en momentos en que la Isla no tenía ni un soldado en el exterior, el conflicto se mantuvo vivo y el gobierno estadounidense no hizo ni el menor intento por llegar a un entendimiento con la Isla. Por el contrario, se agudizó la agresividad hacia Cuba, revelándose nuevamente la verdadera esencia de corte bilateral del conflicto –aunque atravesada por lo multilateral en numerosos períodos históricos- y concentrando entonces el foco de su política en la realidad interna de la Isla. Ello constituye muestra fehaciente de que el objetivo de la política de Estados Unidos hacia la Cuba revolucionaria siempre ha sido el mismo: “el cambio de régimen”, el derrocamiento de un sistema que en sus propias narices ha practicado y aún hoy practica una política interna y externa absolutamente soberana.
[1] Citado por Tomás Diez Acosta, Ob.Cit, p.187.
[2] Carlos Lechuga, En el ojo de la Tormenta, SI-Mar SA, Cuba y Ocean Press, Australia, 1995, p.304.
[3] Ibídem, pp.305-306.
[4]El 22 de enero de 1963, durante una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, Kennedy había declarado: “Probablemente llegará el momento en que tengamos que actuar nuevamente contra Cuba. Ese país puede que sea nuestra respuesta en alguna situación futura –en la misma forma en que los rusos han usado Berlín-. Nosotros podemos decidir que Cuba pudiera ser una respuesta más satisfactoria que la respuesta nuclear. Debemos estar preparados aunque esto no ocurra. Debemos estar preparados para dar pasos contra Cuba si eso fuera por nuestro interés nacional. Los planes de Estados Unidos y el ejército, en la dirección de nuestro esfuerzo, deben estar adelantados en los meses venideros teniendo siempre a Cuba en la mente, para estar listos y maniobrar con toda la rapidez posible. Podemos utilizar a Cuba para limitar las acciones de los rusos, lo mismo que ellos han hecho con Berlín para limitar las nuestras”. Citado por Tomás Diez Acosta en: Ob.Cit, p.24
[5] Trascripción de las reuniones entre los funcionarios cubanos y los historiadores de JFK, cinta 2 de 8, Hotel Nassau Beach, 7/9 de diciembre de 1995, http://cuban-exile.com/doc_026-050/doc0027.html, (Internet) (Traducción del ESTI)
[6] Entrevista realizada a Peter Kornbluh, 30 de noviembre de 2012.