DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN LA ENTREGA DE GRAN PARTE DE LOS OBJETOS DE OBRA DEL HOTEL COHIBA, EFECTUADA EL 5 DE DICIEMBRE DE 1994
Datum:
05/12/1994
Entrañablemente queridos constructores del hotel Cohiba;
Compañeras y compañeros:
Estos actos en horas de la madrugada nos recuerdan los primeros tiempos de la Revolución.
Este hotel comenzó siendo una empresa mixta. De los primeros días aquellos en que hablamos de empresas mixtas, algunos socios extranjeros ofrecieron capital, tecnologías y proyectos para hacer el hotel.
Escogimos un buen lugar, pero no fue fácil; no había mucha experiencia en este tipo de operaciones, surgieron dificultades: nuestros socios no tenían suficiente dinero, los proyectos estaban atrasados, y así fueron surgiendo dificultades que retrasaron la construcción de la obra.
Pero ya el hotel estaba comenzado y la decisión que tomamos fue la de construirlo por cuenta del país; aunque tuviéramos que arrancarnos las tiras de la piel, dijimos: Este hotel no se puede quedar así, hay que hacerlo, busquemos el dinero de donde sea, hagamos los proyectos y construyamos el hotel.
Es especialmente agradable pensar que este hotel es ciento por ciento cubano y que es propiedad ciento por ciento de Cuba (APLAUSOS). Sí, habrá una empresa extranjera en la administración del hotel, porque —como ustedes saben bien— no tenemos suficiente experiencia en este terreno, y resulta mucho más conveniente, en esos casos, buscar alguna empresa con gran experiencia internacional para que lo administre recibiendo un tanto por ciento de los ingresos brutos del hotel. Ellos se encargan del mercado, se encargan de buscar turistas, y, realmente, es un método que resulta conveniente y útil para nosotros. No es lo mismo que empecemos a aprender aquí, a que venga una empresa con muchos conocimientos; no es lo mismo que tengamos el hotel al 30%, a que lo tengamos al 70%, al 80% o al 90% de ocupación.
Pero es realmente impresionante verlo ya terminado, cuando sabemos las dificultades, cuando sabemos que hubo que hacer proyectos sobre la marcha, buscar materiales, buscar recursos, buscar todo; cuando sabemos que tuvimos que luchar contra condiciones climáticas como las penetraciones del mar.
Este hotel precisamente está hecho tomando en cuenta las penetraciones del mar. El Riviera se está adaptando y preparando para poder resistir esos embates; pero este hotel ya fue construido con todas esas medidas preventivas de la penetración del mar, por eso ustedes ven que la primera planta está alta y están estos muros para que, cuando suba el agua, no llegue a los salones.
La obra es realmente impresionante. Cuando subíamos la bandera lo veíamos; bueno, nunca se hizo un hotel como este en Cuba y tiene un mérito muy especial, un mérito verdaderamente extraordinario, que hayamos hecho este hotel en período especial (APLAUSOS). Nada de lo que se ha construido antes se parece a esto, no solo en volumen sino también en calidad; es una obra de la cual realmente podemos sentirnos orgullosos de que nuestro pueblo y nuestros trabajadores de la construcción sean capaces de llevarla a cabo.
Este hotel debe producir unos cuantos millones de pesos en divisa convertible todos los años para nuestro país; este hotel puede servir para muchos eventos, incluso eventos internacionales.
Trabajaron muy duro los compañeros para terminarlo el Día del Constructor y lo han terminado casi todo. Van a entregar los primeros pisos para el turismo y se piensa que en enero ya haya turistas en este hotel, y que en los meses sucesivos esté completamente terminado.
Se han estado preparando los hombres y mujeres que van a trabajar aquí, y tenemos la esperanza de que así como sus constructores han sido modelos, sus trabajadores también sean modelos, y sus vecinos también sean modelos en la cooperación para el éxito del trabajo de este hotel.
No sé cuántos de ustedes vivirán por aquí por esta parte que se inunda. El clima cambia, las penetraciones del mar se incrementan. Los sacrificios de los vecinos de esta zona, desde Línea hasta aquí, son muy grandes; pero también estamos pensando en soluciones para esos problemas: qué hacer para evitar esas penetraciones del mar, qué hacer para reducirlas, y en un momento dado el país invertirá millones y tal vez decenas de millones de pesos —y pesos quiere decir también divisas convertibles— en el combustible, en los materiales, en los equipos y en las piezas de repuesto para poder evitar esas penetraciones tan severas.
Bueno, si el mundo se sigue calentando, si la atmósfera se sigue calentando, entonces tendremos que mudarnos un poco más arriba y convertiremos esta parte del Vedado en una especie de Venecia; tendremos que venir en botes por aquí (RISAS), si es cierto que el nivel de los mares crece y llega a invadir parte de las costas.
