Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto por el X Aniversario de la Constitución de la Federacion de Mujeres Cubanas, efectuado en el Teatro "Chaplin", el 23 de agosto de 1970
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Compañeras de la Federación de Mujeres Cubanas:
Ciertamente que este acto tiene una profunda significación.
Este acto, además, implica una medida de un trabajo bien hecho (APLAUSOS), de un desarrollo eficiente, adecuado, de una fuerza revolucionaria.
Vilma explicaba que en enero de 1961, algunos meses después de que se constituyó la Federación de Mujeres Cubanas, eran sus miembros 17 000. Ahora, al conmemorarse este aniversario, la Federación de Mujeres Cubanas tiene 1 324 751 mujeres inscriptas (APLAUSOS). La cifra es una cifra impresionante, pero lo más impresionante no es la cifra. Nosotros debemos decir que lo más impresionante es la calidad de este crecimiento (APLAUSOS).
¡Se ha crecido en magnitud, pero se ha crecido más todavía en calidad! (APLAUSOS.)
Las organizaciones, el número total de organizaciones de base o delegaciones asciende a 27 370. Participan en la dirección de esas organizaciones de base 129 991 mujeres. Son activistas 89 169.
Señalo estas cifras, incluso las recuerdo, por la impresión que causan.
Al decir que dirigen esas unidades de base 129 991 mujeres, es decir, casi 130 000 mujeres están desempeñando tareas de responsabilidad con relación a sus bases. No se trata de dirigentes profesionales, no, sino de compañeras responsabilizadas con la tarea de la federación allí en su unidad fundamental, allí en su base.
Esto es un hecho demostrativo del valor que tiene en un proceso revolucionario una organización de masa y del valor que tienen las organizaciones de masa, cómo son la escuela mejor de que puede disponer un proceso revolucionario para formar dirigentes y para formar cuadros.
Varias de las compañeras que hoy están en la dirección nacional, en las secretarías nacionales, comenzaron por la base.
Pero es sumamente interesante saber que en la federación realizan estudios de superación 24 712 compañeras de los niveles de dirección, es decir: se están superando 24 712 cuadros femeninos. Esto es independiente de las 83 621 mujeres que están estudiando para sexto grado, e independiente de las 51 730 que están estudiando en las academias conocimientos de distintos tipos, entre ellos de corte y costura. Y ya que hablamos de corte y costura, hay otra cifra que también impresiona, puesto que nos recordamos cuando se inició la primera escuelita, y es que han pasado por las escuelas de corte y costura 94 796 mujeres (APLAUSOS), 94 796, ¡casi cien mil!
Aquí se puede demostrar cómo un esfuerzo constante rinde sus frutos en el hecho de que casi 100 000 mujeres hayan pasado por esas escuelas, lo que significa no solo en el aspecto social, en el aspecto humano, en el aspecto cultural, lo que significa de superación para la mujer en sí, sino que tiene su contenido incluso de gran significación económica, puesto que de hecho facilita considerablemente la solución del problema de la confección. La industria de las confecciones emplea muchas mujeres. Y el hecho de que un número tan alto de mujeres haya aprendido corte y costura, sean capaces de hacerse su propia ropa y en muchos casos la de sus familiares, puede dar idea del contenido económico; porque por muy mecanizada que esté la confección, el número de piezas que hay que hacer siempre requiere un número muy alto, y no se logra aun con las máquinas modernas una productividad tan alta que impida la necesidad de tener miles y decenas de miles de mujeres trabajando en esos talleres. De disponerse de más materia prima, es decir, de más telas, o en los momentos en que la Revolución pueda disponer de más telas para los diversos usos, se podrá apreciar sobre todo lo que implica que una masa tan numerosa haya adquirido esos conocimientos.
De la misma manera, en las escuelas de superación, no de superación sino en las academias de enseñanza y conocimientos técnicos, se van formando infinidad de compañeras que van adquiriendo los conocimientos necesarios para trabajar en las numerosísimas actividades.
Es notable —repito— el hecho de que un número tan alto de compañeras estén estudiando en los niveles de dirección de la organización, y estudiando en medio de grandes esfuerzos y sacrificios y dificultades, disponiendo apretadamente de algunas horas todos los días o cuando se pueda para ir elevando sus conocimientos. Y nos da idea de cómo la Revolución tiene un recurso extraordinario, y lo tendrá cada vez más en la misma medida en que esa política se lleve adelante, porque eso viene precisamente a inyectar de recursos necesarios el punto donde la Revolución suele ser más débil, que es en la capacidad, en la capacitación de los hombres y mujeres que desempeñan tareas de responsabilidad.
En la falta de conocimientos, en la falta de preparación, en la falta de capacidad de organización es donde radica una de las más difíciles dificultades que tiene un proceso revolucionario; un proceso revolucionario radical como el nuestro, profundo como el nuestro, que produce un vuelco total en el modo de producción, que produce un vuelco total en la sociedad, que la vira al revés, en donde los que estaban abajo quedan arriba y los que estaban arriba van abajo (APLAUSOS). No decimos quedan abajo, porque más bien quedaron a los lados, más bien se marcharon, se fueron hacia otros países.
Y, desde luego que incluso aquellos capacitados de la vieja sociedad teníamos algunos que dirigían una fábrica con sus contadores, sus abogados, sus técnicos, sus oficinas; otros dirigían dos, otros dirigían una tienda grande, una tienda pequeña, una tienda mediana; los más poderosos pues tenían dos centrales, tres centrales; otros tenían 10, creo que el que más tenía, tenía 10, los más experimentados financieros. Y el país tiene que dirigir, por ejemplo, 153 centrales azucareros. Quiero decir que adquiere una magnitud tremenda.
Los de abajo cuando suben tienen entonces que asumir las tareas en una escala mucho mayor de la que tuvo que realizar nunca ninguno de los que estaban arriba; los problemas adquieren una inmensa dimensión. Y tiene que llevar a cabo esa tarea el país, además, sin ningún experto, sin ningún hombre lleno de experiencia en las tareas de dirigir siquiera una sola de aquellas unidades. Es cuando llega la hora de organizar a nivel de la región, de la provincia, del país entero, esas tareas. Y eso ocurre en todas las ramas de la actividad, eso ocurre no solo en la industria azucarera sino en todas las industrias, en todas las actividades del transporte, de los servicios, de la construcción.
De manera que para un pueblo que produce un vuelco tan profundo sin duda de ninguna clase que la mayor dificultad, aunque no la única, la mayor dificultad radica precisamente ahí.
A nuestro juicio, la federación de mujeres en estos 10 años muestra un magnífico ejemplo de lo que puede hacerse, de lo que puede lograrse siguiendo un método correcto, siguiendo una política correcta.
Hay que añadir que el propio contenido de trabajo de esta organización ha variado enormemente de las primeras tareas a las tareas de hoy, de las primeras responsabilidades que tuvo en sus manos a las responsabilidades que tiene hoy. A nosotros mismos nos asombra la evolución de ese contenido de trabajo, porque es mucho más de lo que aquel día 23 de agosto de 1960 nosotros mismos habríamos podido alcanzar a ver. Y ese contenido de trabajo sigue y seguirá desarrollándose (APLAUSOS).
Hay tareas nuevas. Nos hemos referido a algunas tareas relativas a organización: número de organizaciones de base, crecimiento de la organización; nos hemos referido a algunas de las tareas también relativas a la educación, pero no son más que algunas las que hemos señalado nosotros.
Una tarea que no estaba priorizada en aquel año de 1960 cuando la fuerza de trabajo sobraba prácticamente, fue el problema de la incorporación de la mujer al trabajo. Y en los últimos años una de las más extraordinarias actividades desplegadas por la federación ha sido esa, que en el año 1969 alcanzó a 113 000 mujeres y en el año 1970 lleva un ritmo en los primeros meses aún superior.
Desde luego, hay que conocer las inmensas dificultades y limitaciones de orden material para comprender el mérito de esta enorme incorporación de mujeres a las actividades productivas; incorporaciones que infortunadamente en muchos casos no se pueden mantener por esas mismas limitaciones, pero que da idea del esfuerzo realizado.
Hay otras actividades, como son las de la secretaría de servicios sociales, que son enteramente nuevas muchas de ellas, la prevención social, las brigadas sanitarias, los debates de salud, la vacunación con toxoide tetánico, las tareas de higiene y embellecimiento, el plan asistencial, los círculos de primíparas, la atención a hogares maternos, hogares de recuperación, hogares de ancianos.
Todo esto forma parte de un contenido nuevo del trabajo de la Federación. Además, se incrementa también la actividad en el campo de la educación. Se toman iniciativas, como la organización de las brigadas de madres combatientes por la educación que, a nuestro juicio, tienen extraordinarias posibilidades.
Pero, ¿qué nos enseña todo esto, todo este trabajo, que no es necesario enumerar uno por uno? ¿Cuál es la principal lección que nos muestra? Nos enseña las posibilidades que en perspectiva tienen esta organización y las organizaciones de masas. Nos están enseñando un formidable camino, un formidable camino revolucionario y democrático.
En una ocasión decíamos que el movimiento femenino constituía una revolución dentro de la Revolución. Hoy podemos añadir que las organizaciones de masa en general, como vehículos revolucionarios de las masas, como instrumentos formidables del proceso, constituyen también una revolución dentro de las formas de desarrollo de ese proceso revolucionario.
Es posible que apenas estemos empezando a descubrir esas fantásticas posibilidades, porque ya las masas de una manera organizada comienzan a ocuparse de infinidad de tareas que son vitales y fundamentales para toda la sociedad.
