El guajiro Barba, entrañable compañero de Fidel
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Un trágico accidente aéreo, ocurrido en la Cordillera de los Andes el 27 de noviembre de 1962, apagó la vida de Álvaro Barba Machado, nacido en Cascorro, municipio Guáimaro. Fue un líder natural de los universitarios cubanos y continuador de las luchas revolucionarias de Julio Antonio Mella y de otros próceres que lo antecedieron.
Cuando el Boeing 707 se precipitó, él y otros integrantes de una delegación oficial de Cuba se disponían a regresar de una conferencia de Naciones Unidas sobre alimentación y agricultura, FAO, celebrada en Río de Janeiro, de donde partió la nave con destino a Lima-Callao.
Fue un hombre de profundas convicciones. El 27 de noviembre de 1954, ocho años antes de su desaparición física, Álvaro, al hablar en el Mausoleo a los Mártires de 1871, irradió su vertical conducta: “Mi única satisfacción es combatir al actual régimen, sirviendo a la libertad con riesgo de mi vida, sin pedir por ello más premio que la satisfacción del deber cumplido”.
EN LA DESPEDIDA DE DUELO DE RUBÉN BATISTA
Los que lo conocieron cuando joven saben que su vida estuvo preñada de sacrificios, de apego a la tierra, sin alejarse de la idea de que un hombre preparado y estudioso podría abrirse camino, de ahí que sin desapegarse del campo, estudió en la escuela provincial de la agricultura de Camagüey y luego ingresó a la carrera de agronomía en la Universidad de La Habana. En 1954 con notas sobresalientes se titulaba de ingeniero agrónomo.
A raíz de su muerte, Juan Nuiry Sánchez, fallecido el pasado 19 de octubre, a la edad de 81 años, y con un largo historial en la FEU y en el proceso revolucionario, comandado por Fidel, dibujó la personalidad y conducta de Álvaro Barba.
En una revista Bohemia de la época describió al guajiro Barba, de rostro campechano, de melena negra, despeinada, de sonrisa fácil y gracejo natural que, según Nuiry, saludaba siempre cariñosamente “con un qué pasa tú”.
Interminables horas serían necesarias para situar en su justo lugar a Álvaro que cuando el 31 de enero de 1952 fue electo presidente de la FEU nunca pensó que tantas responsabilidades recaerían en su persona, de enfrentamiento con las hordas batistianas, de la inolvidable marcha de las antorchas, en la que Fidel tomó parte y de la despedida de duelo que pronunciara en enero de 1953 cuando asesinaron al martir estudiantil Rubén Batista Rubio.
“Para nosotros su prematura muerte -dijo Álvaro– constituye un juramento más ante el altar de la Patria, seguir en el deber que la historia nos ha señalado. Jamás podremos fallarle a Rubén. Rubén representa en nuestra historia un jalón de altivez, de abnegación y de sacrificio en el largo martirologio universitario”.
FIDEL EN LA MEMORIA DE LOS BARBA
La familia de Álvaro estaba constituida por diez hermanos, dos hembras y ocho varones. De ellas, Paulina Eduviges “Toby”, residente actualmente en la calle Capdevila de la ciudad de Camagüey, cuenta que Fidel Castro visitó varias veces la región ganadera de Guáimaro y precisó, que en dos de esas ocasiones estuvo en la finca del viejo Jacinto, el tronco principal de ese enjambre de hombres y mujeres laboriosos.
“Toby” esperó 61 años para narrar hilvanada y uiblicamente aquellas vivencias de una historia transparente, sin ficción, reveladoras con elocuencia de las relaciones personales del Líder Histórico de la Revolución cubana con los Barba, vínculo signado por los encuentros suyos en las aulas universitarias con Álvaro.
La fecha de la primera vez , Toby no la recuerda con exactitud. Si sabe que aconteció antes del Asalto al Cuartel Moncada y en la época en que el Guajiro Barba brillaba como líder estudiantil.
“Yo conocí a Fidel Castro en La Güirita, frente a la finca “Las Margaritas”, que era la de nosotros, donde vivía Álvaro. Llegó allí preguntando por Álvaro. Mi hermano Jacinto y yo le dijimos: nosotros lo vamos a llevar.
“Cuando llegó allá Álvaro estaba sin camisa y con una toalla, situada sobre los hombres. Ambos conversaron, pero antes se abrazaron”.
¿Álvaro le hablaba a ustedes de Fidel?
–Sí, como no, quería a Fidel como un hermano. Para él era algo muy grande. Fueron muchos años de estudios. Álvaro en ingeniería y Fidel en derecho. La despedida fue también con abrazos.
A FIDEL LO QUIERO COMO UN HERMANO DE VERDAD
¿En qué otro momento estuvo Fidel en la casa de ustedes?
–Álvaro muere en 1962 y en 1965 estuvo en la finca “Las Margaritas”. Cuando él y otros compañeros llegaron mi mamá (Isabel Machado) se puso a hacerle café. Fidel conversó mucho con mi papá”.
Toby trajo a la conversación las honras fúnebres y el momento en que la madre le pidió a Fidel que quería ver el cadáver de Álvaro. Él le dijo que no, tomó como pretexto que las otras madres querrían ver a sus familiares allegados. Convenció a la mamá.
Era imposible. Los cadáveres de Álvaro y del resto de los que perecieron en el desastre quedaron carbonizados.
“Mi mamá y mi papá después de la muerte de mi hermano no fueron nadie. Ella guardó luto para el resto de su vida. Ambos sufrieron mucho cada vez que detenían a Álvaro en La Habana. Era un corretaje tremendo; en mi casa no se vivía. Fue una vida de angustia tremenda.
“Viéndolo así, como lo vimos nosotros es como se aprecia el carácter humanista que ha distinguido a Fidel”, sostuvo ella al recordar el momento en que trajeron el ataúd con el cadáver de Álvaro”.
Toby volvió al paraje donde vivían en el campo. “Dentro de la finca de nosotros había dos lomas y un arroyo. Él dijo que allí se podía construir una presa que quedaría muy linda. Efectivamente la presa se hizo donde Fidel dijo. Le pusieron la presa de Los Barba”.
El tiempo para terminar la conversación apremia. Muchas otras anéctodas quizás queden de apuntes para un libro, pero Toby no quiso dejar de mencionar: “Fidel nostros lo queremos como si fuera de enuestra familia”; mientras Francisco irrumpe: “Yo quiero a Fidel como un hermano de verdad”.
El Guajiro Barba era de aquella generación que Nuiry calificó que llevaban como escudo su pecho, de trinchera la bandera cubana, como consigna el himno nacional y como arma los puños.
Al triunfo de la Revolución él regresa del exilio, vinculándose desde los primeros momentos al fomento de estaciones experimentales agronómicas. Poco a poco se hizo notar su trabajo y llegó a ser el Jefe del Departamento Forestal del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA).
No se cansó de decir: “No puedo fallarle a Fidel” Y siempre cumplió, sostuvo Nuiry.