Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto de masa efectuado en la Plaza de la Revolución "Ernesto Guevara", en la ciudad de Santa Clara, el 30 de septiembre de 1996
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Queridos compatriotas de Villa Clara y de Santa Clara (APLAUSOS);
Queridos compañeros y compañeras de la dirección y de la presidencia;
Invitados:
Son ustedes demasiado generosos conmigo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS) por el calor y el cariño con que me han recibido y por ser capaces de llenar esta gran plaza, aun bajo la lluvia (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Cuando ayer por la noche, algunas horas después de arribar a la ciudad, el compañero Díaz-Canel y otros miembros de la dirección me propusieron celebrar un acto de masa, yo dije: "Bueno, ¿un acto de masa? Sí, con mucho gusto; pero, ¿cómo, dónde?" Dicen: "No, en la Plaza de la Revolución `Ernesto Guevara'." (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, amigo, el pueblo está contigo!") Y digo: "¿Pero cómo, cómo se puede organizar un acto así en solo unas horas en ese espacio tan grande?" Dicen: "Sí, sí, se organiza, y se llena la plaza, puede estar seguro." (EXCLAMACIONES DE: "¡Se puede!") Bueno, yo creo en ellos, y creo en ustedes; pero no dejaba de parecerme algo realmente asombroso.
Creo que nunca se organizó un acto tan grande en tan breve tiempo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Nadie en La Habana sabía nada, Machadito no sabía nada, Balaguer no sabía nada, María de los Angeles tampoco sabía nada, y al llegar aquí me dicen: "Ahí están Machadito, Balaguer, María de los Angeles y otros compañeros." Le digo: "¿Cómo se enteraron?" (RISAS.) Parece que alguien les pasó el aviso y ellos no quisieron dejar de estar presentes en el acto (APLAUSOS), especialmente compañeros como Machadito que es de aquí, de esta provincia de Villa Clara (APLAUSOS). Han tenido oportunidad de ver algo increíble, y habrán podido, como cualquiera de nosotros, sentir la admiración y el privilegio de observar algo que no es frecuente ver en otras partes del mundo.
Ahora los imperialistas estarán más convencidos; lo digo porque pienso que nos están viendo aunque sea por satélite, porque los satélites yankis andan merodeando por todas partes y espiándolo todo, y, aunque estén a miles de kilómetros, me imagino que podrán ver también esta multitud. Y si fueran tan amables que le sacaran alguna foto (RISAS) —porque ellos se vanaglorian de retratar un gato en una azotea (RISAS)—, entonces, por favor, que nos manden alguna (RISAS), para tener una foto por satélite, que me imagino que saldría como esas que la televisión nos enseña sobre los ciclones. ¿Y qué es esto? ¿Qué es la Revolución? Un gran ciclón (APLAUSOS).
Hasta unas semanas atrás se debatía intensamente dónde sería la sede del 26 de Julio. Se emulaba fortísimamente en todo el país, pero había tres provincias muy destacadas en los primeros lugares: Holguín, Villa Clara y Sancti Spíritus (APLAUSOS), hasta que al fin, analizando índices y más índices, en una real emulación y con mucha objetividad, se designó sede, como se conoce, la provincia de Holguín; pero todo el mundo se preocupó por destacar el papel tan importante desempeñado por Sancti Spíritus y Villa Clara (APLAUSOS).
A los espirituanos les dije que si Holguín tuvo su 26, ellos habían tenido su 28. ¿Y ahora qué decimos? (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.) Siempre hay fechas históricas, creo que un 30 de septiembre se produce la muerte de Trejo en la lucha de los estudiantes contra la tiranía machadista (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Siempre habrá muchas fechas históricas, pero es que esta se vuelve una fecha histórica, no porque nosotros estemos aquí, sino por lo que ustedes han sido capaces de hacer este 30 de septiembre (APLAUSOS); para mí será una fecha histórica que me unirá eternamente en el recuerdo a esta ciudad y a ustedes, que nos colma de orgullo a todos nosotros, que nos llena de confianza y de fuerza.
No importa si no se ha podido terminar, por razones conocidas, la termonuclear o electronuclear —para decirlo con más exactitud— en Cienfuegos, si en materia de energía y de fuerza ustedes son la mayor planta de energía, la mayor electronuclear que pueda concebirse (APLAUSOS).
Muchos compañeros me hablaban y me decían: "Hace tiempo que no visita Santa Clara" (RISAS), y se preguntan que por qué no visita, si estuvo por acá, si estuvo por allá (RISAS). Yo les puedo asegurar, con la sinceridad que me ha caracterizado siempre, que eso no tiene absolutamente nada que ver con el cariño, el respeto y la admiración que yo he sentido siempre y sentiré siempre por Santa Clara y por Villa Clara (APLAUSOS PROLONGADOS).
Es que el país se multiplicó, ahora hay más del doble de provincias. Antes, si se visitaba Cienfuegos, se visitaba Las Villas; si se visitaba Sancti Spíritus, se visitaba Las Villas, o por lo menos se pasaba por aquí y nos deteníamos en Santa Clara muchas veces horas, a veces minutos, pero estaba en la encrucijada del camino. Hoy el tiempo nos exige utilizar más el avión o el helicóptero, pero también nos exige más ocupación, y el trabajo está más dividido, son muchos los compañeros que constantemente están recorriendo las provincias y a todos nos toca una cuota de trabajo. No puedo ir a todas las partes como sería mi deseo; tampoco tengo las energías de aquellos tiempos que andaba en yipi por esas montañas del Escambray, potreros, llanos, por todos los lugares, iba a todas partes, porque me gustaba y podía.