El trabajo en los consejos escolares, el apoyo a la educación, el apoyo a la salud —que son todavía actividades de servicio—, el apoyo a la producción, la participación directa en la solución de esos problemas, nos está enseñando un interesante camino, y quizás el camino mejor, el camino superior para vencer las dificultades que tenemos delante.
Días atrás, el 26 de julio, nosotros hablábamos y hacíamos énfasis de nuestros problemas. Y señalábamos no a las dificultades objetivas —que no negamos ni se pueden negar—, no los éxitos de la Revolución —que no negamos ni se pueden negar—, señalábamos lo que a nuestro juicio debíamos señalar: nuestras fallas.
Si nos dedicamos a medir la dimensión de los obstáculos objetivos, encontraríamos siempre alguna justificación para minimizar las deficiencias; si nos dedicamos a mirar la magnitud de los éxitos de la Revolución, ocurriría lo mismo: que ello podría servir esencialmente para encubrir las deficiencias.
Muchas veces se ha hablado de los éxitos. Y los éxitos, desde luego, constituyen alientos. Ustedes se sienten alentadas hoy de los éxitos de estos 10 años (APLAUSOS). Pero en realidad nuestro pueblo ha madurado tanto que puede hablar también, y sin ningún temor, de sus deficiencias. Nuestro pueblo ha madurado tanto que incluso para sentirse estimulado y motivado al esfuerzo no requiere del constante señalamiento de sus éxitos.
Algunos enemigos de la Revolución, y sobre todo alentados por las agencias reaccionarias, estuvieron a punto de creer en el fracaso de la Revolución, o que los señalamientos de las deficiencias constituían una especie de canto de cisne de la Revolución cubana. Incluso reaccionarios de la peor laya, explotadores de pueblos, elementos proimperialistas de los más caracterizados en el continente, trataron de aprovechar las valerosas afirmaciones de nuestra Revolución, trataron de aprovechar este acto de valor de nuestro pueblo para encararse a cualquier problema de cualquier índole, esta sinceridad y esta lealtad y este apego a la verdad que ha caracterizado a nuestro proceso (APLAUSOS), para tratar de confundir a los pueblos, para tratar incluso de influir en los procesos políticos que tienen lugar en otros países. Luego nos acusan a nosotros de inmiscuirnos en los asuntos de los demás, y son los reaccionarios desvergonzados quienes sin escrúpulos de ninguna índole tratan de estar introduciendo constantemente al proceso revolucionario cubano en los problemas de otros países.
Nosotros creemos que servimos a la causa de los demás pueblos en la medida en que trabajemos bien, en la medida en que seamos sinceros, en la medida en que seamos honestos (APLAUSOS), en la medida en que erradiquemos la demagogia y la mentira del seno de la política (APLAUSOS), en la medida en que eliminemos la componenda y el engaño (APLAUSOS).
Porque una revolución es precisamente eso: no solo voltear radicalmente la sociedad, no solo golpear a los de arriba, a los poderosos y a los explotadores, sino voltearlos o golpearlos también con sus vicios, entre los cuales la componenda, la mentira y el engaño eran unos de los más caracterizados (APLAUSOS).
Y desde luego, qué equivocados, e incluso qué torpes, ¡qué torpes! Porque el hecho de que la Revolución y los dirigentes de la Revolución puedan ante la faz del mundo y ante casi un millón de cubanos expresar —como expresábamos nosotros—: nuestros enemigos dicen que hay descontento y nosotros decimos que tienen razón, nuestros enemigos dicen que tenemos dificultades y nosotros decimos que tienen razón... ¡Qué torpes son que no comprenden hasta qué punto esto da la medida de la fuerza y de la conciencia de la Revolución! (APLAUSOS PROLONGADOS.)
Y nuestra Revolución puede retar a los gobernantes demagogos, a los lacayos del imperialismo en este continente, a los politiqueros de toda laya que oprimen y explotan a sus pueblos, que tengan el valor, aunque sea una vez, una sola vez en toda su vida, una sola vez en toda su historia, de decirle al pueblo una verdad (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!").
Cuando nosotros hablamos de descontento o de inconformidad, hablamos de descontentos dentro de la Revolución, no contra la Revolución; para mejorar la Revolución, no para destruir la Revolución; ¡para hacer más fuerte la Revolución y no para liquidar la Revolución! (APLAUSOS.) Esa es la diferencia, la radical diferencia que hay entre los procesos revolucionarios y entre los descontentos dentro del proceso revolucionario y los descontentos fuera de los procesos revolucionarios.
Los reaccionarios no comprenden que las revoluciones son irreversibles, que las revoluciones marchan a pesar de los errores de los hombres y de las deficiencias de los hombres. Porque las revoluciones son superiores a los hombres. Porque la Revolución, cuando envuelve la tarea, la vida y el esfuerzo de millones de seres humanos, es superior a todo, ¡es invencible! Por eso en una ocasión decíamos que en la Revolución habíamos estado promoviendo y llevando adelante una revolución mucho más grande que nosotros mismos (APLAUSOS).
Y eso, desde luego, es lo que ocultarán a los pueblos los farsantes y los mentirosos y los demagogos; ocultarles a los pueblos la fuerza de una revolución, la tremenda fuerza de una revolución.
Y ninguna ocasión mejor que este aniversario, este décimo aniversario, en que nosotros hemos estado señalando la medida del crecimiento de esta organización —y esta es una de las organizaciones de la Revolución. Tenemos también otras organizaciones. Tenemos las organizaciones como los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS): otra organización de masa creada por la Revolución, que tiene 3 222 000 miembros y 67 200 comités de base (APLAUSOS). Muchos cubanos militan a veces, además de en sus organizaciones obreras, en sus organizaciones femeninas y en los comités de defensa; y algunos militan hasta en cuatro organizaciones, si son además miembros del Partido, o pueden serlo de la juventud, en fin (APLAUSOS), en las organizaciones campesinas. Una organización a la que también la Revolución le dio toda la atención en los primeros años, y que infortunadamente no les ha dado en los últimos años toda la atención que merecen, son las organizaciones campesinas, que tienen 227 000 miembros, es decir, familias campesinas, casi el equivalente de familias campesinas —hay casos en que hay dos miembros o tres miembros en una familia.
Y es desde luego lamentable que no le hayamos prestado toda la atención y no hayamos promovido al máximo el desarrollo de nuestras organizaciones de trabajadores, puesto que tenemos 1 895 000 trabajadores en las unidades productivas sociales, es decir, en las unidades productivas que pertenecen a todo el pueblo: industrias, construcciones, servicios y transportes estatales. ¡Un millón ochocientos noventa y cinco mil trabajadores!
Pero tenemos además nuestras organizaciones juveniles, que se han desarrollado. La Unión de Jóvenes Comunistas (APLAUSOS) ha trabajado bien en las tareas que se le han asignado, si bien es cierto que al concentrarse su esfuerzo fundamental con la columna juvenil en algunos otros sectores juveniles no pudo desarrollar y no desarrolló un esfuerzo similar. Pero que ha contraído también grandes méritos en esa columna, que ha sido también una magnífica escuela de cuadros y una magnífica escuela revolucionaria para los jóvenes (APLAUSOS).
Tenemos nuestras organizaciones estudiantiles, los distintos centros de enseñanza, que incluyendo adultos alcanzan —como decíamos el 26 de julio—, su matrícula alcanzó en el curso 1969-1970 la cifra de 2 289 464 matriculados, personas que estudian en este país (APLAUSOS).
Sumen ahora la fuerza de la federación de mujeres (APLAUSOS), sumen en esa fuerza a la fuerza de los Comités de Defensa de la Revolución (APLAUSOS), de las organizaciones campesinas, de los trabajadores, de las organizaciones juveniles, y las de los estudiantes —y hablo de las organizaciones de masa, aunque los jóvenes comunistas constituyen en parte una organización política militante y en parte también organizaciones de masas. Sumen todas esas fuerzas, sumen todos esos millones, sumen todas esas fuerzas bien organizadas; sumen todas esas fuerzas con una política adecuada, de superación, de organización, de promoción de cuadros desde su base; sumen todas esas fuerzas como instrumentos del proceso, como instrumentos de nuestra vanguardia política, como elementos decisivos de combate de nuestro Partido. Sumen esas fuerzas con una doctrina revolucionaria científica, y entonces se comprenderá que esas fuerzas se pueden enfrentar a cualquier tarea, esas fuerzas se pueden enfrentar a cualquier dificultad, esas fuerzas saldrán victoriosas de cualquier batalla por difícil que sea, como es la batalla del desarrollo del país (APLAUSOS), ¡y esas fuerzas serán invencibles!
Nosotros hemos estado reunidos en los últimos tres días —20, 21 y 22—, los compañeros del Buró político del Partido con los compañeros primeros secretarios del Partido de las seis provincias y de la región de Isla de Pinos, con los compañeros secretarios de organización también respectivamente, con los compañeros dirigentes nacionales y de provincias de la federación, de los CDR, del movimiento obrero, de los campesinos, del movimiento juvenil, y también con algunos otros compañeros invitados en consideración a las tareas que realizan y también con los compañeros que en el MINFAR y en el Ministerio del Interior están a cargo de las actividades políticas, y hemos estado analizando las experiencias de todos estos años, las experiencias ganadas en todos los rincones del país en lo que se refiere a organización de Partido, a las organizaciones de masas, y hemos estado tres días consecutivos dedicados por entero a esta tarea.
