DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ HACIENDO LA CLAUSURA DE LA PRIMERA PLENARIA NACIONAL DEL DAP, EFECTUADA EN EL TEATRO DE LA CTC, EL 19 DE MARZO DE 1972
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Compañeros:
Como ustedes ven, en esta Plenaria hemos tenido de todo: pelota, discursos políticos, análisis y discusiones sobre cuestiones de la construcción; hemos tenido hasta polémicas, críticas: les hemos llamado "cabeciduros" a algunos compañeros (RISAS). Nadie lo tome en ánimo ni de herir ni de rebajar, ni mucho menos, a compañeros que nosotros apreciamos mucho, ni mucho menos a quitarles la moral y la autoridad que nosotros sabemos que se necesita en este trabajo. Hemos simplemente hablado con franqueza, con toda franqueza, cuando hemos dado opiniones. Nos ha dolido tener que hacer críticas, tener que decir cosas. Pero, de todas maneras, nos debe consolar la idea de que no hay avance sin lucha, no hay mejora sin lucha y sin crítica y sin discusiones; no hay partos sin dolores. Y nosotros queremos que, al menos, de esta asamblea salgan cosas buenas, cosas útiles para todos, salgamos todos con un mejor espíritu de trabajo. No podíamos ahorrarnos los dolores de las críticas.
Algunos compañeros, como el compañero Dorticós —nos referimos, por supuesto, al ingeniero Dorticós, no al doctor Dorticós (APLAUSOS)... Yo le decía en broma al compañero Presidente hace unos días: cualquier día van a llegar a decir aquí que yo estoy hablando mal de ti, y que estoy haciéndote críticas y todo, porque dondequiera que llego digo: este Dorticós, y mira este Dorticós que me dijo esto y me dijo lo otro. Y resulta que es el ingeniero Dorticós (RISAS), a quien no hay ninguna razón especial para censurar ni anatematizar ni mucho menos. El compañero Dorticós es un ingeniero capaz, bien preparado, trabajador; nosotros lo conocimos cuando íbamos por algunos planes y nos encontrábamos allá un individuo haciendo mapas y haciendo cosas, un domingo por el mediodía, y por la tarde, y por la noche, y a cualquier hora. ¡Vivía en eso, y siempre trabajando! Pero, lógicamente, vuelvo a decir que no hay parto sin dolor, y no sale un buen funcionario sin los dolores de los golpes, las experiencias y los encuentros estos.
De manera que nosotros a esos compañeros con los cuales hemos sido, en cierto momento, críticos, agrios, lo hacemos pensando en la necesidad, en la justeza y en la conveniencia de que seamos francos, que llamemos a las cosas por su nombre, que señalemos los errores, las imprevisiones, todas esas cosas, porque es el único camino de aprender.
Todos en la vida hemos tenido que aprender en los reveses, en los golpes, en la adversidad. La propia guerra la tuvimos que aprender a hacer también sufriendo y aprendiendo en la adversidad y en los reveses. Y así también esta lucha, que es más dura que una guerra, que es una guerra de la más compleja y de la más difícil, tendremos que aprender a base de las críticas.
Muchos de los compañeros que están aquí, o algunos compañeros de los que están aquí, estuvieron también en la guerra, en las guerrillas; muchas veces a esos compañeros es a los que yo más duro critico. Muchas veces la crítica está en dependencia de la misma confianza que se tiene en los compañeros. Y, además, porque también era así en los años de la guerra, en que cuando se cometían errores tenía que exigírseles responsabilidades, criticarse muy duramente la menor falta. Y eso nos fue enseñando a todos a encontrarles soluciones a los problemas.
De manera que quiero aclarar esto respecto a las críticas que se hayan hecho, o cualquier cosa que se señale, porque hay algunos puntos en que es preciso insistir, porque a nuestro juicio tienen una importancia decisiva. Pero que todas estas críticas y señalamientos han estado inspirados en un propósito realmente constructivo y creador.
Durante el transcurso de la Plenaria se han discutido muchos problemas, y nosotros hemos intervenido muchas veces, hemos estado exponiendo muchas ideas respecto a las cuestiones, a los problemas de la construcción, a las soluciones, a las experiencias que, desde luego, no es necesario repetir aquí.
Tenemos que el trabajo se dividió en varias ramas, empezando por las cuestiones de hidráulica. Se vio claro aquí que hemos adelantado. Hace dos años teníamos una situación crítica en la cuestión de las construcciones de presas.
Estaba la zafra de 1970 por el medio. Recordamos que incluso en aquel año de 1970 fue necesario, ante los problemas industriales, los bajos rendimientos del azúcar, las eventualidades de una zafra, de la terminación de la zafra en los meses de mayo y junio con lluvia, y manteniendo hasta el final el propósito de alcanzar las metas, fue imprescindible dedicar prácticamente todos los medios de construcción que tenía el país a la construcción de caminos. Y si exceptuamos la brigada de presas de Oriente —creo que también Pinar del Río; Isla de Pinos, por supuesto, que no tenía caña—, todas las demás brigadas de presas se dedicaron a la construcción de caminos; no solo todas las que existían del DAP, sino todas las de presas. Se paralizaron todas las presas de Oriente, y las cuatro brigadas de presas fueron a hacer caminos para la zafra; se paralizaron las brigadas de presas de Las Villas, y las brigadas de presas de Las Villas fueron a hacer caminos para la zafra; las brigadas de caminos de la Habana casi todas marcharon a Oriente en 1970, en la región norte, a construir caminos. Todo aquello creó un enorme movimiento, creó un remedialismo colosal. Nosotros decíamos: hay que luchar contra el remedialismo, porque el remedialismo desorganiza, constantemente para las obras, desmoraliza a los obreros.
Nosotros creemos que el remedialismo nos llevó a tener que hacer en 1970 un remedialismo universal para afrontar aquella tarea y tratar de hacer muchos kilómetros de caminos que, como consecuencia de un trabajo ineficiente, no se habían hecho para el año 1970.
Al terminar aquella zafra teníamos los problemas múltiples que ustedes conocen, de todo tipo: en la industria y en las construcciones. Pero sobre todo en el DAP se había creado un verdadero caos. En la actividad de las presas había que empezar de nuevo a organizar todo aquello, a volver a restablecer los frentes, a volver a continuar las obras, a iniciar nuevas obras. En algunas regiones se comenzó más rápidamente.
Nadie piense que yo sea un caprichoso defensor de la provincia de Las Villas. Nosotros no tenemos por qué ser defensores ni críticos de ninguna provincia en particular. Nosotros sí tenemos el deber de referir y señalar dónde hay un buen trabajo, dónde el trabajo ha sido más eficiente, dónde el trabajo, a nuestro juicio, se ha hecho si no óptimo, sí por lo menos mejor que en los demás lugares y digno de tomarse en cuenta.
Nosotros recordamos que la provincia que más rápidamente pudo restablecer el trabajo en las presas fue la provincia de Las Villas. La provincia de Las Villas, en materia de caminos, empezó muy mal. Era la peor. Allá por el año 1967, 1968, 1969. En presas, empezó mejor. Fueron construyendo la presa Minerva, y después la presa Lebrije. Y con relativamente pocos equipos construyeron y terminaron la presa de Lebrije, de Minerva y Lebrije.
En Lebrije, en 1969, se creó una crisis. Confiaron un poco en las cifras históricas de lluvia, levantaron la cortina, y en el mes de julio cayeron tales aguaceros que en unos días aquella presa cogió 50, 60, 70... Iba para arriba, y no paraba de llover. Por el desagüe de fondo no cabía más que una cantidad de agua limitada, y aquello amenazaba con llegar al borde de la cortina. Los vecinos del central Uruguay, Jatibonico, el Partido, las organizaciones de masa, todo el mundo estaba con un teléfono en la mano preguntando por dónde iba la cortina. Y ya estaba a cinco metros y ya estaba a cuatro y ya estaba a tres, y creo que llegó a estar a dos o a uno ya. Y los buldóceres de madrugada, en medio de un fango infernal, abriendo un vertedor provisional.
Me acuerdo que nosotros llegamos a aquel sitio una madrugada, en medio de las lluvias y en medio del fango, y vimos allí cientos de hombres haciendo algo increíble: transportando sacos de arena y poniéndolos encima de la cortina, para elevar la cortina aquella y ganar tiempo: un metro más, dos metros más, haciendo un trabajo sobrehumano. De manera que aquellos hombres vieron incluso en peligro la obra que estaban haciendo. Ellos y todos los vecinos de los alrededores. Así se fue creando el espíritu, y se crearon las dos brigadas, que fueron la "Antonio Maceo" y la "Máximo Gómez". La "Antonio Maceo" para construir la presa de Alacranes, que ya sería de 360 millones, y la "Máximo Gómez", la presa del Zaza de 1 000 millones, 1 020 ó 1 030 millones de metros cúbicos de agua.
Las primeras brigadas que se restablecieron a sus trabajos, con organización y eficiencia, fueron las brigadas de presa de Las Villas.
También realizaron un buen trabajo en la provincia de Oriente las brigadas de camino de La Habana. Salieron, trabajaron, regresaron, y en agosto ya estaban trabajando aquí en su frente. Yo he dicho que las brigadas de La Habana no son una maravilla, que las de Las Villas, de camino, trabajan mejor. Pero aun dentro de estas apreciaciones, debo decir que ellos han cumplido importantes misiones. Esa vez lo hicieron así, y después se restablecieron en sus puestos de trabajo. No han trabajado con extraordinaria eficiencia, pero han trabajado sistemáticamente y han ido avanzando. Y efectivamente, están llenando la provincia de caminos.
En general, en las demás provincias el caos duró más tiempo. En Oriente, después de terminada la zafra, los compañeros de Oriente, a mi juicio, erróneamente, reunieron todos los equipos en aquella zona de Holguín, tomaron medidas de uniformar el equipo que, a nuestro juicio, eran un poco idealistas. Porque no hay nada peor que quitarle a alguien el equipo que está acostumbrado a usar y sustituirlo por otro. Algunos tenían un cargador de estera, un TP-6, y le dieron un T-157, uno tenía un TP-8 y le dieron otro, uno tenía un MAZ y le dieron un ZIL. Hubo un cambio total en ese intento idealista de unificar los equipos.
Nosotros al compañero Laite le explicamos nuestro punto de vista. La idea en sí de unificar es buena, uniformar los equipos es bueno. Nosotros, siempre que podemos, lo hacemos. Pero por norma nunca cambiamos y le damos un equipo de este al otro. Nunca le cambiamos el equipo a la brigada. En primer lugar, porque la brigada es responsable de los equipos que tiene. Si los trató bien, bien; si los trató mal, que ella asuma las responsabilidades y las consecuencias. Nosotros creemos que debe existir el principio de que una brigada recibe sus equipos y sabe que con esos equipos tiene que morir, que los tiene que cuidar, que los tiene que guardar, que los tiene que mantener.
A nosotros nos gusta mas el procedimiento que utilizamos allí con aquella brigada que está trabajando en Juraguá, que, además, fue muy alentador ver que fue el primer lugar en Las Villas durante dos meses consecutivos. No es brigada de equipos nuevos, no es brigada de Fiat, de Pegaso, de grandes máquinas: es una modesta brigadita que tenía camiones que eran muy débiles en la construcción —un grupito de camiones—, que no tenía cargadores de goma, sino los T-157, buldóceres viejos, y que sí recibió un refuerzo de cinco camiones ZIL-130.
Ha sido muy alentador ver cómo una brigada de equipos viejos, de equipos que no son los más famosos, los más prestigiosos, de los de más productividad, es la brigada número uno de Las Villas.
Nosotros partimos de este principio: que una vieja brigada no debe ser nunca disuelta, porque ya es una organización, ya es un espíritu, ya es una comunidad, ya es un grupo de hombres que se conocen. A una vieja brigada no se le deben quitar los equipos viejos y darle nuevos, pana venir a darle a otra los equipos viejos. Cuando la brigada existe, aunque tenga equipos viejos, aunque esté pobre de medios, ya existe como tal brigada y puede ser reforzada, se le puede dar uno o dos camiones, cinco camiones, algún equipo pesado, algunos medios. Es importante preservar las brigadas y no disolver nunca las brigadas.
En Camagüey los compañeros también hicieron su cementerio de equipos. Los reunieron todos allí, y creo que aquello fue por la Laguna, o no sé qué, era un lugar famoso: Güirabo, y Laguna de qué... Una laguna por allá. Robertico no quiere decir nada. La Laguna. Allá reunió todo. Y en Camagüey había 20 brigadas de camino, y cuando reorganizaron todo quedaban 16. Yo dije: no; tienen que reconstituirlas todas, las 21 brigadas que había. Y allá se dieron a la tarea de buscar cacharros viejos, el T-157 por aquí, el buldócer por acá, todo eso. Y constituyeron otra vez las 21 brigadas. En un momento dado se le pudo dar algún equipo, u otra cosa.
En Oriente no podemos decir realmente que ellos disminuyeron el número de brigadas. Ellos, incluso, las aumentaron, reuniendo algunos equipos, algunas cosas. Es verdad que algunas de las brigadas eran fantasma, porque el equipo estaba en muy malas condiciones técnicas.
En Oriente ellos agarraron los equipos de la presa El Mate. En materia de presas hicieron un gran esfuerzo, tratando de reunir todos aquellos medios: mototraíllas por aquí, cargadores por allá, grúas por acá, para hacer cuatro brigadas de presa.
Es cierto que en toda esa reunión universal y reasignación de recursos por aquí y por allá, algunas brigadas de hecho desaparecieron, como la que estaba haciendo la carretera Palma-Barajagua, esa famosa carretera Palma-Barajagua.
Hay dos carreteras aquí que constituyen la vergüenza de la Revolución, o constituían, que a mí me hacían recordar la época de Grau San Martín y esa época, en que se empezaba una obra y no se terminaba nunca, ¡nunca! Me acuerdo de la carreterita Mayarí-Cueto. ¡Cuántas veces pasé yo por ahí! Un día se terminó.