Ahora también estamos más envueltos en compromisos variados con el país institucionalizado y en tiempos que han requerido de mi parte un poco más de trabajo burocrático; pero creánme que para mí es una felicidad, siempre que tengo la oportunidad de visitar algún lugar, encontrarme con el pueblo, con mucha más razón cuando se trata de un lugar histórico, de un lugar con tanto mérito, de un lugar tan especial como es esta provincia y es esta ciudad (APLAUSOS).
A veces viajaba por alguna especial necesidad a un lugar donde había ocurrido una catástrofe natural, o alguna provincia donde había dificultades. Por ejemplo, en la pasada zafra cuando visité en Camagüey el primer central que terminó la zafra, que fue el "Cándido González"; pero teníamos una situación apretada allí en la provincia con la zafra. Una vez estuve en la zona de Jobabo, donde también terminaban la zafra; pero en Las Tunas había una situación muy compleja con la zafra, porque se habían producido verdaderos diluvios en el norte de la provincia, donde estaban algunos de los mayores centrales del país, y no sabíamos si podíamos moler aquella caña, de la cual dependía el cumplimiento del plan que nos habíamos propuesto. Otra vez estuvimos en Holguín con una situación igualmente difícil; es decir, acudí a aquellos lugares donde había más dificultades, mientras conocíamos perfectamente bien que en Villa Clara la zafra marchaba óptimamente y no había problema alguno.
Por aquellos días en que estuve en Holguín se terminó la zafra con el cumplimiento completo del plan en esa provincia. Algunos preguntaron: "¿Y por qué no vino también a esta provincia ahora que terminó la zafra?", pero es que tampoco estuve en Sancti Spíritus, donde habían terminado la zafra.
Les quiero simplemente decir que he empleado esas ocasiones y esos viajes para ir a los lugares donde teníamos algún tipo de problema, no a aquellos donde todo marchaba perfectamente bien. No lo tomen, por favor, como un olvido; tómenlo como un reconocimiento (APLAUSOS). Ahora experimento una gran satisfacción al haber podido reunirme con el pueblo en las tres provincias que se consideraron las más destacadas (APLAUSOS).
Pero no eran ustedes únicamente los quejosos, los compañeros del contingente Campaña de Las Villas, que están realizando una verdadera proeza, esperaban por mí hacía tiempo para el abanderamiento, y por fin ayer, cuando tienen casi terminado el pedraplén, tuve el honor de entregarles la bandera correspondiente a los jefes de brigada, a Orlando y al contingente (APLAUSOS).
Podrán imaginarse cuán feliz me sentía, a pesar de que una tormenta tremenda amenazaba; claro, no es lo mismo una tormenta cuando hay unos cuantos cientos de personas que una tormenta hoy aquí. La cuestión es que uno piensa en esos casos —y yo lo pensaba ayer— que el problema no es si se moja uno o no —afortunadamente no tengo gripe ni problemas que me impidan darme un buen chapuzón, como hemos hecho muchas veces junto al pueblo (APLAUSOS)—, el problema es que le entran preocupaciones a cualquiera cuando son esas tormentas con rayos, y usted ve torres y columnas por todas partes y le da por imaginar las consecuencias que tendría una descarga eléctrica sobre las personas reunidas, si tenemos la fatalidad de que ocurriera una cosa semejante. No es el caso de hoy en que algunas lloviznitas están refrescando la tarde, goteando poco a poco; es una especie de riego por goteo lo que tenemos en el día de hoy (RISAS). Ayer sí estaba fuerte, muy fuerte; a pesar de todo, terminamos el acto, hubo que reducir un poco las palabras, hacerlo un poco más breve; pero cayó luego un tremendo aguacero que después se extendió hasta esta zona.
Que llueva ahora nos conviene, no para un acto político multitudinario que, en todo caso, prueba que al pueblo, no a mí, sino al pueblo, que es lo más importante, no le asustan ni los chubascos, ni las lluvias, ni las tempestades, ni los rayos, ni los truenos, que sirven para probar el temple de la gente (APLAUSOS); no obstante, siempre nos preocupan las consecuencias de la salud, o si hay niños y todas esas cosas.
En meses atrás vimos que julio era un mes relativamente seco; agosto no fue muy lluvioso, y constantemente estamos pensando cómo marchan las lluvias. Lo primero que hacemos por la mañana es ver el mapa de las lluvias, pensando en los cultivos, pensando en la caña, y, por lo tanto, digamos, ¡bienvenida el agua! A veces hay un sol durísimo, donde la gente se empapa más que cuando llueve.
El compañero Díaz-Canel nos habló en detalle del trabajo de la provincia en el último año. También hemos conversado bastante sobre los distintos méritos y el esfuerzo que ha hecho el pueblo de esta provincia. Algunos son conocidos, por ejemplo, el cumplimiento estricto del plan de azúcar y en buen tiempo, lo que permitió después movilizarse para los cultivos, la limpia y la siembra de la caña. Esa es una de las ventajas de terminar la zafra temprano.
Hemos visto las cañas, tienen buen aspecto, y no hay duda de que gracias a ese esfuerzo están creciendo y la provincia seguramente producirá más azúcar en la próxima zafra que en la pasada.
A Villa Clara le suelen poner metas duras por su fama histórica de hacer funcionar sus centrales como un reloj y de haber producido varias veces consecutivas más de 1 000 000 de toneladas de azúcar (APLAUSOS), de manera que no son fáciles las metas que le ponen a la provincia.