Naturalmente que no podemos dedicarnos todo el tiempo a analizar o a discutir, porque nosotros en medio de un abrumador trabajo tenemos que escoger los días que podemos dedicar a ese trabajo, en medio de ese trabajo muy urgente y muy inmediato que debemos hacer y que tratamos de hacer.
Fueron en conjunto 31 horas netas de trabajo, netas —no se incluyen interrupciones—, y fueron a juicio de todos los compañeros una magnífica experiencia, y que sin duda será de magníficos resultados. Porque analizábamos los problemas, las fallas, las dificultades fundamentales de nuestro Partido en los distintos frentes, de nuestras organizaciones; analizábamos las fallas del trabajo general, en todos los órdenes, en todos los aspectos, y cómo vamos nosotros a abordar la superación de esas deficiencias, de esas fallas, y cómo vamos a mejorar el trabajo general del Partido y de las organizaciones de masas.
¿Cómo vamos a aplicar ahora y de ahora en adelante todas las experiencias adquiridas? Naturalmente que nosotros no tenemos todavía solución para todos los problemas. Nosotros estamos estudiando concienzudamente todos los pasos que debemos dar. Nuestros problemas no tendrán soluciones espectaculares. No. Nadie piense que tendrán soluciones milagrosas, soluciones de la noche a la mañana; nadie piense siquiera que las soluciones aparecen en cuestión de horas, en cuestión de días. No. Tenemos que trabajar muy duro no solo en la actividad diaria que tenemos todos, sino a la vez en la búsqueda de soluciones cada vez mejores y más adecuadas a nuestros problemas.
¿Cómo vertebramos esa inmensa fuerza de que hablábamos, cómo la dirigimos y cómo la llevamos adelante frente a las tareas venideras, para resolver las contradicciones que señalábamos el 26 de julio entre el crecimiento de nuestra población nueva, de nuestra población que no participa en las actividades productivas; entre el crecimiento de los servicios como son los de educación, a los cuales no puede renunciar el país: la creación de las escuelas, los comedores escolares, los círculos infantiles? ¿Cómo resolver la contradicción entre el crecimiento de estas necesidades, incluidas las de salud pública; las demás que debemos afrontar, como es la de la defensa de la Revolución, necesidad vital del proceso? ¿Cómo además logramos la producción necesaria para las necesidades más fundamentales? ¿Cómo además desarrollamos el país partiendo de nuestras condiciones?
Hay algunas cosas que los imperialistas desfachatados tratan de ocultar. Y cómo ocultan por ejemplo los esfuerzos denodados que hacen contra nuestro pueblo para dificultar nuestra batalla contra el subdesarrollo. Ocultan hechos tales como el de que nuestro país para desarrollarse depende de una actividad productiva fundamental como es la producción azucarera, producción a la que no puede por ningún concepto renunciar el país y producción que todavía tiene que realizarse con una baja productividad, porque la tarea de la elevación de la productividad en ese campo —sobre todo en el corte de la caña— es una tarea que ha resultado ser en realidad difícil, no obstante que se haya mecanizado el alza casi un ciento por ciento.
Pero todo eso, el mecanizar el alza, todavía no resuelve lo fundamental. El mecanizar el alza ha servido para que los hombres no tengan que trabajar 15 ó 16 horas y puedan realizar tareas en 8, 9 y 10 horas en la zafra. Esa es la realidad.
Es que antes las zafras se hacían a base de que algunos hombres tenían que trabajar 14 ó 15 ó 16 ó hasta 17 horas. Claro que también había un ejército de desempleados, claro que no había las personas que estudian hoy, no había los servicios que hay hoy, no había las actividades que hay hoy; había también un ejército de desocupados en el país, que siempre si alguno fallaba o flaqueaba o se enfermaba venía otro inmediatamente para ir a ocupar su lugar.
El compañero Risquet explicaba en su comparecencia por televisión cómo nosotros empleamos 135 millones de horas para la producción de esta zafra. El resultado era que para ello había que emplear en la producción azucarera 500 000 hombres/año, ¡quinientos mil hombres/año!, hombres/año de 260 días —que es el número de días laborales aproximadamente, días de ocho horas—, para una producción de azúcar y de miel que no alcanza los 1 000 millones de pesos.
Hay países que tienen otros recursos naturales. Hay países que tienen petróleo, por ejemplo. Hay países de Asia, de Africa, que tienen mares de petróleo en el subsuelo, hay también algunos en América Latina.
Por ejemplo, en Venezuela algunas decenas de miles de hombres pueden producir hasta 3 000 millones en divisas en un año. Los imperialistas de allí sacan increíbles ganancias. Pero aun después que los imperialistas se llevan 1 000 millones, o más de 1 000 millones, todavía quedan 1 500, 1 800 millones que han producido unas decenas de miles de hombres.
En Chile unos 60 000 hombres producen unos 1 000 millones de pesos en cobre.
Claro, nosotros también tenemos algunos recursos, como el níquel, con los cuales podríamos producir con algunas decenas de miles de hombres 1 000 millones en divisas. Claro, también nosotros tenemos algunos de esos recursos. Pero en ese recurso como el níquel nosotros tenemos unos 5 000 obreros, en el níquel. Cada obrero de esos produce no menos de 30 000 pesos por año —el valor en divisas—, mientras que en la producción azucarera es menos de 2 000 pesos por año. El níquel, sin embargo, requeriría enormes inversiones. ¿Y de dónde podríamos nosotros sacar esas inversiones si no las sacamos del azúcar? ¿De dónde puede nuestro país sacar las inversiones fundamentales, los recursos fundamentales para su desarrollo sino del azúcar? Y nuestro país no puede por eso, de ninguna manera, dejar de depender del azúcar para eso.
Claro está que el azúcar será lo que nos permita diversificar nuestra economía, desarrollar nuestra economía. Pero no tenemos una economía desarrollada: se está desarrollando, y en muchos aspectos por desarrollar.
El níquel no solo requiere enormes inversiones sino inversiones que llevan tiempo, inversiones que tienen una tecnología compleja, inversiones que no se adquieren fácilmente. No es fácil adquirir las instalaciones para explotar nuestros recursos de níquel. ¡No es fácil! Los imperialistas controlan en general en el mundo el negocio del níquel. Los imperialistas yankis controlan muchas de sus tecnologías y ponen bastantes obstáculos para impedir que nosotros desarrollemos nuestros recursos mineros, sobre todo nuestro níquel.
Hay un ejemplo de inversión que el país está terminando ahora, que es la fábrica de nitrógeno de Cienfuegos, donde unos 1 000 obreros producirán unos 40 millones de pesos en fertilizantes. Claro, nosotros no importamos todo ese fertilizante, pero producirá casi medio millón de toneladas de fertilizantes nitrogenados. ¿Qué significa eso? Más de 30 000 pesos por hombre al año. ¡Eso es el desarrollo! Allí trabajarán unos 1 000 a 1 100 obreros. Claro, pero es una inversión de más de 40 millones de pesos. La ha construido en un tiempo récord nuestra Brigada Comunista de Construcción Industrial (APLAUSOS). Esperan terminarla para fines de año y tenerla ya en producción después del primer trimestre del próximo año, porque es una industria compleja, cuya puesta en marcha puede llevar unos dos a tres meses.
Si fuéramos a importar ese fertilizante nos costaría, de sus precios y sus transportes, unos 40 millones de pesos, más descenderlo de los barcos, transportarlo en el interior del país después. Claro, la producción aquella tendremos que transportarla internamente, pero ya no tendremos que hacer los transportes por mar y la descarga. Eso significa grandes ahorros. Como también los almacenes de azúcar a granel, que solamente el almacén de azúcar a granel de Cienfuegos, de embarque a granel de Cienfuegos, embarcará más de 2 millones de toneladas de azúcar. Eso significa un enorme ahorro en fuerza de trabajo, en estibadores. Allí los obreros tienen una enorme productividad.
De manera que en las industrias nuevas que vayamos haciendo, y a medida que la economía se desarrolle, iremos adquiriendo y disponiendo de industrias donde la productividad es muy alta. Pero todos esos medios tienen que salir hoy de una rama de la economía donde la productividad no es alta, donde la productividad es baja, y que no se eleva tan fácilmente.
La mecanización del arroz resulta fácil. En el mundo hay máquinas para cosechar arroz, y nosotros todo el arroz lo cosechamos en máquinas, todo el arroz que cultivamos en los planes arroceros.
El arroz se siembra con aviones, se fumiga y se fertiliza también: se fumiga, sobre todo, y se le aplican los herbicidas en aviones, parte de la fertilización en avión, y se recoge en máquinas, y se prepara la tierra en máquinas. No ha sido difícil desarrollar las grandes áreas arroceras. El esfuerzo es grande, pero grande por otras razones: porque hay que buldocear, porque hay que hacer grandes presas, grandes sistemas de riego, grandes sistemas de drenaje. En eso hemos tenido que invertir recursos, muchas máquinas.
Es decir, también la construcción de presas se hace en su mayor parte mecanizada. Las propias construcciones civiles las estamos mecanizando mediante el prefabricado, y estamos desarrollando las brigadas.
La mecanización de la construcción resulta un proceso más fácil. No hay un solo campo en que no estemos desarrollando un esfuerzo: en los puertos, cómo mecanizar los puertos; los embarques, cómo mecanizar los embarques de azúcar.
Mecanizamos en la agricultura todo lo que podemos, los cultivos que podemos, empleamos el herbicida, un producto químico. La inmensa mayoría de la caña este año se ha limpiado con herbicidas: un avance tremendo, un ahorro grande.
