Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el Aniversario del Ataque al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1959
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Compañeros:
Casualmente hubo aquí un orador que dijo que él no era yo (RISAS), casi hasta dio a entender que yo hablaba mucho (RISAS).
Yo creo que al compañero Camilo Cienfuegos le pasó como a Sansón, desde que se peleó ha perdido un poco de fuerza (RISAS), y el sombrero... Ya no lo veo ni peludo, ni con sombrero. Además, no le pidió permiso a nadie para pelarse (RISAS).
Ahora, eso sí, le queda mucha vergüenza, porque miren qué colorado se puso (RISAS).
(DEL PUBLICO PREGUNTAN: “¿Y el Che?”)
El Che se está restableciendo de la salud, compañeros.
Bueno, quiero decir algunas palabras. Me he permitido estas bromas en la tarde de hoy porque —como muy bien han señalado distintos oradores y decía el comandante Hubert Matos en la tumba del inolvidable José Antonio Echeverría— a pesar de la fecha, a pesar de la devoción con que recordamos a nuestros caídos, no parece hoy un día de luto, más bien parece un día de fiesta; y no acabo de ver por qué haya de ser hoy un día de luto. ¿Fue acaso un 10 de Octubre o el 24 de Febrero un día de luto? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
¿Cómo puede llamarse día de luto a una fecha que marca un jalón en las luchas para las libertades de nuestra patria? ¿Cómo puede llamarse día de luto un día de rebeldía, un día de lucha, un día de combate contra la tiranía? Día de luto el 10 de marzo. Todos los demás días son días de fiesta (APLAUSOS).
El 13 de marzo como el 26 de julio, para mí no serán jamás días de luto, serán días de fiesta (APLAUSOS).
Se dijo que un día de duelo oficial. Eso no quiso decir de tristeza oficial, eso quiso decir que se iba a recordar aquel día, que iban a recesar las actividades, y que sencillamente el Gobierno Revolucionario, representando a la nación, recordaría ese día a los caídos.
La razón principal por la que no puede llamarse luto, es precisamente porque esos compañeros no cayeron en vano, porque aquellas muertes no fueron inútiles, porque de aquellos sacrificios la patria ha empezado a recibir ya sus primeros frutos. El luto ese día no lo sembraron los revolucionarios. Los que cayeron combatiendo cayeron gloriosamente; los que cayeron combatiendo, los que murieron peleando frente a frente, esos no fueron asesinados: murieron peleando. El luto ese día lo sembraron los esbirros, los criminales de guerra, asesinando después del combate a los heridos que recogieron en la calle, a los heridos que encontraron en los hospitales (APLAUSOS).
Pero cuando más de 400 criminales de guerra han sido pasados por las armas... (EXCLAMACIONES DE: “¡Y los que faltan!”) Si fusilamos aquí a todos los que faltan, no terminamos de fusilar en tres años (RISAS). Porque los culpables de la tiranía son muchos más que los criminales de guerra, son más en número; están los criminales de guerra, están los confidentes —que hacían ola—, están los politiqueros —que hacían ola también—, están los compadres y las comadres que mantenían esas camarillas de politiqueros, y están los intereses reaccionarios que apoyaban la tiranía.
Porque si aquí vamos a someter a Consejo de Guerra y a pasar por las armas a todos los culpables, creo que no alcanzarían los fusiles, porque estas culpas vienen de atrás; y si empezamos a rebuscar y a revolver no terminamos más nunca de encontrar a los culpables. Y si ustedes recuerdan lo que ocurrió después del 13 de marzo, porque en aquellos días, en aquellos días el 13 de marzo lo miraba el pueblo con tristeza, porque todavía la Revolución no había triunfado, en aquellos días había tristeza y dolor infinitos en el pueblo, era la indignación, era la tristeza, era la amargura, era la impotencia. Y, sin embargo, esas escaleras donde cayeron los heroicos asaltantes del Palacio, y ese Salón de los Espejos, se llenaron de gente rastrera de toda laya, se llenaron de gentes de esas clases, tan “patrióticas”, que fueron a homenajear al tirano, a felicitarlo por haber salido indemne, a estrecharle las manos asesinas que quizás no se había lavado todavía de los crímenes que había cometido unos días antes (EXCLAMACIONES).
Y ahí fueron los impúdicos, los descarados, los cínicos, los que no tuvieron la vergüenza ni el pudor necesarios de decir: “yo no subo ahí, yo no voy a ir a adular, yo no voy a ir a prestar mi nombre, yo no voy a cometer la ignominia de venir a decir que me alegro, que lo felicito porque se haya salvado del castigo que merecía el infame criminal” (APLAUSOS).
Y unos tras otros visitaron al tirano, como mansos corderos, a ofrecerle su apoyo, a ofrecerle su respaldo, lo que implicaba una condenación y un desprecio para los muertos, los compañeros que cayeron el 13 de marzo (APLAUSOS).
Que no se vayan a pensar que somos un país de poca memoria, porque esta vez vamos a tener ni más ni menos que toda la memoria necesaria. Que no somos hombres de odio, que no somos hombres de rencor, que no somos hombres que nos ensañemos en el poder contra nadie está más que demostrado; pero que no empiecen tan temprano a estar hostigando a la Revolución, que no empiecen tan temprano a mostrar las uñas, ya que la “guataca” no les sirve de nada, porque vamos a tener que ser entonces un pueblo de mucha memoria y vamos a tener que recordar más de tres o cuatro cosas aquí (APLAUSOS).
Y lo digo porque ahora tenemos una serie de adhesiones, que más valiera que nos la hubieran expresado en tiempos atrás, que más valiera que nos la hubieran expresado cuando estábamos en la Sierra Maestra, en el Escambray o en los campos de lucha, y no después que llegamos a La Habana, tranquilamente, cuando ya el tirano se había ido.
Y lo digo porque a raíz de las leyes revolucionarias, a raíz de la rebaja de alquileres, por ejemplo (EXCLAMACIONES), a raíz de la confiscación de los bienes a los malversadores y a los colaboradores de la tiranía (EXCLAMACIONES), a raíz de las leyes de Reforma Agraria que hemos anunciado (EXCLAMACIONES), a raíz de las leyes revolucionarias como es la regulación del valor de los solares o en dos palabras: el traspaso de todos los solares yermos en las zonas urbanas, urbanizadas, y de probables áreas de desarrollo industrial al Instituto de Ahorro y Viviendas (EXCLAMACIONES), para que un solar donde no se ha añadido ni un minuto de trabajo, ni un centavo, y que costó 20 centavos no valga 50 pesos, y que cuando haya que hacer una casa, una industria, en vez de 50 pesos valga tres pesos, porque eso es revolucionario, porque es justo, sencillamente (APLAUSOS). Y para que cuando se vaya a poner una industria, cuando se vaya a poner una industria que dé trabajo a cientos de obreros, la tierra no cueste más que las maquinarias; porque aquí cuando alguien quería poner una industria primero, el terreno le costaba tanto como la maquinaria, pero además los gobernantes le pedían una cantidad de dinero, le hacían una exacción. Así no podía haber industrias. Y como uno de los propósitos del Gobierno Revolucionario es industrializar el país, hay que empezar por abaratar los solares donde esas industrias van a estar establecidas (APLAUSOS).
Les decía que a raíz de esas leyes y a raíz de las que estamos enunciando contra explotadores, contra especuladores, contra encarecedores de la vida, contra garroteros, contra extorsionistas, contra antipatriotas de toda clase aquí (EXCLAMACIONES), a raíz de esas leyes, ya han empezado a asomarse algunas protestas y algunas quejas de muy diversa índole, en favor de los “pobrecitos” propietarios de edificios de apartamentos (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”), a favor de los “infelicísimos” propietarios de edificios de apartamentos, algunos de los cuales, como Sarrá se dice que percibe la “modestísima” entrada de 25 000 pesos diarios nada más (EXCLAMACIONES). Ya han empezado a asomar sus orejas los amiguitos encubiertos de los grandes intereses creados que saben que les estamos dando duro y a la cabeza (APLAUSOS).