Con esto quiero decir que nada nos asusta, nada nos desalienta; el hombre y el pueblo serán capaces de enfrentar todas las dificultades.
En estos días vivimos una experiencia: el famoso ciclón Gordon. Los vientos del Gordon pasaron por acá cuando estaba a 300 kilómetros de distancia. Yo decía hoy, en broma, que el ciclón se le perdió al Observatorio Nacional —a Rubiera no, al Observatorio (RISAS); Rubiera es un excelente científico y un hombre serio, responsable, preocupado, valiente, estudioso, con gran dominio de todos estos fenómenos atmosféricos, y cada vez que nos ha dicho que el mar penetra, el mar ha penetrado.
Este era un ciclón extraño, que surge en noviembre, por el sur, cerca de las costas de Honduras, Nicaragua. Nadie sabe las vueltas que dio: fue a parar a Jamaica, dio una vuelta, entró por Guantánamo, hizo muchísimo daño por allá con las aguas; se fue, y, cuando empezábamos a respirar, apareció otra vez (RISAS). Dice que venía de nuevo hacia el sur, que se acercaba a la costa norte, que andaba por Caibarién o por Sagua, que venía paralelo al norte de la isla, y cuando se decía que estaba por Caibarién, los vientos soplaban con bastante fuerza aquí. Se afirmaba: "Viene paralelo a la costa", y nosotros decíamos: "Qué pasará acá, qué penetraciones habrá."
Pero aparte de los informes del Observatorio Nacional que decían que el ciclón estaba por Caibarién y que se acercaba a Varadero, nosotros llamábamos por teléfono a Matanzas, cuando decían que el ciclón estaba a 15 kilómetros de Varadero, y preguntábamos: "¿Cómo está el tiempo ahí?", y decían: "Aquí, el cielo estrellado y todo en calma" (RISAS). Llamábamos a Yadira: "Yadira, ¿cómo está la cosa por 'Martí'?", y decía: "Cielo estrellado, todo en calma, luna resplandeciente." Decíamos: "¿Pero dónde demonios se habrá metido ese ciclón?" (RISAS.)
Nosotros incluso, pensamos que el ciclón se le había perdido al Observatorio Nacional y a todo el mundo; pero después vino el parte que estaba como a 60 ó 70 kilómetros al norte, que el centro era amplio, que los vientos periféricos eran superiores, que esos vientos podían traer olas, y ustedes son testigos de las olas tremendas que había aquí; pero el ciclón apareció otra vez en el estrecho de la Florida, se metió por la Florida. Y no voy a decir que nos alegremos de que se haya metido por la Florida, porque no somos tan innobles como para desear el daño a los pobladores y a los vecinos de allí; pero se metió por la Florida, pasó por la Florida, se acercó otra vez a la costa este de Estados Unidos, bajó de nuevo. Yo decía: "Todavía este ciclón vuelve a pasar por aquí, con todas estas cosas raras" (RISAS).
Pero los informes del Observatorio Nacional fueron muy buenos, y decían lo que pasaba, porque era un ciclón raro. No era la época de ciclones, era un ciclón invernal, medio tropical, medio invernal, dio cuarenta vueltas, y miren que hemos visto trayectorias de ciclones y ningún ciclón hizo cosas tan raras como hizo este, lo cual es una prueba también de los cambios del tiempo.
Por suerte no penetró demasiado el mar. Aquí penetró. Nosotros estuvimos por aquí de madrugada uno de esos días y había agua; por cierto, surgió una anécdota, un cuento verídico, de un trabajador del "Blas Roca" —se supone— que estuvo trabajando toda la madrugada, todo el día y se quedó dormido dentro de un contenedor de estos que estaba por ahí, y el hombre, de madrugada, no sé a qué hora, se despertó y empezó a ver que subía el agua y que él estaba dentro del contenedor. Figúrense ustedes, a veces el agua sube mucho más que la altura de un contenedor, y aquel hombre golpeando, tocando, y estaba cerrado con candado por fuera (RISAS). ¡No se sabe cómo lo descubrieron! Bueno, tal vez no habría perecido, porque el agua no subió tanto como para que no le quedara aunque fuera 10 centímetros de aire arriba; pero, bueno, lo sacaron. Lo que nadie ha podido averiguar —según me contaron esta tarde— es quién fue (RISAS), porque no ha vuelto a aparecer por ninguna parte. Salió de noche, y no quiere que después todo el mundo hable de él como el hombre que estaba dentro del contenedor (RISAS).