Pero todavía nos enfrentamos y tendremos que enfrentarnos con una rama de la cual depende nuestro desarrollo, en que no se resuelve tan fácil: la caña. No se resuelve con un producto químico el corte de la caña. No existen esas máquinas. Es decir, no se resuelve tan fácilmente: existen máquinas y tenemos algunas máquinas, y seguimos construyendo máquinas, y hemos adquirido algunas de otros países también, y haremos el máximo esfuerzo —porque para el país es decisivo. Pero la tarea de la mecanización de la caña es una tarea que ha resultado realmente mucho más difícil que otras. Ni compara el arroz, los problemas de mecanizar el arroz, con la caña; o incluso la limpieza de la caña, que antes toda se hacía a base de guataca, y ahora prácticamente la inmensa mayoría se hizo ya con herbicida, empleando máquinas de regar el herbicida, en algunos casos el avión, en otros casos el helicóptero, en otros casos las mochilas.
Pero nos encontramos todavía en ese renglón fundamental con una dificultad grande. Dificultad que, desde luego, tiene y requiere y deberá tener toda la atención de la Revolución, puesto que constituye hoy uno de nuestros más fundamentales obstáculos, puesto que tenemos que seguir produciendo azúcar, además de desarrollar la economía, y además mantener en producción todas las demás industrias e incluso desarrollar nuevas industrias, y además las construcciones, y atender todas las demás necesidades de nuestro pueblo.
Pero la contradicción no es una contradicción fácil de resolver, la tarea no es una tarea fácil de resolver. Cuando hablamos de 500 000 hombres/año hay que tener en cuenta que no se produce la zafra a lo largo de todo el año, y que esa cifra es superior, y que puede llegar al equivalente del trabajo de 700 000 hombres ocho horas si usted los reduce en tiempo. Porque la zafra se lleva a cabo durante un período de seis a siete meses. De manera que eso constituye uno de los problemas y de las dificultades mayores que tiene nuestro país.
Es decir que a nuestro pueblo no le caen del cielo los recursos, no los encuentra fácil así. Sí, tenemos mucho sol, mucha luz; si podemos hacer muchas presas, tendremos agua en los años secos, compensándose unos años húmedos con los otros; podremos desarrollar nuestra agricultura con grandes perspectivas; tenemos recursos naturales como el níquel; podremos producir azúcar con condiciones naturales superiores a las de cualquier otro país. Pero nada de eso será fácil, nada de eso se encuentra así sin esfuerzo ni se resuelve sin esfuerzo. Hay que resolverlo con esfuerzo, hay que resolverlo trabajando, y hay que resolverlo junto con otros muchos problemas, como son la educación, la salud pública, fundamentales, que no se pueden descuidar; la defensa, que no se puede descuidar. Y hay que resolverlo no ya trabajando 17 horas, ni 15, ni 14, porque desde luego esas condiciones no se pueden mantener en una revolución, eso es imposible. Solo las condiciones más inhumanas de vida pueden explicar o justificar, explicar que puedan hacer que el hombre trabaje ese tiempo. Eso está contra la vida del hombre, contra la salud del hombre.
La Revolución tiene que encontrar otras soluciones. No pueden ser esas de ninguna manera. Tiene que encontrar la solución de la técnica y tiene que encontrar la solución de las máquinas.
Pero también estas cosas que estamos señalando requieren un ciento por ciento, un máximo, un 200%, si fuera posible de eficiencia en el trabajo, de eficiencia en el empleo de los recursos que tenemos; requieren un ciento por ciento, un 200% de eficiencia en organización y en el empleo —como decíamos el 26 de julio— hasta de cada gramo de materia prima, cada átomo de recursos de cualquier tipo, de cualquier índole (APLAUSOS), de cuanta energía empleemos, y sobre todo la energía humana, ¡la energía humana!
Tenemos que aprender a ahorrar los recursos humanos. El recurso más valioso, el más necesario, el más fundamental y el más imprescindible, que se deriva de todas estas contradicciones de que hablamos, es el recurso humano. Y por eso nuestra Revolución tiene que aprender a emplear de una manera óptima los recursos humanos.
Y cuando hablamos de eficiencia, es por la cantidad de factores que impiden el empleo óptimo de esos recursos humanos y de esos recursos materiales.
Y esa es una lucha fundamental que nosotros tenemos que plantearnos en todos los campos. Pero para llevarla a cabo es necesario que superemos las deficiencias en el Partido en primer lugar, que lo pongamos a la altura de la situación, de las necesidades, para que ejerza su papel de vanguardia (APLAUSOS).
Tenemos que superar las deficiencias que tenemos en algunas organizaciones de masas que fueron descuidadas y que es imprescindible desarrollarlas al máximo, como son nuestras organizaciones obreras. Ello no resulta una tarea fácil.
¿Por qué? Porque no es lo mismo el carácter de los CDR, o el carácter de la organización de mujeres, en que la actividad se desenvuelve en todos los frentes, en todos los campos, horizontal y vertical.
¿Cómo? ¿Qué formas le vamos a dar a esa organización?, fue uno de los temas que analizamos. ¿Cómo hacerlo? Pero incluso queremos más: queremos extender el análisis, hacer que participen los compañeros de la base (APLAUSOS), hacer que participen con sus criterios los obreros de la base, hacer que participen también los compañeros que tienen responsabilidades administrativas, a fin de que nosotros le demos la forma adecuada, la forma eficiente, la forma óptima al movimiento obrero.
De manera que a algunos problemas, para encontrarles esas soluciones, hay que auscultar, indagar, recibir más información y opiniones, y trabajar tenazmente hasta lograr esa forma óptima en nuestro movimiento obrero; de manera que con estas potentes organizaciones de masas y con un Partido que esté a la altura de su misión histórica, nosotros abordemos todas estas tareas.
Porque las dificultades objetivas están ahí, esas no las vamos a cambiar simplemente con los buenos deseos. ¡No! ¿Dónde está el terreno en que nosotros tenemos que ganar esta batalla? Lo objetivo no lo van cambiar: el sol está donde está el sol y la luna está donde está la luna. ¡Es en nosotros que tenemos que ganar esa batalla! El campo en el que nosotros podemos mejorar, en el que nosotros podemos transformar la actividad y la calidad de la actividad es en el factor subjetivo, es en el factor humano.
Nosotros los recursos naturales que tenemos no los podemos alterar con un simple deseo de la voluntad. Pero en lo que sí podemos trabajar y cambiar, en lo que si podemos ganar mucho, hacer mucho y poner mucho es en la calidad de nuestro trabajo, en la eficiencia de nuestra organización, en la eficiencia del esfuerzo general de todo el pueblo.
Y no es que falte en el pueblo, ni mucho menos, voluntad o deseo. Se ha demostrado que no, que los fallos no están ahí. No es que falte conciencia. Se ha demostrado que no, que los fallos no están ahí (APLAUSOS).
Nosotros a veces hablamos de desarrollar la conciencia de nuestros obreros. Sí, pero la conciencia de nuestros obreros se ha desarrollado mucho. Y a veces tenemos que preguntarnos si el planteamiento no sería incluso más correcto al revés, tal como decir: ¡Tenemos que ir a beber de esa conciencia revolucionaria que se ha desarrollado en nuestros obreros! (APLAUSOS.)
Al principio la vanguardia era una minoría, los revolucionarios conscientes eran una minoría. Pero producto de la Revolución, producto de esa llama que se prendió en los corazones y en las inteligencias de nuestro pueblo, producto de la lucha, ya no es una minoría; ya tenemos un pueblo en sí donde han calado profundamente los sentimientos y las ideas revolucionarias.
Ya no hay que ver siempre las cosas del modo en que una minoría va a inculcar conciencia. ¡No! Hay que ver también las cosas del modo cómo una minoría, que tiene determinadas tareas y funciones, va a buscar conciencia en ese pueblo (APLAUSOS).
Ya no se trata solo de desarrollar ideológicamente, se trata de desarrollarnos ideológicamente también nosotros. Ya no se trata de ayudar al pueblo a desarrollar su conciencia, sino que el pueblo nos ayude a desarrollar nuestra propia conciencia (APLAUSOS).
Hay que ver las cosas así, porque así son.
No se trata ni mucho menos de negar las condiciones humanas, el espíritu de sacrificio de miles de abnegados compañeros de la vanguardia política. ¡No! Pero se trata, sí, de que esa vanguardia se supere a sí misma, se desarrolle más, erradique sus fallas, erradique sus deficiencias y erradique sus debilidades; cuide su actitud en todos los aspectos, ¡sea ejemplo en todos los aspectos! (APLAUSOS.) ¡Ser ejemplo en todos los aspectos significa ejemplo sin excepción de ninguna clase!
Nuestros militantes revolucionarios, nuestros cuadros, los compañeros que tienen responsabilidades: ¡A más responsabilidad, más obligación: a más responsabilidad más deber: y a más responsabilidad, más sacrificio! (APLAUSOS.) ¡A más responsabilidad —repito—, más deber! ¡A más responsabilidad, más sacrificio!
Nosotros hemos creado un profundo sentimiento de justicia, se ha ido desarrollando a través del proceso. Queríamos inculcar esos sentimientos, y esos sentimientos se han inculcado, se han superado, se han desarrollado. En las propias masas hay un fuerte sentimiento igualitarista. ¿Y acaso debemos lamentarnos de eso? ¡No!
Si se analizan fórmulas teóricas, existe la teoría política, la teoría revolucionaria que establece lo que es el socialismo, lo que es el comunismo. El propio Marx hablaba de que en la fórmula del socialismo cada cual daba según su capacidad y recibía según su trabajo y que, claro, unos tenían más capacidades que otros, más energías que otros, y otros también podían tener menos necesidades, y que todavía esa fórmula no rebasaba el estrecho horizonte del derecho burgués, y que solo cuando la riqueza saliera a manos llenas del trabajo social y se hubiera superado ese estrecho horizonte del derecho burgués, se podía establecer la fórmula de que cada cual daba según su capacidad y recibía según su necesidad, que era la sociedad comunista.