¿Y en nombre de quién hablan? Pues hablan y dicen que hay mucha gente que tenía sus rentas que no se robó el edificio, etcétera, etcétera. Bueno, a los pequeños rentistas los protege la ley. La ley no rebajó el alquiler a aquellos rentistas que nada más tenían una casa o más de una casa y no recibían más de 150 pesos; el pequeño rentista está protegido, la ley no lo olvidó.
¡Ah!, pero ¿qué quieren? ¿Que en vez de una ley hagamos una guía telefónica? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”), ¿y que haya una rebaja para cada caso, y el que tiene 60 casas le rebajen el 50%, y el que tiene 59 casas le rebajemos el 49,5%, y así, etcétera, etcétera? Pues hicimos una ley bien sencilla y bien clara y que la entendiera todo el pueblo. ¿Que disminuyen las ganancias de algunos propietarios? ¿Y por qué nadie protestó mientras la ganancia de 700 000 cubanos, que estaban sin trabajo, estaba disminuida por completo aquí? (APLAUSOS.) ¿Y por qué nadie protestó cuando cientos de miles de familias estaban pagando el 25% y el 30% de sus ingresos en alquileres? ¿Y por qué nadie protestó aquí de los latifundios, por qué nadie protestó aquí de los niños enfermos y descalzos en nuestros campos?
¿Y por qué nadie protestó aquí de que las mujeres campesinas vivan el 60% de lo que deben vivir por las condiciones de vida que llevan? (APLAUSOS.) ¿Por qué nadie protestó aquí de las decenas de niños que mueren en la ciudad y en el campo por falta de higiene y por falta de medicinas? (APLAUSOS.)
¿Por qué nadie protestó aquí de esos solares donde viven hacinadas cientos de familias, donde viven el padre, la madre y los cinco hijos en un solo cuarto? (APLAUSOS.)
Hay gentes aquí, hay gentes aquí cuyo descaro no tiene límites. Leía precisamente sobre una asamblea en el Colegio de Arquitectos, y leía que un arquitecto dijo que la ley era mala porque no resolvía el problema de las viviendas populares, protestaba de la ley. Y yo dije: bueno, ¿y los propietarios de edificios de apartamentos han resuelto el problema de las viviendas populares? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
Cuando venía desfilando hoy por la calle de San Lázaro hacia Palacio, no hacía más que fijarme en las casas. No había una sola casa pintada, no había una sola fachada pintada. Y lo que ofrece la ciudad es un espectáculo horrible. Yo pienso que si aquellos inquilinos fuesen los dueños de esas casas, las casas estarían pintadas y las casas estarían más cuidadas.
Hablan ahora de viviendas populares, hablan de viviendas populares y solamente en el barrio de “Cayo Hueso” hay 400 solares; no solares yermos, sino de esos lugares donde viven las familias amontonadas, señores.
¿Y qué creen? ¿Creen que las leyes de la Reforma Urbana concluyeron ya? No, pues faltan dos leyes más (APLAUSOS). Hablan de que la ley no resuelve el problema de las viviendas populares, y tienen razón. La ley no resuelve el problema de las viviendas populares, pero el Instituto de Ahorro y Viviendas sí lo va a resolver (APLAUSOS). Y los 100 millones de pesos que aquí se gastaban en juegos, ahora se van a gastar en viviendas para el pueblo. Dicen que las construcciones se van a paralizar y ¿a quién le van a “tomar el pelo” con eso? ¿A quién? Antes se construía por 50 ó 60 millones en viviendas y ahora vamos a construir por 100, y 100 es el doble de 50 (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Y ahora van a trabajar el doble de obreros de los que trabajaban antes.
Y dicen —porque lo bonito es que se acuerdan del pueblo cuando les conviene a ellos—, ahora dicen: la rebaja no conviene porque se paralizan las construcciones y se quedan los obreros sin trabajo. Enseguida llaman al obrero cuando les conviene a sus intereses, y mencionan a los que trabajan en las construcciones cuando les conviene a sus intereses. No lo mencionan cuando van a cobrarle a un obrero 60 pesos por un apartamento con dos cuartos; entonces no se acuerdan. Además, hablan de viviendas baratas para el pueblo, o sea, de viviendas de 20 pesos, porque se olvidan de una cosa: ellos creen que la gente va a seguir muerta de hambre, ellos creen que el pueblo va a seguir como hasta ahora, sin ingresos; pero como nosotros no estamos pensando en el pueblo de ahora, sino en el pueblo de dentro de unos años, en el pueblo donde todo el mundo trabaje, en el pueblo donde todo el mundo tenga ingresos (APLAUSOS); estamos construyendo para ese pueblo.
Porque pensamos, entre otras cosas, abolir ese estado de miseria, que hay tanto en la ciudad como en el campo. Y no estamos pensando en construir casitas de cartón para el hombre que hoy no gana nada o tiene ingresos muy limitados, sino que ese hombre gane lo necesario para tener una casa como la puede tener cualquier otro, señores (APLAUSOS).
Y yo les hablaba de que leía los distintos argumentos que se presentaban en el Colegio de Arquitectos, y les voy a decir un magnífico ejemplo de cómo opera el espíritu reaccionario:
¿Qué tienen que ver los arquitectos con la economía, señores, con los alquileres, con los salarios? Los arquitectos son constructores, lo que les interesa es que se construya lo más posible para vivir decorosamente de su profesión. ¿Qué tienen que ver con los alquileres?
Entonces, ¿por qué ese revuelo en el Colegio de Arquitectos? (EXCLAMACIONES.) Pues se los voy a explicar, porque aquí a cada rato es un revuelo en el Colegio de Abogados y en el colegio de Arquitectos. En definitiva, dondequiera que se oculte el espíritu de la reacción, señores. ¿Qué pasa en el Colegio de Abogados? Pues están divididos en dos sectores: abogados revolucionarios y abogados reaccionarios. ¿Qué pasa en el Colegio de Arquitectos? Que están divididos en dos sectores: arquitectos revolucionarios y arquitectos reaccionarios. Hubo arquitectos, pues, que combatieron la Ley de Alquileres. ¡Claro!, porque son arquitectos inversionistas, porque dejaron de ser arquitectos inversionistas, porque dejaron de ser arquitectos para ser usureros. ¿Saben por qué digo usura? Porque considero que el alquiler es un robo, considero que de cuantos negocios hay, uno de los más inmorales es el del alquiler. ¿No lo habían oído decir nunca? Pues óiganlo aquí por primera vez hoy. ¿Qué les parece? (APLAUSOS.)
Y les voy a explicar por qué. Porque aquí se construye un edificio que cuesta tanto, entonces, se le arrienda a un inquilino por 50, 60, 70 pesos, entonces el inquilino está supuesto a estar pagando toda la vida, y paga el edificio, una vez, dos veces, tres veces, y si viviera lo de Matusalén lo pagaría cien veces. ¿Y puede ser honorable una institución semejante? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Por qué? Si el inquilino está pagando de su trabajo, ¿por qué no amortiza el capital para él, en vez de amortizarlo, dos, tres y diez veces para otro? ¿Por qué? ¡Ah!, ¿que el Derecho Romano dice que el alquiler y el arrendamiento?... Señores, eso fue en Roma hace 3 000 años, y Roma era una sociedad esclavista; no me hablen de Roma, ni me hablen de la democracia griega, porque mientras allí discutían unos señores poderosos en la Plaza Pública, había decenas de miles de esclavos trabajando 15 horas en el campo. Y Roma era una sociedad esclavista de hace 3 000 años.