Pero a nosotros nos quedaron dos obras que nunca se terminaban: Palma-Barajagua y Mayarí-Moa. Me acuerdo que antes del "Flora" se había hecho el primer esfuerzo en construir carreteras en Oriente también, entre Palma y Barajagua, esta de Tunas a Bayamo, que ahorraba esa enorme vuelta. Esa carretera se pagaba en meses nada más que de goma, gasolina y motorrecursos. Bueno, esa vivió su odisea grande, terrible. Pero, ¿por qué no se terminaba nunca? Por el remedialismo. Surgió un lío aquí: vengan todos los camiones de Palma-Barajagua para allá. Surgió el otro: para allá. Surgió el otro: para allá. La zafra de caña: saca todos los equipos para allá. La zafra de café: saca todos los equipos para allá. Lo mismo pasaba con la carreterita del sur de Oriente, similar, aunque esa no estaba tan priorizada. Eso pasaba con Palma-Barajagua, Tunas-Bayamo y Mayarí-Moa. El último remedialismo con esa brigada de Palma-Barajagua fue una solicitud de que fuera a apoyar Leonero —si mal no recuerdo creo que fue en 1969. Salió para allá, y de ahí no volvió. ¡Se la tragó la tierra! En una de esas reorganizaciones por allá, las cuatro grandes brigadas de presas, los Berliet fueron a parar a un lado, los buldóceres a otro, las mototraíllas a otro; y la brigada desapareció. ¡Desapareció la fuerza y la brigada que estaba haciendo la carretera Palma-Barajagua! Y nosotros nos decíamos: pero, ¿vamos a estar toda la vida condenados a ver ese monumento de la ineficiencia? ¿Qué pensarán esos vecinos de la Revolución? ¿Esos que vieron que un día llegaron buldóceres desbrozando, trabajando, y empezaron dicen que a hacer una carretera por allí? Y se han pasado 10 años viendo aquella obra que empezaba y se paraba, empezaba y se paraba. Yo me decía: si yo fuera vecino de por aquí y viera esto, decía: ¡Qué clase de revolución es esta y qué clase de locos son estos y qué clase de desbaratados y de desorganizados son estos! Porque aquella obra era para matarle a un vecino de allí, digamos, la confianza en la Revolución. Y vi que por fin en 1970 la obra no estaba terminada, sino que la brigada había desaparecido. Se violaba el principio de la desaparición de una fuerza.
Nosotros entendemos que el compañero Laite es un compañero inteligente, es un compañero entusiasta, es un compañero capaz, desde luego; y si no, él mismo habrá convenido también en que aquel movimiento fue un error, sobre todo el movimiento de unificación, que creó muchas irritaciones y muchos problemas. Los principios de organización que él quiso aplicar eran correctos como principios: uniformar equipos, unir por aquí, unir por allá; pero en la realidad eran impracticables, e iban a traer más inconvenientes que beneficios. Yo creo que ese fenómeno afectó bastante el trabajo de la provincia de Oriente en la reconstrucción de sus brigadas de presas después de 1970. Luego, también muchos de esos equipos —hay que decirlo— habían trabajado en El Mate y estaban en condiciones técnicas deficientes. Y luego también que el compañero Laite cuando llegó allí se encontró que los equipos estaban bastante maltratados. Claro, el compañero Laite era responsable nacional. Tampoco podemos decir que por eso tenía la culpa de eso: era un organismo que se acababa de crear, que estaba organizándose en condiciones muy rápidas, muy precipitadas y, desde luego, forzosamente tenía que padecer las consecuencias de todo eso.
Mi impresión es que esa concepción y esa unificación retardó mucho la situación, y luego el estado técnico de los equipos.
Se inició un trabajo en Oriente de reconstrucción de los equipos. Los de Construimport solos sabrán el secreto de la cantidad de piezas que debe haber gastado el país reconstruyendo aquellos equipos de Güirabo, algunos de los cuales todavía no se han terminado de reconstruir.
Esos factores afectaron considerablemente la construcción de presas en la provincia de Oriente.
Ahora bien, a lo largo del año 1971 —es decir, en el año 1971— se siguió el trabajo, se luchó —nosotros no podemos decir que en Oriente no se luchó—, se hizo un esfuerzo por terminar la presa de Pedregal —no se pudo terminar—; fue necesario mover equipos de aquí, de allá. Todas esas circunstancias retrasaron la organización definitiva de todas esas brigadas.
Nuestra apreciación es que se ha trabajado en el DAP en Oriente: en la cuestión de presas y de caminos se ha hecho un gran esfuerzo, y se entra ya en el año 1972 en mejores condiciones para la construcción de presas. Se organizó una brigada nueva de presas con el contingente Combate del Uvero.
En el año 1970 en la provincia de Oriente, durante el mes de mayo, cuando se inauguró el pueblito de Vado del Yeso, nosotros hicimos una apelación al Partido en la provincia para que seleccionara los hombres que iban a trabajar en esos equipos costosos. Que nosotros creíamos que a muchos de esos hombres destacados en las zafras, en el trabajo, debíamos enseñarlos. Aprovechar su condición y calidad humanas, su espíritu revolucionario, su espíritu de trabajo, y enseñarlos a operar esas máquinas costosas, y seguir el principio de buscar militantes, obreros de vanguardia, gente buena, jóvenes incluso, de buenas condiciones humanas y políticas, para que engrosaran las fuerzas de construcción. Por eso se destinó el contingente Combate del Uvero a la construcción, y el contingente "Turcios Lima" también se dedicó a la construcción. Empezaron a aprender y a prepararse.
Eso ha sido muy bueno, porque significó un gran aporte de obreros muy trabajadores, de alta conciencia política, a las construcciones en Oriente. Y ya la brigada del Buey y la brigada de autopistas están operadas por ese tipo de obreros.
Las brigadas viejas; la 24, Pedregal, La Yaya, Nipe y Mayarí, esas cuatro brigadas estaban en condiciones bastante desastrosas. Se fueron levantando algo. La de Pedregal en primer lugar, la de Nipe y Mayarí después, la de la Yaya luego, y queda la brigada de la presa 24, que está ahora dispersa, trabajando en Coco del Chato, en Cola de Moa y en Leonero, que estaba destinada a realizar esos trabajos.
Nuestra apreciación es que ya la brigada del Pedregal, desde el punto de vista humano, desde el punto de vista de dirección, desde el punto de vista de su fuerza de trabajo se ha levantado mucho; desde el punto de vista de su equipamiento, recibió algunos equipamientos nuevos, unos pocos; desde el punto de vista de la recuperación de sus equipos, ha recuperado sus camiones, bastantes. A la vez que ha recuperado sus camiones se le deterioraron dos grúas E-10011 en un año, pero que pueden ser recuperadas totalmente. En los camiones, la situación tensa del trabajo, a la vez que se hacía la recuperación, la reparación general de los equipos, creó una situación especial. Pero creemos que esa brigada, cuando le terminen de reparar sus buldóceres, y con algunos pequeños refuerzos que se le han hecho, llegue a restablecer una gran parte de su capacidad constructiva, la de Pedregal.
No tenemos noticias directas, es decir, no hemos visitado la presa de La Yaya, pero tenemos noticias de que han recuperado sus camiones, que han recuperado una parte importante de sus equipos, han recibido también pequeñas ayudas, y entendemos que esa brigada también está en pleno proceso de recuperación, y que con alguna ayuda puede restablecer su capacidad productiva.
Lo mismo, a nuestro juicio, las brigadas de Nipe y Mayarí.
Nos queda por resucitar —y hay que resucitarla— la brigada de la presa 24. Esa fue la última en entrar en reparación sus equipos, según decía el compañero Laite, está reparando sus camiones, y no debemos cejar en el empeño de resucitar esa brigada, para disponer en Oriente de cinco reales brigadas de construcción de presas, que ahora tienen que hacer una: la de La Yaya; las otras tienen que terminar: Nipe y Mayarí; Pedregal debe terminar este año su tarea; Buey debe recuperar su retraso para terminar el año que viene la presa de ese nombre; y la 24, una vez terminadas las tareas de ahora, y una vez recuperada, deberá asignársele alguna nueva presa.
Desde el punto de vista de proyectos nos preocupa el retraso en los proyectos en la provincia de Oriente. Porque las segundas posiciones de esas brigadas todavía no pueden precisarse. Ya sabemos, desde luego, que la de Pedregal, al inicio de la próxima seca, debe apoyar a la brigada de Buey a los efectos de que la de Buey termine también y dispongamos y liberemos a esas dos brigadas en la zona de Bayamo. ¿Hacia qué obras? Se había pensado en la presa del Bayamo, pero la presa del Bayamo encontró algunas dificultades, y existen nuevos esquemas y nuevos estudios.
Se trabaja aceleradamente ahora en tratar de avanzar los proyectos de Cautillo; pero de hecho en aquella zona, ni en Cautillo, ni en Bayamo, ni en el Jicotea, ni en ninguno de esos ríos hay proyectos. Los proyectistas pueden contar, desde luego, con un período de un año a 15 meses para disponer de los nuevos proyectos en la región de Bayamo. Del mismo modo, nadie podría ahora asignarle una segunda posición a la presa de Nipe, cuando termine, allá por 1973 o a fines de 1973, ni a la brigada de la presa 24. Está incluso por decidir cuál será la segunda posición de la presa de La Yaya.
En este sentido, esas brigadas deberán estar trabajando siempre en presas, y en la creación de nuevas fuentes de agua. Toda esta política es aplicable nacionalmente. Las brigadas constituidas, ya constituidas, son de las que dispondremos en los próximos años. No habrá nuevas brigadas de presas; no habrá nuevas asignaciones de recursos a la construcción de presas; no habrá nuevas asignaciones de recursos, como no sea algún apoyo, algún fortalecimiento parcial de los medios con que cuenta.
De manera que esas brigadas de presa existentes en todo el país tienen por misión crear fuentes de abastecimiento de agua, el aprovechamiento de todos los recursos potenciales de agua del país; y esas presas no se aumentarán, o al menos en estos instantes no se contempla el aumento de ninguna de esas brigadas de presas, no se contempla la creación de ninguna nueva brigada de presa. Pero tampoco se disolverá ninguna de esas brigadas. Estarán dedicadas de ahora en adelante a construir presas, creando nuevas fuentes de agua para uso agrícola, para uso industrial y para uso social.
Ahora bien: ¿Con qué criterio debemos construir las presas? Debemos construir cada presa siguiendo un orden de prioridades: invirtiendo nuestro esfuerzo allí donde el país obtenga una utilidad mayor, de acuerdo con sus necesidades más apremiantes, de tipo agrícola, de tipo industrial y de tipo social.
¿Qué quiere decir esto? Nosotros tenemos que desarrollar el norte de Oriente. Parece que esa idea llevó un día al Instituto Hidráulico al aceleramiento de los proyectos de construcción de la presa del río Mayarí. Y trabajaron en eso. Pero si nosotros construyéramos ahora mismo la presa del río Mayarí no tendríamos nada que hacer con esas aguas de inmediato. Hacer un gran esfuerzo, una gran inversión.
Tan pronto hayan cuajado los planes de desarrollo del norte de Oriente, tan pronto tengamos los recursos y tan pronto tengamos asegurados los equipos para la instalación de nuevas plantas y podamos determinar en qué año necesitamos el agua, entonces tenemos que incluir esa planta en un criterio de prioridades. Pero no podemos priorizar el río Mayarí cuando tenemos una enorme arrocera en el centro de Oriente, que puede tener 5 000 ó 6 000 caballerías de arroz, que puede asegurarnos el abastecimiento de un arroz que hoy estamos importando; donde si construimos una presa y la terminamos hoy, el agua tiene inmediato uso y el producto, el fruto de esa presa, lo podemos percibir de inmediato, el fruto económico de esa presa.
Esa es la razón por la cual toda esa cuenca del Cauto y del Bayamo, toda esa cuenca que partiendo de Manzanillo, a lo largo de la Sierra Maestra, llega hasta la zona de Palma, la zona del Guaninicum, el valle que está entre la Sierra Maestra y la Sierra de Nipe; toda esa inmensa área que rodea el río Cauto debe tener prioridad en la provincia de Oriente en la construcción de presas.
En esa área se está desarrollando un inmenso plan arrocero, un inmenso plan ganadero en toda la zona de Bayamo. Son 30 brigadas de construcción de lecherías las que se están organizando allí, muchas de las cuales están trabajando ya; un programa de construcción no sé si de 500 ó 600 lecherías en esa zona que, además, tiene la industria láctea establecida, con una capacidad de 400 000 ó 500 000 litros de leche diarios. Es lo razonable que nosotros desarrollemos el agua en aquella zona. Tiene numerosos centrales azucareros en áreas llanas y mecanizables; tiene, además, un gran plan de vegetales y viandas en la zona de Veguitas y tiene, además, en perspectivas de inmediato desarrollo, un gran plan de cítricos en la zona de Contramaestre.
Luego, nuestras obras hidráulicas tienen en esa zona del Cauto, en toda esa área, un punto importante de prioridad.
Tenemos la zona de Guantánamo, donde nos sobran centrales, donde nos falta caña y nos falta tierra, donde los rendimientos de azúcar son muy altos y donde las sequías son graves; una importante área de producción de cítricos, una importante área de producción de vegetales; una zona con abundante población, incluso con disponibilidades de fuerza de trabajo inmediata, que puede ser empleada en la construcción de presas, en la construcción de sistemas de riegos, en la construcción de secundarias y de otras edificaciones económicas y sociales. Las secundarias están en la categoría de obras económicas y sociales.
Allí se puede desarrollar un importante plan, primero, de regadío para las cañas, saturación de los centrales, desarrollo del cítrico, y aprovechando el microclima de Guantánamo y de Yateras y de toda esa zona, un importante plan de vegetales.
Es decir, segunda región donde la construcción de presas nos proporciona un beneficio inmediato: Guantánamo.
Tercera región de importantes beneficios: la región de Jobabo. Porque allí tenemos cañas en zonas donde la sequía foguea las cañas y hace notable daño; un central cuya capacidad se amplió notablemente; áreas arroceras por aquella zona. Allí también la construcción de presas, en la zona de Jobabo, nos produce un beneficio inmediato en la economía.
Esto mismo podría decirse del norte, donde están los ríos de Nipe y Birán; Nipe principalmente. Pero ya ese criterio se tuvo en cuenta y se construyeron las presas de Nipe, de Sabanilla y de Tacajó. Si allí hubiera más ríos, podríamos decir: es conveniente construir allí. Pero en aquella zona lo más primordial e importante es la construcción del sistema de riegos.
Esa es otra zona donde se puede hacer zafra durante siete meses, de buen clima, de buenas tierras mecanizables; que tenemos el central Guatemala, el central Nicaragua, los antiguos centrales Báguanos y Tacajó, tenemos el central "Loynaz Hechavarría" en toda aquella zona; buenos centrales, de grandes capacidades, áreas donde la sequía nos hace mucho daño. Allí tenemos que trabajar, más que en presas, en los sistemas de regadío.