Pero es incuestionable ante nuestras realidades que en nuestro pueblo ha avanzado mucho la conciencia revolucionaria, el sentido de la igualdad; y es incuestionable, además, que vivimos en un período de duros trabajos, en que objetivamente tenemos que vencer obstáculos grandes, en que objetivamente tenemos que hacer sacrificios. Y en estas circunstancias no podemos andar con disquisiciones teóricas; ser realistas, ser realistas. Y como principio moral, como principio moral sobre todo de la vanguardia revolucionaria, como principio moral de los que tienen responsabilidad, el que asuman la posición de la disposición de si hay que hacer sacrificios estar en disposición de hacer más sacrificios todavía de los que se le pida al propio pueblo (APLAUSOS).
Y nadie debe asombrarse de que cualquier manifestación de privilegio provoque lógicamente la más profunda indignación en las masas (APLAUSOS).
Estas son cuestiones que atañen a la tarea y al deber de los revolucionarios y de los hombres que tienen responsabilidades. Es una cuestión esencial, es una cuestión fundamental.
Y en la medida en que interpretemos esto de manera cabal y de manera correcta, estaremos creando las mejores y las más óptimas condiciones para ganar las batallas que tenemos delante, para vencer los obstáculos que tenemos delante (APLAUSOS).
Esta Revolución cuenta con un magnífico pueblo, y debemos sentirnos más que orgullosos de eso, más que satisfechos de eso. Ahora debemos saber estar a la altura de ese pueblo (APLAUSOS). Debemos, además, saber llevar adelante hasta sus últimas posibilidades, hasta sus infinitas posibilidades, el desarrollo de nuestras organizaciones de masas.
Y ese será uno de los deberes y una de las tareas fundamentales de nuestro Partido, y darle una participación cada vez mayor en la solución de sus propios problemas. Es hora de lograr algunos avances cualitativos en el funcionamiento del proceso.
Nosotros tenemos nuestras condiciones peculiares. Nosotros tenemos que buscar nuestras fórmulas, apoderándonos de la experiencia histórica, desde luego, utilizando toda la experiencia histórica que existe en el mundo y empleándola dialécticamente a nuestros problemas.
Nuestra Revolución ha demostrado sus calidades en muchos aspectos; hay otros en que todavía no los ha demostrado. En nuestro proceso ideológico hemos tenido grandes avances, pero podríamos decir que no hemos tenido un avance parejo.
Nosotros tenemos que avanzar más en el desarrollo ideológico, en el campo que se refiere a cómo hacemos que las masas sean cada vez más partícipes del propio proceso, y cómo hacemos para que las masas participen cada vez más en las decisiones.
Algunos de los ejemplos que señalábamos aquí eran algunos ejemplos elementales de cómo, por ejemplo, en una escuela la federación de mujeres, a través de las brigadas de madres combatientes por la educación, o de los consejos escolares y de otras actividades, ya están participando en cuestiones que son de interés vital para la población.
Pero a la vez nosotros tenemos infinidad de problemas en la base, en la cuadra, en las ciudades, en el campo. Cómo nosotros vamos creando los mecanismos que pongan en manos de las masas el nivel de decisión acerca de muchos de esos problemas, y cómo nosotros logramos de manera inteligente, de manera eficiente llevarlas consecuentemente adelante a este desarrollo, para hacer que no se trate simplemente de un pueblo con confianza en sus organizaciones políticas, en sus dirigentes, en la disposición de realizar tareas, sino que el proceso revolucionario sea a la vez —como aspiraba Lenin— una formidable escuela de gobierno, donde millones de personas aprendan a asumir responsabilidades y a resolver problemas de gobierno.
Claro, nosotros no podemos hablar de millones en el mismo sentido. Pero sí donde decenas de miles de personas, donde cientos de miles de personas participen en esas responsabilidades y en esas tareas.
Hablábamos de las 27 370 delegaciones de la federación, de los 67 200 comités de base de los CDR, sin hablar de los campesinos, de los obreros, de los jóvenes. Esto demuestra, si nosotros seguimos una política similar, si logramos promover el estudio entre los compañeros que tienen tareas sencillas allí de dirección, si vamos promoviendo cuadros, si se van asumiendo cada vez nuevas tareas, si nosotros vamos dándoles una participación cada vez mayor a esas organizaciones de masas en la solución de los problemas de los distritos, en la solución de los problemas de la ciudad en el mismo espíritu y dentro del mismo sentido que decíamos, promover las energías del pueblo en solución de muchos problemas, participación de los vecinos en las decisiones de qué problemas se pueden resolver; si nosotros vamos dándoles una participación cada vez mayor en las decisiones, iremos siguiendo la lógica natural de los acontecimientos, el curso natural de un proceso revolucionario, en que nosotros hemos desatado las inmensas energías del pueblo, hemos desatado la energía de millones y de millones de personas, y a pesar de ser nosotros un país pequeño, de unos 8 millones de habitantes: organizaciones con 3 millones, organizaciones con casi 2 millones, otras organizaciones con más de un millón, con actividades como las del estudio donde hay más de 2 millones.
¿Qué quiere decir eso? Hemos logrado desatar la energía, el interés, la voluntad de millones de personas, a pesar de ser nuestro pueblo pequeño. Ahora tenemos que saber encauzar esas energías, ir conduciendo ese formidable y extraordinario movimiento revolucionario de masas hacia la posibilidad de una participación mayor en las decisiones que afectan a su propia vida.
Esto implica el desarrollo de una sociedad nueva y de principios verdaderamente democráticos —¡principios verdaderamente democráticos!— que vayan sustituyendo los hábitos meramente administrativos de los primeros años de la Revolución. Ir reemplazando por procedimientos democráticos, los procedimientos administrativos que corren el riesgo de convertirse en procedimientos burocráticos (APLAUSOS).
Nosotros no tenemos todavía todas las fórmulas. Expresamos criterios, expresamos propósitos, expresamos decisión de avanzar por ese camino. No hay que apurarse. Hacer las cosas bien hechas, recoger bien las experiencias. No intentar dar grandes y espectaculares avances sobre base débil: hay que avanzar por este camino sobre base sólida.
Algunos se preguntarán en qué consistirán y algunos se ponen a especular qué formas, qué procedimientos. Hay algunos que no tienen a veces demasiado trabajo y les sobra el tiempo para estar fantaseando e inventando cosas.
Nosotros aspiramos a encontrar soluciones, ¡y las encontraremos! (APLAUSOS.)
Había también otras épocas en que había miles de estrategas de cómo hacer la Revolución. Y era una tarea difícil, pero había soluciones sin embargo. El problema era encontrar las fórmulas adecuadas, el problema era encontrar las fórmulas correctas.
La Revolución tiene tremendas fuerzas en las masas, y fuerzas conscientes. La Revolución es muy poderosa, más poderosa que nunca con esas fuerzas. Ahora bien, debemos conocer nuestros puntos débiles, debemos saber en qué sentido debemos avanzar y cómo debemos avanzar. Y les decíamos que no había ni fórmulas milagrosas ni fórmulas espectaculares.
(Se escucha el llanto de un niño.)
Tal vez ese chiquito esté llorando porque nosotros no hemos mencionado los círculos infantiles (APLAUSOS). Claro, y no le faltaría razón, puesto que uno de los problemas más críticos que tenemos con relación a la incorporación de las mujeres al trabajo está en los círculos, está en la escuela de seminternado —es decir, en los comedores escolares. Ahora mismo, en estas vacaciones, vemos las grandes contradicciones que se crean entre las vacaciones de los muchachos y las madres que se han incorporado a las tareas productivas. Estos problemas los hemos estado analizando también nosotros, y vienen a demostrar la complejidad de todo esto. No es solo el círculo, no es solo la escuela o el comedor obrero. Es que cuando eso está resuelto, es decir, después de resuelto el círculo, cuando se resuelve, viene el otro problema de la escuela. Después viene incluso el de las vacaciones, y que hay que organizar los planes vacacionales. Y así, es una cadena de cosas vinculadas unas con otras, y que se resuelven sencillamente con recursos, es con recursos. Y ese es uno de los milagros, prácticamente, que tenemos que hacer para ver cómo logramos crear esas condiciones tan indispensables para la incorporación al trabajo.
Pero en el momento en que el compañerito nos recordaba este problema de los círculos, nosotros esbozábamos algunas de las ideas, algunos de los principios, algunas de las cuestiones, y que pueden resumirse en cómo nosotros vamos creando y desarrollando las condiciones en virtud de las cuales las masas, a través de sus organizaciones, tengan cada vez una participación mayor en las decisiones a tomar con relación a sus problemas más vitales. Se puede resumir así. Y cómo nosotros llevamos este movimiento de masas hasta sus últimas posibilidades. Lo que tendremos que llevar a cabo sobre bases firmes y sólidas, bien estudiadas, bien meditadas y bien pensadas pero para nosotros está claro que, habiendo logrado ya la Revolución hacer esa enorme acumulación de fuerzas y de energías en el pueblo, es necesario encauzar estas energías hacia el campo de la lucha, hacia el campo de batalla frente a las dificultades que debemos vencer.