La provincia ha sido siempre una de las mejores en zafra y alcanzó el más alto rendimiento en azúcar del país este año, con 11,74% (APLAUSOS); el más alto recobrado, con ochenta y seis y tantos; hizo honor a su fama esta provincia. Se movilizó el pueblo dondequiera que había una situación difícil, sin vacilación alguna. Ese éxito se logró con mucho sacrificio y mucho sudor, que habla muy alto del honor, la dignidad y el espíritu patriótico y revolucionario de ustedes (APLAUSOS).
Nos habló de los esfuerzos en la producción de alimentos, de cómo se acercarán a los 3 000 000 de quintales y de cómo piensan rebasar el próximo año las cifras históricas en la producción de viandas y vegetales.
Más que a alimentos, debo referirme a los alimentos que ahora podemos producir; no podríamos pedir que en las granjas estatales produjeran la cantidad de aves, o la cantidad de cerdos, o la cantidad de leche que podíamos producir en otros momentos en que teníamos todo el pienso suficiente para hacerlo con materias primas importadas. Se trabaja en la producción de alimentos en condiciones difíciles, faltando muchos productos, y muchas veces los fertilizantes; pero se ve en los campos el esfuerzo, se ven en los campos las siembras, y no tengo duda de que ellos podrán cumplir pronto ese objetivo de producir más viandas y más vegetales que las cifras históricas.
Nos habló del esfuerzo hecho por esta ciudad, que puede apreciarse a simple vista; del número de organopónicos, de las movilizaciones, de cómo han logrado la proeza de poner los vegetales por la libre prácticamente en toda la ciudad con las producciones que se hacen allí, en todos esos espacios que estaban vacíos, de cómo van a seguir trabajando en esa dirección y de cómo acogió el pueblo ese objetivo.
Tuvimos oportunidad de visitar una columna, Las Marianas, del contingente que labora en la producción de alimentos en la ciudad capital, y esa gente, realmente, impresionaban por su seriedad, por el amor con que acogieron la tarea, por la satisfacción con que cuentan la forma en que trabajan, producen y distribuyen esos productos. Son cosas nuevas, fruto de esta época de sacrificios, que han ejercido una tremenda influencia sobre las personas.
Como todo esto, eso demuestra, en primer lugar, la conciencia creciente que va adquiriendo nuestro pueblo y la capacidad de movilización del Partido y de las organizaciones de masa. Cómo en estos tiempos difíciles precisamente se crece la gente y son capaces de hacer cosas que no habíamos visto nunca a lo largo de la historia de la Revolución y que no veíamos cuando abundaban mucho los recursos en este país, cuando teníamos el doble de combustible, el triple de fertilizantes, millones de toneladas de pienso para producir alimentos. Ha sido un objetivo que se ha trazado con una seriedad enorme.
Hemos intercambiado impresiones también sobre los avances en casi todas las ramas: los avances en la industria mecánica, los avances en la industria ligera, los avances en la construcción.
Al decir construcción recuerdo que esta fue una provincia muy constructora. Recuerdo aquellos días en que se llenaron de carreteras las montañas del Escambray, cientos de kilómetros de carreteras se construyeron solo en las montañas; cuando se construían presas, canales, cuando se construía la presa del Zaza en aquella época en que todavía no se había multiplicado la provincia. Se construyeron presas por todas partes para el riego de la caña, de las viandas, del arroz, de los alimentos en general, y era una de las mejores constructoras.
Recuerdo cuando se construía la autopista que las brigadas de aquí de Las Villas, como antiguamente llamábamos la región, que se habían entrenado en las montañas, empezaron a construir las seis vías casi desde los límites de la provincia de La Habana, y pasaron por Matanzas y llegaron hasta Sancti Spíritus —eran constructores villaclareños, muchos de los cuales fueron después a otras partes, a Oriente, en la zona del níquel, a construir fábricas importantes para el país—, o cuando fueron a la electronuclear, o cuando fueron a Varadero. Es decir que han sido los hijos de Villa Clara grandes constructores.
No hay tarea, no hay proeza en que no hayan estado presentes masivamente los villaclareños (APLAUSOS), como no hubo lucha donde no hayan estado entre los primeros, desde la guerra de 1868, la Guerra de los Diez Años. Aquí se levantaron y lucharon heroicamente en todas las regiones de la antigua y de la actual provincia; fueron zonas donde tanto se distinguió Máximo Gómez y su aguerrida tropa, o donde se distinguió Maceo a lo largo de la marcha.
Fue en Las Villas donde tuvo lugar la famosa batalla de Mal Tiempo, en la última guerra del siglo pasado por la independencia del país. Está llena de hechos heroicos en el pasado siglo y en este siglo, donde tanto lucharon por la dignidad de nuestros trabajadores, de nuestros campesinos, donde tanto lucharon por alcanzar la independencia definitiva de nuestro país.
No podemos olvidar el importantísimo papel de Villa Clara en la última guerra por la independencia, en las luchas que condujeron al Primero de Enero de 1959; no podremos jamás olvidar las hazañas que aquí protagonizaron el Che y Camilo (APLAUSOS).
Recuerdo que Camilo tenía la misión de seguir hasta Pinar del Río. Estábamos influidos grandemente por la tradición de las luchas de nuestros antepasados, de los que nos precedieron en las primeras guerras de independencia; teníamos pensado que llegaran también las columnas rebeldes hasta Pinar del Río, pero después, analizando la situación, la evolución de los acontecimientos, lo bien que marchaba todo, nos dimos cuenta de que era mejor que la columna de Camilo permaneciera en esta provincia y, junto al Che y otras fuerzas que luchaban, rematásemos nuestra guerra.