Nosotros le hemos pedido al Instituto que priorice el sistema de regadío de las aguas de Sabanilla y de Nipe para nosotros emplearlas en el riego de todas aquellas áreas.
No le daríamos prioridad al regadío en la actualidad en la zona del "Guiteras", "Jesús Menéndez" y Argelia, porque allí hemos tenido otro problema: que nos sobra caña, nos sobra tierra. No haríamos nada con ponernos a regar aquellas cañas. Cuando regar las cañas sea para reducir el costo, para recuperar áreas, para facilitar la mecanización o para construir nuevas capacidades de centrales allí, bueno. Por ahora aquella es una región donde nos sobra caña. No ganamos nada con ponernos a hacer presas allí. Hay que hacer los riegos donde nos sobran centrales y nos falta caña y nos falta tierra donde sembrarla. Y lo hemos puesto en los lugares: Nipe, Guantánamo...
No podría decirse que en el Perú nos falte tierra, en el antiguo central Jobabo; pero es que allí las sequías son muy malas, los terrenos son terrenos especiales y se foguean las cañas.
En la región de Manzanillo podemos introducir riego también en algunos centrales como creo que el "Juan Manuel Márquez" y "Roberto Ramírez", que tienen algunos déficit de caña y donde las tierras no abundan y que, además, necesitan enviar caña en ocasiones al antiguo central Pilón. De manera que allí tienen otro punto, en Manzanillo.
y como criterio general para el riego de cañas: allí donde nos sobran centrales y nos falta caña y nos falta tierra. Ahí es donde debemos priorizar las presas y los sistemas de riego para caña. Ese es un criterio general, aplicable además no solo a Oriente, sino a cualquier provincia: emplear el regadío con prioridad donde nos sobran capacidades industriales, nos falta tierra y nos falta caña.
Con ese criterio hay que coordinar entre el Instituto de Hidráulica y la agricultura los proyectos, el orden de los proyectos para las construcciones de presas y sistemas de riego para caña. Del arroz no hablo, porque virtualmente ha estado priorizado.
En planes de cítricos, donde la producción de agua conduzca al desarrollo de importantes planes de cítricos, porque es el cultivo que puede aumentar el excedente exportable de este país en los próximos años. Después de la caña, el cultivo que puede reportar al país cientos de millones en divisas de convenio, o divisas convertibles —es decir, en moneda exterior—, es el cítrico.
Para el cítrico la dificultad número uno, una de las dificultades, es la fuerza de trabajo.
Con la concepción de las secundarias básicas, la combinación del estudio y del trabajo, no tendremos ningún problema en el desarrollo de los planes de cítricos.
También en los planes tabacaleros. Pero en los planes tabacaleros podemos trabajar y se ha estado trabajando en base de pequeñas presas.
Así que arroz, caña, cítricos, vegetales. En el arroz está todo bien definido. En la caña, de acuerdo con los criterios enunciados anteriormente. En el cítrico y en los vegetales, puesto que son cultivos —los planes de vegetales, planes de viandas—, son cultivos que sin agua no se pueden realizar prácticamente. Los vegetales se siembran en las épocas de sequía; necesitan agua: agua subterránea o agua de presas.
Con estos criterios, el Instituto deberá trabajar, coordinando con el INRA la elaboración de los proyectos, para emplear las cinco brigadas de presas.
La de Guantánamo, al parecer, va a tener trabajo prolongado en aquella región. Las de Pedregal, Buey, la Veinticuatro, Nipe y Sabanilla, las vamos a emplear fundamentalmente en las áreas que rodean la cuenca del Cauto, Jobabo y Manzanillo, siguiendo estos criterios de prioridades.
La brigada “Ignacio Agramonte”, la segunda posición de esa brigada será la presa Najasa. De manera que tendrán que priorizarse los trabajos de esa presa. ¿Razón? Arroz.
En Camagüey tenemos tierra y tenemos agua subterránea. Hay que rehabilitar los actuales sistemas de regadío. Están las aguas del Caonao, y hay abundantes aguas subterráneas, que nos permiten ampliar las áreas de regadío de caña en los lugares que se requiera. Pero la segunda posición inmediata estará en Najasa. De ahí será necesario coordinar entre el Instituto Hidráulico y el INRA las terceras posiciones de la brigada de la presa Jimaguayú.
En Las Villas tenemos un problema similar: dos colosales brigadas, bien equipadas, veteranas, que terminan dos enormes presas importantísimas: una presa cañera en el norte, una gigantesca presa arrocera en Sancti Spíritus, que nos permitirá ampliar los cultivos hasta 3 000 caballerías físicas, netas, y doblar las cosechas. A nuestro juicio, con las abundantes aguas del Zaza se podrán sembrar entre 4 000 y 5 000 caballerías, disponer de 4 000 a 5 000 caballerías de cosecha, ¡de cosecha! en el área de Sancti Spíritus, y nos libera la presa Lebrije para regar caña en la zona del central Uruguay. Esa presa nos permitirá también los cultivos de pasto para la producción de carne y de leche.
Ahora, no todos los días aparece una presa como el Zaza, de tanto caudal, tan útil, tan necesaria. En Las Villas no hay ninguna otra obra similar. ¿Ríos grandes? Agabama. Pero no tendría sentido ahora trabajar en la construcción de la presa de Agabama.
Hemos estado analizando las posiciones para esas brigadas. Además de esas brigadas, está en el Escambray una tercera brigada, que está realizando la presa de Manicaragua. Estamos buscando las nuevas posiciones para la brigada del Zaza. Aparentemente el río Higuanojo, al sur del Escambray, que serviría para asegurar el riego de toda el área de Banao; el Higuanojo, y un gran plan ganadero en la zona de San Pedro. Se le han dado instrucciones al Instituto de estudiar el proyecto de esa presa. Y una posible nueva posición, puesto que esa brigada es muy grande para trabajar solo en el Higuanojo, en una presa cañera, que posiblemente sea la de la zona de la Esperanza, para regar un área cañera importante de la región de Cienfuegos y Santa Clara —está en los límites de esa región.
La brigada "Antonio Maceo" pasará a construir la presa de Cidra, en la agrupación genética de Matanzas. La brigada de Pinar del Río pasará a construir la presa de Los Palacios, también para arroz. Esa será la segunda posición. Las brigadas de La Habana, que están trabajando en Mampostón, Jibacoa, Canasí y Pedroso, irán terminando esas obras y pasarán a áreas de presas para caña en la zona de Artemisa, y para ganado en la región de Bejucal, Managua y San José.
En La Habana tenemos también situación de proyectos. Si las dos fuerzas que tenemos de presas, la brigada actual y la que está construyendo el primer anillo y construyó la presa de Paso Seco, presa Ejército Rebelde, las fuéramos a dedicar ahora de inmediato, en la próxima seca, a la construcción de presas, seguramente no habría proyectos para esas dos fuerzas. Y, sin embargo, en La Habana tenemos la siguiente situación: es necesario en esta provincia elevar el rendimiento de las cañas, primero, porque tenemos capacidades excedentes en algunos centrales; segundo, porque con rendimientos de 50 000 arrobas, se necesita mantener las áreas cañeras en regiones que no pueden ser mecanizadas, en regiones onduladas, en muchas de las cuales ni siquiera se puede usar la alzadora. La Habana es una de las provincias donde las disponibilidades de fuerza de trabajo en el futuro es más crítica, donde se requiere resolver los problemas a base de productividad y donde la permanencia de áreas cañeras en zona de montaña constituyen un gravamen de tipo económico.
Pero, además, esa caña extensiva en la provincia de La Habana impide el desarrollo de otros cultivos, como ganado, es decir, leche, cítricos, vegetales. En La Habana existen ya 20 brigadas de secundaria, que pueden construir 40 secundarias por año; en dos años más, en dos años y medio, estarán terminadas todas las secundarias, las 100, que se van a construir aquí, no para el total de jóvenes de La Habana, pero tienen las áreas del sur de Matanzas, Isla de Pinos y Pinar del Río, donde allí irán también estudiantes de secundaria de la provincia de La Habana. En La Habana se construirán unas 100 secundarias.
Se ha creado una tremenda fuerza de construcción de lecherías, se está construyendo el Complejo Lácteo. Entonces, se hace tensa la necesidad de tierras para vegetales y cítricos, se hace tensa la necesidad de tierras para pasto, puesto que se ha creado una fuerza capaz de construir 250 lecherías por año. Dicho sea de paso, gracias, fundamentalmente, al aporte de la fuerza de trabajo de los planes de rehabilitación del Ministerio del Interior, con los cuales hay organizadas 50 brigadas de lecherías. Hay unos 5 000 presos en planes de rehabilitación trabajando la mayor parte en la construcción de lecherías en la provincia de La Habana.
Luego aquí es necesario acelerar la tecnificación de los cultivos cañeros para aprovechar todas las capacidades, para mecanizar y para reducir las áreas. Esa es la razón por la cual en la provincia de La Habana los planes cañeros, el abastecimiento de agua para planes cañeros y sistemas de regadío deben darle prioridad a la caña en la cuestión de los proyectos. Pero tenemos, desde luego, fuerza suficiente para trabajar en los proyectos de caña y en los proyectos de otros cultivos. Es decir, tenemos fuerza para construir. Los proyectos deberán trabajar intensamente.
En Isla de Pinos se han creado capacidades de casi 200 millones de metros cúbicos de agua. Hay capacidades excedentes que no están siendo utilizadas en la actualidad. Por eso este año se redujo la actividad de presas, se empleó parte de los recursos en otras actividades. Pero ya, para el próximo año, los recursos hidráulicos de construcción de presas de Isla de Pinos deben dedicarse a continuar el programa del aprovechamiento natural de todos los recursos potenciales.
Si ahora se detiene esa brigada, si no continúa construyendo presas, se va a perder el espíritu, se va a perder la disciplina, se va a perder la experiencia. Es una región donde la producción de fuentes de agua se ha ido muy por delante de la siembra. Pero con esos recursos, Isla de Pinos tendrá que terminar su desarrollo hidráulico, y, por lo tanto, debe continuar el programa hasta la total construcción de todas las presas que se habían proyectado en la Isla.
Será necesario y, además, será posible acelerar las plantaciones de cítricos. Isla de Pinos ya tiene cerca de 1 000 caballerías. Isla de Pinos tiene ya cinco brigadas de construcción de secundarias, tendrá, a fines de año, seis brigadas. Ellos pueden llegar a construir de 12 a 15 secundarias por año; podrán acelerar el plan de siembra y atención de las áreas de cítricos.
Esas serán las tareas inmediatas de las brigadas de presas, de acuerdo con estas prioridades. Pero los proyectistas tendrán que trabajar intensamente o corremos el riesgo de que las brigadas de presas se nos paren por falta de proyectos.
Lamentablemente, por las razones que sean, se hicieron proyectos en unos lugares y en otros que, analizados fría y objetivamente, no constituyen los objetivos más inmediatos, más útiles, en las tareas de construcción de presas. Algún día esos trabajos y esos proyectos se emplearán también. Se harán todas esas presas que se proyectaron en Pinar del Río, pero si ahora las hacemos, no tienen fuerza para aprovechar esos recursos, para hacer todos los sistemas. Pinar del Río debe seguir avanzando en la agricultura tabacalera a base de micropresas, de agua subterránea; completar el programa arrocero, utilizar los recursos de agua creados en la zona de Guane, Laguna Blanca y Cuyaguateje, donde tienen agua más que suficiente para sembrar unos cuantos cientos de caballerías de cítricos. Se han creado las suficientes fuentes de agua. Sería una locura ponerse a trabajar en otras presas. Hay que trabajar allí también para el arroz, en Los Palacios.
Por eso nosotros decimos que terminados Los Palacios, Najasa y Buey, tendremos ya prácticamente satisfechas las necesidades de agua para todo el plan de desarrollo arrocero. Eso es muy importante. Y nosotros creemos que ya para 1973, esas tres presas, que son: una en construcción —Buey—, y segunda posición de la de Pinar del Río y segunda posición de la de Camagüey, podrán estar terminadas en el año 1973.
Ahora bien: a veces ha surgido este criterio: vamos a parar la construcción de presas y dedicar esos recursos a la construcción de sistemas de riego. Nuestra respuesta ha sido, es y será terminantemente: ¡No! Ya me lo propusieron con la brigada del Zaza: no terminarla en 1972, terminarla en 1974, hacer el Zaza y hacer el canal. La respuesta fue: no.
Vamos a cerrar el Zaza en 1972. No crean que fue fácil hacer ese monstruo en dos años. Vamos a buscar los medios para hacer el sistema de canales, el canal. En determinado momento surgió cierto nerviosismo: que se termina la presa y no está el canal; vamos a levantar la sesión, reducirla... Siempre el argumento de quitar recursos de la presa para el canal. No. Vamos a analizar la situación y adoptar las medidas. Así se hizo. Y por eso tendremos en 1972 la presa del Zaza, y el canal en julio conduciendo ya el agua en su primera fase, es decir, los primeros 17 kilómetros.
Debemos rechazar esos criterios, porque ya las brigadas son brigadas especializadas. No se deben parar, no se les debe detener el impulso: que sigan construyendo presas, y organizar el trabajo y aportar los medios necesarios para la construcción de los sistemas de riego.
Así, en el norte de Las Villas se está trabajando en las aguas del Minerva. Ahora habrá que trabajar, además, en las aguas de Alacranes. En el norte de Oriente habrá que trabajar en el sistema de riego de Sabanilla y Nipe. En Guantánamo habrá que trabajar en el sistema de riego de la presa La Yaya; habrá que seguir trabajando en los sistemas de riego de las arroceras de Oriente, en los sistemas de riego de las arroceras de Camagüey, y lo mismo en Sancti Spíritus, lo mismo en Pinar del Río, lo mismo en Isla de Pinos. Y no solo eso, sino que ya estamos desarrollando una política de asignar los recursos para el mantenimiento de los sistemas de riego y drenaje.
En todas esas actividades ha habido un gran remedialismo: saca la motoniveladora de aquí y llévala para allá, saca la grúa de aquí y llévala para allá. Eso ha sido funesto. Nunca aparece el responsable de la motoniveladora ni de la grúa, ni quién la rompió. El éxito en la construcción está en la disciplina de los medios, lo mismo en la construcción de las presas que de los caminos que de los sistemas de riego. Y el éxito en el mantenimiento está en la disciplina de los medios.