Y creemos que este aniversario, este ejemplo que ha dado la Federación de Mujeres Cubanas, nos brinda una clara idea. Y en realidad estos datos que ellas nos brindaron a nosotros, sería bueno que se divulgaran más. Ellas los han divulgado en la revista, que no tiene todavía —como en todo nos pasa— suficiente papel y suficiente número para toda la demanda. Debemos aprovechar nuestra prensa revolucionaria para divulgar el contenido del esfuerzo y del trabajo y de los avances que ha logrado esta organización, y las cuestiones en que está participando ya (APLAUSOS). Y que a nuestro juicio no es sino un esbozo de las posibilidades que tiene el desarrollo consecuente de las organizaciones de masas.
Por lo pronto, ahora tenemos que poner especial énfasis, en los próximos meses, en la cuestión del movimiento obrero, para poner el movimiento obrero a la altura de la federación de mujeres y de los CDR (APLAUSOS). Levantar y prestarles toda la atención que merecen las organizaciones campesinas (APLAUSOS). Continuar desarrollando y aun superando el esfuerzo de nuestras organizaciones juveniles, es decir, la Unión de Jóvenes Comunistas, y de las organizaciones estudiantiles (APLAUSOS). Porque también en nuestros jóvenes tenemos que ir desarrollando al máximo sus actividades, sin profesionalismo desde luego. Porque el problema fundamental que se nos presenta en la organización estudiantil es cómo desarrollar las organizaciones de base, y cómo incluso hacer sus congresos sin que nosotros tengamos que sacar a ningún joven —porque eso sería muy paradójico—, un joven de una secundaria o de una preuniversitaria, para hacerlo un cuadro militante profesional. Sería una paradoja, porque estaría en contradicción con el concepto de lo que es un centro de estudio. Por eso debemos buscar la forma en las organizaciones estudiantiles, de manera que bajo la dirección de la UJC —bajo la dirección de la UJC; no quiere decir la identificación, en ese caso, de UJC y de la organización—, bajo la dirección dé la UJC, se desarrollan al máximo también las organizaciones de masas, con su importantísimo contenido de trabajo, las organizaciones de masas estudiantiles también.
Hay que incluso hacer un importante trabajo entre los pioneros. Está todo el problema de la organización de las vacaciones. Es decir, contenido de trabajo de todo tipo tienen estas organizaciones de masas, que tienen que ver con cuestiones vitales para el pueblo.
Y nosotros creemos, realmente, que las posibilidades son extraordinarias. Y debemos marchar por ese camino como parte —decimos solo parte— de los trabajos a realizar en los próximos meses.
En el aparato administrativo del Estado es enorme el trabajo a realizar en todos los aspectos: en el aspecto organizativo, sobre todo en el aspecto político, en los métodos, en los procedimientos, y en el espíritu. Pero también, señores, las fórmulas de un proceso revolucionario nunca podrán ser fórmulas administrativas. Lo administrativo puede tener una eficiencia determinada, pero no puede rebasar más alla de ciertos niveles. No es lo mismo cuando se baja un hombre de arriba para resolver un problema relacionado con 15 000 ó 20 000 habitantes, a cuando los problemas de esos 15 000 habitantes, 20 000, determinados problemas que tienen que ver con aquella comunidad, se resuelven en virtud de las decisiones de personas emanadas de aquella colectividad, y cerca de donde están los problemas, ¡cerca de donde están los problemas! (APLAUSOS.)
De manera que no habrá fórmula administrativa capaz de resolver problemas que solo pueden tener soluciones de masas (APLAUSOS). Funcionarios, además, que pueden ser revocados cualquier hora del día y de la noche.
Recordamos nosotros, en una conversación con unos pescadores de Cienfuegos, que explicaban ellos su problema de que no llegaba el transporte hasta allí, que el hospital estaba lejos, que ellos realmente necesitaban allí un vehículo, pero un vehículo que realmente no fueran a pasear con él. Y nosotros les decíamos: "¿Y quién puede garantizar que si aquí se manda un vehículo, el que tenga la responsabilidad de ese vehículo no pasee con él? ¿Quién? ¿Quiénes son los únicos que podrían impedir eso? Ustedes. ¡Solo ustedes podrían impedir eso!" (APLAUSOS.) Y les sugería —que en ese momento no existía ni siquiera una ambulancia, por ejemplo, o que no existía un automóvil para poner allí, de los automóviles que van a llegar al país para las piqueras—, y decíamos nosotros: "Les vamos a mandar incluso un yipi. Pero se lo vamos a mandar a ustedes aquí. Ustedes después buscan dónde lo van a mantener, dónde lo van a reparar. Esto lo discuten con algún organismo a nivel —digamos— de la ciudad, de la administración de la ciudad. Ustedes nombran a un hombre, le reglamentan lo que tiene que hacer todos los días: dónde tiene que parquearse, para qué se va a usar y bajo qué condiciones; cómo, por ejemplo, llevar... Siempre en un barrio de esos hay cuatro o cinco muchachos que hay que llevar al médico todos los días, al hospital. Pero ese vehículo lo van a administrar ustedes y será responsabilidad de ustedes; ustedes se encargarán de que no se pasee en ese vehículo" (APLAUSOS).
A nosotros no nos quedaba ninguna duda de que el procedimiento administrativo a que perteneciera ese vehículo o lo fiscalizara o lo controlara una administración a nivel de ciudad, que tiene que ver con los problemas de 90 000 ó 100 000 personas, alguien pudiera garantizar un hombre tan perfecto, tan puntual, tan íntegro, tan cumplidor, que cuando se montara en aquel carro y tuviera la misión allí no le diera por querer estar paseando o escapándose en cualquier momento.
Esto no quiere decir qué tal pueda ser la organización de los vehículos. Hay muchos lugares en que hace falta una piquera. No quiere decir que la piquera tenga que estar... Ese es un caso que yo lo pongo como ejemplo. Me refiero a la idea esencial: que solo la masa aquella podría garantizar que aquel vehículo se usara de una manera correcta. Puede haber una piquera también y esa piquera pertenecer a una organización incluso de toda la ciudad; pero, ¿qué ocurre si allí no hay ninguna autoridad que vigile aquello?, ¿qué ocurre si la comunidad no está organizada en autoridad? Que cuando un maestro falte, enseguida tome conciencia del problema y en el acto tome medidas; que si alguien actúa mal en un centro de distribución inmediatamente tome conciencia del problema (APLAUSOS); que si alguien en cualquier sentido de todas las actividades no procede de manera correcta, ellos sean allí la autoridad, aunque eso pertenezca a una organización que puede ser de la ciudad, porque a su vez la ciudad sea una autoridad también constituida de la misma forma (APLAUSOS).
Claro está que hay instituciones que por su carácter no pueden depender solo de una comunidad pequeña: los abastecimientos, los que le llegan allí. ¿Pero cómo funciona aquella unidad sin la permanente vigilancia y los mecanismos para que las masas tomen la decisión? Y que, desde luego, si esas autoridades constituidas por las propias masas no proceden correctamente... No se trata, señores, de la famosísima "democracia representativa". No, ¡es la democracia proletaria! Porque si está constituida por representantes de organizaciones de masas y se reunieron los comités de donde son aquellos para nombrar un hombre allí, y se reunieron las mujeres, y se reunieron los obreros, y de repente aquel hombre no actúa conforme al mandato recibido, nosotros decimos que puede ser revocado de su mandato en cualquier momento, a cualquier hora del día o de la noche (APLAUSOS).
Es necesario convertir esa energía de la masa y esa fuerza de la masa en eficiencia. Imposible lograr esa eficiencia desde arriba: allí, a nivel de aquel punto, solo desde abajo se puede lograr esa eficiencia (APLAUSOS). Y esa es la idea, es el hilo que consecuentemente desarrollado puede tener las más grandes posibilidades a niveles de región, de ciudad, de provincia y de nación. Y son precisamente estos mecanismos adecuados para el funcionamiento de la democracia proletaria, para el encauzamiento de la energía de las masas. Y así nosotros estaremos preparando miles de hombres, decenas de miles de hombres, cientos de miles de personas irán pasando por esas escuelas de responsabilidades.
Nosotros tratábamos de calcular cuántos militantes, cuántos cuadros de tipo profesional, porque nosotros tenemos que luchar por reducir al mínimo los cuadros propiamente profesionales. Lógicamente, hay actividades que si no les dedica todo el tiempo una persona no puede resolverlas; algunas de esas actividades tienen que desarrollarlas personas que estén todo el tiempo en eso, muchas otras no. Pero si unos cuantos miles de cuadros trabajando de manera eficiente sirven para encauzar estas energías y llevarlas hasta el máximo de posibilidades, será el mejor trabajo, será la mejor tarea a la que un ciudadano de este país pueda consagrar sus energías.
De manera, repetimos, que la Revolución entra en una nueva fase, mucho más seria, mucho más profunda, en que tiene muchos más recursos de experiencia, en que se ha de enfrentar a los problemas que también son cada vez más complejos, con métodos nuevos, con la experiencia acumulada y sobre todo con la energía acumulada en estos años, en el campo donde nosotros podemos cambiar las condiciones, que es en el factor subjetivo, en el factor humano. Repito que los factores objetivos existen ahí, esos no pertenecen a nuestra esfera de la actividad, nosotros esos factores objetivos podemos cambiarlos, pero no simplemente con la voluntad. Es decir, algunos pueden ser cambiados, los problemas naturales como la sequía o el clima pueden ser modificados con las presas; los problemas actuales que nosotros tenemos de una baja productividad pueden ser modificados con técnicas nuevas, con máquinas nuevas, que se desarrollen. Hay algunos de los factores objetivos que pueden ser cambiados y deben ser cambiados, pero solo el hombre puede cambiar esos factores; solo el hombre puede alterar esas condiciones. Y por eso es en el hombre donde nosotros podemos y debemos hacer nuestro mayor esfuerzo.