Estas cosas pasaron; sin embargo, las aguas no llegaron a Línea, por suerte, pero eso no nos debe llevar a desconfiar de las informaciones del Observatorio Nacional. Trabajaron bien, y sí es verdad que el ciclón se perdió, volvió a aparecer, y bastante cerca, con bastante fuerza. Ese era el peligro de que los vientos en esos trenes de olas trajeran el agua en profundidad aquí a la ciudad.
Hablo de esto, repito, porque el hecho de que no haya ocurrido una penetración muy profunda, no nos debe llevar a desconfiar de los informes del Observatorio Nacional. Siempre que han dicho que hay penetraciones, se han producido penetraciones; y cuando ellos digan que viene una penetración, venga o no venga, tenemos que recoger las cosas y tomar todas las medidas de precaución.
Es una realidad que está viviendo el mundo de hoy con estos cambios de clima, y aprovecho la oportunidad de la inauguración del hotel para recomendarles a todos los vecinos de estas áreas que tomen en cuenta y que confíen en las informaciones del Observatorio Nacional.
Ahora tenemos un gran hotel aquí. Esto nos ayudará a recaudar fondos, a recaudar divisas, y necesitamos ese dinero si tenemos que gastar millones en proyectos que se están elaborando para evitar las penetraciones del mar en esta zona.
Este hotel va a ser motivo de recursos importantes para el país, este hotel va a dar empleo a muchos trabajadores, este hotel va a ser un orgullo de nuestra ciudad.
Hoy inaugurábamos también un excelente centro de investigación y de producción científica, que va a significar de igual modo ingresos importantes en divisa convertible para el país, aparte de los beneficios que deje a nuestro pueblo en el campo médico.
El que hoy hayamos podido, en este año 1994, inaugurar dos obras como esa y otras más, debe ser realmente un motivo de aliento, un motivo de esperanza. Cómo a pesar de las enormes dificultades, cómo a pesar de la desaparición del campo socialista y de la URSS, cómo a pesar del mundo unipolar en que vivimos, cómo a pesar del poder del imperio, somos capaces de hacer cosas como estas que nunca se habían hecho y que se hacen con un gran ahorro de material, de combustible, de todo.
Antes gastábamos más de 700 kilogramos de cemento por metro cúbico de hormigón, y ahora estamos gastando alrededor de 300. Vean cómo hemos podido ahorrar, vean cómo a pesar de estas dificultades estamos aprendiendo a ser más eficientes y cómo el día en que el país comience a recuperarse de toda esta gran tragedia, podremos utilizar mucho mejor la fuerza de trabajo, los recursos materiales y los recursos económicos.
Pero los constructores de este hotel no solo han sido capaces de realizar una obra que nos impresiona a todos, que nos enorgullece a todos, sino que supieron estar también en la primera línea de la batalla política frente a aquellos que creían que los días de la Revolución estaban contados.
Hace cinco años que están sacando cuenta y estoy seguro de que se van a pasar otros 50 años, y otros 500 años, sacando la cuenta de la Revolución (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Viva la Revolución!", "¡Viva Fidel!"), porque tenemos hombres como estos que no solo construyen hasta el cielo, sino que saben combatir aquí en la tierra con toda la energía y la fuerza necesarias frente a los que quieren destruir la obra que ha costado la sangre de decenas de miles de compatriotas y que ha traído a nuestra patria la justicia, la igualdad, la dignidad, la independencia, la Revolución y las conquistas del socialismo (APLAUSOS).
Aunque somos un pequeño país aquí en el Caribe, a unas pulgadas del imperio allá en la Base Naval de Guantánamo y a unos kilómetros de la Florida, somos un país con una dignidad que muy pocos pueblos en el mundo han tenido, con un valor y una decisión que muy pocos pueblos del mundo han tenido, con una capacidad de sacrificio como muy pocos pueblos del mundo han tenido (APLAUSOS).
Eso no se demuestra hoy, se demostró ayer y lo demostraron Céspedes, Máximo Gómez, Maceo, Agramonte, Martí, luchando 10 años sin nada, y luchando durante casi 30 años por la independencia de este país, para que nos convirtiéramos después en una neocolonia yanki. ¡Eso es lo que no estamos dispuestos a volver a ser jamás! (EXCLAMACIONES DE: "¡Nunca!") Y si aquellos lucharon 30 años, nosotros estaremos dispuestos a luchar 300 años, pero preservaremos la independencia y la soberanía de nuestra patria (APLAUSOS).
Estos son los hombres de nuestros tiempos, y los que tengan el privilegio de vivir en esta época serán honrados en el futuro y serán recordados siempre como el pequeño país que lo supo resistir todo, como el pequeño país que cuando se quedó solo no se acobardó ni capituló, sino que decidió luchar y seguir peleando, no solo por honor, no solo por gloria, sino también por la victoria.