Aquí nosotros tenemos ya un estudio por ejemplo en caña para ubicar 33 grúas E-652, que son tres en el "Urbano Noris", una en tal punto, otra en el otro, otro en el otro. El plan de esa zona tendrá que respondernos de esas grúas, de su estado técnico, de su mantenimiento: se prohibirá terminantemente, está ya terminantemente prohibido sacar una grúa de un plan para otro, el correcorre, el trasiego de los equipos. Eso es lo que más ha causado destrucción, falta de mantenimiento, deterioro, equipos regados por aquí, equipos regados por allá, sin que se sepa de quién es.
¿Qué hemos hecho con las brigadas de camino y las de presas? Ahí tenemos el expediente de cada brigada, de cada camión, de cada buldócer, de cada cargador, concretera, pipa, guaguandril, de todo lo que se les ha entregado; el expediente. De manera que en cualquier momento se les pasa revista. Esa línea se está siguiendo con cada una de las fuerzas que se han estado creando. En las provincias donde hicieron cambios de equipos y reunificaciones tendrán que hacerles el expediente y aplicar el principio de la disciplina del equipo (APLAUSOS).
Volviendo al terreno hidráulico, hay que trabajar en la organización de las brigadas de construcción de sistemas de riego donde no las tengamos y donde ya está el agua esperando por los sistemas; pero no pasar recursos de las presas a la construcción de sistemas. Las brigadas de presas seguirán construyendo progresivamente y creando nuevas fuentes de agua para uso agrícola, industrial y social. Esa será la línea por ahora que se seguirá con esas brigadas de presas. Se organizarán todas las brigadas de construcción de sistemas de riego que sean necesarias.
Hay que trabajar ahora en la organización del sistema de riego del Uruguay: crear una brigada para allí, en el norte de Oriente, reforzar los puntos que sea necesario reforzar, y dejar organizado el mantenimiento, con grúas y con motoniveladoras, poco a poco. Sabemos que el arroz necesita 25 grúas. No hacemos nada con hacer esas inmensas arroceras, sus sistemas, y dejarlas abandonadas. Si no tenemos las 25 grúas, les damos 15, 16, 17, 18. Se asignarán por planes, y de ahí no podrá moverlas nadie. Igual con las motoniveladoras y los demás equipos. Y poco a poco las iremos equipando.
Y estoy seguro de que con ese sistema, y responsabilizando a cada plan con el equipo y prohibiendo terminantemente el trasiego, el cambalache y el remedialismo, sabremos a quién exigir responsabilidad, sabremos a dónde dirigir las piezas, sabremos a dónde ir a inspeccionar el estado técnico, el mantenimiento, la operación, la productividad, el aprovechamiento de esos equipos.
Ha habido que luchar muy duro. Por eso nosotros insistimos, por eso librábamos batallas, por eso expresábamos nuestra preocupación de que se fueran a confundir los equipos de la autopista y la presa. Porque hemos visto nacer aquí desde la primera brigada hasta la última, y no podemos olvidar los montones de anécdotas: iban trabajando por un camino las primeras brigadas que trabajaban en caminos socioeconómicos, y entonces al lado había un marabucín, y llegaba el de la agricultura: “Oye, chico, ¿por qué no me prestas los buldóceres, que tengo aquí dos caballerías de marabú para tumbarlas?” Y allá llegaba el buenazo de la brigada: "Ah, sí, ¡cómo no!" Y mandaba un buldócer, dos buldóceres, a hacerle el favor a aquel de tumbarle el marabú. ¡Calculen lo que significa sacar dos buldóceres donde hay cuatro! Se paran los camiones, se paran los cargadores, se para la brigada, se atrasa la obra. Otro: "Hay un caminito que está malo aquí. Por favor, tírame unos camiones de tierra". Surgía una necesidad: saca la brigada de este albergue, trasládala. ¡El remedialismo! ¿Qué es el remedialismo? Interrumpir la obra, interrumpir el programa, para ir a realizar otras cosas no previstas. Esto no quiere decir la inflexibilidad total y absoluta. Nosotros lo que exigimos es que para desviar los equipos de cualquier brigada tiene que ser bien analizado y tiene que ser autorizado al nivel que corresponda.
El año pasado teníamos, por ejemplo, el problema de los centros de acopio: había que hacer 300. Eran insuficientes los medios. Empezamos a organizar las brigadas de autopista: primero trabajen en los centros de acopio y después vayan a las brigadas de autopistas. Pero esas brigadas de autopistas sus medios no pueden ser distraídos, no pueden ser empleados en ningún otro trabajo, sin autorización del sector a nivel nacional. La decisión ahí para tocar los medios de autopistas y los medios de las grandes brigadas de presas es a nivel nacional. A nivel provincial el sector puede determinar dónde ubicar, por ejemplo, una brigada que está trabajando en planes de caminos cañeros. Hay determinados recursos que a nivel de provincia se puede tomar la decisión del empleo de esos medios. Pero los medios de las brigadas socioeconómicas, de las brigadas de autopistas y de carreteras, y de planes priorizados, no pueden ser utilizados en otra actividad sin decisiones a nivel nacional. ¿Por qué? Puede parecer exagerado, pero el gran vicio del remedialismo solo se le podía oponer la virtud de la disciplina rígida, fíjense bien: la virtud de la disciplina rígida. Eso explica por qué un jefe de brigada de autopista no puede ponerse a estar haciendo el favorcito de un callejón allí. Y saco los camiones por aquí y... Vaya, puede surgir una necesidad grave, van a salvar a alguien, es una tragedia, un detallito insignificante, bueno; pero aun así, preferimos la disciplina rígida de los equipos y de los medios, la disciplina rígida.
Es la única manera en que puede haber un programa, un avance. No es que sea imposible. Ahora mismo se tomaron algunas decisiones: emplear una brigada de la fuerza de Vertientes en apoyo de la presa Jimaguayú, cuatro traíllas de la brigada de caminos del Rectángulo, en apoyo de aquella presa. Se tomó esa decisión, bien pensada y bien meditada. No se tomó allí. El sector en la provincia no puede tomar esa decisión; tienen que consultarla nacionalmente, no se puede cambiar el uso y destino de esas fuerzas de autopistas, que son 10 brigadas. Nosotros sabemos dónde están todas esas brigadas, qué objetivo tienen, y allí cualquier decisión tiene que ser a nivel nacional. No nos queda más remedio que la rigidez en la disciplina, porque hemos padecido el vicio del remedialismo, que es uno de los que más daños nos ha hecho.
De manera que hay posibilidades de resolver un problema importante, si tenemos la información, si se solicita por los canales correspondientes y con urgencia. Se puede destinar: hay una situación crítica aquí; se plantea esto. Entonces se toma la decisión.
Pero nosotros planteamos que debe haber en el empleo de los equipos de todas estas brigadas de presas, de autopistas y de caminos socioeconómicos una disciplina rígida. Si hay unos equipos trabajando en la carretera Mayarí-Moa, esos equipos no se pueden sacar de aquel objetivo, sino en virtud de una consulta, una propuesta y una decisión a nivel nacional (APLAUSOS).
Si hay unos equipos trabajando en la carretera Palma-Barajagua, o en cualquier carretera socioeconómica, o la que está haciendo la carretera a La Sal y a Manzanillo, o la que está haciendo la carretera a Cayo Espino, ninguna de esas brigadas puede ser transferida de destino —ellas y sus medios— sin una decisión nacional. A nivel provincial resuelven el empleo de las brigadas que trabajan en los planes agrícolas, caminos cañeros, caminos arroceros, y en algunos lugares —como en la provincia de La Habana— no se puede mover ni de un plan cañero, ni de un plan cítrico, ni de ninguna de las brigadas de caminos, sin la consulta con el sector en las reuniones adecuadas. Aquí en La Habana se lleva una disciplina más rígida todavía, y a nuestro juicio gracias a eso la provincia se está llenando de caminos. Pero aquí para quitar una brigada de lo que está haciendo, para mandarla a hacer otra cosa hay que pensarlo 25 veces, 25 veces.
Ahora, llegará un momento en que no haya caminos que hacer en ninguna parte; estarán hechos. En el Escambray de la misma manera. Se avanza. Allí tienen su programa las brigadas, las segundas posiciones. Este aspecto de la disciplina es esencial y es un principio fundamental.
De manera que esa es la política que se seguirá con las presas y con los sistemas de riego. Construcción de presas: por las brigadas de presas; construcción de los sistemas de riego y drenaje: por las brigadas de riego y drenaje; mantenimiento de los sistemas de riego y drenaje: por los planes. Que no pase como pasaba en la provincia de La Habana con las arroceras: todos los años el DAP construía los canales, y todos los años la agricultura, los cosecheros de arroz, los destruían. Empezaba otra vez el año: venga el DAP a hacer... No. El DAP hace el sistema, la agricultura lo mantiene. De lo contrario se quedan empeñados los equipos del DAP, se quedan empeñados en hacer trabajos de mantenimiento. ¡Las brigadas del DAP son para construir, no para mantener! (APLAUSOS)
Poco a poco le iremos dando a cada plan los medios. La misión de ustedes en presas, caminos y sistemas de riego es construir. Esa es la misión de ustedes. La de la agricultura, explotar y mantener esos sistemas.
Desde luego, estarán los organismos que controlen cómo explotan el agua, cómo la aprovechan. Se mantendrá el control sobre todo eso. Pero esa es la política.
Creemos que con esto lo relacionado con las cuestiones hidráulicas está bien claro. Y vuelvo a insistir en que será necesario un importante trabajo de proyectos, en coordinación con la agricultura, y siguiendo los criterios señalados, o de lo contrario corremos el riesgo de que las brigadas de presa se paren.
Los recursos de estas brigadas trabajan en las provincias, pero pertenecen a la nación. Nosotros no le quitamos un equipo a una brigada, por principio. Ahora podríamos decir: "Bueno, villareños, ustedes terminaron dos grandes presas. Nos dan esos equipos para mandarlos a Matanzas". No. Las brigadas deben disponer de movilidad, y el país debe estar en condiciones de poder emplearlas en otras provincias. No quiere decir que vayamos a mandar la de Santa Clara a Pinar del Río; si es necesario van, pero entendemos que no sea necesario que vayan. Pero teníamos necesidad en Matanzas de hacer una presa: la brigada "Antonio Maceo" puede ir a Matanzas, no está muy lejos. Al fin y al cabo los villareños están haciendo autopistas al sur de Matanzas ahora, y vienen desde lugares más distantes. Es decir, que en las provincias próximas, si fuera necesario en un momento dado hacer algo en Camagüey... Pero, en fin, estarán más o menos en su región y se podrán emplear por excepción —como en este caso de Matanzas— en otras provincias los hombres y sus medios.
Realmente en Las Villas en este momento no había suficientes proyectos, ni había suficiente taller para esas brigadas. Mientras tanto, se seguirán estudiando los proyectos y priorizando en Las Villas; después regresarán allí a realizar otros trabajos.
En cuanto a caminos, algunos de los criterios relacionados, que son comunes, a ambas actividades, han sido mencionados aquí. Creemos que también en la construcción de caminos se ha avanzado mucho en los últimos tiempos: mejoramiento de la eficiencia, de la calidad del trabajo, sin duda de ninguna clase. En caminos, también en Oriente y en Camagüey había problemas similares, y algunos los hemos referido.
Entendemos que en Camagüey se ha levantado, y ha mejorado considerablemente el estado de las brigadas y la eficiencia de las brigadas. Entendemos que en Oriente también se ha ido mejorando la eficiencia de las brigadas. Algunas de las montañas se han reforzado; otras han ido a trabajar ya en el llano, en los planes cañeros. Se han organizado algunas brigadas nuevas, que han nacido al mundo bajo una rígida disciplina. Ejemplo: brigada Holguín-Santa Lucía, brigada Holguín-San Germán, brigada Manzanillo-Cayo Espino, brigada Arnancio-Guayabal, brigada carretera Tunas-Bayamo-La Sal-Manzanillo. En Oriente pensamos organizar algunas brigadas más, por ejemplo, una en la zona de Banes, similar a las que se organizaron en Manzanillo; otra en la zona de Las Tunas, por el norte, para hacer algunos caminos socioeconómicos en aquella región. A nuestro juicio son las dos zonas que todavía necesitan un apoyo en esa actividad. Puede surgir alguna otra necesidad, pero en general no se asignarán nuevos recursos a la construcción de viales. En viales, igual que en presas, consideramos que a grandes rasgos están satisfechas las necesidades de equipos para organizar el número de brigadas que permitan un desarrollo acelerado de la construcción de caminos y carreteras en el país.
Se podrá revisar el estado de algunas brigadas, reforzar algunas de ellas, poco a poco, discretamente, sin ambiciones ni fauces abiertas: algunos camioncitos, algún elemento de carga; poco a poco. Por eso hay que conservar el esqueleto, aunque sea el esqueleto, de cualquier brigada que exista, y por principio no disolver ninguna.
En ocasiones hemos fundido, hemos hecho una fuerza mayor. Pero no se puede ni se debe disolver ninguna brigada.
Veremos la situación de las de Oriente, una por una; algunas se han reforzado. Y veremos qué posibilidades hay de mejorar aquellas brigadas que están trabajando en planes cañeros, planes agropecuarios o carreteras socioeconómicas, que necesiten alguna ayuda, discreta, moderada y despacio además.
Nosotros entendemos que todo el mundo debe hacer como la brigada de Juraguá: sus hierros levantarlos, mantenerlos, tenerlos de alta, y esperar que les llegue el momento de alguna ayuda, de algún refuerzo en cualquier sentido.
Creemos que habrá que revisar las de Oriente y algunas de las de Camagüey, y es posible que alguna de ellas reciba alguna ayuda.
Las brigadas de autopistas están organizadas todas, con equipos nuevos, y el país en general no asignará en los años futuros, no creará ninguna nueva brigada de autopistas. En todo caso, a fines de 1973 procuraremos ir pasando a la construcción de autopistas las brigadas de Camagüey, que actualmente están en otras tareas, siete brigadas de Camagüey, que están tres en el arroz, una en el Rectángulo, dos en el Triángulo, y una de movimiento de tierras en la ciudad de Camagüey. Esperamos, a fines de 1973, pasar esas brigadas a trabajar en el tramo de Camagüey, cuando ya haya avanzado suficientemente la conexión de La Habana con Cienfuegos y de La Habana con Santa Clara, de manera que en un momento dado puedan encontrarse las brigadas de Camagüey con las de Oriente y con la de Las Villas, en la construcción de la autopista. ¿Qué año? ¿En 1976? ¿En 1977? Habrá que analizarlo bien, y ver cómo aumenta la productividad de esas brigadas.