¿Cómo van a venir a hablar aquí del Derecho Romano, y que esa es una institución —la de la renta, la del alquiler—, que es una institución sacrosanta? Fue sacrosanta hasta hoy, señores. ¡Hasta hoy! Hoy decimos la única verdad: que es una institución que no tiene nada de santa, ni nada de honorable; porque una institución que se fundamente en el hecho de que una familia amortice una vez, dos veces, tres veces, diez veces y cien veces una casa, no puede ser honrada. Lo honrado es que el que la amortice, la amortice para él. Porque al fin y al cabo esa casa no la construyó el dueño, señores, la construyeron los trabajadores, la construyeron los albañiles (APLAUSOS). Posiblemente, de esa casa no puso ni un granito de arena ese señor. Yo le preguntaría a esos señores que están tan disgustados con la rebaja de alquileres, cuántas paletadas pusieron en cada uno de los edificios. ¿Quién lo hizo? ¡Los trabajadores, señores! (APLAUSOS.) Me dirán: “bueno, pero yo puse el capital”. Entonces yo les pregunto: “¿Y el capital de quién era?” Yo les digo: se lo prestó el Banco. ¿Y quién le dio el dinero al Banco? ¿Quién guardó el dinero en el Banco? ¡El pueblo, señores! El pueblo lo guardó en el Banco. De donde viene a resultar que ninguno tiene nada en ese edificio, no eran dueños en muchos casos ni del dinero, no pusieron ni un granito de arena y, sin embargo, se tiran en el suelo con la rebaja de alquileres.
¿Qué se llama eso —y que me perdonen—, qué se llama eso, sino vivir de parásito? ¿Qué se llama eso, sino vivir de parásito?
Yo no vine aquí a andar contemporizando con la mentira ni con los convencionalismos, ni con los intereses creados (APLAUSOS). Vine aquí a llamarle al pan, pan, y al vino, vino (EXCLAMACIONES); y digo que el alquiler es una institución inmoral, porque el alquiler no produce riquezas para el país.
En una fábrica se producen riquezas para el país, en una fábrica se producen riquezas; el que pone una fábrica o invierte el dinero en una fábrica por lo menos da empleo, por lo menos empieza a producir bienes allí y es una inversión de la cual se pueden derivar beneficios para el pueblo; pero el que pide dinero prestado a un banco y construye una casa de apartamentos para estar cobrándole de por vida al infeliz pueblo un alquiler oneroso, esa, esa no es una actividad honesta, eso no produce riquezas; sí, el trabajo que se invierte mientras se construye el edificio, y total al que lo construye le pagan un salario cualquiera y no le dan más nada en beneficio.
¡Ah!, es justo, yo quiero que me digan si es justo que una familia que lleve 10 años pagando religiosamente su alquiler, vamos a suponer 100 pesos al mes, y que al cabo de 10 años ha pagado 12 000 pesos; pero ese día se enfermó el padre de familia, al cumplir los 10 años, pierde su trabajo, no tiene con qué pagar y después de haber pagado 12 000 pesos —doce mil pesos que se gastó paseando el dueño, o que se los gastó en ropas, o en Cadillacs, o en regalos, o en perfumes, o en vivir bien, en dos palabras—, aquel señor que pagó 12 000 pesos lo botan de su casa con sus muebles y con su familia, no le devuelven ni un centavo, no tienen con él la menor consideración (APLAUSOS). ¿Eso es honorable? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Eso es decente? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Eso es justo? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Pues eso es lo que ha estado pasando aquí desde el principio de la República. ¿Qué les parece?
Que creían que con poner letreritos que dijeran: “¡Gracias, Fidel!”, ya estaba todo resuelto (RISAS). ¿Qué querían, que dejáramos todo aquí igual que como estaba? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Para qué? ¿Para que dentro de cinco o seis años tuviéramos otra tiranía? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Para que dentro de cinco o seis años estuviera el país hundido en la miseria, en la guerra civil y en el caos? ¿Qué creían, que esto no iba a cambiar nunca? Pues más vale que se vayan acostumbrando a esa idea.
Es que hay gente que no se da cuenta que una Revolución está teniendo lugar en Cuba. Incluso el pueblo muchas veces no se da cuenta. Sí, porque si se dieran cuenta no meterían tantos problemas personales que no tienen que ver nada con los intereses de 6 millones de habitantes (APLAUSOS).
Pero déjenme ayudarlos por lo menos a salvarla. Yo nada más haría un calculo estadístico, y les diría que calcularan si yo tengo tiempo de contestar 300 cartas ó 400 000 todos los días (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”). Es que la tarea de los gobernantes es hacer leyes en beneficio de todos. No es cuestión de que venga uno a pedirnos trabajo, sino de que nosotros hagamos un decreto o una ley, por ejemplo, estableciendo otra vez la fabricación de alcohol absoluto y les damos trabajo a 2 000 de una sola vez (APLAUSOS). La cuestión esta en invertir todas nuestras energías y nuestro tiempo en hacer leyes que beneficien a los 6 millones. Pero es que el pueblo está acostumbrado al favorcito pequeño, al favorcito que le hacían los políticos, los concejales y los sargentos, y tienen que prepararse, todos tenemos que adaptarnos. Y entre otras cosas, para no apartarnos de la idea, yo decía que más vale que ciertos intereses se acostumbren al cambio y se acostumbren a la idea, señores, de que aquí hay una Revolución que está teniendo lugar, y que esa Revolución no la va a detener nada ni nadie. Esa Revolución seguirá su marcha. ¿Por qué? Porque tiene detrás a todo el pueblo (APLAUSOS).
Ya empiezan algunos a escribir dando consejos de que vamos un poco apurados, de que hay que tener cuidado. ¿Cuidado con qué? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nada!”) ¿Y cuidado por qué? (EXCLAMACIONES DE: “¡Nada!”) Y cuidado para qué? (EXCLAMACIONES.)
Yo digo que esos consejos realmente los agradecemos muchísimo, pero están demás. Porque, ¿qué quieren?, ¿que no cortemos por lo sano? A la República hay que hacerle una operación quirúrgica, y si nos ponemos a untar mercurocromo la República se muere (RISAS). Si aquí todo esta al revés, si aquí todo está arruinado. ¡Ah!, van a dar consejos para que no vayan a andar mal las cosas. No, no, si peor de lo que está no pueden andar de ninguna manera. Usted mira el transporte y se lo encuentra arruinado, va a los ferrocarriles y se los encuentra arruinados, va a la Compañía Cubana de Aviación y se la encuentra arruinada, va al Transporte Nacional y se lo encuentra arruinado, va a las cajas de retiro y se las encuentra arruinadas. Todo. Va a sacar la cuenta y deben 1 200 millones de pesos; va a informarse sobre las reservas monetarias que tiene el país y se encuentra con que la han agotado prácticamente. ¿Es que piensan que puede estar peor esto? ¿Y por qué antes no dieron consejos? Ahora vienen con las leyes económicas. ¡Hay cada economista aquí! Economistas de estos que arriman —yo no voy a decir la brasa a la sardina, sino sus teorías a sus sardinas— (RISAS), que les gusta arrimar sus teorías económicas a sus sardinas, es decir, a sus intereses, y escriben alegatos económicos para tratar de impresionar, para tratar de hacer creer que si no andamos con tacto esto se hunde, como si esto pudiera estar más hundido de lo que estaba (RISAS). Esto lo único que puede es salvarse, pero hundirse no puede, porque más de lo que estaba no puede hundirse.