No podemos olvidar aquella maravillosa e increíble hazaña, que fue la batalla de Santa Clara —como le llamaban— (APLAUSOS), con la participación del pueblo, en que prácticamente un puñado de combatientes se enfrentaron a miles de soldados de la tiranía.
Tampoco sería posible olvidar el comportamiento ejemplar en los años posteriores al triunfo, cuando hubo que luchar durante años contra las bandas mercenarias organizadas por el imperialismo. ¡Cuántos hijos de esta provincia lucharon y cayeron en ese esfuerzo patriótico, para limpiar el Escambray en una peligrosa lucha!, porque si un error no cometió la Revolución fue el de perder un minuto en marchar sobre el enemigo cada vez que nos ofreció batalla en cualquier sitio del territorio nacional.
Hubo momentos en que había bandas mercenarias en toda la república, incluida la provincia de La Habana. En esas tierras que hoy se ven sembradas de plátano, de papa, de yuca, de maíz, sembradas de lecherías, en esas zonas había suficiente marabú, manigua, etcétera, para dar lugar a la presencia de bandas mercenarias. ¡No se escapó ni la provincia de La Habana! Pero el centro fundamental de la contrarrevolución estaba en el Escambray.
En una ocasión movilizamos hasta 40 000 hombres, decenas de miles de hombres de la capital del país, para cercar, batir y no dejar que prosperara ese movimiento, y si eran 1 000 se reducían a 100 o a menos de 100; pero no tardaban muchos meses en que con el aliento y la ayuda del imperialismo, con el aliento y la ayuda del gobierno de Estados Unidos y de la CIA, volvieran a crecer como el marabú, hasta que 10 000 obreros y campesinos de Las Villas y del Escambray, luchando tenaz e inteligentemente, limpiaron totalmente las montañas del Escambray, allí donde asesinaron a Manuel Ascunce y a otros jóvenes patriotas y que hoy están llenas de escuelas.
Me pregunto si hay algún lugar del Escambray sin una escuela grande o pequeña; me pregunto si hay algún lugar del Escambray sin un médico de la familia; me pregunto si hay algún lugar del Escambray sin un camino o una carretera; me pregunto si hay muchas montañas en el mundo que dispongan de lo que disponen hoy esas montañas, que un día estuvieron llenas del marabú de los bandidos (APLAUSOS). Aunque los bandidos eran peor que el marabú, porque el marabú, que da muchos dolores de cabeza, sin embargo, mientras está establecido en algún lugar, preserva la tierra de la erosión, enriquece la capa agrícola y algunas veces sirve para leña o para otras cosas, es mucho más útil, está ahí; hace daño cuando se necesita la tierra para cultivar o cuando hay que proteger los cultivos de las malas hierbas. Pero fueron muy grandes los méritos de esta provincia en la lucha contra bandidos.
Inicialmente los imperialistas pensaban organizar su invasión mercenaria por esa zona, tomando en cuenta el apoyo que significaría la presencia de cientos de bandidos armados; pero la Revolución fue más rápida, aquella gran movilización limpió la zona un número de meses antes de la invasión. Las medidas de fortalecimiento de la región de Trinidad terminaron desalentándolos y estaban buscando otros lugares; entre los posibles lugares estaba la Isla de la Juventud —entonces Isla de Pinos— que, si la ocupaban, era muy difícil de reconquistar, al no disponer de medios navales ni aéreos posibles para ello. Pensaron en la Isla de la Juventud y en el Escambray, y después en Girón, que es una especie de isla, porque está rodeado por una intransitable ciénaga, donde la Revolución había construido ya tres carreteras.
No es posible olvidarse tampoco de la participación de esta provincia en la lucha contra los mercenarios de Girón (APLAUSOS). No ha habido luchas pasadas o presentes donde no hayan estado allí, en las primeras filas, los villaclareños.
La historia no puede ser dividida así en pedazos geográficos, y cuando hablamos de Villa Clara hay que recordar aquel pasado, que son sus méritos, y hay que recordar también las glorias y las proezas de sus hijos, o de las provincias que son hijas suyas. Si analizamos que entre las tres destacadas está también Sancti Spíritus, no es posible olvidar que Sancti Spíritus es una provincia hija de Villa Clara (APLAUSOS); y cuando vemos los méritos de Cienfuegos, no hay que olvidar que Cienfuegos es una provincia hija de Villa Clara, y sus glorias son también las nuestras (APLAUSOS).
Estas reflexiones emanan de los esfuerzos que ustedes han realizado, como decía antes, en todos los campos; emanan del recuerdo de los esfuerzos constructivos de ustedes por el desarrollo del país. ¿Cuántas importantes fábricas no se hicieron aquí, en Cienfuegos y en otras partes? ¡Cuánta obra de todo tipo! La ciudad casi no se conoce. Yo les digo que antes venía cualquiera por la Carretera Central y descubría a Santa Clara, ahora hay tantos caminos, carreteras y autopistas que, si lo ponen a uno en cualesquiera de esos lugares, se pierde —así también están otras muchas ciudades, como Holguín—; la imagen que tenemos de ella en otros tiempos ya no existe, ya va quedando el casco histórico de Santa Clara.
Y cuando uno ve esas instituciones, como la Facultad de Medicina y los hospitales que están próximos (APLAUSOS), o cuando ve el Instituto Superior Pedagógico (APLAUSOS), o cuando observa esa magna construcción, que es hoy una especie de ciudad escolar, allí donde estaba solamente la escuela vocacional (APLAUSOS); o cuando observa los estadios, o cuando observa la universidad (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES), ¡qué orgullo para ustedes y qué orgullo para nosotros!, y cuando se observan los politécnicos, como el politécnico cañero o el politécnico "Lázaro Cárdenas", cuando se observan todas esas instituciones educacionales, hospitalarias o científicas.