Se reforzará la brigada de Oriente con traíllas y mototraíllas, la brigada de autopistas de Oriente. Se crea la nueva brigada, una nueva brigada de construcción de ferrocarriles, que está ahora apoyando la construcción del Canal del Zaza, y pasará en mayo o junio a trabajar en la región de Las Villas en la construcción de los tramos que se van a hacer completamente nuevos. Puesto que además de las carreteras y de las autopistas, tenemos que reconstruir el ferrocarril central, y prepararlo para trenes que puedan transitar a velocidades de 150 kilómetros por hora. Hay que modernizar. Y ya en junio se empieza a trabajar en la región de Las Villas.
Pensamos que la brigada de Melena, Habana-Melena, cuando termine, incorporarla también a la construcción del ferrocarril en la provincia de La Habana. Es posible que haya que aportar algunos recursos adicionales a la construcción de ferrocarriles, pero en general consideramos que hay un suficiente número de brigadas para desarrollar las comunicaciones del país en estos próximos 10 años. Y no se contempla la creación de nuevas brigadas, salvo por excepción en algunas zonas donde todavía exista algún déficit.
Será necesario trabajar, en un momento determinado, en las zonas de bosques de pinares, volver a restablecer o a crear algunas brigadas de construcción de trochas para proteger de los incendios la repoblación forestal, sobre todo en la región de Pinar del Río. Y tendrá que trabajarse con las brigadas cañeras, en coordinación con la industria azucarera y con el INRA, en el acondicionamiento de los campos para la mecanización de la caña. Ahí nos queda un enorme trabajo, porque no podemos detenernos hasta que no hayamos acondicionado todos los campos de caña del país, no los hayamos organizado en campos típicos, con los caminos, las guardarrayas, los drenajes y los riegos.
Ya se está trabajando en varios planes pilotos, uno por provincia; se están organizando pequeñas brigadas de acondicionamiento de suelos, que las maneja el INRA: uno o dos buldóceres, para quitar piedras; algunos tractores, carretas, zanjeadores, para quitar piedras, quitar troncos, ir dejando el terreno listo pava la mecanización.
El DAP, con su brigada de cañas, hará los caminos. Puede ser también que del análisis de la situación de todas las áreas cañeras resulte necesario constituir alguna brigada adicional de caminos. El DAP hará los caminos. La agricultura preparará los terrenos. Y no podemos detenernos hasta el día en que toda la caña del país esté como un tablero de ajedrez, perfectamente organizada y preparada para la mecanización, porque el país necesita llegar a la mecanización total de sus cañas. De manera que esa será una de las actividades que el DAP tendrá, que el frente de viales tendrá en los próximos años.
Creemos que con estas 192 brigadas hemos creado la estructura de una gran fuerza constructiva, que tendrán trabajo a la vista por lo menos 10 años, mientras quede un camino, una carretera por construir en este país. Conservémoslas. Sobre todo, levantemos el espíritu de los hombres, que lo principal en esta brigada es el hombre; no es la máquina, ¡es el hombre! y ya hemos creado en estos años esta fuerza y con ella podemos hacer lo que nos propongamos.
Una de las tareas sin duda más importante de las que tenemos es la autopista, que a nuestro juicio es una autopista para 100 años. La Central se hizo hace cuarenta y tantos años, seis metros o seis y medio. A nadie se le habría ocurrido que por allí iban a transitar rastras, ómnibus modernos, camiones que son mucho más anchos que los camiones y los vehículos de aquella época. Y realmente, cuando uno lo piensa bien, el tránsito por esa carretera es una especie de papeleta de la muerte, papeleta de la muerte esa Carretera Central. En algunos lugares en que la Autopista pasa por la Central miran y parece un trillo.
Se discutía si la hacíamos de dos vías o de tres en cada lado. Y se decidió ya trabajar de una vez para muchos años. Eso nos permitirá usar la autopista en el transporte de pasajeros, vehículos ligeros, y vehículos de carga de cualquier largo y de cualquier ancho. Por esa autopista podemos poner trenes sobre ruedas. Ya estamos tratando de adquirir unas cuñas de 350 caballos, que pueden arrastrar 60 toneladas; y ya estamos tratando de conseguir información sobre la existencia de cuñas de más capacidad, de 400 ó 450 caballos, para llevar 100 toneladas por la carretera.
Aquí no habrá aquellos problemas que había en el capitalismo de la competencia entre el ferrocarril y el transporte por carretera, porque eso aquí no cuenta para nada; no existen los factores, los intereses que impedían la explotación de estos recursos con el máximo de racionalidad. Cuando podamos meter 100 toneladas o más, las podemos meter por esa carretera sin que constituya un suicidio. Y podrán llevar su vía, y podrán pasar los ómnibus y los otros transportes más ligeros por la izquierda con absoluta seguridad, y nunca se cruzarán en una misma vía carros de frente; no tendrá pasos a nivel.
Claro que tendrá que ir siendo construida progresivamente, pero tendremos una vía que unirá Pinar del Río con Santiago de Cuba para toda la vida. Y tendremos también la de Santiago con Bayamo, pero ya será de cuatro vías.
Hay en este momento siete brigadas trabajando, siete fuerzas trabajando en esa autopista. Una hacia Pinar del Río, dos de La Habana hacia Matanzas, cuatro de Pinar del Río hacia La Habana, una de Santiago hacia Occidente, de Oriente hacia Occidente. Después se incorporarán tres fuerzas más de Camagüey. Ellos tienen 100 camiones Leyland de gran capacidad y ellos tienen además 40 buldóceres Hitachi; tienen una buena fuerza, varias fuerzas. Una de ellas está trabajando al norte: Morón con Nuevitas; y otras están en caminos agrícolas en ese momento. Para fines de 1973 pensamos pasarlas también.
Y entonces creemos que esta emulación que se inicia aquí debe intensificarse, deben entrar todas las brigadas de autopista en esa emulación.
Ya aquí se concertó la gran emulación entre Las Villas y La Habana por la bandera roja en los límites de las provincias. Ahora tendrán que reunirse y ver las reglas. Pero en esencia, tendrán que tener las de Las Villas tramo continuo desde Aguada de Pasajeros hasta el límite de La Habana, en rasante definitiva; y las de La Habana tendrán desde la Monumental hasta el límite de la provincia, en rasante definitiva, inspeccionadas por la GRINACO, para que pueda ir certificando el estado, la calidad de la construcción.
La brigada de Occidente, que está trabajando hacia Pinar del Río, que está ahora haciendo presas y autopistas, deberá tratar de participar también en la emulación. Esa brigada tiene el inconveniente de que está haciendo las dos cosas, pero en terminando la presa de La Coronela se dedicará exclusivamente a autopistas.
Ya tenemos la experiencia de cuando se combina. El contingente Combate del Uvero tiene actualmente construcción de dos presas y de escuelas secundarias; pero están separadas las fuerzas de cada brigada —Pedregal, Buey y las fuerzas destinadas a la construcción de las secundarias.
Cuando estuvimos por allí vimos una mototraílla del Buey que estaba dándole su ayudita a las brigadas de secundarias. Digamos que esto no es una ilegalidad, porque se le había dicho al compañero Guillén que cuando no tuviera taller en la presa se les podía dar una ayuda; pero nosotros preferimos que esos cambios se hagan lo menos posible. Se va a fortalecer aquella fuerza de secundarias, se le van a dar más camiones, se va a aumentar el número de brigadas, de manera que prácticamente no lo necesite, y los apoyos de los equipos de presa a secundarias se traten de evitar; solo en caso excepcional de que estén parados. E incluso, el apoyo de la brigada de Pedregal a Buey y Buey a Pedregal, con sus medios, tiene que ser discutido provincialmente y propuesto nacionalmente. Debemos aun ahí establecer la disciplina y cierta rigidez, porque sabemos los inconvenientes que trae la confusión de los medios.
Respecto a la brigada que va a construir la autopista de Guantánamo, como se planteó aquí, debe ser presentada la proposición con esquemas, con mapas y con todo, sobre lo que se quiera o pretenda hacer en el vertedor, y coordinar algunos trabajos entre aquellas brigadas para tomar una decisión.
Al final tendremos seis, siete... ¿Dije siete? Son ocho brigadas las que tenemos ahora con la de Pinar del Río; seis es acá, la de Oriente siete, la de Pinar del Río ocho. No es de Pinar del Río, es de La Habana que va para Pinar del Río. Y con las tres de Camagüey tendremos once.
¿Cuándo debemos proponernos terminar esa obra? En 1976, máximo 1977. Creo que es una especie de compromiso que debemos ir contemplando. No prolongar la terminación de esa autopista más allá del año 1977, desde Pinar del Río hasta Santiago de Cuba. Y esperamos que para esa fecha, por lo menos la de Mayarí-Moa esté terminada. Y la de Palma-Barajagua.
Según tengo entendido, Palma-Barajagua está bastante adelantada ya. Fue necesario dedicar dos brigadas cañeras, de caminos cañeros, a esa tarea. Y nos falta el puente, un puente grande, de grandes vías, que va a emplear grúas grandes. Un puente que ya estaba proyectado, similar al que está en la carretera Jiguaní-San Germán, y similar al puente de la carretera Mayarí-Moa. Desde luego, yo pienso que esas brigadas terminen esas carreteras, a más tardar, en 1973 tengan terminadas esas dos famosísimas carreteras.
Pero de todas formas que nosotros nunca más volvamos a caer en esa bochornosa situación de una obra que se comienza y que no se termina nunca. Por una cuestión de principio, por una cuestión de moral, por una cuestión de vergüenza, nosotros no debemos dejar ninguna obra sin terminar. Por una cuestión de respeto al público, de respeto al pueblo, de respeto a la opinión, nosotros no debemos dejar ninguna obra sin terminar. Carretera que empecemos, carretera que terminamos. Y después, carretera que terminemos, carretera que mantengamos. A las carreteras hay que protegerlas de muchos enemigos, entre los cuales el peor no es ni el agua, ni el calor, ni el tránsito, sino la irresponsabilidad, la ignorancia, el transitar por una carretera con gradas y equipos que la destruyen (APLAUSOS).
Ya se ha hecho alguna publicidad sobre eso: la falta de mantenimiento también destruye carreteras. Un huequito chiquito, y después la Fosa de Bartlet. Ya se están organizando provincialmente las brigadas de mantenimiento de carreteras. No hacemos nada con construir y después dejar que se deteriore. Cada kilómetro de carretera que este país haga, kilómetro de carretera que debe preservar.
La calidad es importante, y los compañeros de GRINACO tendrán que trabajar duro, controlando y exigiendo calidad. Pero, además, al construir la carretera debemos cuidar el paisaje. En algunos casos se asignaron traíllas magníficas en los lugares donde hay que compensar tierras, en las lomas, terrenos ondulados. Las traíllas en donde hay terrenos llanos se convierten en una calamidad. Ese problema lo tenemos en el tramo Aguada de Pasajeros-Jagüey. Ya sabemos con exactitud la tierra que se va a destruir ahí, y por principio ya estamos trasladando equipo en general, donde se destruya tierra. ¿Qué pasaba ahí en esa zona? Que no hay canteras profundas, y aunque se trabaje con camiones pues hay que tirarlo de una enorme distancia, que resulta irracional. O si se tira cerca, se produce el mismo fenómeno de terreno deteriorado.
Nuestra isla es pequeña. Si hoy parece que sobre la tierra, algún día puede faltar la tierra. Todavía no tenemos una cultura de respeto y aprovechamiento de la tierra. A cada rato vemos grandes desbroces para poner cualquier cosa. Por eso yo con Laite discutía las dos caballerías de tierra que empleó en el plan de prefabricado por San Luis. Pero cuando yo hice un recorrido por la autopista aquella, más acá de donde estaba la base, vimos una explanada grande allí, y dije: ¿Qué van a construir aquí, un estadio? Cuando nosotros estuvimos allí estaban preparando el campamento para 90 hombres. Nos parecía realmente excesiva la tierra que se había desbrozado y aplanado para un campamento, a no ser que lo vayan a hacer con campo de pelota y no sé cuántas cosas más. Pero me parece que si van a trabajar duro no van a tener mucho tiempo de jugar pelota, y en ese caso se les puede prestar el estadio de allí de Santiago, que no va a quedar muy lejos.
Ustedes los constructores tienen a veces un cierto desdén por el trabajo de los demás, y agarran un cañaveral y lo desbrozan completo. Y a veces hay que hacer una carretera de 10 metros y desbrozan de 30 a 35. Se desbroza más de lo necesario. Hay que discutir con los proyectistas, con todo el mundo y ver de verdad que se desbroce el terreno estrictamente necesario para trabajar y realizar las construcciones. No desperdiciar la tierra, no desperdiciar movimiento de tierra en instalaciones. A veces yo he visto que se han hecho desbroces en algún área agrícola de tierra muy buena, cuando un poco más allá pudo haberse hecho lo mismo sin destruir una, dos o tres hectáreas de tierra. Hay que cuidar las tierras, no sea que por un lado vayamos construyendo y por otro lado vayamos destruyendo.
A veces para hacer un micropuente se hacen unos desbroces... y yo lo vi hacer aquí: dos hectáreas de pasto desbrozadas para hacer un puentecito de cinco metros, y para poner materiales y una casa de campaña y lo otro y allá va: ¡ra!, y desbaratan. No podemos tener esa mentalidad de destructores. No podemos sentir ese desprecio por los recursos naturales, ni por el trabajo de los demás. Siempre, para las facilidades temporales y para los depósitos, emplear el mínimo de tierra. Ese principio debemos tenerlo presente.
También pasaba lo mismo con los petroleros. Los compañeros de la Minería tuvieron que intervenir, porque algunos decían: bueno, pues aquí mismo. Si es al lado del Hotel Internacional, allí mismo en el patio: ¡Ra!, abrir el pozo allí, en nombre del petróleo. Un petróleo que no acaba de aparecer, ¿no?, o si aparece es despacio. Pero no hay que destruir aquel hotel, no hay que destruir aquella playa, donde miles de personas del pueblo van a recibir algún beneficio. Si usted se puede alejar 100 metros, si es perfectamente posible, ¿por qué destruir la playa, por qué destruir el hotel, por qué destruir esa caña que se va a cortar allí? Coordinar y no llegar... Hay gente que donde llega, llega desbrozando y tumban cercas, tumban árboles: ¡tumban todo! Cuando no queda más remedio que tumbar un campo se tumba, un árbol se tumba, un edificio se tumba. Y si es el Capitolio, si incluso fuera necesario tumbarlo, con permiso de la Academia de Ciencias, coordinamos y tumbamos el Capitolio (APLAUSOS). El día que nos digan que debajo del Capitolio hay oro —¡oro macizo!—: resueltos todos los problemas de divisas. Llegamos, mandamos los Komatsu, volamos aquello y tumbamos el Capitolio. Es decir, nadie se va a negar a quitar nada —nadie se va a negar a quitar nada— cuando sea racional y útil quitarlo. Pero nosotros debemos acostumbrarnos a ver en la tierra, en el trabajo de los demás, nuestra propia tierra, nuestro trabajo, nuestra propia riqueza.
