Breve historia de una foto
Era una soleada mañana de domingo. Un equipo de periodistas de BOHEMIA, que se hallaba en Santiago de Cuba para una cobertura, decidió visitar el cementerio Santa Ifigenia. A Jorge Luis Sánchez Rivera le impresionó la cantidad de personas que venían de muy lejos a rendirle honores a Fidel. Intentó captar alguna foto, pero no era lo que quería. Tiempo después le confesaría a una periodista camagüeyana: “Quizá visor, cerebro y dedo no jugaban”.
Regresó como a las dos de la tarde. Había grupos pequeños. Se posicionó próximo a donde estaba la primera vez. Probó desde dos o tres ángulos. Y de pronto, surgió un niño. Quien lo acompañaba, tal vez su mamá, marchaba a poca distancia. El pequeño se detuvo frente al monolito, luego extendió la mano. El dedo de Jorge Luis reaccionó por instinto y oprimió el obturador.
Cuenta que se quedó inmóvil por la cautivadora estampa del muchachito ante la piedra, también simbólica de otro misterio, como la luz de José Martí, que acompaña a los cubanos. “No puedo decirte su nombre, no se lo pregunté. Terminé dos o tres cosas para mi órgano de prensa y me fui. Se quedaron imágenes sin ver”, recapacita ahora.
Próximo al año del fallecimiento del líder de la Revolución, el fotorreportero chocó con la foto durante una búsqueda en sus archivos. Fidel, aquí estoy yo, la tituló y varios medios, BOHEMIA entre estos, la publicaron. En Cubadebate, donde apareció el 23 de diciembre de 2017, fue la foto del día cuando 3 367 visitantes la clasificaron como “me gusta”. Compartida en diferentes redes sociales, en el sitio digital del periódico Adelante, donde sirvió de soporte a una entrevista, esa valoración alcanzó más de 2 300 clic. “Nunca pensé que mi modesta imagen se convirtiera en ′viral′”, afirma Jorge Luis.
Para su colega Gilberto Rabassa, también fotógrafo de BOHEMIA, eso no es sorpresa, pues se trata de “una excelente imagen, tanto en composición como en creación artística, con una carga fuerte de sentimiento, de compromiso, y él supo a la vez captar el instante preciso”.
Otro artista del lente, Abel Roja Barallobre, declaró a BOHEMIA: “Cada fotografía debe hablar por sí sola, tener voz y criterio propios; y esta imagen cumple ese propósito. Está llena de iconos, significados, sentido para el propio pueblo cubano y, ¿por qué no?, también en el ámbito internacional, es el homenaje de todo corazón a ese gran hombre y soñador que fue Fidel Castro. Para mi apreciación, un testigo de esa toma, una fotografía de referencia, para la historia.
Un joven colega recién galardonado, Miguel Moret, de Tribuna de La Habana, opina que en la instantánea, “la imagen es de una carga simbólica alta y demuestra la sensibilidad del fotógrafo. El niño como símil de renacimiento, esperanza, y futuro, idea recurrente de Fidel al pensar en nuestra sociedad en construcción y revolucionaria. La rosa, en otra parte, alude al vínculo con Martí, la bandera, el rojo, color necesario cuando se representa a Cuba”.
En la revista Verde Olivo la imagen fue utilizada de reverso de portada de una de sus ediciones. Interrogado al respecto, su director, el teniente coronel Rigoberto Santiesteban, subrayó: “Más que una foto, es una obra de arte”. (P.A.G.)