Hoy tuvimos la oportunidad de visitar —ya que mencioné la universidad— el Centro de Biotecnología (APLAUSOS), que dirige el destacado compañero Pérez Ponce. ¡Qué grupo! ¡Qué colectivo! ¡Qué cosas están haciendo! Uno experimenta el deseo de que todo el mundo pudiera ver eso, y las diapositivas que nos mostró allí, cómo trabaja aplicando las técnicas más modernas en la mejora de las variedades y en la multiplicación. Qué trabajo hacen con el plátano, después que vino la sigatoka negra y acabó prácticamente con el plátano vianda y les hizo gran daño a las variedades de plátanos existentes en el país; plaga que, con toda seguridad, fue introducida por el enemigo en el país, porque el enemigo no se cansa de hacer cosas que obstaculicen nuestro camino para el desarrollo, que obstaculicen la alimentación del pueblo.
Esa plaga apareció a lo largo de un corredor aéreo en la provincia de Camagüey y le hizo un gran daño al plátano, una de las principales viandas. Ya hay variedades nuevas que se han introducido y que se están mejorando, y cuando se introduce una variedad nueva hay que introducirla rápidamente. Es asombrosa la capacidad adquirida de multiplicar las variedades con técnicas absolutamente nuevas, de manera que en poco tiempo se pueden obtener todas las plantas a través de esa fábrica de vitroplantas, como le llaman; cómo pueden sacar millones, cómo ha adquirido el país, por ejemplo, una capacidad —y la ha adquirido en período especial— de producir hasta 40 millones de planticas de plátano de las nuevas variedades que se han introducido y cómo pueden mejorarse.
Tiene capacidad ya el país para producir 40 millones de esas plantas en un año, y para darles una idea de lo que esto significa, es más que la capacidad de producción de plantas de plátano de todos los países de América Latina juntos (APLAUSOS). La América Latina, en total, tiene una capacidad de 20 millones, y Cuba sola tiene ya una capacidad de producir 40 millones.
Vean ahí el fruto de los técnicos y de los científicos que han surgido de nuestros centros de educación superior y media, los frutos de la educación.
¡Qué esfuerzo realizan con la papa, en la que nos gastamos doce millones de dólares todos los años para adquirir semilla! ¡Qué capacidad de multiplicación están alcanzando!, producir semillas y mejorar variedades de semillas pequeñas para producir papas grandes; pero producidas las semillas en los laboratorios, prácticamente.
¡Qué capacidad de multiplicar las variedades de caña, una planta tan importante para nuestro país! Cómo recuperar algunas que se perdieron como consecuencia de plagas, o cómo obtener plantas resistentes a esas plagas, un trabajo verdaderamente impresionante, se lo aseguro. Ese esfuerzo admira, ver esas cosas alienta.
También alientan mucho los éxitos sociales, no hablando ya de que la provincia ocupa el primer lugar en el mejoramiento de la gastronomía, sino algo más importante que eso: la provincia ocupa el primer lugar en la salud pública y en la educación general (APLAUSOS), y el segundo en la educación superior (APLAUSOS).
Pero qué cosa extraordinaria los datos, los índices. De todas las cifras que he escuchado, de todo lo que he visto en la provincia, lo que más me impactó es el hecho de saber que la mortalidad infantil este año, en el último examen que se hizo, estaba reducida a 5,9 por cada 1 000 nacidos vivos en el primer año de vida (APLAUSOS).
¿Ese 5,9 lo tienen todos los países de Europa desarrollada? No, muy pocos países de Europa desarrollada tienen un 5,9, este que tenemos nosotros en este momento en esta provincia. ¡Es asombroso realmente!
Pero es todavía más asombroso: Villa Clara tiene 3,3. ¿Qué es eso de 3,3? (APLAUSOS.) No, perdónenme... (LE DICEN: "Es la ciudad de Santa Clara.") ¿Yo no dije Villa Clara? (RISAS.) Bueno, ¿pero a qué llaman ustedes Villa Clara por aquí? (RISAS.) ¿Santa Clara es la ciudad? ¿Y cómo es posible que uno se enrede tantas veces con ese nombre de Villa Clara y Santa Clara? Entonces rectifico: dondequiera que dije "Santa Clara", quería decir Villa Clara (APLAUSOS); y dondequiera que dije "Villa Clara", debo decir Santa Clara (APLAUSOS). Los que editen y los que transcriben los discursos que se publican, que me hagan el favor de hacer esa rectificación (RISAS Y APLAUSOS). (Se hicieron las rectificaciones.)
Ahora, me hago una pregunta: ¿Cómo ellos entendían? (RISAS.) (Le dicen algo.) ¿Pero cómo, chico? No entiendo todavía (RISAS). Espérate, ¿tú dices que Villa Clara es toda la provincia? (Le dicen que sí.) ¿Y por qué le llaman villa? (RISAS.) ¿Por qué le llaman villa a una provincia, en lugar de llamarle villa a una ciudad? La lógica es lo que me ha realmente confundido (RISAS). Una villa. Dije: Bueno, esta gran villa que fue pequeña en algún tiempo.
Bueno, lo de Santa Clara: claro que la ciudad es una santa, ¿quién lo va a discutir? (RISAS), pero también es una villa muy grande, ¿no? (RISAS.) Entonces voy a tener cuidado, pero ustedes me entendían, ¿verdad? (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!"), cuando yo hablaba de Santa Clara (APLAUSOS). Allá ustedes, es culpa de la historia y de ustedes cualquier confusión que se pueda armar en eso después de la división político-administrativa.