Eso es importante.
Pero, en síntesis creemos que se ha adelantado, y que tenemos por delante, con esas nuevas fuerzas, unas magníficas perspectivas de construcción.
No quiero extenderme en consideraciones sobre otras tareas.
Brevemente con relación a Obras Marítimas ya dijimos nuestra opinión de que habían trabajado bien, que habían prestado un gran servicio al país y, desde luego, que teníamos que seguir desarrollando esa actividad porque nuestro país es una isla, cuyo volumen de comercio aumenta y tiene que aumentar. Es esencial el desarrollo de los puertos, de obras marítimas, de dragado de los puertos. Además, en el futuro se nos presentarán problemas más serios: ya las mercancías se transportan en barcos cada vez más grandes, en buques-tanque de 100 000, 200 000 toneladas, buques capaces de cargar cargas sólidas de 50 000 y 100 000 toneladas; minerales, azúcar, etcétera. Y nosotros tenemos que estar preparados para responder a las exigencias de los tiempos y continuar desarrollando, puesto que es vital, las obras marítimas.
Si en estos años pasados presas, es decir, hidráulica y viales tuvieron el acento principal y recibieron gran cantidad de recursos, en los próximos años debemos prestar atención cada vez mayor a las actividades de hidrología urbanística (APLAUSOS). Lo demanda el desarrollo social, que adquirirá en los próximos años un ritmo imponente.
Construcción de viviendas. Se piensa llegar a adquirir para 1975 la capacidad de construir las 100 000 viviendas. Ya este año se está trabajando en un programa de 30 000. Calculen que en 1970 deben haberse construido 4 000 ó 5 000. Es decir, que ya este año son cinco o seis veces más construcciones de viviendas que en 1970. Y el año próximo, 50 000. Se espera para 1974 unas 75 000 viviendas. Pero en este no podemos ser muy rígidos, porque si el auge de las escuelas secundarias, primarias, continúa al ritmo que va, puede ocurrir un momento —alrededor del año 1974— en que en vez de 75 000 pueda ser 70 000, 65 000 ó 60 000; pero no creo que debemos detener el programa de secundarias, de tecnológicos y de institutos politécnicos.
Para que comprendan mejor, en la provincia de Oriente, por ejemplo, nos proponemos construir en 1973, 20 institutos politécnicos en 20 centrales azucareros. Objetivo fundamental: reponer el personal de los centrales azucareros.
Hace años que venimos hablando de los cincuentenarios que se retiran. Hay numerosos centrales que tienen problemas con la fuerza de trabajo. Todavía no estamos en condiciones de tener un técnico de nivel preuniversitario allí. No hay suficientes graduados de secundarias para mandar allí todavía, pero podemos enviar de séptimo grado, octavo grado, sexto grado; si no un técnico preuniversitario, un técnico medio con dos o tres años de estudio y de trabajo combinado. Van a ser escuelas de 500 alumnos, que trabajarán la mitad del tiempo y estudiarán la otra mitad del tiempo. Pero van a ser del tipo de las escuelas secundarias. De manera que tendremos 10 000 jóvenes estudiando y trabajando alrededor de los centrales azucareros, adquiriendo la práctica y la teoría, las dos cosas.
Pensamos hacer lo mismo en Camagüey con menos impulso —Oriente tiene 40 centrales—, ir construyendo también algunos en Las Villas, en Matanzas, en La Habana, y algunos en Pinar del Río. De manera que nosotros creemos que se construirán unas 50 ó 60 instituciones de ese tipo. En Oriente van a ser 20.
Cualquiera que haya conocido los problemas en los centrales, la mala operación de los centrales, la falta de conocimientos y el atraso en los centrales, se da cuenta de la importancia que tiene para el país aprovechar todas las capacidades instaladas para incrementar sólidamente las producciones azucareras sin los problemas que hemos tenido en estos años, la importancia de hacer estas escuelas; y que, además, nos permiten aplicar el principio de la combinación del estudio y el trabajo, que si en las secundarias es en el campo, en los tecnológicos tiene que ser alrededor de las fábricas. En el futuro, los muchachos que vayan allí saldrán de las secundarias básicas ya —15 ó 16 años y un nivel de secundaria— y estudiarán de tres a cuatro años, y tendremos técnicos de nivel preuniversitario trabajando en los centrales azucareros.
Cualquiera comprende que si en un momento dado, por hacer 20 escuelas de ese tipo tenemos que sacrificar, digamos, 300 viviendas, es preferible sacrificar las 300 viviendas cuando ya pasemos de 50 000 viviendas. Aunque el cálculo era llegar a 75 000 en 1974, vemos que la productividad de las brigadas de construcción de escuelas aumenta tan rápidamente que creemos que es posible que el programa de escuelas se incremente.
Para que ustedes comprendan la importancia que tiene esto, baste decir lo siguiente: el dato del censo: la provincia de Oriente... Muchachos que van a tener por ejemplo en 1977, 12 años, 12, 13, 14, 15, nivel de secundaria básica: de 7 años hay 89 233; de 8, 85 240; de 9, 79 101; de 10, 76 295. Tendrá 300 000 muchachos en esa edad.
Ustedes han visto los problemas que tienen las provincias de Oriente, Las Villas, en general, que hay 100 000 de 13, 14, 15 y 16 que ni estudian ni trabajan. ¿Se imaginan ustedes una juventud que ni estudie ni trabaje? ¿Qué se puede esperar de ella? Lumpen, ¡lumpen, vagos! ¿Puede ofrecer nuestra patria ese ejemplo al mundo? Claro que, ¿de dónde se nutre esa gran masa que ni estudia ni trabaja? De la deficiencia de nuestra escuela primaria, falta de instalaciones, falta de recursos, falta de suficientes maestros y de maestros suficientemente preparados, irresponsabilidad de la familia, incultura. No va a la escuela el muchacho, se impone: no va a la escuela. Tiene 11 años y está en segundo grado, tiene 13 y está en tercero; y después lo mandan a hacer un trabajito y después lo deja. Decenas y decenas de miles que ni estudian ni trabajan. ¿Se puede hacer una comunidad mejor de esa forma?
Si a una provincia como Oriente se le quedan 100 000 de estos 300 000, que a la edad de 12, 14 y 15 años... Y después de 16 ó 17, puede venir el Servicio, puede venir otra cosa. Pero, bueno, ¡qué perspectiva!
Ahora, imagínense que la Ley establece la enseñanza obligatoria hasta nivel primario, al establecerla obligatoria hasta nivel secundario: harían falta para 300 000 unas 600 escuelas de ese tipo.
Ahora, nosotros estuvimos en la zona de Veguitas conversando con estudiantes de secundaria, de preuniversitario. ¿Qué pedían? Que las escuelas que se estaban construyendo fueran para ellos, que ellos querían —los de Santiago—, era tal el entusiasmo por aquellas actividades que pedían aquellas escuelas.
A nosotros nos impresionó profundamente el espíritu de esos muchachos, ciertamente. Es una cosa estimulante. Nos dimos cuenta, se ve bien claro que en nuestras manos está moldear esa nueva generación, crearle las condiciones ideales para su preparación moral, técnica, cultural general.
Ahora, si nosotros permitimos que sigan a la deriva cientos de miles de jóvenes que escapan de la escuela primaria o de los estudios secundarios, que ni estudian ni trabajan, nosotros no podremos ser ese modelo de que hablábamos para todo un continente. Y tenemos que encontrarle solución a este problema.
Por eso nosotros les damos tanta importancia a estas instituciones. Pero que además de constituir la forma superior de educación —porque al hombre hay que educarlo para la vida, no es educación en abstracto, sino educación en concreto—, además de crear una forma superior de educación, lo llevamos a la producción.
Un país pobre, con esos problemas de que hablábamos nosotros, que carece de recursos naturales y fundamentales, que tiene que producir su economía a base de un cultivo como la caña, que es costoso, de empleo de muchos recursos humanos, aun cuando nosotros hayamos mecanizado toda la caña, aun así, que hayamos mecanizado todo el corte de la caña y reducido personal en los centrales azucareros, estaremos empleando tres veces más trabajadores que Chile para producir, digamos, de 1 000 a 1 200 millones en divisas. Nosotros tenemos que llegar a los 10 millones. Eso podría significar un valor de más de 1 000 millones de pesos en exportaciones; pero emplearemos siempre más de 100 000 hombres: 120 000, 130 000, 150 000. Esto sin contar las industrias, los obreros que trabajan en las industrias produciendo piezas de repuesto para los centrales. Cuando saquemos la cuenta eso nos costará siempre, no será ya medio millón, pero 130 000, 140 000, 150 000. Desde luego, será un enorme paso cuando en vez de medio millón o 600 000 que empleábamos en 1970, por ejemplo, hagamos zafras grandes con 150 000 en total. Ya eso será un salto de calidad fabuloso.
Pero aun así nosotros tenemos que establecer el trabajo universal en sus distintos niveles. Hasta los muchachitos de primaria con su huerto, como la escuela de Meneses, trabajando dos horas: cuarto, quinto y sexto grados; trabajando los de secundaria; trabajando en las industrias los tecnológicos, y trabajando los universitarios.
Nosotros queremos informarles que ya en La Habana todos los estudiantes universitarios estudian y trabajan. Se han incorporado a los centros de trabajo unos 12 000 estudiantes aquí en la universidad de Occidente. Ese sistema lo pensamos llevar desde la primaria hasta la universidad. Primero que nada, fundamentalmente, como una cuestión de educación, pero que nos deja de subproducto la incorporación de cientos de miles de jóvenes a la producción; con 1 000 escuelas secundarias como la de Ceiba Uno, para poner un ejemplo, tendríamos en el año 1980 medio millón de jóvenes incorporados a la producción. El valor de su producción sería superior a los 10 millones de toneladas de azúcar, luego está claro que este es un camino. Y algún día los pueblos latinoamericanos harán exactamente igual.
No se concibe esa educación en abstracto del pasado, en que un joven salía a los 25 años graduado de la universidad sin haber tenido la menor noción de lo que era producir un bien material. Se acostumbraba al trabajo intelectual, al consumo. Y nosotros entendemos que esa es la peor forma de educar. Nosotros con el socialismo, con la Revolución, iremos a una forma superior de educación.
Ahora bien: toda esta actividad social: decenas de miles de viviendas, hasta alcanzar 100 000; centenares de escuelas secundarias, primarias, tecnológicos; miles de lecherías, todo eso requerirá un trabajo de hidrología urbanística tremendo, tremendo. Estamos conscientes de eso, y lo planteamos aquí, al efecto de que se vayan impregnando en esa idea, y los organismos que tengan que cooperar en el desarrollo de esa actividad cooperen.
Va llegando la hora de asignarle los recursos pertinentes a esa actividad de hidrología urbanística: los equipos para poner los acueductos. Pero si mañana mismo se plantearan esas necesidades y estuvieran en nuestras manos porque no son muchos los recursos que necesitaríamos para poner los tubos disponibles. Eso requiere el apoyo de una industria de fabricación de tubos, de acero, de centroacero, de asbesto-cemento, de medios para mantenimiento, combatir las filtraciones. Eso requiere toda una industria detrás, de todos esos elementos y de todos esos problemas que se planteaban.
Los compañeros que trabajan en ese frente sepan que estamos conscientes de eso. Y que ese frente irá recibiendo los recursos que requiere (APLAUSOS).
Asimismo ayer expresábamos el altísimo valor que tiene para todos nosotros la actividad de las investigaciones, los controles de calidad, el trabajo y las funciones de la GRINACO. Ayer discutimos sobre eso, y la importancia de ese frente sale a relucir en todas las asambleas de la construcción: en la DESA, en la industria de materiales, y saldrá también en construcción industrial. Estamos también altamente conscientes, y como dijimos ayer, se les va a apoyar.
Y nosotros deseamos que de esta asamblea salga clara la necesidad de apoyar las actividades de la GRINACO, respetar sus indicaciones, elevar su autoridad (APLAUSOS). Eso nos dará información, la que necesitamos para proyectos, la que necesitamos para construir. Eso nos dará calidad. Es decir, nos dará economía, nos dará seguridad, nos dará duración. Eso nos dará, además, grandes ahorros. Imagínense que por el auge tremendo de las construcciones nos empiece a faltar el cemento en 1974. ¿Qué significan 200 000 toneladas de cemento? Que las que podrían ahorrarse con un consumo de 2 300 000 podrían significar 20 000 viviendas, con 200 000 toneladas de cemento.
Nosotros, si nos falta un poco de cabilla —y nos va a faltar ya a fines de 1973— podemos importar un poco de cabillas. Pero lo que nosotros no podemos es andar importando medio millón seiscientas mil toneladas de cemento. Son barcos tras barcos. Son 60 barcos cargados de cemento desembarcándose en los puertos. No debemos ni pensar siquiera en resolver el problema mediante importaciones; hay que resolverlo mediante producción y mediante ahorro. Pero 200 000 toneladas es el cemento de 20 000 viviendas, o puede ser el cemento de unas 150 escuelas secundarias, que dan capacidad para 75 000 estudiantes. Llévense esa idea: 1 400 toneladas, con 140 000 tendríamos 100 escuelas; deben ser unas 135, ¿no? Unas ciento treinta y tantas escuelas. Y creo que ahora, con un ahorro que han hecho, deben ser unas 150 escuelas, realmente, y unas 20 000 o unas 20 000 viviendas las que se pueden hacer con 200 000 toneladas de cemento. No son cifras despreciables. Son decenas de millones de pesos de producción las que pueden lograrse con 200 000 toneladas de cemento. Yo creo que eso da idea de la importancia que tiene la cuestión de la calidad de los materiales y el ahorro de los materiales.
Si nosotros nos vamos con estas ideas de aquí, si nos vamos con la sensación de que hemos avanzado, pero que además hay que redoblar el esfuerzo, de que podemos avanzar todavía mucho más, podremos decir que esta asamblea será una asamblea histórica para el DAP (APLAUSOS).