Cuando en una madrugada como hoy vemos este hotel, nos damos cuenta de que sí, de que se puede, de que hay posibilidades de victoria.
Cuando recordamos a estos cascos blancos batiéndose el 5 de agosto contra los antisociales, contra el lumpen y mostrando el puño de hierro de la Revolución, sabemos que sí, que se puede, que hay posibilidades de victoria. No fueron allí a matar, no fueron allí a destruir, fueron allí a defender la obra de la Revolución (APLAUSOS).
En la tarde de hoy, mientras se celebraba el Día del Constructor, allí se mencionó a un joven que se puso de pie, erguido y lleno de dignidad: había perdido la vista como consecuencia de las tropelías y los vandalismos de los enemigos de la Revolución. No sabemos de ninguno de esos enemigos que haya perdido la vista, porque no somos crueles; no sabemos de ninguno de esos enemigos que haya muerto de una bala de nuestros guardianes del orden, porque no somos crueles.
La sangre la pusimos nosotros, los sacrificios los pusimos nosotros, porque nuestra sangre y nuestro sacrificio se concibieron para luchar contra enemigos poderosos, se concibieron para derramar hasta la última gota de sangre luchando contra el imperio que controla el mundo unipolar.
No nos entrenamos, ni nos preparamos, ni tenemos tanques, ni ametralladoras para luchar contra el lumpen; los tenemos para luchar contra enemigos realmente poderosos que, si un día se atrevieran a invadir esta tierra, sabrán de lo que son capaces los hijos de este pueblo heroico e incomparable (APLAUSOS).
Uno sabe que ese joven desde su interior, desde su alma, desde su cuerpo, desde su cerebro, desde los nervios desaparecidos de su sistema visual, ve hoy más que nunca y ve hoy más que todos los demás, y ve lo de esta noche, y ve este hotel que construyó con su sudor y defendió con su sangre (APLAUSOS).
Ese joven es todo un símbolo de nuestra época y un símbolo de nuestro tiempo, y el dolor que nos produce su sacrificio se convierte en coraje, se convierte en valor para todos nosotros, se convierte en decisión para darlo todo, como lo dio él, tanto como él y más que él si fuera preciso: no solo la vista, los brazos, las piernas, el corazón, ¡la vida! (APLAUSOS.)
Felicitemos a estos constructores, a estos compatriotas ejemplares en este día, o en esta madrugada de los constructores, porque todos los días y todas las madrugadas serán de los constructores.
¡Que se mantengan unidos y que empiecen a construir nuevos hoteles, quizás no tan altos como este, pero sí tan bellos y aun más bellos que este!
Hoy el turismo, realmente, no busca rascacielos, busca otros tipos de edificaciones que no sean tan altas, que no sean tan complicadas. Claro que en algunos lugares hay menos tierra y hay que hacer los hoteles más altos; pero donde haya tierra haremos los hoteles de otro tipo. Así estamos trabajando y así estamos construyendo hoteles, y llegaremos a ser una potencia turística como estamos llegando a ser una potencia científica, y algún día esas ramas significarán miles de millones de ingresos para nuestro país, que tanto merece y tanto ha luchado por una vida mejor; que tanto ha resistido el acoso del imperio a 90 millas.
Con nuestro esfuerzo, con nuestro sudor, con nuestra inteligencia, alcanzaremos esos objetivos y nos mantendremos cada vez más puros y cada vez más revolucionarios, porque —como hemos dicho otras veces— en la lucha contra el vicio se cultiva la virtud, y nuestro pueblo no va a ser, precisamente, un pueblo envuelto por una torre de cristal.
Seremos virtuosos a pesar de los vicios que puedan rodearnos, seremos virtuosos a pesar de los vicios que puedan traernos, y no todos nos traen vicios, porque muchos de los que visitan a este país nos traen simpatía, nos traen admiración, nos traen reconocimiento por nuestro heroísmo, nos traen recursos.
A veces los vicios no vienen de fuera, surgen aquí mismo, como de los cadáveres putrefactos surgen los gusanos; pero nosotros, nuestro pueblo heroico, nuestro pueblo noble, nuestro pueblo de vergüenza, nuestro pueblo digno, haya lo que haya, pase la mitad del mundo por aquí con una parte de sus vicios, ocurra lo que ocurra, es y será un pueblo virtuoso. Eso es lo que esperamos de las nuevas generaciones, porque la dignidad, la vergüenza, el patriotismo, no se venden.