Pero, fíjate, debo decir entonces: Villa Clara, 5,9—¿no es así?—; Santa Clara, 3,3 (APLAUSOS). ¿Y Washington cuánto tiene? Como diez veces más mortalidad infantil que Santa Clara (APLAUSOS), como diez veces. Claro, entre los pobres hay más, no es como aquí, y entre los ricos hay menos; entre los negros hay más, entre los blancos hay menos; entre los hispanos hay más, entre los sajones y de otros grupos blancos y ricos hay menos. Esa es la verdad.
Aquí podrá una provincia tener un récord como este, pero usted analiza todas las demás y es más o menos parejo, no hay mucha diferencia entre una provincia y otra. En este caso es la capital de una provincia y no la capital del país, eso tiene realmente mucho mérito, eso dice mucho.
¿Qué argumento le queda al imperialismo para venir a defender su cruel sistema, su hipócrita democracia? Esa es la democracia, la de los pordioseros por las calles y la gente durmiendo debajo de los puentes, al lado de fabulosas residencias; los pordioseros, los pobres, los que están por debajo de los niveles de pobreza, cuyo nivel de vida no podrá compararse jamás con el de los millonarios, el país de más millonarios.
Ese 3,3 es mucho más bajo que la mortalidad infantil de todo Estados Unidos y ese 5,9 es más bajo que la mortalidad infantil de todo Estados Unidos. Les mencioné Washington porque es la capital y es también una de las ciudades donde más abandonada está la salud pública.
Ahora, me faltaban varios municipios: Sagua la Grande, cero mortalidad infantil en este año (APLAUSOS); Remedios, cero mortalidad infantil (APLAUSOS); Encrucijada, cero mortalidad infantil este año (APLAUSOS); el Escambray villaclareño, cero mortalidad infantil este año (APLAUSOS). Si comparamos esto con lo que ocurre en nuestros hermanos países latinoamericanos, ¿dónde, en qué montaña, en qué lugar hay cero mortalidad infantil?
Las decenas de millones de campesinos y de indígenas, ¿qué dirán cuando les hablan de un puntico sobre la tierra donde existen montañas y municipios enteros con cero mortalidad infantil? Esa es la Revolución, eso es el socialismo, esa es la justicia para el hombre (APLAUSOS), esa es la igualdad de oportunidades para todos, esas cosas que hemos dicho que estamos dispuestos a defender, y lo hemos dicho muy en serio.
¿Qué nos quieren traer, aquella época en que la mortalidad nacional —y estoy hablando de un índice muy representativo, uno de los más representativos— era de 60, de 70 o más? Ni lo sabe nadie, porque lo que sí recuerdan los mayores es que venían las epidemias y arrasaban, la acidosis famosa a veces mataba a dos y tres niños en un solo núcleo.
¿Quién no se impresiona al ver los cementerios a lo largo de la costa sur de la antigua provincia de Oriente, donde se ha construido una carretera, porque no daba tiempo ni de esperar a que llegara un barco para recogerlo, y los niños posiblemente no llegaban ni a la costa, porque para llegar a la costa hay que caminar muchos kilómetros en esas empinadas montañas?
¿Cuántos morían en las montañas? No bajaba de 100, seguro. ¿Eso es lo que nos quieren traer? ¿Por eso quisieran privar de la vida a un pueblo que tanto ha hecho por la vida?
¡Qué suerte la de esos niños que han nacido en esos lugares donde hay cero mortalidad! ¿Qué sería de su futuro y de la vida de esos niños si esta Revolución pudiera ser aplastada, si este país volviera al pasado? (EXCLAMACIONES DE: "¡No, nunca!"), eso es lo que nuestro pueblo comprende, lo que ustedes comprenden. ¿Qué sería de esos niños si este país volviera a aquella época en que no había una escuelita en las montañas, ni un médico de la familia?
Hoy como médicos de la familia que están al lado de la casa de cada ciudadano en las ciudades, o en las proximidades de los que viven en las zonas campesinas, hay cinco veces más que todos los médicos que había en el país. Debe haber alrededor de 30 000 en estos momentos, y en círculos, en escuelas y en fábricas, en esas fábricas que ha construido la Revolución y en otras fábricas anteriores a la Revolución, o en los centrales azucareros. ¿Dónde hay eso y cuándo hubo eso en nuestro país? ¿Los hay acaso en otros?
Todos los niños en las escuelas, en la edad de primaria; casi todos los adolescentes en edad de secundaria o de nivel medio, y allí donde hay un niño que no puede ir a una escuela especial, un maestro que va a darle clases. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué nos quieren arrebatar todo eso? ¿Por qué nos quieren traer la represión, o los gases lacrimógenos, la guardia rural, la policía brutal aquella que asesinaba a los hijos de esta nación? ¿Por qué?
¿Por qué barrer hasta la sombra de una Revolución que ha sido la causa más noble y más justa del mundo, que ha sido la Revolución más limpia y más honorable que ha habido nunca? Y no lo digo por chovinismo, casi diría que hemos tenido la suerte de contar con un pueblo cuya inteligencia, cuyo carácter y cuya historia ha hecho posible una revolución como esta (APLAUSOS).
Cuando hablan de derechos humanos, ¿qué país ha respetado más que nuestro país los derechos humanos? Una Revolución que en más de 36 años no ha conocido un desaparecido, cosa de la cual se habla en los periódicos todos los días: desaparecidos, represiones, matanzas, la policía contra el pueblo lleno de escafandras, de palos y de cosas, eso ustedes lo ven por televisión en todas partes, incluso en Europa. Un país sin escuadrones de la muerte, un país sin asesinados ni desaparecidos, nada de eso, algo que ha ocurrido, desgraciadamente, en los hermanos países de América por decenas y decenas de miles.