Entre las tareas de la Revolución señalábamos no solo la actividad económica principal de donde nosotros debemos sacar nuestros recursos, como era el azúcar. Decíamos que además de todo eso teníamos que defender al país como cuestión vital. Nosotros empleamos grandes recursos en la defensa del país, y no nos queda otra alternativa que hacerlo. También participan los combatientes de las fuerzas armadas y del MININT en la producción, desde luego; y en esta zafra participaron de manera destacada. Pero nosotros tampoco podemos estar siempre desguarneciéndonos, porque también eso tiene sus peligros. Lógicamente, tendrán que seguir participando en las producciones.
Nosotros vamos hacia el desarrollo de una política de cuadros cada vez mejor preparados y al desarrollo de la forma mediante la cual integramos las masas del pueblo en caso de guerra, bajo la dirección de eficientes cuadros militares.
En días atrás las fuerzas armadas graduaron 1 500 nuevos oficiales (APLAUSOS). Magnífica y formidable inyección de personal altamente capacitado en nuestras fuerzas armadas. Nosotros tenemos que ir desarrollando una política de cuadros también, para poder ir reduciendo la masa de combatientes permanentes mediante el mismo principio de la eficiencia en la dirección, a la vez que desarrollamos todos los mecanismos adecuados para la participación de todo el pueblo en el combate en caso de agresión.
¿Es que podemos descuidar la defensa del país? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!")
¡No podemos descuidarla!
A título de ilustración nosotros traemos un cable aquí publicado en agosto 17. Es procedente de Nueva York. Posiblemente lo han leído. Este yo no lo he visto publicado en los periódicos, aunque a lo mejor yo no he leído bien los periódicos. Pero sea como sea, lo traigo aquí.
Ustedes saben cómo funcionan las cosas en Estados Unidos. Hacen todas las barbaridades que les parece. Ustedes recuerdan, cuando lo de Girón, cómo pintaron los aviones con las insignias cubanas, al amanecer bombardearon, aterrizaron en Miami.
E inmediatamente la versión, una versión para casi 200 millones de americanos que eran en aquella época y para el mundo: "Aviones de la fuerza aérea se levantaron, bombardearon y aterrizaron en Miami." Se lo dijeron al pueblo americano y al mundo. Además, lo dijeron allá en las Naciones Unidas —Stevenson—: "Aviones de la Fuerza Aérea Cubana se sublevaron, bombardearon y aterrizaron en Miami." Después toda la historia se sabe. Después llegan, los archivos...
Claro, hay algunas cosas, por ejemplo cosas relacionadas con el asesinato de Kennedy. ¡Creo que al cabo de 100 años es que van a publicar ese expediente! (RISAS.) ¡Qué cosas habrá ahí! ¡Qué cosas! De eso sí que no dicen ni una onza de verdad jamás a nadie. Pero siempre al fin y al cabo, por una razón o por otra, se sabe.
Ahora fundaron una biblioteca "Kennedy". Y allí: libros y cosas... Y también relatos de personalidades que tuvieron relaciones con él, senadores... Y este cable precisamente trae algunas de las cosas narradas por un senador de los más allegados a Kennedy, y que conoció algunos secretos de la administración norteamericana.
Si nosotros hubiésemos dicho algunas de estas cosas, habrían pensado que era propaganda, que era invento —como lo han dicho tantas veces los desvergonzados, cuando nosotros nos movilizábamos a cada rato, cuando nosotros teníamos que andar tomando medidas, conociendo al enemigo. Y estos hechos vienen a darnos toda la razón.
El cable dice así:
"El presidente de Estados Unidos John F. Kennedy examinó la posibilidad de ordenar el asesinato del Primer Ministro cubano Fidel Castro antes del fallido intento de desembarco en Cuba en 1961.
"Así lo publica hoy el diario New York Times citando declaraciones de George Smather"... Este Smather se escribe: ese, eme, a, te, hache, e, ere. Se puede escribir también:
S... mather. Es decir, su título casi dice quién es este señor (RISAS).
Dice: "Así lo publica hoy el diario New York Times citando declaraciones de George Smather, que en la época de Kennedy cubría el cargo de senador por la Florida.
"El New York Times afirma que una transcripción de esas declaraciones se encuentra en la 'John Kennedy Memorial'..." Lo voy a pronunciar en español: "'John Kennedy Memorial Library'." Carlos, ¿tú sabes inglés? ¿Carlos no está por ahí? (RISAS.) Es biblioteca esto, ¿no? (RISAS.) Esto quiere decir biblioteca. Es la biblioteca... Bueno, ¿completo qué quiere decir? ( RISAS.
(El compañero Carlos Rafael Rodríguez le responde)
Correcto: buen traductor (RISAS).
Dice: "... en la 'Biblioteca en Memoria de John F. Kennedy' que en estos días fue puesta a disposición de los estudios.
"Según estos documentos, Kennedy tenía la convicción de que Castro podía ser asesinado pero abrigaba dudas sobre el hecho de que la muerte del líder habría causado la caída de su régimen en Cuba.
"El único problema que se planteaba el presidente —afirma Smather en sus declaraciones— eran las reacciones que habría suscitado la muerte de Castro en los países de América Latina.
"Sustancialmente, según el New York Times, Kennedy no era 'favorable a un atentado contra la vida de Castro, sobre todo en caso de que la responsabilidad pudiera adosarse a Estados Unidos'."
Otro cable.
"Nueva York, agosto 17 (AP)" Es AP (EXCLAMACIONES). "Durante la campaña presidencial de 1968 y después de su elección..." Se equivocó: no fue en 1968, es decir, aquí el año está mal puesto. "...y después de su elección, el presidente..." Debía haber dicho 1960: fue la campaña de 1960. "...el presidente John F. Kennedy discutió frecuentemente con el senador George A. Smather las formas en que se podría derrocar al primer ministro cubano Fidel Castro, 'incluyendo un posible atentado contra su vida' según informó hoy el diario New York Times.
"Entre los documentos en la biblioteca ‘John F. Kennedy’ que se acaba de inaugurar en Waltham, Massachussetts, hay uno del senador demócrata por Florida en que dice que Kennedy finalmente se impacientó tanto con sus consejos que un día rompió un plato al exclamar 'dejemos de hablar de este tema'.
"Con respecto al posible asesinato, el diario cita la siguiente conversación 'muy cortada por la censura'" —el diario cita la siguiente conversación "muy cortada por la censura"— "entre Kennedy y Smather el 31 de marzo de 1960:
Y dice así: "'No sé si él lo mencionó primero o si yo lo mencioné primero. Seguimos hablando del asesinato de Fidel Castro, cuál sería la reacción, cómo reaccionaría la gente, si la gente quedaría satisfecha'.
"'Pero la cuestión era si lograría o no lo que él quería —prosigue el senador— si la reacción en toda Sudamérica sería buena o mala'."
Yo creo que ustedes pueden juzgar los criterios morales de estos personajes.
"Smather, que se ha retirado por razones de salud, relata además según el Times" —vean esto más grave todavía, más grave— "relata además según el 'Times': 'Hablé con él sobre un plan para realizar un ataque falso contra la Base Naval de Guantánamo que nos daría la excusa para fomentar una lucha que luego nos daría un pretexto para entrar y realizar la tarea'.
"Smather añadió: 'Me pidió que le escribiera algo sobre el tema. Y me parece que lo hice, no sé si él guardaba los memorandums que yo le escribía o si los tiraba simplemente'.
"La referencia a las conspiraciones contra Castro está contenida en una transcripción de 165 páginas de una serie de entrevistas con Smather, que frecuentemente acompañaba a Kennedy a la Florida, dice el Times."
Ustedes recordarán a veces incluso después, cómo a veces hacían disparos desde la frontera y nosotros actuábamos con suma cautela. Yo comprendía, y todos los demás compañeros comprendíamos que la indignación del pueblo era muy grande contra todo aquello, que resulta muy difícil estar aguantando a que tiren, que nos hieran a uno hoy, maten mañana a otro, todas esas cosas. Después venían con el cinismo de decir que no, que era falso todo eso. Y nosotros incluso tomamos medidas, porque siempre veíamos el peligro de que tomaran esa base como una provocación para una agresión al país.
Hoy se habla aquí con la mayor naturalidad del mundo de cómo un alto asesor del Presidente de ese país, a quien tienen incluso por uno de los ... Algunos hasta lo creen bueno —no nosotros, desde luego, eso es tonto— pero lo toman hasta como una figura, y discutían, al parecer muchas veces, acerca de las consecuencias, no del problema moral, no del problema legal de un crimen, sino si lograban el objetivo o no, si habría reacción o no, si le echaban la culpa o no a Estados Unidos. Y lo más grave todavía: el cinismo, la desvergüenza con que este señor confiesa que discutían las posibilidades de organizar un falso ataque a la base de Guantánamo para justificar una agresión contra Cuba.
Si nosotros hubiéramos dicho que ese peligro existía, si hubiéramos declarado eso, habrían alegado y habrían enseguida dicho que esas eran fantasías, mentiras, invenciones para justificar tener un ejército grande, tener al pueblo armado.
Señores, y si estas cosas concebía Kennedy, si estas cosas conversaba Kennedy y todas estas cosas planeaba Kennedy, ¿de qué no sería capaz Johnson, señores? ¿Y de qué no será capaz Nixon? ¿De qué no será capaz Nixon? Señores: yo les puedo asegurar que Kennedy era un inescrupuloso, pero Nixon es más inescrupuloso que Kennedy.