¡La obra histórica, la obra gloriosa de la Revolución no se vende ni se cambia por un plato de lentejas! (APLAUSOS.) ¡La obra gloriosa de la Revolución vive y vivirá siempre, y las futuras generaciones se sentirán orgullosas de nosotros!
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
Compañeras y compañeros:
Estos actos en horas de la madrugada nos recuerdan los primeros tiempos de la Revolución.
Este hotel comenzó siendo una empresa mixta. De los primeros días aquellos en que hablamos de empresas mixtas, algunos socios extranjeros ofrecieron capital, tecnologías y proyectos para hacer el hotel.
Escogimos un buen lugar, pero no fue fácil; no había mucha experiencia en este tipo de operaciones, surgieron dificultades: nuestros socios no tenían suficiente dinero, los proyectos estaban atrasados, y así fueron surgiendo dificultades que retrasaron la construcción de la obra.
Pero ya el hotel estaba comenzado y la decisión que tomamos fue la de construirlo por cuenta del país; aunque tuviéramos que arrancarnos las tiras de la piel, dijimos: Este hotel no se puede quedar así, hay que hacerlo, busquemos el dinero de donde sea, hagamos los proyectos y construyamos el hotel.
Es especialmente agradable pensar que este hotel es ciento por ciento cubano y que es propiedad ciento por ciento de Cuba (APLAUSOS). Sí, habrá una empresa extranjera en la administración del hotel, porque —como ustedes saben bien— no tenemos suficiente experiencia en este terreno, y resulta mucho más conveniente, en esos casos, buscar alguna empresa con gran experiencia internacional para que lo administre recibiendo un tanto por ciento de los ingresos brutos del hotel. Ellos se encargan del mercado, se encargan de buscar turistas, y, realmente, es un método que resulta conveniente y útil para nosotros. No es lo mismo que empecemos a aprender aquí, a que venga una empresa con muchos conocimientos; no es lo mismo que tengamos el hotel al 30%, a que lo tengamos al 70%, al 80% o al 90% de ocupación.
Pero es realmente impresionante verlo ya terminado, cuando sabemos las dificultades, cuando sabemos que hubo que hacer proyectos sobre la marcha, buscar materiales, buscar recursos, buscar todo; cuando sabemos que tuvimos que luchar contra condiciones climáticas como las penetraciones del mar.
Este hotel precisamente está hecho tomando en cuenta las penetraciones del mar. El Riviera se está adaptando y preparando para poder resistir esos embates; pero este hotel ya fue construido con todas esas medidas preventivas de la penetración del mar, por eso ustedes ven que la primera planta está alta y están estos muros para que, cuando suba el agua, no llegue a los salones.
La obra es realmente impresionante. Cuando subíamos la bandera lo veíamos; bueno, nunca se hizo un hotel como este en Cuba y tiene un mérito muy especial, un mérito verdaderamente extraordinario, que hayamos hecho este hotel en período especial (APLAUSOS). Nada de lo que se ha construido antes se parece a esto, no solo en volumen sino también en calidad; es una obra de la cual realmente podemos sentirnos orgullosos de que nuestro pueblo y nuestros trabajadores de la construcción sean capaces de llevarla a cabo.
Este hotel debe producir unos cuantos millones de pesos en divisa convertible todos los años para nuestro país; este hotel puede servir para muchos eventos, incluso eventos internacionales.
Trabajaron muy duro los compañeros para terminarlo el Día del Constructor y lo han terminado casi todo. Van a entregar los primeros pisos para el turismo y se piensa que en enero ya haya turistas en este hotel, y que en los meses sucesivos esté completamente terminado.
Se han estado preparando los hombres y mujeres que van a trabajar aquí, y tenemos la esperanza de que así como sus constructores han sido modelos, sus trabajadores también sean modelos, y sus vecinos también sean modelos en la cooperación para el éxito del trabajo de este hotel.
No sé cuántos de ustedes vivirán por aquí por esta parte que se inunda. El clima cambia, las penetraciones del mar se incrementan. Los sacrificios de los vecinos de esta zona, desde Línea hasta aquí, son muy grandes; pero también estamos pensando en soluciones para esos problemas: qué hacer para evitar esas penetraciones del mar, qué hacer para reducirlas, y en un momento dado el país invertirá millones y tal vez decenas de millones de pesos —y pesos quiere decir también divisas convertibles— en el combustible, en los materiales, en los equipos y en las piezas de repuesto para poder evitar esas penetraciones tan severas.
Bueno, si el mundo se sigue calentando, si la atmósfera se sigue calentando, entonces tendremos que mudarnos un poco más arriba y convertiremos esta parte del Vedado en una especie de Venecia; tendremos que venir en botes por aquí (RISAS), si es cierto que el nivel de los mares crece y llega a invadir parte de las costas.