En los años que ha durado esta Revolución, ¿qué derecho tiene nadie a querer destruir esta obra tan noble y tan humana? ¿Quién tiene derecho a calumniarla?
Me pregunto en qué país del mundo hay más participación del pueblo y de las masas en todo lo que tiene que ver con su vida (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡En ninguno!"), porque hay una constante presencia de pueblo bajo la dirección del Partido, de las organizaciones de masa, y todo se discute en todas partes.
Cuántas decenas de millones de reuniones tienen lugar todos los años, en el núcleo, o en el CDR, o en el sindicato, o entre los campesinos, o entre los pioneros, entre los niños, un país donde la ley primera no es solo la dignidad plena del hombre —como decía Martí—, sino donde la ley primera es el consenso del pueblo, la unidad del pueblo. ¿En qué otro lugar hay o puede haber esa unidad?
Pienso que solo eso explica por qué no somos un pueblo de caudillos, el caudillismo desapareció con el triunfo de la Revolución. En esta Revolución no se ha permitido ni un retrato de los dirigentes, en esta Revolución los dirigentes tienen un retrato oficial; lleva el nombre suyo una fábrica, o una granja, o una escuela, o un monumento, cuando han muerto por la Revolución o por la patria y han muerto como revolucionarios (APLAUSOS).
Digo que no somos un pueblo de caudillos; somos un pueblo de ideas, ¡de ideas!, donde solo el pueblo es el juez supremo, y pudiéramos decir que el dueño de la verdad.
Hay hombres destacados, pero que no recibieron ningún cargo por herencia, lo recibieron por el reconocimiento del pueblo y por sus méritos (APLAUSOS). No importa si es necesario renovar por una razón o por otra.
Es cierto también que los hombres pueden cambiar individualmente, pueden llegar a ser egoístas, pueden llegar a ser ambiciosos, pueden llegar a ser, incluso, vanidosos; es un riesgo que cada hombre corre y sobre el cual tiene que preguntarse, examinarse y autocriticarse continuamente. Pero si un hombre puede cambiar, lo que no cambia es un pueblo, y cuando cambia es sencillamente para ser cada vez mejor, porque este mismo pueblo que estamos viendo aquí es un pueblo mejor que hace 5 años, que hace 10 años, que hace 20 años (APLAUSOS PROLONGADOS), un pueblo más sabio, un pueblo más educado, un pueblo más inteligente; bueno, más inteligente no, sino con una inteligencia más desarrollada, más formada.
Se pueden explicar únicamente por eso fenómenos como este que hemos visto en la tarde de hoy, de un pueblo que se reúne por conciencia, porque quiere defender sus ideas, quiere defender sus conquistas. No se reúne para rendir honores a nadie; en todo caso, para rendir honores a la causa, honores a las ideas que todos compartimos y que todos defendemos (APLAUSOS).
¡Qué diferencia tan grande, si se analiza serena y fríamente, entre lo que es una revolución y lo que es un sistema de explotación del hombre por el hombre! ¡Qué diferencia tan grande entre lo que es el socialismo y lo que es el capitalismo! Son infinitas.
Antes nos manipulaban, nos engañaban, nos decían cualquier cosa sobre el socialismo: "Esa es una cosa mala, es una cosa terrible", lo decían los capitalistas, y vean ustedes en lo que ha convertido al mundo el capitalismo: esa pobreza que ustedes ven por la televisión o por la prensa; esos desastres en continentes enteros, empezando por nuestro propio continente; esa inconformidad, esas incesantes huelgas, esa desestabilización, ese constante uso de la fuerza para imponerle cosas al pueblo, esas miserias, esos niños por la calle, esos fenómenos como el comercio sexual de niños, la mendicidad, la falta de escuelas, la falta de asistencia médica.
Esos fenómenos que vemos que ocurren en Africa y en otros muchos pueblos del mundo, con una situación sanitaria catastrófica, una situación alimentaria terrible, eso es fruto del capitalismo, del sistema capitalista; del colonialismo, que es hijo directo del capitalismo; del neocolonialismo, de la explotación y del saqueo.
¿Qué quieren, que la historia dé marcha atrás? La historia es como un ferrocarril que no tiene marcha atrás. Podrá ocurrirle problemas a la máquina que no da marcha atrás, esa es la máquina de la historia.
Miles de años vivió el hombre bajo la injusticia, empezando —como decíamos recientemente— por la esclavitud. ¿Se puede concebir algo más terrible que un hombre pueda ser comprado y vendido como una mercancía? Hasta hace apenas 100 años eso existía en Cuba, en esta misma Cuba donde estamos. Cientos de miles de esclavos que, cuando llegaban en esos barcos, cargados de cadenas, eran vendidos en las plazas, separadas las familias: a un niño lo vendían por un lado, al hermano lo vendían por el otro, al padre lo compraba un dueño, a la madre la compraba otro. Una institución organizada para que la familia no se pudiera volver a ver, para que una madre no pudiera volver a ver a sus hijos ni a sus familiares nunca más. ¡Miren qué monstruosidades!
Contra esas monstruosidades luchaban en el pasado nuestros mambises, y Carlos Manuel de Céspedes empezó por liberar a los esclavos de su hacienda. A nosotros nos tocó luchar contra el padre de todas esas monstruosidades, contra el capitalismo y contra el imperialismo, que es el sostenedor de todas las injusticias que existen en el mundo y el almacén de todas las hipocresías y de todas las mentiras que puedan concebirse. Nos tocó esta lucha muy dura, porque es muy poderoso ese imperio; pero para gloria de los cubanos, para gloria de nuestra patria, este país ha podido resistir y está dispuesto a seguir resistiendo hasta la victoria (APLAUSOS), todo el tiempo que sea necesario.