Y aquí la economía la entienden hasta los niños de cinco años. Porque 700 000 personas sin trabajar... Porque una persona sin trabajar come cuando puede, y además no produce porque no puede. Luego hay que poner a todo el mundo a trabajar, porque esos 700 000 trabajando, produciendo telas, zapatos, casas, ladrillos, cemento, malanga, boniato, arroz, frijoles, todo eso (EXCLAMACIONES)... ¡Setecientos mil trabajando con las máquinas modernas tienen para alimentar no solo 7 millones, se puede decir que los que están sin trabajar, trabajando, podrían producir para 7 millones! (APLAUSOS.)
Ahora calculen, calculen que si todos los que están trabajando ahora, más los que están sin trabajar, trabajaran, ¿no se podrían tener aquí el triple y el cuádruple y tener cada uno una casa, por simple cálculo matemático?
La teoría aquí la sabe todo el mundo. Pero hace falta que la gente tenga dinero, porque si la gente no tiene dinero no hay industria que prospere, si no hay dinero con qué comprar, las fábricas se paralizan. Si todo el mundo tuviera el doble de dinero, las fábricas tenían que producir el doble y tener el doble número de obreros, y habría la mitad de las necesidades que hay ahora.
Cuando nosotros rebajamos la Ley de Alquileres... Porque yo estaba hablando de que había contracción por la paralización de las construcciones y que de las construcciones paralizadas la culpa la tenía el Gobierno. ¡Ah!, ¿con que hay contracción porque están las construcciones paralizadas? Ustedes verán cómo se arregla eso: rebajando los alquileres y ya habrá el doble de dinero en la calle (APLAUSOS).
Como con seguridad esos 30 ó 40 ó 50 pesos que se ahorren no los van a ir a depositar en el Banco ni se los van a gastar en un viaje. ¿Quién de los que se ahorró 50 pesos se los va a gastar en un viaje por Francia? Estoy seguro de que ese compatriota va a la Plaza del Mercado en primer lugar (APLAUSOS), y que cuando va al mercado está ayudando a los campesinos que mandan sus frutos al mercado, y está ayudando a todo el mundo. Y cuando los que no tienen zapatos compren zapatos, habrá que llamar a mayor número de obreros en las fábricas de zapatos para que trabajen (APLAUSOS).
El pueblo sabe otra cosa. Ya se sabe que lo que produce bienes es el trabajo, y que el trabajo con la máquina puede producir una cantidad extraordinaria de bienes. ¿Qué es lo que nos importa? Que los que trabajemos aquí, que lo que nos paguen por un jornal aquí, no vayamos a gastarlo en artículos extranjeros (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¿Por qué? Porque si usted tiene 10 pesos y en vez de comprarse un par de zapatos cubanos se los compra americanos, está ayudando a aquel industrial norteamericano que está allá fuera de Cuba; está ayudando no a un trabajador cubano, sino a un trabajador que no es cubano y que tiene un estándar de vida más alto que el nuestro; está ayudando hasta el que cría el novillo con cuyo cuero se hizo aquel zapato; está ayudando a todo el mundo fuera de aquí. Cuando se compra un par de zapatos cubanos como estos (EL DR. CASTRO MUESTRA SUS ZAPATOS), cuando se compra un par de zapatos como estos (APLAUSOS), se está ayudando a un trabajador cubano, a un campesino cubano, a un curtidor de cueros cubano, a un peletero cubano, y se está ayudando a una serie de categorías y de sectores de la producción y, además, no se nos va el dinero para afuera. Y que mientras más dinero gastemos aquí, más podemos mantener en alto y aumentar el nivel de ingresos por familia. Y solo así podremos ir resolviendo nuestros problemas de desempleo que nos interesa mucho. Eso sí, que a medida que aumenten los salarios no aumente el costo de la vida; porque si aumentamos los salarios y aumentamos proporcionalmente igual el costo de la vida, es una tomadura de pelo. Y que las consecuencias son que los sectores que no han aumentado su salario, los jubilados, los que no están recibiendo cantidades mayores, les cuesta todo el doble y les ocasiona un daño extraordinario. Nosotros sabemos lo que queremos, nosotros tenemos una isla rica, tenemos una isla fértil. ¿Qué necesitamos nosotros? Poner a todo el mundo a trabajar y a producir aquí.
Ahora, ¿por qué no trabaja todo el mundo? Porque nos encontramos una compañía extranjera que tiene 10 000 caballerías de tierra, y no deja que nadie trabaje allí. Y nos encontramos una compañía extranjera que tiene 14 000 caballerías de tierra y no deja que nadie entre allí. Y nos encontramos latifundistas con 5 000, con 3 000, con 2 000, con 500 caballerías de tierra. Sí hay tierra, pero no dejan que el que está sin trabajo, trabaje aquella tierra y produzca. Resultado: que hasta los frijoles los tenemos nosotros que importar aquí; dinero que se nos va. Tenemos que importar artículos alimenticios por cientos de millones de pesos que podíamos producir aquí dándole trabajo a cubanos, dándole vida al campo, dándole vida a la ciudad. ¡Ah!, contra eso no protestaron nunca. Los que hoy hablan de la Ley de Alquileres nunca dieron un consejito, nunca dijeron que se consumieran artículos del país, nunca dijeron que había que ponerle fin al latifundio. ¡Claro!, porque el infeliz guajiro no tiene dinero, en cambio el latifundista tiene cuentas muy bien engrosadas en los bancos y pueden pagar campañas en defensa de sus intereses, que únicamente una Revolución como esta pudo asumir la tarea de hablar de Reforma Agraria y hacer Reforma Agraria (APLAUSOS); si no, nos crucifican, nos crucifican. Todavía tenemos el pueblo. Y les aseguro que harán todo lo posible por crucificarnos. Y eso es lo que ocurre. Contra el latifundio no habla ninguno de los que hoy dan consejos de que estemos con cuidado. Nos hablan mucho de la ley. Sí, pero ¿de qué ley, de la vieja o de la nueva? Y les hablan de la ley. ¿De qué ley? Porque hay dos clases de leyes: las leyes de antes —que las hicieron los intereses creados—, y las leyes de ahora —que las vamos a hacer nosotros. Nosotros seremos muy respetuosos de las leyes, pero de las leyes revolucionarias. Seremos muy respetuosos del derecho, pero del derecho revolucionario, no del derecho viejo, sino del derecho nuevo que vamos a hacer. Para el derecho viejo, nada, ningún respeto; para el derecho nuevo, todo el respeto (APLAUSOS). Para la ley vieja, ningún respeto; para la ley nueva, todo el respeto (APLAUSOS).
¿Para la Constitución de la República? ¿De dónde emana la Constitución de la República? (EXCLAMACIONES DE: “¡Del pueblo!”) ¿Quién hace las constituciones y quién es el único que tiene poder de cambiar las constituciones? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) ¡El pueblo! ¿Quién tiene derecho a modificar las constituciones, la minoría o la mayoría? (EXCLAMACIONES DE: “¡La mayoría!”) ¡La mayoría! ¿Quién tiene la mayoría? (EXCLAMACIONES DE: “¡La Revolución!”) ¡La Revolución!
¿Defendieron mucho la Constitución esos intereses que ahora empiezan así, como a hablar de Constitución? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) ¡No! Si hubieran sido defensores de la Constitución no venían a darle a Batista un abrazo después del 13 de marzo, porque según yo veo el enemigo más grande que ha tenido nuestra Constitución fue el dictador Fulgencio Batista (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!”). ¿Y van a venir a hablarnos de Constitución ahora los que vinieron a saludar a Batista después del 13 de marzo, y a desearle que viviera 100 años, ¡cien años Batista aquí!? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
¡Miren lo que deseaban, vean lo que deseaban esos señores: deseaban que Batista viviera muchos años! Que Ventura, Pilar García, Chaviano (EXCLAMACIONES), que toda esa gente, junto con Batista, vivieran muchos años. Y después de Batista, como dijo uno aquí, “Papo”.