Con esto quiero decir que nada nos asusta, nada nos desalienta; el hombre y el pueblo serán capaces de enfrentar todas las dificultades.
En estos días vivimos una experiencia: el famoso ciclón Gordon. Los vientos del Gordon pasaron por acá cuando estaba a 300 kilómetros de distancia. Yo decía hoy, en broma, que el ciclón se le perdió al Observatorio Nacional —a Rubiera no, al Observatorio (RISAS); Rubiera es un excelente científico y un hombre serio, responsable, preocupado, valiente, estudioso, con gran dominio de todos estos fenómenos atmosféricos, y cada vez que nos ha dicho que el mar penetra, el mar ha penetrado.
Este era un ciclón extraño, que surge en noviembre, por el sur, cerca de las costas de Honduras, Nicaragua. Nadie sabe las vueltas que dio: fue a parar a Jamaica, dio una vuelta, entró por Guantánamo, hizo muchísimo daño por allá con las aguas; se fue, y, cuando empezábamos a respirar, apareció otra vez (RISAS). Dice que venía de nuevo hacia el sur, que se acercaba a la costa norte, que andaba por Caibarién o por Sagua, que venía paralelo al norte de la isla, y cuando se decía que estaba por Caibarién, los vientos soplaban con bastante fuerza aquí. Se afirmaba: "Viene paralelo a la costa", y nosotros decíamos: "Qué pasará acá, qué penetraciones habrá."
Pero aparte de los informes del Observatorio Nacional que decían que el ciclón estaba por Caibarién y que se acercaba a Varadero, nosotros llamábamos por teléfono a Matanzas, cuando decían que el ciclón estaba a 15 kilómetros de Varadero, y preguntábamos: "¿Cómo está el tiempo ahí?", y decían: "Aquí, el cielo estrellado y todo en calma" (RISAS). Llamábamos a Yadira: "Yadira, ¿cómo está la cosa por 'Martí'?", y decía: "Cielo estrellado, todo en calma, luna resplandeciente." Decíamos: "¿Pero dónde demonios se habrá metido ese ciclón?" (RISAS.)
Nosotros incluso, pensamos que el ciclón se le había perdido al Observatorio Nacional y a todo el mundo; pero después vino el parte que estaba como a 60 ó 70 kilómetros al norte, que el centro era amplio, que los vientos periféricos eran superiores, que esos vientos podían traer olas, y ustedes son testigos de las olas tremendas que había aquí; pero el ciclón apareció otra vez en el estrecho de la Florida, se metió por la Florida. Y no voy a decir que nos alegremos de que se haya metido por la Florida, porque no somos tan innobles como para desear el daño a los pobladores y a los vecinos de allí; pero se metió por la Florida, pasó por la Florida, se acercó otra vez a la costa este de Estados Unidos, bajó de nuevo. Yo decía: "Todavía este ciclón vuelve a pasar por aquí, con todas estas cosas raras" (RISAS).
Pero los informes del Observatorio Nacional fueron muy buenos, y decían lo que pasaba, porque era un ciclón raro. No era la época de ciclones, era un ciclón invernal, medio tropical, medio invernal, dio cuarenta vueltas, y miren que hemos visto trayectorias de ciclones y ningún ciclón hizo cosas tan raras como hizo este, lo cual es una prueba también de los cambios del tiempo.
Por suerte no penetró demasiado el mar. Aquí penetró. Nosotros estuvimos por aquí de madrugada uno de esos días y había agua; por cierto, surgió una anécdota, un cuento verídico, de un trabajador del "Blas Roca" —se supone— que estuvo trabajando toda la madrugada, todo el día y se quedó dormido dentro de un contenedor de estos que estaba por ahí, y el hombre, de madrugada, no sé a qué hora, se despertó y empezó a ver que subía el agua y que él estaba dentro del contenedor. Figúrense ustedes, a veces el agua sube mucho más que la altura de un contenedor, y aquel hombre golpeando, tocando, y estaba cerrado con candado por fuera (RISAS). ¡No se sabe cómo lo descubrieron! Bueno, tal vez no habría perecido, porque el agua no subió tanto como para que no le quedara aunque fuera 10 centímetros de aire arriba; pero, bueno, lo sacaron. Lo que nadie ha podido averiguar —según me contaron esta tarde— es quién fue (RISAS), porque no ha vuelto a aparecer por ninguna parte. Salió de noche, y no quiere que después todo el mundo hable de él como el hombre que estaba dentro del contenedor (RISAS).