Todo el mundo recuerda cómo él, en una polémica con ese mismo Kennedy, cuando le preguntó a Kennedy qué pensaba hacer con relación a Cuba y entonces el otro dijo que organizar los exilados, entonces él declaró: "No" —esto es públicamente—, "porque eso viola la Organización de las Naciones Unidas, las leyes internacionales." Y cuando decía eso, estaba ya hacía rato preparada, con la participación suya, la invasión de mercenarios de 1961.
Ese es el cinismo, la ausencia total de moral, de escrúpulos, de los gobernantes del imperio yanki, que así han estado con esas fechorías escribiendo la historia de Estados Unidos en los últimos tiempos; con todos esos episodios misteriosos que todavía ni se sabe, como el famosísimo episodio del Maine, en que todavía nadie es capaz de decir qué pasó realmente.
Valdría la pena preguntarles, frente a estas confesiones, a los que han estado alegando, tratando de darles fundamentos morales a las criminales agresiones contra nuestro país, al bloqueo contra nuestro país, a los acuerdos de ese prostíbulo que es la OEA, a los acuerdos de esa institución grosera y despreciable a la cual —una vez más lo repetimos, y con nosotros, estamos seguros, lo repite todo el pueblo— no perteneceremos jamás (APLAUSOS).
Y ahí lo tienen... Claro que los imperialistas son muchos, tienen muchos recursos. Si en este país hubiera ocurrido una cosa semejante, si en este país alguien pudiera decir con fundamento que se estuvo preparando un atentado contra la vida del Presidente de Estados Unidos, si en este país se pudieran decir cosas semejantes, si alguien al cabo de los años lo publicara, en el mundo habría un colosal escándalo, un descomunal escándalo: todas las revistas, toda la televisión, todos los periódicos horrorizados: la barbarie, la barbarie de los comunistas desalmados que planearon el asesinato del Presidente de Estados Unidos.
¡Ah!, esos procedimientos no los usamos los revolucionarios, esos métodos no los usamos los revolucionarios. Sin embargo, ellos concibieron y planearon todo eso; siguen concibiendo y planeando fechorías. Y cuando uno de los autores, todavía en vida, lo confiesa, el asunto carece de importancia: ¡Una gracia prácticamente!
¿Qué dicen de esto los revolucionarios? ¿Qué dice de esto la prensa reaccionaria e imperialista del continente? ¿Qué dicen los voceros imperialistas de estos hechos? ¿Qué dicen? ¿Qué opinan? ¡Esto es muy moral, es muy justo, es muy legal, no tiene ninguna trascendencia! Y así son las normas por las cuales se rigen los imperialistas.
Pero estos hechos nos recuerdan, nos llevan a las realidades, nos demuestran cómo nosotros tenemos que hacer cualquier cosa menos descuidar nuestra preparación, nuestras defensas, nuestras medidas frente al imperialismo. El cinismo con que estos imperialistas dicen que para cesar sus bloqueos contra Cuba es necesario que Cuba rompa sus vínculos con el campo socialista y sus vínculos militares con la Unión Soviética.
¡Ni que fuéramos tan idiotas! ¡Ni que fuéramos tan torpes! Y no solo por una cuestión de principio, ¿no?, de principio, porque esa es la fórmula del imperialismo: peléate con tus amigos para hacerte amigo de tus enemigos. ¡De ninguna manera! ¡Ningún tipo de vínculos!
Y repetimos una vez más: Lejos de romper vínculos con la Unión Soviética de tipo militar, nuestra disposición es, si es posible, establecer más vínculos de tipo militar con la Unión Soviética (APLAUSOS).
La Unión Soviética nos ha abastecido de nuestros armamentos fundamentales. porque, señores, o mejor dicho en este caso señoras, si nosotros, además de todos los esfuerzos que tenemos que hacer hubiéramos tenido que pagar todas esas armas, si hubiéramos tenido que pagar además todas esas armas...
Por eso, como decíamos nosotros en el aniversario de Lenin, con toda razón, el valor que nosotros le habíamos dado, la importancia trascendental que tenía para nosotros la existencia de la Unión Soviética, cuando un país pequeño como el nuestro tuvo que enfrentarse a semejantes criminales; un país pequeñito como el nuestro luchando contra sus problemas, que eran muy grandes, porque se habían acumulado durante muchos años, tenía que enfrentarse contra semejante pandilla de criminales, porque querían seguir siendo dueños de nuestras tierras, de nuestras minas, querían seguir explotando nuestro trabajo. ¿Qué posibilidades habría tenido nuestro país desarmado?
Por eso, y como no nos interesa en ningún sentido el mejoramiento de las relaciones con los imperialistas mientras tengamos en ese país un gobierno de gendarmes y de agresores y de criminales, nuestra política está clara: ¡La defensa sí que no se toca ni se tocará! ¡Y nuestros vínculos con la Unión Soviética ni se tocan ni se tocarán! ¡Y si pueden fortalecerse, se fortalecerán! (APLAUSOS.)
He aprovechado esta ocasión para tratar este tema antes de que se ponga demasiado viejo, aunque desde luego aparecerán siempre nuevas cosas y fechorías; porque ahora los imperialistas andan cabeceando, andan haciendo planes con sus satélites de Centroamérica, con Nicaragua, Costa Rica, donde está el famosísimo aquel "Pepe Cachucha" —ustedes lo recuerdan—, aquel señor que se paró en una tribuna —¿se acuerdan?— a dar lecciones de revolución, y hubo que callarle la boca. Y ese señor, furibundo, se une con la gusanera y se nota claro todo el movimiento imperialista con esos países.
Claro, nosotros repetimos, ¡repetimos!, que nadie se crea con derecho a estar organizando expediciones dentro de su territorio contra nuestro país, porque nos sentiremos con el derecho, en la medida en que esté al alcance de nuestras manos, de llevar la guerra al territorio del país que se preste para organizar invasiones contra nosotros (APLAUSOS).
Nuestras armas como ustedes saben son eminentemente defensivas, como ustedes saben nuestras armas son eminentemente defensivas, desgraciadamente. Estoy seguro de que si nosotros tuviéramos escuadrillas de bombarderos, estos señores no andarían con tanta desfachatez y tanto cinismo organizando expediciones contra nosotros, porque les podemos hacer polvo las expediciones o les podríamos hacer polvo las expediciones y a ellos mismos; les podríamos, decía.
El hecho de que nosotros no tengamos escuadrillas de bombarderos... Pero aquí hay cosas. No hay bombarderos, pero hay otras cosas. Quiero decir: ¡Aquí hay valor y aquí hay gente con valor y hay gente dispuesta a realizar cualquier misión en cualquier terreno! (APLAUSOS.)
Es decir, pueden faltarnos algunas armas ofensivas, pero tenemos hombres ofensivos (APLAUSOS). Y que sepan los lacayos que a ninguno nada les da ningún derecho a hacer organizaciones de guerras de agresión contra nuestro país, que lo sepan los lacayos imperialistas y que se atengan a las consecuencias que sean de sus actos.
Yo creo que es mejor que se aclaren las reglas del juego y que se sepa esta política y que lo sepa nuestro pueblo y que lo sepan nuestros enemigos: que no nos sentimos con obligación de ningún respeto hacia los gobiernos que organicen bases de agresión contra Cuba (APLAUSOS). Así que eso queda bien claro, para que se sepa, porque andan con el jueguito y con el relajito otra vez, organizando sus planes desde allá.
Yo creo que las reglas están bien claras.
Como por lo demás miedo no tenemos, el miedo este pueblo no lo conoce, ni se acuerda de él, ni sabe qué demonios quiere decir (APLAUSOS); como por lo demás en este país hay valor más que suficiente, hay razón, hay moral, hay dignidad (APLAUSOS), entonces ya que a nadie le extrañe las medidas que nosotros tomemos si llegado el caso nos vemos en la necesidad de tomarlas.
Somos tan francos que decimos que nuestros medios son limitados en armas para eso. Pero también con la misma franqueza decimos que no es limitado en hombres, ¡no es limitado en hombres! (APLAUSOS.)
Por lo demás, hechas estas importantes aclaraciones, solo me resta, en nombre de todos los compañeros de la dirección de nuestro Partido, expresarles a las compañeras de la dirección de la Federación, a las compañeras federadas, a las compañeras que se han ganado ese sello honroso de los 10 años de trabajo ejemplar en la organización (APLAUSOS) y que han creado esta formidable organización de masas, expresarles nuestra satisfacción por el trabajo realizado y expresarles nuestro reconocimiento y nuestra más fraternal y sincera felicitación.
Nos volveremos a ver. Y a muchas de ustedes les digo como les decía a algunas de las compañeras: compañera, tengo esperanzas de ponerle también el sello de los 20 años.
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos! (APLAUSOS.)
En esto del sello de los 20 años, me faltaría nada más que una pequeña aclaración: que lo que quise decir era la exhortación a ella y la seguridad de que se ganaría el sello de los 20 años. Acerca de quien se lo ponga, no importa. Puedo ser yo, pero no es indispensable; puede ser otro también.
Cuando decía de la esperanza, no me refería a la mía, ¿comprenden?, sino a la de la compañera.
Otra vez: ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos! (APLAUSOS.)
Una cuestión yo diría no de justicia, sino una cosa para nosotros también muy satisfactoria, y es que están aquí con nosotros, en la presidencia de este acto también, las compañeras enfermeras que integraron las brigadas médicas que fueron a Perú.
(OVACION)