¿Esos van a hablar ahora de Constitución? No señor. De Constitución podemos hablar los que la hemos defendido. ¿Y de qué Constitución? De aquella que represente los intereses del pueblo. Es bueno sentar aquí que el Consejo de Ministros revolucionario, representativo de la inmensa mayoría del pueblo, es el poder constituyente de la República en estos instantes (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Y que si un artículo de la Constitución resulta demasiado viejo, si un artículo de la Constitución resulta inoperante, el Consejo de Ministros revolucionario, representativo de la inmensa mayoría del pueblo, transforma, modifica, cambia o sustituye ese precepto constitucional (APLAUSOS). Porque, ¿qué es la democracia? La democracia es el gobierno de las mayorías, dijeron unos; y es verdad. La democracia, dijeron otros, es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; y es verdad también. Pues aquí gobierna una mayoría del pueblo, por el pueblo y para el pueblo (APLAUSOS).
Así que si se llaman demócratas empiecen por tener muy presente que democracia es el respeto a la mayoría y que las mayorías son las que mandan, las que determinan su propio destino, y que este no es un gobierno de minoría, este es un gobierno de mayoría. Y que, por lo tanto, de la ley que hay que hablar no es de la vieja sino de la nueva, del Derecho que hay que hablar no es del viejo sino del nuevo (APLAUSOS).
Ahora salen a relucir teorías económicas. ¿Y por qué nadie dijo una palabra aquí, que el BANDEC, el FHA y todos los organismos de crédito se hicieron aquí para prestarles a los amigos de Batista, a los familiares de Batista y a la camarilla gobernante? Que cuanta industria se hizo aquí era una industria de algunos de los favorecidos de la tiranía. Ahora hablan del FHA. Hicieron un organismo de crédito, pero no lo hicieron para prestarle al pueblo, un organismo de crédito que podía prestar un millón o dos millones para construir apartamentos, para mantener el privilegio de los alquileres, para enriquecer a algún favorecido. Organismo de crédito para construcciones. Y en vez de establecer que los créditos solamente se concedieran hasta cierto límite para que cada cual construyera su propia casa, facilitaban dinero a grandes intereses para que construyeran edificios de apartamentos. Esas eran las instituciones que tenían.
Claro, ahora rebajamos los alquileres y nos hablan del FHA; es lógico, porque el FHA no debía haber prestado dinero para construir apartamentos, debió haber prestado para aquel que se quisiera construir su propia casa, pero no le debieron haber prestado al que quería explotar a otro.
Y eso hicieron con el FHA. Como hicieron con todas las cosas. Nadie protestó, nadie dio consejos. No. Sin embargo, ahora le vienen a dar consejos a la Revolución, consejos económicos. Y yo les voy a responder de una vez por todas que la Revolución tiene su propia economía, que la Revolución tiene sus propias leyes económicas.
Me dicen que hay que tranquilizar, porque si no se asustan determinados intereses. ¿Y qué? Así que nos van a asustar a nosotros diciéndonos que otros se asustan, que cuando yo hablo se asustan determinados intereses. ¿Y por qué no se acostumbran a mis discursos sin asustarse? (APLAUSOS.) Porque aquí se dan casos muy curiosos: a veces han hecho un reportaje de algo que yo he dicho, pero añaden una línea más, como en días recientes que en un periódico dijeron que les íbamos a poner impuestos al capital pasivo. Yo digo: pero yo no entiendo esto, esto de capital pasivo. ¿Si el Estado, a través del Banco Nacional, puede movilizar todo el crédito que quiera, sin impuesto en ningún capital? Esto debe ser alguna idea vieja de las que andan en el ambiente y alguien la puso para provocar pánico.
Inmediatamente una serie de gente fue al Banco a sacar su dinero, unas cuantas gentes. Digo: pero, ¿serán bobos? ¿Qué hacen con eso? ¿Que sacan el dinero del Banco? ¿Y qué? Vamos a suponer lo peor: que por miedo saquen todo el dinero de los bancos, cosa absurda, porque la Revolución ha hablado muy claro; la Revolución ha hablado muy claro —repito—, la Revolución ha hablado muy claro y hemos dicho que el latifundio no tiene ninguna garantía; hemos dicho que los alquileres y el capital invertido en alquileres no tienen ninguna garantía; hemos dicho que el garrote no tiene ninguna garantía; hemos dicho que el capital pasivo, el capital parasitario que se invierte en un solar donde no construyen ni dejan construir esperando que el solar valga diez veces mas, no tiene ninguna garantía.
Eso lo hemos dicho bien claro y lo estamos cumpliendo, y lo vamos a cumplir. Pero también hemos dicho bien claro que el capital industrial tiene toda la garantía, con una sola condición: que pague altos salarios (APLAUSOS). Hemos dicho bien claro que el capital bancario tiene todas las garantías, porque nos interesa movilizar el crédito para el desarrollo agrícola y el desarrollo industrial. Hemos hablado claro.
¿A qué conduce eso de que cada vez que se asustan sacan el dinero del banco? Nadie va a tocar el dinero del banco, y además es una tontería. Vamos a suponer que todo el mundo se llevara el dinero del banco, bastaría con que nosotros cambiáramos el color de los billetes, y se acabó (EXCLAMACIONES). Porque si el dinero hoy fuera oro, si estuviéramos en los tiempos en que la moneda fuera oro, y en una botija en el patio de su casa los Sarrá enterraran las monedas de oro, está bien. Pero hoy la moneda es papel y representa un valor, y si los sacan y lo esconden, pues se van a hacer un tremendo daño. Lo que tienen que hacer es meter el dinero en el banco, que nadie se lo va a tocar, porque nos interesa movilizar el capital hacia la agricultura y hacia la industria, no hacia los solares yermos, no hacia el garrote, no hacia el alquiler. El alquiler, el alquiler lo enterramos ayer con la primera piedra en la ciudad nueva (APLAUSOS). Y para que nadie, para que nadie se llame a engaño, el alquiler es una institución que tiene que acabarse en Cuba, lo advierto para que no se asusten.
Hay mucha gente que tiene dinero guardado en su casa, el 50% tiene el dinero guardado en su casa; está mal. El dinero debe estar guardado en los bancos, para que se pueda movilizar alrededor de la agricultura y de la industria.
De acuerdo con un survey el 50% de las personas guardan el dinero en sus casas, como en los tiempos antiguos, sin darse cuenta que hoy el dinero es un papel que representa un valor, y que ese valor puede ser cambiado, que le hacen daño a la economía del país guardando el dinero en sus casas. Como hay gentes que cuando están un poco asustadas sacan el dinero de un banco cubano, y lo llevan a un banco americano, como si estuviera más garantizado en el banco americano. Eso sería antes, pero ahora están en igualdad de condiciones absolutas (APLAUSOS).
En vez de sacar el dinero de los bancos, que es una tontería, lo que hay que hacer es llevar el dinero a los bancos, todo el dinero a los bancos, y a los bancos cubanos, señores (APLAUSOS).