Estas cosas pasaron; sin embargo, las aguas no llegaron a Línea, por suerte, pero eso no nos debe llevar a desconfiar de las informaciones del Observatorio Nacional. Trabajaron bien, y sí es verdad que el ciclón se perdió, volvió a aparecer, y bastante cerca, con bastante fuerza. Ese era el peligro de que los vientos en esos trenes de olas trajeran el agua en profundidad aquí a la ciudad.
Hablo de esto, repito, porque el hecho de que no haya ocurrido una penetración muy profunda, no nos debe llevar a desconfiar de los informes del Observatorio Nacional. Siempre que han dicho que hay penetraciones, se han producido penetraciones; y cuando ellos digan que viene una penetración, venga o no venga, tenemos que recoger las cosas y tomar todas las medidas de precaución.
Es una realidad que está viviendo el mundo de hoy con estos cambios de clima, y aprovecho la oportunidad de la inauguración del hotel para recomendarles a todos los vecinos de estas áreas que tomen en cuenta y que confíen en las informaciones del Observatorio Nacional.
Ahora tenemos un gran hotel aquí. Esto nos ayudará a recaudar fondos, a recaudar divisas, y necesitamos ese dinero si tenemos que gastar millones en proyectos que se están elaborando para evitar las penetraciones del mar en esta zona.
Este hotel va a ser motivo de recursos importantes para el país, este hotel va a dar empleo a muchos trabajadores, este hotel va a ser un orgullo de nuestra ciudad.
Hoy inaugurábamos también un excelente centro de investigación y de producción científica, que va a significar de igual modo ingresos importantes en divisa convertible para el país, aparte de los beneficios que deje a nuestro pueblo en el campo médico.
El que hoy hayamos podido, en este año 1994, inaugurar dos obras como esa y otras más, debe ser realmente un motivo de aliento, un motivo de esperanza. Cómo a pesar de las enormes dificultades, cómo a pesar de la desaparición del campo socialista y de la URSS, cómo a pesar del mundo unipolar en que vivimos, cómo a pesar del poder del imperio, somos capaces de hacer cosas como estas que nunca se habían hecho y que se hacen con un gran ahorro de material, de combustible, de todo.
Antes gastábamos más de 700 kilogramos de cemento por metro cúbico de hormigón, y ahora estamos gastando alrededor de 300. Vean cómo hemos podido ahorrar, vean cómo a pesar de estas dificultades estamos aprendiendo a ser más eficientes y cómo el día en que el país comience a recuperarse de toda esta gran tragedia, podremos utilizar mucho mejor la fuerza de trabajo, los recursos materiales y los recursos económicos.
Pero los constructores de este hotel no solo han sido capaces de realizar una obra que nos impresiona a todos, que nos enorgullece a todos, sino que supieron estar también en la primera línea de la batalla política frente a aquellos que creían que los días de la Revolución estaban contados.
Hace cinco años que están sacando cuenta y estoy seguro de que se van a pasar otros 50 años, y otros 500 años, sacando la cuenta de la Revolución (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Viva la Revolución!", "¡Viva Fidel!"), porque tenemos hombres como estos que no solo construyen hasta el cielo, sino que saben combatir aquí en la tierra con toda la energía y la fuerza necesarias frente a los que quieren destruir la obra que ha costado la sangre de decenas de miles de compatriotas y que ha traído a nuestra patria la justicia, la igualdad, la dignidad, la independencia, la Revolución y las conquistas del socialismo (APLAUSOS).
Aunque somos un pequeño país aquí en el Caribe, a unas pulgadas del imperio allá en la Base Naval de Guantánamo y a unos kilómetros de la Florida, somos un país con una dignidad que muy pocos pueblos en el mundo han tenido, con un valor y una decisión que muy pocos pueblos del mundo han tenido, con una capacidad de sacrificio como muy pocos pueblos del mundo han tenido (APLAUSOS).
Eso no se demuestra hoy, se demostró ayer y lo demostraron Céspedes, Máximo Gómez, Maceo, Agramonte, Martí, luchando 10 años sin nada, y luchando durante casi 30 años por la independencia de este país, para que nos convirtiéramos después en una neocolonia yanki. ¡Eso es lo que no estamos dispuestos a volver a ser jamás! (EXCLAMACIONES DE: "¡Nunca!") Y si aquellos lucharon 30 años, nosotros estaremos dispuestos a luchar 300 años, pero preservaremos la independencia y la soberanía de nuestra patria (APLAUSOS).
Estos son los hombres de nuestros tiempos, y los que tengan el privilegio de vivir en esta época serán honrados en el futuro y serán recordados siempre como el pequeño país que lo supo resistir todo, como el pequeño país que cuando se quedó solo no se acobardó ni capituló, sino que decidió luchar y seguir peleando, no solo por honor, no solo por gloria, sino también por la victoria.