Y no es nuevo, los patriotas que iniciaron su lucha en 1868 estuvieron dispuestos a resistir el tiempo que fuera necesario, y resistieron 10 años de terrible guerra. Cuando viene el Zanjón se yergue la figura de Antonio Maceo para decir: "¡No, no hay Zanjón, seguiremos la guerra!" (APLAUSOS), y apenas transcurridos algunos años, de nuevo iniciaban la guerra. Cuando agotados recursos y medios tuvieron que hacer un impasse, o no pudieron mantenerse en aquellos campos de batalla con tan escasos recursos, pasaron unos pocos años y en 1895 iniciaron otra vez la guerra. Así, más de 30 años luchando. Y cuando interviene el imperialismo para tronchar en flor el fruto de la victoria, que era la independencia del país, lucharon durante decenios los cubanos contra enmiendas como la Platt y contra las injerencias, a pesar de lo poderoso de ese país. Transcurridos casi 50 años, de nuevo los cubanos iniciaron la guerra.
Más de un siglo luchando debiera ser suficiente lección para los que hace más de 35 años nos bloquean y nos quieren destruir; y no han aprendido las lecciones de la historia que enseñan más de una vez, muchas veces, que ningún pueblo por pequeño que sea, dispuesto a luchar, puede ser vencido (APLAUSOS), y que las armas nucleares, las armas sofisticadas, las llamadas armas inteligentes, ni pueden ser más inteligentes ni tienen más poder que el pueblo, porque el hombre se adapta siempre a las más distintas formas de armas y a las más distintas formas de dominación.
Viet Nam es un ejemplo, pero no es el único (APLAUSOS); vemos en muchas partes cómo el pueblo, más tarde o más temprano, triunfa, y que ni siquiera el poder de las grandes potencias es suficiente, su podrida ideología no puede derrotar la limpia y la pura ideología de la Revolución.
No podrán vencernos ideológicamente, ni podrán vencernos con el poder de las armas, como no nos han podido vencer con el implacable, cruel y despiadado bloqueo que nos han impuesto, al extremo —como hemos explicado— de que no se pueda comprar en aquel país ni una aspirina. Vean a qué nivel de crueldad llegan y, sin embargo, hablan de derechos humanos.
¿Cómo se puede juzgar a los dirigentes y a la clase gobernante de una nación que es capaz de cometer esos hechos? ¿Y si un niño se va a morir porque le falte una aspirina, un medicamento; o si un enfermo va a aliviar su dolor?
Al pueblo que tanto ha hecho por la salud de sus hijos, ¿por qué lo bloquean, por qué lo quieren destruir? Al pueblo que tanto ha hecho por la felicidad de los hombres y las mujeres, de los niños, de los jóvenes y los viejos, ¿por qué lo bloquean, por qué lo quieren destruir? ¿Dónde está la moral de tales acciones? ¿Es así como quieren que sea el mundo? Pues el mundo les va a decir que no, de una forma o de otra (APLAUSOS).
Como expresamos recientemente, nuestro ejemplo tiene un valor muy grande, muy grande. He visto a muchos visitantes, incluso norteamericanos, como el grupo de Pastores por la Paz (APLAUSOS), que cuando nos saludaban nos decían: "Gracias, porque Cuba lucha; gracias, porque Cuba existe." Nos lo decían ciudadanos que viven en las entrañas del imperio y nos lo dicen muchos que vienen de muchas partes del mundo, porque comprenden aún quizás más que nosotros mismos el valor de nuestro ejemplo, el valor político, el valor patriótico, el valor moral, el valor internacionalista de nuestro pueblo.
Hoy cumplimos el deber internacionalista llevando a cabo esta hazaña de resistir, llevando a cabo esta proeza heroica de resistir, de modo que sigan viendo que no hay poder sobre la Tierra, ni hay soberbia, ni hay arrogancia capaz de aplastar a un pueblo como el pueblo cubano (APLAUSOS). Y ustedes han dado hoy aquí un ejemplo de eso.
Al abordar estos temas lo que hago es expresar cuán profundo sentimiento albergamos todos, de respeto, de admiración y de acatamiento a nuestro pueblo. Cuán conscientes estamos o debemos estar todos de la gran página histórica que se está escribiendo, y algún día habrá que elevarle un gigantesco monumento a ese héroe insuperable que es el pueblo (APLAUSOS).
Villaclareños, santaclareños, ¡eso es lo que pensamos de ustedes! ¡Eso es lo que pensamos de todos nuestros compatriotas! ¡Esa es la convicción que tenemos de que sabrán cumplir el deber, de que sabrán realizar y llevar a cabo todo lo que hay que hacer en estos tiempos para alcanzar la victoria! (APLAUSOS.) Esa plena confianza la tenemos en ustedes. No digo eficiencia, porque eficiencia son ustedes; digámonos eficiencia a nosotros, los que más responsabilidades tenemos, los que tenemos el mayor deber de ser eficientes, y por encima de todo el deber de ser ejemplos, aunque ejemplos no somos nosotros, ejemplos son ustedes que debemos imitar siempre (APLAUSOS PROLONGADOS).
Villaclareños, santaclareños, compatriotas: Un día como hoy uno siente más deseos que nunca y siente más que nunca la necesidad de reafirmar nuestras gloriosas consignas:
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)