Sobre la importancia que tiene la eficiencia en el trabajo, les voy a mostrar estos datos. El problema de la productividad, que nosotros habíamos señalado, y que se comportó de diferente forma en diferentes provincias. Desde luego, el índice este de la productividad puede estar determinado: el clima puede influir; un año de muchas lluvias será adverso, un año seco será favorable; los trabajos de construcción, de explanación, donde falta, donde la tierra hay que llevarla de larga distancia, reducirá la productividad; todos esos factores.
Pero nosotros señalábamos, por ejemplo, cómo Las Villas había alcanzado una producción de dos centavos por peso gastado en salario. En el DAP se pagaron 95 622 000 pesos. Fue el valor de los salarios pagados en 1971. Relación entre salarios pagados y valor ejecutado: el valor de la producción —estos valores son determinados parámetros, determinadas medidas, no están exagerados ni mucho menos; se vio aquí cómo la actividad de hormigón, por ejemplo, representaba más valores que la actividad de movimiento de tierras, etcétera—, el valor de lo ejecutado fue 117 591 000 pesos.
Veíamos el caso de Las Villas, que aparecía con 32 845 000, y en Las Villas principalmente fue movimiento de tierra. Es decir, no fueron trabajos de los que inciden en la elevación de los valores. Aquí se vio, cuando se leyó el informe, que habían aportado 200 000 horas de trabajo voluntario.
Ahora, ¿cómo se comportó la relación entre peso en salario y peso en producto? Pinar del Río, por peso en salario, un peso 16 centavos en producto. Matanzas, por peso en salario, 99 centavos. En Las Villas, por peso en salario, dos pesos dos centavos. En Camagüey, por peso en salario, un peso 14 centavos. Es un índice de la mejoría, desde luego, del trabajo en Camagüey, que a veces tiene que transportar de distancias largas el material de los caminos. En Oriente, por peso en salario, 83 centavos en producto. La Habana, por peso en salario, un peso 25 centavos. Yo no sé si en este cálculo incluyeron las autopistas, pero ya se vio que la fuerza uno y dos pagaron más en salario que lo que produjeron en pesos. Posiblemente si ese dato está incluido aquí —este dato es del Ministerio del Trabajo— es señal de que las de caminos hicieron todavía más.
Ahora, tenemos que Las Villas con 16 205 000 pesos, produjo 32 845 000. Y Oriente, con 27 555 000 pesos en salarios, produjo 22 944 000. Cuando nosotros les señalamos a los compañeros de Oriente este problema, ellos decían que si ellos estaban haciendo tantos miles de metros de puentes y enfrentándose a los problemas. Eso es correcto: ellos se están enfrentando ahora a los problemas, están tratando de hacer puentes, y los están haciendo. Pero nosotros creemos que los datos deben tomarse en cuenta, y que frente a una situación real de datos, debe tomarse conciencia del problema, y no consolarse pensando que están haciendo tales y más cuales cosas. Sabemos que están haciendo el esfuerzo, y que van a elevar la productividad. Pero no basta lo que se haga. El hecho de que se paguen 27 millones y medio en salario y se produzca un poco menos de 23 millones en producto, indica cuánto salario se ha pagado, indica la eficiencia económica del trabajo.
Nosotros entendemos que con la brigada del Buey, las brigadas nuevas de caminos, el mejoramiento de las brigadas de presas, la recuperación de las brigadas de caminos, el aumento de la eficiencia, con todas esas medidas, ellos van a elevar considerablemente la producción. Y eso es lo que hay que plantear. Porque, miren, si toda la isla hubiera tenido la misma productividad por peso de salario, es decir, la misma producción en obra por salarios pagados, el valor de lo producido por el DAP nacionalmente habría sido de 193 267 000 pesos, casi 200 millones de pesos, si todas las provincias hubiesen tenido la misma productividad que los trabajadores de Las Villas. Y recuerden esto: eso es en 1971, no tenían las brigadas de autopistas, no tenían los equipamientos nuevos; si exceptuamos empresas que ya tenían incrementos en equipos a lo largo del año 1971. Será interesante ver la productividad de Las Villas en 1972, que tienen equipos..., en movimiento de tierra, las cuatro fuerzas de autopistas, que tienen unos 800 hombres.
De manera que se habrían producido 75 676 000 pesos más en obras, si todas hubiesen tenido la misma productividad. Setenta y cinco millones es más que lo que produjo La Habana y Las Villas juntas, que produjeron unos 32 800 000, y la otra 36 177 000. Está claro que en vez de 117 millones habríamos producido casi 200 millones.
Ahora, yo estoy seguro de que Las Villas podría mejorar todavía mucho más su eficiencia. Todavía nosotros nos encontrábamos allí en las brigadas problemas, no; es distinto en las brigadas que visitábamos. Todavía hay camiones que están llevando al personal, otros camiones que están llevando al ingeniero, otros camiones que están... Claro, son necesidades. Si se puede conseguir un vehículo, uno de los vehículos que entrega el ejército, que no sea nuevo, un GAZ-63, un ZIL-157, para llevar personal, para poner la pipa de agua en ese camión y no en un camión de 12 toneladas, no el Fiat o el Berliet con el tanque de agua, sino un ZIL-157, aunque sea de uso; si se logra, por ejemplo, un sistema que permita trabajar los equipos todo el mes, si se logra en la presa del Buey el cambio del sistema, si después de analizado se ve que fuera conveniente y no perdieran esos cinco días cada mes, son en 10 meses 50 días que, duplicados, son 100 días; se pierden 100 días de 10 horas prácticamente con esos cinco días. Todo eso incrementaría la productividad de las máquinas, la productividad de las brigadas.
Si se mejora el mantenimiento, si se eleva el por ciento de equipos... Aunque este problema del por ciento de equipos debiéramos de perfeccionarlo, porque ahí está contado lo que se pierde por lluvia, está contado lo que se pierde por reparaciones necesarias, programadas, por los mantenimientos. El fondo horario real es el que considere aquellas horas en que el equipo realmente debió ser aprovechado por el hombre; no debe comprender la lluvia, no debe comprender las paradas obligadas por mantenimiento, porque entonces uno no sabe cuánto es responsabilidad del hombre por organización, por ineficiencia, por todo eso. Va a haber que perfeccionar ese índice para saber la real pérdida del fondo horario.
A mí no me gustó ciertamente que en los informes del organismo o de algunas de las ramas se imputaba casi como un reproche que el tiempo perdido se recuperara en horas extras. Comprendemos, desde luego, que la hora extra debe ser un extra, no debe ser para resarcir el tiempo perdido; pero más bien debemos felicitar a las brigadas y a los obreros que cuando por problemas de organización o de eficiencia o de cualquier tipo perdieron horas y dejaron de hacer tareas, se queden allí tratando de cumplir esas tareas y recuperando las horas (APLAUSOS). Me parece realmente un poco burocrático, un poco burocrático, el andar angustiándonos por ese problema de que incluyen en el fondo horario las horas extras que trabajaron para recuperarlo.
Si somos realistas tenemos que comprender que todavía tenemos muchas deficiencias de muchas cosas: falta de conocimientos, falta de experiencia, todas esas cosas, y que los obreros que se proponen recuperar lo perdido realmente tienen una actitud muy positiva. Lo que hay que decirles es que traten de hacerlo en el tiempo que disponen para ello y que lo que ganen de aprovechamiento realmente de las horas y del equipo en el cumplimiento de las metas signifique para ellos reducción del esfuerzo total que tienen que hacer; porque un obrero que tenga que trabajar una hora más, dos horas más, tiene que estar haciendo un esfuerzo físico innecesario si se aprovecha bien el tiempo, si está bien organizado en el trabajo.
Yo comprendo que como metodología son cosas diferentes, pero no debemos desalentar a los obreros de ninguna manera. Y si tan siquiera se estableciera el principio de que el tiempo perdido se recupera, ya eso es un gran avance.
Así hay muchas brigadas que nosotros sabemos —y aquí han señalado algunas— que han trabajado hasta las 2:00 de la mañana o las 3:00 para recuperar el tiempo perdido y cumplir los programas.
En cuanto a las metas, a veces parece que una meta no se ha cumplido, que hicieron el 95%. Nosotros preferimos una meta dura que se cumpla al 95% que una meta fácil que se cumpla al 120%. Nosotros sabemos que cuando el hombre se propone un esfuerzo duro...
Claro que ese esfuerzo debe ser realista, contemplar la situación, el estado de los recursos. Debe ser realista, pero no debe ser un esfuerzo blando. No es honesto, cuando uno tiene todos los medios, ponerse una meta pequeña y después aparecer sobrecumpliéndola. Hay que ser realistas en las metas, deben ser metas tensas, y deben cumplirse.
Este dato les puede expresar a ustedes la importancia de la eficiencia y de la productividad. La productividad es fundamental en este país. Y en los futuros informes tiene que estar el problema de la productividad incluido: cuánto se ha producido por peso en salario gastado y cuánto se ha producido por equipo y recursos y combustible y materiales gastados.
La eficiencia económica es fundamental. No hacemos nada con estar produciendo 200 millones de pesos y estar gastando 220 en salarios, porque eso es crear inflación, regar dinero, desaprovechar el recurso humano. Lo que nosotros paguemos en salarios será el índice que demostrará hasta qué punto estamos aprovechando bien o mal los recursos humanos. Si producimos dos pesos, tres pesos, lo estaremos aprovechando bien; si producimos 80 centavos estaremos dilapidando los recursos humanos.
Ha habido los problemas en estos años de sacar a los hombres para aquí, para la caña, para lo otro. Pero en la medida en que esté organizada la actividad, se estén haciendo obras serias, caminos, presas, yo les aseguro que nadie planteará sacar un hombre de una brigada para cortar caña, sacar un hombre de un buldócer, de una grúa, de un camión, sacar un hombre de una obra importante; nadie lo planteará. Si se plantea es porque ha habido excesos de hombres, sobrantes de hombres muchas veces, o muchos equipos parados, hombres que han estado sin producir.
Yo me imagino que si se hubiera sacado el dato de 1970 cuando había el doble turno en muchas obras, lo que se haya pagado en salarios con respecto a lo producido, la situación sería mucho más grave. Porque yo sé que, por ejemplo, en las brigadas de La Habana se ahorró, al quitar el doble turno había dos y tantos hombres por equipo y quedó un hombre por equipo prácticamente. Ya en 1971 tiene que haber habido un considerable aumento de la productividad. Ahora, ya este año debe haber un aumento mayor.
Ahora, deben separarse, los datos de la productividad deben separarse: cuánta se logró en presas, cuánta se logró en viales, cuánta se logró en caminos de un tipo, cuánta se logró en las autopistas, para poder nosotros con ese dato ver cuáles son los factores que están afectando más a la productividad.
Me he sobregirado en una hora del tiempo que les había ofrecido a ustedes.
Ayer decíamos que nosotros no los estábamos comparando a ustedes con otros obreros, que sabíamos que los obreros que están en esta actividad están realizando trabajos duros. Si es en hidrología, están los problemas de alcantarillado. Aquí se reflejó qué trabajos duros tienen que hacer los hombres. Pero los hombres que están construyendo caminos y presas y sistemas de riego y drenaje en casi toda la isla, la mayor parte viven apartados de sus familiares semanas enteras, trabajando 10 horas, a veces 11, a veces 12; llevan una vida dura, es un trabajo duro.
Los trabajadores de la construcción en general ya tienen por horario 10 horas, han trazado una pauta. Y dentro del sector de la construcción, los que están en presas y caminos, los que están en el DAP, realizan trabajos más duros, los trabajos más duros, en condiciones duras.
Cuando nosotros hacíamos críticas... En general, claro, no todos están en las mismas condiciones, no todos están albergados, pero ya sabemos que se lo estamos haciendo a hombres que han aceptado la decisión de trabajar 10 horas, que tienen un fondo de trabajo ya superior al resto de los trabajadores del país, que están dando un ejemplo. Las críticas aquí son críticas ya a un tipo de trabajador que está haciendo un aporte mayor al país. Pero es que no debemos comparar el esfuerzo con el de otros que estén trabajando menos. Tenemos que comparar el esfuerzo que hacemos con el esfuerzo que podíamos hacer si trabajáramos mejor, más organizados, más eficientemente, más conscientemente, si cuidáramos las máquinas, si actuáramos con disciplina, con responsabilidad, si mejoramos el trabajo. Tenemos que hacer estas comparaciones: si hemos producido 120 millones, si en las mismas horas y con las mismas máquinas hubiéramos podido producir 200 millones.
De eso se trata.
El DAP es un organismo nuevo, se creó rápidamente, precipitadamente. Fue necesario improvisar muchos hombres en las tareas de dirigir las brigadas, en aprender las tareas de la construcción. Ha tenido sus altas y sus bajas, ha tenido mayor prestigio y menor prestigio. Nosotros entendemos que en el año 1971 el prestigio, como consecuencia de los problemas, de las destrucciones de equipos, de distintas deficiencias, el prestigio del organismo había ido decayendo mucho. Nosotros creemos que el prestigio de este organismo en este instante está en auge.
Claro está que el DAP en un momento en su concepción fue un poco ambicioso: quiso agarrarlo todo, quiso abarcarlo todo. Agarró cuanta niveladora había por todo el país, cuanto cilindro había, cuanta grúa había, equipo de mantenimiento, equipo de todo, y tuvo que cargar con las consecuencias de todo eso.
Después todo el mundo le pedía que le hiciera el camino, se lo mantuviera; el sistema de riego se lo mantuviera, y cuanta cosa andaba mal le echaban la culpa al DAP, con razón y sin razón.
Pero aparte de esto había muchas razones para criticar al DAP, había muchas razones para señalar las deficiencias de este organismo. Y nosotros lo conocemos bien. Hemos participado prácticamente en la asignación de los recursos, de cada una de las fuerzas que se constituyeron desde el principio. Y recordamos que algunas veces el trabajo fue pésimo, desastroso. En el año 1971 estas brigadas estaban increíbles. Si analizamos hoy, a pesar de los problemas todavía, a pesar de los atrasos en Jibacoa, en Canasí, en Pedroso, a pesar de los atoros en Pedregal y de los atoros allí en Jimaguayú; a pesar de estos problemas, ni se parece ya en este momento la situación a la que teníamos el año pasado. Hay una mejora notable. La Juventud el año pasado era un desastre. Este año está tirando más de 10 000 metros de tierra, marcha bien, va a cerrar la presa.