Aquí ocurre lo siguiente, una cosa insólita: los depositantes de dinero en los bancos cobran un interés; hay bancos que pagan hasta un 3% de interés, sobre todo los cubanos, porque no pueden competir con el americano. Los americanos pagando menos interés tienen dinero en los bancos. ¡Ah!, porque hay gente que cree que ahí está muy seguro su dinero. Esos son los “patriotas”, son los “patriotas” que protestan de la rebaja de alquileres, etcétera, etcétera (EXCLAMACIONES). Son tan “patriotas” que empiezan a renegar de su propia institución, y a guardar el dinero en los bancos que son de otro país. Entonces, los bancos cubanos, tienen que pagar un interés... Y se da el caso insólito de que el que necesita dinero, por ejemplo, el agricultor, el industrial que necesita dinero para una ampliación o el agricultor para fomentar la agricultura, cuando les van a prestar el dinero, tienen que cobrárselo al 7% y al 8%. ¿Por qué? Porque al que tiene el dinero en los bancos cubanos hay que pagarle un interés alto, un interés alto para poder competir con los bancos americanos; y el resultado es que a quien le sobra el dinero le pagan un interés, y al que lo necesita para invertirlo en la agricultura y en la industria le cobran el doble, un interés altísimo, cuando lo lógico es que al que tiene el dinero en el banco se le pague el menor interés posible, porque no lo está necesitando, se le pague el menor interés posible. ¿Para qué? Para poder prestarle al menos interés posible al que necesite el dinero. ¿No es una cosa lógica? (APLAUSOS.)
El resultado de todo esto es que al campesino, cuando el BANFAIC tiene que prestarle, como el BANFAIC tiene que pedir el dinero prestado, al campesino tiene que cobrarle intereses altísimos. Y eso va contra la agricultura. Por lo tanto, la política correcta es que el cubano guarde su dinero en bancos cubanos, es que se le pague un interés mínimo para poder prestarle al campesino y al que necesite el dinero, el dinero que necesite a bajo interés. Esa es la política correcta, eso es lo que debemos hacer si queremos ayudar; no andar sacando la platica del banco, señores, que eso es una tontería, porque si todo el mundo sacara la platica del banco... Magnífico, si quieren hacerlo que lo hagan, el Gobierno Revolucionario no le teme a eso, lo advierto (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Bravo!”).
Bueno, me piden una cosa: “Soy un niño pobre que trabaja y deseo una beca para el Cívico Militar.” ¿De cuando Cívico Militar? No, a eso hay que cambiarle el nombre ya (EXCLAMACIONES).
Bueno, si precisamente es lo que yo digo. Yo me encuentro muchos niños que nos piden; necesitamos tiempo para hacer las escuelas y las ciudades escolares. Ya están los planos de la primera de todas, la vamos a hacer en Columbia (APLAUSOS), la vamos a hacer en lo que era Columbia (EXCLAMACIONES). (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO).
No, a él no, se la prometo a todos los niños de Cuba (APLAUSOS). Hay que poner ahí una tarja: “aquí yace Columbia, donde se ha erigido una ciudad escolar, donde 5 000 niños van a recibir educación”.
Así que para eso necesitamos tiempo. Porque la verdad es que entre leyes revolucionarias, actos, concentraciones, se va el tiempo... (DEL PUBLICO LE DICEN: “Gracias, Fidel.”)
De aquí para la universidad, esto va a ser un discurso en dos tandas (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO).
Faltan algunas cosas. Es bueno que el pueblo vaya aprendiendo todas estas cosas...
Les voy a explicar una cosa que el pueblo debe tener muy presente. Para mantenernos explotados y para mantenernos oprimidos nos mantuvieron siempre en la ignorancia. ¿Por qué? Porque un pueblo bruto, un pueblo mantenido en la ignorancia, un pueblo inculto, es un pueblo víctima de todos los abusos, de todas las injusticias y de todos los engaños.
¿Saben ustedes lo que pasa aquí cuando se habla de una ley revolucionaria? Pues que a la carrera los intereses creados van a los periódicos, o van a las estaciones de radio, o a las estaciones de televisión a hablar. ¿A hablar para qué? A hablar para tupir a la gente, a hablar para confundir a la gente, a hablar para engañar a la gente. Si no, ¿a quién le hablan, a quién, para quién hablan y por qué hablan? Le hablan al pueblo para confundir al pueblo y para que el pueblo teja soga para su propio pescuezo. Eso es lo que ha estado haciendo el pueblo aquí. Lo han obligado a estar tejiendo soga para su propio pescuezo. Le escriben una serie de teorías económicas, que son las teorías de los intereses creados para tener al pueblo en la ignorancia. Por eso al pueblo hay que hablarle de estas cuestiones económicas, y bien claro para que las entienda, para que no lo tupan con esos editoriales que parecen todos escritos en el mismo molde, que parecen como si todos los escribiera una misma mano, para que cuando el pueblo lea por la mañana, esté tupido al mediodía, para que el pueblo lea por la mañana, y al mediodía esté tupido, al otro día vuelva a leer y esté más tupido todavía, al otro día vuelva a leer y esté más tupido y termine diciendo: esto se hunde, esto es arruina; para que termine diciendo lo mismo que dicen ellos. ¿Comprenden bien? (EXCLAMACIONES DE: “¡Sí!”)
Así que es muy conveniente que el pueblo se despabile, que el pueblo sepa lo que le conviene, y que no se ponga a hacerles caso a esas pamplinerías. Y les voy a decir por qué son pamplinerías, se los voy a explicar con un ejemplo, les voy a poner el caso de lo que pasó con la Ley de Alquileres.
Se hace una Ley de Alquileres. ¿A quién beneficia? (EXCLAMACIONES DE: “¡Al pueblo!”) Entonces la minoría afectada por la Ley de los Alquileres, va a las estaciones de televisión. ¿A quién le habla? (EXCLAMACIONES DE: “¡Al pueblo!”) Entonces, yo digo lo siguiente, señores: ¿Cómo van a venir a convencer a los inquilinos que la ley no es buena? ¿Tiene sentido que vengan a decirles a los beneficiados de la ley que la ley es mala? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Luego entonces cuando vienen a hablarle al pueblo, ¿qué es lo que quieren? Tupirlo, confundirlo. Y se da el caso curioso de que le hablen por televisión al pueblo para protestar, como si fueran a convencer al pueblo de que es injusta la ley, al inquilino de que es injusta la ley y que en vez de $30,00 debe pagar $90,00. ¿Ustedes creen que puedan convencer a alguien de eso? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”)
¡Ah!, pero no vayan a creer que le hablan de eso. No, no, no. No le hablan de eso, hablan de eso, pero después vienen por otro lado. Y entonces a lo mejor se presentan como defensores del obrero, con un argumento cualquiera, o empiezan a buscar pretextos. Y empiezan a buscar pretextos, por ejemplo, de tipo religioso para despertar fanatismo, corrientes de opiniones fanáticas contra la Revolución. Y yo me pregunto: ¿Qué tiene que ver la religión con la Revolución? (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Nada!”)
Al contrario, si aplicamos correctamente la religión, pues tenemos que ser más revolucionarios todavía. Porque yo recuerdo que en la Biblia se decía que Cristo dijo “que era más fácil que un camello entrara por el ojo de una aguja, que un rico en el reino de los cielos” (APLAUSOS). (DEL PUBLICO LE DICEN: “Cristo fue el primer socialista.”)