Cuando en una madrugada como hoy vemos este hotel, nos damos cuenta de que sí, de que se puede, de que hay posibilidades de victoria.
Cuando recordamos a estos cascos blancos batiéndose el 5 de agosto contra los antisociales, contra el lumpen y mostrando el puño de hierro de la Revolución, sabemos que sí, que se puede, que hay posibilidades de victoria. No fueron allí a matar, no fueron allí a destruir, fueron allí a defender la obra de la Revolución (APLAUSOS).
En la tarde de hoy, mientras se celebraba el Día del Constructor, allí se mencionó a un joven que se puso de pie, erguido y lleno de dignidad: había perdido la vista como consecuencia de las tropelías y los vandalismos de los enemigos de la Revolución. No sabemos de ninguno de esos enemigos que haya perdido la vista, porque no somos crueles; no sabemos de ninguno de esos enemigos que haya muerto de una bala de nuestros guardianes del orden, porque no somos crueles.
La sangre la pusimos nosotros, los sacrificios los pusimos nosotros, porque nuestra sangre y nuestro sacrificio se concibieron para luchar contra enemigos poderosos, se concibieron para derramar hasta la última gota de sangre luchando contra el imperio que controla el mundo unipolar.
No nos entrenamos, ni nos preparamos, ni tenemos tanques, ni ametralladoras para luchar contra el lumpen; los tenemos para luchar contra enemigos realmente poderosos que, si un día se atrevieran a invadir esta tierra, sabrán de lo que son capaces los hijos de este pueblo heroico e incomparable (APLAUSOS).
Uno sabe que ese joven desde su interior, desde su alma, desde su cuerpo, desde su cerebro, desde los nervios desaparecidos de su sistema visual, ve hoy más que nunca y ve hoy más que todos los demás, y ve lo de esta noche, y ve este hotel que construyó con su sudor y defendió con su sangre (APLAUSOS).
Ese joven es todo un símbolo de nuestra época y un símbolo de nuestro tiempo, y el dolor que nos produce su sacrificio se convierte en coraje, se convierte en valor para todos nosotros, se convierte en decisión para darlo todo, como lo dio él, tanto como él y más que él si fuera preciso: no solo la vista, los brazos, las piernas, el corazón, ¡la vida! (APLAUSOS.)
Felicitemos a estos constructores, a estos compatriotas ejemplares en este día, o en esta madrugada de los constructores, porque todos los días y todas las madrugadas serán de los constructores.
¡Que se mantengan unidos y que empiecen a construir nuevos hoteles, quizás no tan altos como este, pero sí tan bellos y aun más bellos que este!
Hoy el turismo, realmente, no busca rascacielos, busca otros tipos de edificaciones que no sean tan altas, que no sean tan complicadas. Claro que en algunos lugares hay menos tierra y hay que hacer los hoteles más altos; pero donde haya tierra haremos los hoteles de otro tipo. Así estamos trabajando y así estamos construyendo hoteles, y llegaremos a ser una potencia turística como estamos llegando a ser una potencia científica, y algún día esas ramas significarán miles de millones de ingresos para nuestro país, que tanto merece y tanto ha luchado por una vida mejor; que tanto ha resistido el acoso del imperio a 90 millas.
Con nuestro esfuerzo, con nuestro sudor, con nuestra inteligencia, alcanzaremos esos objetivos y nos mantendremos cada vez más puros y cada vez más revolucionarios, porque —como hemos dicho otras veces— en la lucha contra el vicio se cultiva la virtud, y nuestro pueblo no va a ser, precisamente, un pueblo envuelto por una torre de cristal.
Seremos virtuosos a pesar de los vicios que puedan rodearnos, seremos virtuosos a pesar de los vicios que puedan traernos, y no todos nos traen vicios, porque muchos de los que visitan a este país nos traen simpatía, nos traen admiración, nos traen reconocimiento por nuestro heroísmo, nos traen recursos.
A veces los vicios no vienen de fuera, surgen aquí mismo, como de los cadáveres putrefactos surgen los gusanos; pero nosotros, nuestro pueblo heroico, nuestro pueblo noble, nuestro pueblo de vergüenza, nuestro pueblo digno, haya lo que haya, pase la mitad del mundo por aquí con una parte de sus vicios, ocurra lo que ocurra, es y será un pueblo virtuoso. Eso es lo que esperamos de las nuevas generaciones, porque la dignidad, la vergüenza, el patriotismo, no se venden.
¡La obra histórica, la obra gloriosa de la Revolución no se vende ni se cambia por un plato de lentejas! (APLAUSOS.) ¡La obra gloriosa de la Revolución vive y vivirá siempre, y las futuras generaciones se sentirán orgullosas de nosotros!
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
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