La de La Habana ha mejorado también, aunque no todavía todo lo que debía. Las dos presas mayores, que son el Zaza y Alacranes, se están cerrando sin inconveniente alguno, y se podrá cerrar Jimaguayú y se podrá cerrar Pedregal. Pero recordamos en La Habana en determinado momento, en los años 1969 y 1970, que era un desastre: caminos, presas, riego, drenaje, todo, era un desastre. Y hoy los caminos han mejorado mucho, las presas van mejorando, los trabajos en riego y drenaje han mejorado mucho.
Recordamos las autopistas estas, que nos dieron dolores de cabeza. Pero ya el primer anillo, que era un desastre el año pasado, es hoy una fuerza de la cual podemos empezar a sentirnos orgullosos. Y fueron muy satisfactorias y muy alentadoras aquí las palabras de los compañeros que señalaban que ellos estaban trabajando ya 11 horas.
La brigada esa de Habana-Melena era un desastre, y ha mejorado notablemente. La fuerza uno y dos tuvo una producción ridícula, dejó de producir millones de pesos. Y nosotros sabemos que esa fuerza ahora se encamina hacia un mejor trabajo, mayor eficiencia, mucha mayor producción.
La fuerza del oeste no ha sido ni óptima ni pésima. Ha trabajado más o menos bien, ha trabajado con calidad, ha estado enfrascada en presas y autopistas. Nosotros esperamos que esa brigada mejore, puede mejorar, y esperamos que esa brigada mejore su eficiencia y participe junto con las demás en la emulación.
Pero soy testigo del trabajo en casi todas las provincias: conozco bien el trabajo de Las Villas, conozco los problemas de estas brigadas en todas partes. Pero conozco muy especialmente los de esta provincia porque hemos estado aquí más tiempo. Casi todos esos caminos nosotros los visitamos y casi todas las obras, y sabemos que ha habido un cambio. Que del desastre que era a lo que es hoy, hay un notable cambio. Pero sabemos también que todavía se puede avanzar más, incomparablemente más. Y que aun las mejores brigadas pueden mejorar, y que aun la mejor provincia, que es la de Las Villas, puede mejorar mucho su trabajo, puede mejorar incomparablemente su trabajo.
Hemos visto que allí donde los hombres están impregnados de un espíritu de desarrollo, de progreso, de construcción, casi el ciento por ciento de las máquinas están de alta y las obras avanzan.
Nosotros esperamos que este organismo continúe mejorando su trabajo, continúe elevando su prestigio, y que queden atrás aquellos días en que decir DAP era casi decir una palabra bochornosa, era decir equipos destruidos, obras sin terminar, desorganización, despilfarro, ineficiencia.
Será necesario el esfuerzo tesonero de todos para elevar el prestigio de este organismo delante de la nación, delante de todo el pueblo. Un prestigio que esté a la altura del espíritu de sacrificio que han demostrado los hombres que han trabajado en esas obras difíciles, que han realizado trabajos duros y que realizan de los trabajos más duros.
Nosotros esperamos que ustedes, en los meses y en los años futuros, adquieran ante el pueblo, ante la opinión del país, el máximo de prestigio. Que todos ustedes puedan sentirse satisfechos y orgullosos de trabajar en este organismo. Que ustedes puedan sentir la satisfacción de ver cómo transforman el país, puedan tener la satisfacción de ser autores y actores de la más grande transformación que se haya realizado en ningún país de América Latina. Al ritmo en que nosotros podemos hoy construir caminos, autopistas, presas, drenajes, sistemas de riego; al ritmo en que nosotros podemos llegar a construir también en los demás frentes: de obras marítimas, de acueductos, de alcantarillados, con calidad, nosotros podemos estar seguros de que estaremos haciendo un trabajo que no se está haciendo en ningún país de América Latina.
Tenemos los medios, tenemos los recursos, tenemos los hombres. Estamos librando una batalla decisiva, una batalla histórica. Y seguramente que en un futuro nada les ocasionará a ustedes satisfacción mayor, cuando se hable de las obras que se están construyendo hoy, de las obras de las autopistas, de las carreteras, de las presas; cuando se hable de las grandes arroceras; cuando se hable del Buey, del Zaza, de Alacranes, de Jimaguayú, de Pedregal, de Leonero, de Nipe, de Sabanilla, de La Yaya, de cuantas presas se están construyendo y se construirán; cuando tengamos 15 000 ó 20 000 millones de metros cúbicos de agua almacenados o descubiertos en el manto freático y explotados; cuando este país esté cruzado de caminos de un extremo a otro; cuando este país esté lleno de escuelas, de tecnológicos, de lecherías, a los cuales hay que llevarles el agua, a los cuales hay que garantizarles la producción con el agua, con los caminos, con los drenajes, con las presas, saber que ustedes han sido los autores materiales de esa gigantesca transformación de nuestra patria.
Las fuerzas del DAP están organizadas en brigadas. Esas brigadas tienen que ser como unidades de combate, aguerridas, veteranas; tienen que llegar a adquirir esa eficiencia que en un momento dado adquirieran nuestros pelotones, nuestras columnas, en la guerra. Era motivo de gran satisfacción, de gran orgullo para nuestro Ejército Rebelde saber que la columna tal y la columna más cual iba a cumplir una misión, iba a cumplir un objetivo, y que el objetivo que se le asignaba lo cumplía. Lo que más puede parecerse a nuestra propia organización en la guerra son las brigadas: saber que está allí en el Zaza librando la batalla la brigada "Máximo Gómez", construyendo aquel inmenso canal y construyendo el canal y la presa simultáneamente en tiempo récord de dos años, almacenando y creando capacidades para distribuir 1 000 millones de metros cúbicos de agua. Y saber que esa brigada cumplirá su objetivo, nos recuerda a nosotros cuando una columna iba a cumplir una misión en la guerra. Saber de las brigadas de autopistas, de los hombres que las mandan, de los trabajadores que las integran, que cuando se les mandan para tal punto y tal punto y tal punto, y se les pide que cumplan determinadas misiones, saber que las van a cumplir y que están impregnados de ese espíritu de trabajo. Y de cumplirlas, nos recuerda a los hombres de aquellos años de lucha. Nada nos recuerda tanto a la lucha, a aquella lucha en días difíciles, como el trabajo que ustedes están realizando a lo largo y ancho del país, que están allí casi guerrilleros, albergados en un campamento, dedicados al trabajo semanas enteras, sábado, domingo, lunes, a todas horas. Eso mismo es lo que hacíamos nosotros. Y nosotros vemos que se está creando esa fuerza.
Pero aquel ejército guerrillero nuestro, cuando realmente había aprendido a realizar su tarea, cuando había adquirido experiencia, había aprendido a combatir y a derrotar al enemigo, precisamente obtiene la victoria. Tienen que cambiar todos los hombres de función, de actividad, tienen que aprender de nuevo, iniciar de nuevo un camino más difícil; el camino de la construcción del país, el camino del desarrollo. Pero ustedes no: ustedes han adquirido experiencia en estos años. Ustedes tienen, sin embargo, por delante muchos años para usar esa experiencia. De manera que cuando tengamos este ejército aguerrido, bien inspirado, dotado de la voluntad de desarrollar el país, de cumplir sus tareas, toda esa experiencia acumulada, nos servirá en los años venideros.
Por delante tenemos la transformación del país: cruzarlo de caminos de lado a lado, de presas, de acueductos, de alcantarillados, de obras hidráulicas de todos tipos. Por delante tenemos esa tarea. Cada año que pase iremos acumulando más experiencia. Cada año que pase tendremos más cuadros y mejores cuadros. Cada año que pase tendremos más jefes y mejores jefes. Cada año que pase tendremos mejores obreros, más conscientes obreros, más revolucionarios obreros. Y el día en que en este país no cupieran las obras que ustedes son capaces de hacer en presas, en caminos, en carreteras, ¡queda por delante todo un continente! El día en que Cuba no baste a la fuerza pujante que ustedes pueden crear, ¡otros pueblos pueden necesitar de la experiencia nuestra! (APLAUSOS PROLONGADOS) Otros pueblos pueden necesitar la experiencia, el espíritu, el ejemplo nuestro.
Recordemos la brigada que fue a construir los hospitales en el Perú. Fue un orgullo para nuestro país el trabajo de esos obreros, que construyeron los cinco hospitales en menos de un año. Llevaron sus técnicas, sus grúas, sus prefabricados, e hicieron hospitales de calidad y los hicieron en un tiempo récord. Y dejaron en alto el nombre de nuestro país.
Nosotros sabemos que estamos empezando. Nosotros sabemos que tenemos mucho que aprender y mucho que mejorar nuestro trabajo; nuevos conceptos, nuevas ideas.
Aquí hablábamos de qué tenemos que hacer, qué recursos tenemos, qué recursos no tenemos; qué hacer cuando hay que fundir mucho hormigón; y el batching-plant, donde debe haber, y el trompo, y en otro lugar la grúa y en otro lugar la palita, el MTZ con una palita. Y nuevas técnicas de construcción. Perfeccionar nuestros conceptos, nuestros criterios. Nosotros sabemos que podemos avanzar mucho.
Y aquellas regiones del país que tuvieron mayores problemas, no desanimarse. Camagüey, continuar el trabajo. Oriente, continuar el trabajo.
Nosotros creemos que la provincia de Oriente está próxima a un estallido constructivo, a un verdadero estallido de entusiasmo. En nuestra última visita a esta provincia el estado de ánimo de los trabajadores, de los estudiantes, de los constructores, era óptimo. Nosotros sabemos que cuando los orientales empiecen a ver las primeras secundarias que se levanten... Los propios jóvenes, donde apenas hay puestas las primeras piezas, ya están hablando de ir para aquellas escuelas.
Nosotros creemos que en Oriente se han dado las condiciones para una verdadera explosión de trabajo, de construcción, de avance, de entusiasmo. Es una provincia que tiene cuantiosos recursos humanos, cuantiosos recursos naturales. Es una provincia prácticamente virgen, donde está todo por hacer, y donde por eso mismo se puede hacer más, y se puede hacer mejor incluso que en otros lugares.
En la provincia de La Habana hay muchas cosas hechas de atrás, con los criterios del capitalismo, o con los primeros criterios de la Revolución. Hoy todos los criterios se han perfeccionado, han avanzado. Y nosotros vemos que en Oriente se puede hacer lo que se quiera. En Oriente además está toda esa juventud, están esos 300 000 muchachos de esos años. Si a eso unimos los que deben estar después en la enseñanza media superior, en la enseñanza preuniversitaria, en los tecnológicos, la masa de jóvenes en Oriente que pueden un día estar en esas escuelas puede ser de 350 000 ó 400 000.
Cuando estemos en condiciones de poner esas escuelas; cuando, por ejemplo, ya sean más escuelas que graduados de sexto grado, podemos entonces acelerar a los que estén atrasados escolarmente, de cuarto, quinto y sexto grados, y llevarlos a esas escuelas. Llegará un momento en que no escapará ningún joven para pasar de esa categoría terrible del joven de 13, 14 y 15 años que ni estudia ni trabaja. El día que tengamos eso, ninguno pasará a esa categoría porque irá a esas escuelas el que está atrasado escolar, y no pasará a una categoría prelumpediana, que es esa categoría de 13, 14 y 15 años que ni estudian ni trabajan.
En aquella provincia hay verdaderas condiciones. Y nosotros queremos expresarles aquí a los orientales nuestra convicción de que la provincia está próxima a un estallido constructivo que le permita rivalizar o emular con cualquier otra provincia del país (APLAUSOS).
En la asamblea del DESA se hicieron críticas. Y los resultados se han visto ya, en el honor, en el empeño que los orientales han puesto en las construcciones sociales y agropecuarias, y ya se ven los avances.
De la misma manera esperamos de los compañeros del DAP el máximo de reacción, el máximo de honor, continuar por el camino del esfuerzo y del mejoramiento del año 1971 y llevar a sus niveles más altos el espíritu constructivo del DAP en esa provincia.
Creemos que la mejor frase que se dijo aquí en esta plenaria la dijo el compañero de Las Villas cuando retaba a los demás. Pero decía que si trabajaban tanto como ellos, y si incluso les ganaban a ellos, que ellos se alegrarían, porque sería una victoria de todo el país.
De la misma manera, nosotros que hemos hablado de Las Villas, de su esfuerzo, de sus avances, de su productividad —esfuerzo, avances y productividad que pueden ser todavía superados mucho más por ellos mismos— nosotros decimos aquí que si la provincia de Oriente, que es una provincia que tiene 3 millones de habitantes, que tiene grandes recursos humanos y grandes recursos naturales, marcha adelante y logra vencer en la emulación a la provincia de Las Villas será una gran victoria de todo el país.
y decimos que si las brigadas Uno y Dos logran ganar la emulación, es decir, si las fuerzas Uno y Dos de La Habana logran superar a las fuerzas Uno, Dos, Tres y Cuatro de Las Villas, y logran producir más que ellos, será una gran victoria de todo el país.
Nosotros esperamos el día en que ninguna provincia se quede rezagada, en que ninguna provincia se quede atrás. Nosotros esperamos el día en que todas hagan el mismo esfuerzo. Y que si una tuvo más productividad que otra se debió a que tuvo o mejores equipos, o mejores condiciones de trabajo, o mejores condiciones de clima en general. Pero nosotros esperamos que todo el país se ponga a la altura de las mejores brigadas.
Y nosotros sabemos que si se logra eso entonces no se sabe adónde podemos llegar por ese camino. Nosotros creemos, aunque no es fácil, aunque habrá que ser tesoneros, aunque habrá que luchar duro, que llegará el día en que estas cifras de eficiencia y estas cifras de producción y de productividad que se han señalado aquí como las mejores se queden atrás.
Eso es lo que nosotros esperamos de ustedes. Ese es el compromiso que nosotros esperamos de ustedes.
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Así es que, orientales, ¿qué dicen ustedes? (EXCLAMACIONES y APLAUSOS)
Camagüeyanos, ¿qué dicen ustedes? (EXCLAMACIONES y APLAUSOS)
Matanceros, ¿qué dicen ustedes? (EXCLAMACIONES y APLAUSOS)
Pinareños, ¿qué dicen ustedes? (EXCLAMACIONES y APLAUSOS)
Pineros, ¿qué dicen ustedes? (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS)
Habaneros, ¿qué dicen ustedes? (EXCLAMACIONES y APLAUSOS)
Villareños, ¿qué dicen ustedes? (EXCLAMACIONES y APLAUSOS)
Entonces, ¡adelante!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)