Porque Cristo fue el primero de los revolucionarios, porque Cristo fue el hombre que no tuvo a menos sentarse con una mujer humilde del pueblo, mientras los fariseos y los sepulcros blanqueados lo criticaban y terminaron crucificándolo (APLAUSOS). ¿Por qué van a venir a meter la religión con la Revolución, si la Revolución no se ha metido en la religión, si aquí tiene todo el mundo derecho a que se le respeten sus ideas y sus creencias, si aquí hay libertad de culto, si aquí cada cual puede predicar la religión que estime que sea la que su conciencia le dicte, si nosotros respetamos todas las libertades humanas? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
Pero yo les estoy explicando, los intereses creados tratan de confundir por todos los medios. Un día es una cosa, otro día otra; luego empezarán a decir que por qué los ministros llevan uniformes y que eso está contra las tradiciones civilistas que qué sé yo, que qué sé cuando. Como si nosotros no fuéramos primero que nada civiles, y no sigamos siendo civiles. ¿Qué somos nosotros? Pues unos civiles que no quisieron que los militares les siguieran dando golpes, y los siguieran asesinando (APLAUSOS). Unos civiles que en vista de que los militares habían traicionado la República, tuvieron que empuñar las armas para quitar a los militares. Y si ahora tenemos fusiles y tenemos uniformes, es para dar a entender bien claro que estamos en campaña, que la Revolución no se ha terminado todavía, que cuando se termine me quito la barba y me quito el uniforme (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”). Pero ya les adivino por dónde van a venir. También a cada rato nos quieren recordar las elecciones generales. Sí, sí, pero, ¿quién les tiene miedo aquí a ningunas elecciones? (EXCLAMACIONES DE: “¡Elecciones no!”) ¿Cómo? ¿Que no quieren elecciones? (EXCLAMACIONES DE: “¡Elecciones no!”) Eso demuestra hasta qué punto la politiquería está desacreditada en este pueblo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Les voy a decir una cosa: ustedes y nosotros, ¿por qué les vamos a tener miedo a las elecciones? (EXCLAMACIONES DE: “¡No les tenemos miedo!”) Señores: en el futuro los senadores lo más que van a ganar no son 4 000 pesos, sino 600 pesos, si acaso (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS); y van a tener que trabajar, porque si no van allí no cobran. Y los representantes van a ganar 400 pesos, o a lo más 500, y van a tener que trabajar. Pero miren: no se imaginen que ese pobre Congreso, quien está pagando la culpa ahora de tanto sinvergüenza como se sentó allí... Pero imagínense otros hombres. Ahora la Revolución necesita todas las facilidades para hacer las leyes, ahora la Revolución necesita los poderes con que cuenta; pero cuando la Revolución esté hecha, cuando esté encarrilada sobre bases firmes, entonces tenemos que normalizar la vida del país, porque después que hagamos una ley nueva, después que hagamos un Derecho nuevo, después que haya un tipo de funcionario nuevo, no tenemos por qué temerles a los procesos democráticos (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Por ahí se cuela la reacción!”). ¿La reacción dónde, con qué? ¿Qué reacción? (DEL PUBLICO LE DICEN: “Los intereses creados.”) Pero, señores, la reacción ya para esa fecha estará muy debilitada.
Yo quiero que me digan, si es posible que puedan echar hacia atrás la Revolución Cubana (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”). Con la conciencia que está ganando el pueblo de Cuba, con la generación que vamos a preparar, con la clase de moral, de instrucción y de espíritu que les vamos a dar a los hombres encargados de mantener aquí las leyes, la vigencia de las leyes revolucionarias, ¿quién echa para atrás la Revolución? (EXCLAMACIONES.) Nadie. No tenemos que temerle, porque después van a decir —aunque no importa lo que vayan a decir—, pero van a creer que nosotros les tenemos miedo a unas elecciones, van a creerlo. Lo importante es que vamos a decidir esta cuestión, vamos a decidir esta cuestión sobre la marcha, de acuerdo con el curso de los acontecimientos, de acuerdo con el avance de la Revolución; porque llevamos un buen promedio de conquista revolucionaria y a ese ritmo dentro de un año habremos logrado transformar grandemente nuestra Patria. Por lo pronto ayer, a los 70 días de la caída de la tiranía, en Santiago de Cuba y en La Habana del Este se estaban ya poniendo las primeras piedras de una institución revolucionaria (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). La Revolución avanza rápidamente. A fines de este mes ya habrá 30 000 cubanos más trabajando por el esfuerzo del Gobierno Revolucionario (EXCLAMACIONES DE: “¡Bravo!”). Así que la Revolución avanza tan rápidamente que llegará un momento en que a nosotros haya que darnos un descanso; nosotros desde luego que estaremos luchando el tiempo que sea necesario, desde una posición o desde otra, porque alguien dijo que el descanso de los revolucionarios es la tumba, y yo creo en esta verdad, yo creo que estaremos luchando siempre. Pero les quiero decir que algún día se normalizará la vida institucional del país, y cuando la vida se normalice, los hombres que al frente de los destinos de Cuba serán hombres distintos de los que han estado en tiempos pasados; son estos jóvenes, los jóvenes que han hecho la Revolución, los que más jóvenes que ellos han aprendido en esta escuela de la Revolución, porque aquí han visto ustedes las grandes reservas que tiene la Revolución. No importa que todos los valores revolucionarios no hayan estado en el poder desde el primer momento, ¡mejor!, el poder desgasta. Lo que necesitamos es tener, como tenemos, una gran reserva de valores jóvenes (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS). Y aquí, en el Directorio Revolucionario, en la Federación Estudiantil Universitaria, en nuestra juventud, tenemos una gran reserva de valores que irán a colaborar en la tarea creadora de la Revolución en la misma medida en que la Revolución se desarrolle, y en la misma medida en que los hombres que hoy ocupan los primeros puestos se desgasten. Por eso yo digo que el que se pone a empujar para que lo coloquen en una posición, ese es un hombre mediocre, ese nunca será un buen revolucionario (APLAUSOS). El hombre que vale por sí mismo, el hombre que tiene méritos, sabe esperar, porque esta tarea es larga, esta jornada es larga, y hay trabajo no para una generación, sino hasta para dos generaciones. Porque nosotros no nos vamos a conformar con cualquier cosa, nosotros trataremos de mejorar más, y más y todo lo posible, y siempre trataremos de que nuestra patria sea más grande y sea mejor (APLAUSOS).
Nosotros hemos dicho que convertiremos a Cuba en el país más próspero del mundo. Hemos dicho que el pueblo de Cuba alcanzará el estándar de vida más alto que ningún país del mundo. ¿Por qué? Porque mientras las grandes potencias tienen que invertir un porcentaje enorme de su energía en fabricar armas nucleares, en fabricar barcos de guerra, en fabricar cohetes, en fabricar aviones, nosotros vamos a invertirla toda en producir riqueza, en hacer escuelas (APLAUSOS), en establecer industrias, en poner a producir nuestros campos, en desarrollar las inmensas riquezas de nuestra maravillosa tierra, que además de rica es también la más hermosa (APLAUSOS). Y con nuestro ejemplo ayudaremos a otros pueblos, porque ya Cuba hoy es la fuente revolucionaria hacia donde empiezan a mirar nuestros hermanos de América. Cuba es el ejemplo. Ya Cuba no es como la veían bajo la tiranía, ya a Cuba no la miran con lástima, la miran con admiración, la miran con admiración y simpatía. Y del país que era antes, del país oprimido, del país visto con pena y con lástima, es el país que se mira y se llena de elogios, se mira con admiración, se mira como ejemplo a imitar por los demás pueblos de América y del mundo. Lo que hacemos aquí no lo hacemos solo por nosotros. Nuestro triunfo lo desean y lo necesitan otros pueblos, porque si fracasamos la fe de los pueblos recibirá un duro golpe. Si triunfamos, si continuamos avanzando, si nuestras instituciones son un modelo, si otros pueblos del mundo siguen mirándonos a nosotros, siguen viendo nuestro triunfo, Cuba estará sirviéndose no solo a sí misma, sino estará sirviendo a otros pueblos del mundo, estará sirviendo a la humanidad. No será ya el sentimiento egoísta de servirse a sí misma, sino de servir a los demás y sirviéndonos hoy a nosotros mismos, estamos sirviendo a nuestros hermanos del continente (APLAUSOS).
En los pueblos oprimidos se despierta el sentido de la dignidad. No es una obra de frailes, no es una obra internacional, es una obra universal la que está llevando a cabo la Revolución Cubana. ¿Quiénes son los únicos que no se sienten orgullosos de eso? Los reaccionarios, los que querían que Cuba siguiese siendo la lástima del mundo y no la admiración del mundo. Y se llaman patriotas. Se llaman patriotas y quieren una patria chica, una patria pobre, una patria que sea una vergüenza y no aplauden a una Revolución que está haciendo una patria grande, que está haciendo una patria admirable (APLAUSOS). No les importa el honor de nuestro pueblo, no les importa el prestigio de nuestro pueblo, no les importa la felicidad de nuestro pueblo, no les importa que nuestro pueblo sea ejemplo, no les importa nada; lo que les importa es acumular fortuna sobre el hambre, la miseria y la infelicidad de sus compatriotas (APLAUSOS). Y como seres humanos que somos, y como pueblo que somos, tenemos derecho a la felicidad y ese derecho, solo los pillos, los egoístas, los traidores, serían capaces de negárnoslo (APLAUSOS).
Tenemos derecho, tenemos derecho a nuestra felicidad... Señores: no me distraigan al pueblo, porque esa es una tarea contrarrevolucionaria (RISAS Y APLAUSOS).
Como seres humanos que somos, y como pueblo que somos, tenemos derecho a nuestra felicidad y si aquí han sido felices unos cuantos, ¿por qué el pueblo no va a tener derecho a desear ser feliz también? (APLAUSOS.) Si aquí han tenido de todo unos cuantos, han tenido de sobra, han tenido más de la cuenta, ¿por qué el pueblo no va a tener derecho a desear lo más necesario? ¿Y quién puede decir que el niño del campo, que anda descalzo, comido de parásitos, que no tiene hospitales, que no tiene escuelas, que no tiene educación, sea un niño feliz? ¿Y quién puede decirnos que el niño pobre que vive en uno de esos solares, hacinados en un cuarto con toda la numerosa familia, que tiene que andar descalzo limpiando zapatos, mendigando por las calles, sea un niño feliz? ¿Quién dice que el mendigo es feliz? ¿Quién dice que el que no tiene escuela es feliz? ¿Quién dice que el enfermo que no tiene hospitales es feliz? ¿Quién dice que el que no tiene trabajo es feliz? ¿Quién dice que el pobre, que no gana ni para comer, es feliz?
¿Y por qué los que hoy protestan contra las leyes revolucionarias no protestaron de que hubiera mendigos, no protestaron de que hubieran... (DEL PUBLICO LE DICEN: “¡Son cobardes!)... No, son cobardes no; no protestaron porque para mantener sus intereses necesitaban de que hubiesen muchos mendigos, necesitaban de que hubiesen muchos pobres, necesitaban que hubiesen muchos campesinos sin tierra, muchos niños descalzos (APLAUSOS).
Y son capaces de venir a decir aquí que somos unos demagogos porque estamos hablando de estas cosas, porque estamos diciendo la verdad, porque estamos llamando al “pan pan, y al vino vino”, y les estamos poniendo el dedo en la llaga.
No es demagogia, en cambio, para ellos el silencio que han guardado frente a tanta injusticia, frente a tanto dolor y frente a tanta miseria humana. No pueden ser buenos patriotas los que visitaron Palacio después del 13 de Marzo; y son los mismos que no han protestado nunca de la injusticia, y son los mismos que protestan de leyes revolucionarias, y son los mismos que escriben sus falsas teorías, y son los mismos que han quitado de sus automóviles el letrero que decía: “Gracias, Fidel”, porque resulta que nosotros no estamos dispuestos a permitir que las cosas sigan como estaban en Cuba; porque para que siguieran como estaban no valía la pena que hubiese muerto un solo cubano, no valía la pena que hubiese caído un José Antonio Echeverría, un Menelao Mora, un Pelayo Cuervo, un Frank País, un Pepito Tey, un Rubén Batista (APLAUSOS); no valía la pena que cayera esa lista interminable de hombres que lucharon por la libertad. Pero la libertad no es el derecho a poder hablar y a morirse de hambre, porque en definitiva el que pasa hambre no puede ni hablar, el que pasa hambre no puede ni escribir; al analfabeto no se le puede hablar de libertad de prensa, porque no sabe escribir; al que está enfermo no se le puede hablar de ninguna libertad, sino de la libertad de morirse.
Aquí la libertad para nosotros no es una simple ficción. Para que haya libertad tiene que disponer el hombre de una serie de elementos sin los cuales no hay libertad posible. El hombre bajo el hambre no es libre jamás: o se vende, o claudica, o no escribe, o no habla. Libertad no es la palabra solamente; con la palabra libertad y con la libertad que puedan dar todas las leyes no se come, no se come con libertad. ¡Libertad con hambre no es libertad! ¡Queremos una libertad con pan! (APLAUSOS); queremos una libertad sir hambre, queremos una libertad sin miseria, queremos una libertad sin privilegios. Queremos la igualdad, sí, queremos la libertad y queremos la hermandad entre los hombres. Y los que se opongan a eso que no vengan a engañar a nadie. ¡Que hablen si quieren, porque aquí todo el mundo tiene derecho a hablar, si quiere! ¡Que escriban si quieren, porque aquí todo el mundo tiene derecho a escribir, si quiere! Pero que no vengan a engañar a nadie, porque van a perder el tiempo; que no vengan a darle consejos a la Revolución, porque la Revolución no va a seguir los consejos de los enemigos de la Revolución (APLAUSOS); que no vengan a intimidar a la Revolución, porque la Revolución —entiéndase bien— firmemente, resueltamente, terminantemente, seguirá adelante; que no me vengan los técnicos de la economía, porque cuando empezamos la guerra vinieron también los técnicos de guerra, los militares, a decir que era un fracaso, que era una locura, que de acuerdo con las leyes de la guerra, etcétera, etcétera, íbamos a ser derrotados. El resultado fue que todos los técnicos se equivocaron, y los guajiros de la Sierra Maestra y del Escambray, el Segundo Frente, está aquí, en La Habana, derrotaron a la tiranía (APLAUSOS). Así, también, que los técnicos de la economía no nos vengan con sus leyes, que la Revolución tiene sus propias leyes, y al final de la jornada vamos a ver cuales eran las leyes verdaderas y las leyes falsas.
Lo que tienen que hacer es darse cuenta que una Revolución está teniendo lugar, y que esos principios económicos están ya fuera de moda; que lo que deben es adaptarse, no resistir, porque como dijo aquí un orador que me precedió en el uso de la palabra, mientras más resistan, más avanzará la Revolución; mientras más la combatan, más lejos irá (APLAUSOS).
Así que interrumpo este acto para trasladarnos todos a la Universidad. Allí hay asientos, pueden estar sentados allí. Así que vamos a continuar rindiéndoles tributo a los mártires de la Revolución de la única manera digna de rendirles tributo, rendírselo con entusiasmo, rendírselo con fervor, rendírselo creando, rendírselo haciendo, rendírselo combatiendo, rendírselo proclamando los principios revolucionarios.
Y ahora, en memoria de los heroicos combatientes del 13 de Marzo, y en memoria de todos los caídos, vamos a expresarles nuestra gratitud marchando hacia los puntos de donde ellos partieron, a los que tantas veces vinieron Colina abajo a combatir. Hoy que la Revolución y el pueblo están en el Palacio, vamos a marchar hacia la Universidad para rendirles el solemne homenaje, un tributo de reconocimiento a los estudiantes y a los mártires (APLAUSOS).
Así que todos vamos hacia el Stadium Universitario. Hay allí 10 000 sillas. ¡Que no quede una sola silla vacía! Invitamos a todo el pueblo, a los que están presentes y a los que nos están oyendo; y les digo que el pueblo que está presente aquí desde por la tarde, que no ha comido, va hacia el stadium. Por tanto, los que nos están oyendo desde sus casas —que posiblemente han comido—, que no se queden en sus casas y vayan también para el stadium. ¡Todos al Stadium Universitario! (APLAUSOS.)