Otro Moncada en estallido cotidiano, urgente, necesario
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Se anuncia la alborada; se acerca un nuevo asalto: el día a día en esta Isla es uno y mil asaltos; uno y mil Moncadas. Todo ocurrió un domingo –de julio 26 en sus albores–, por Santiago; dormía la guarnición de «poderosas fuerzas dominantes»; Cuba la sorprendió.
Ese día de aquel año comenzaba la pelea; era «el primer asalto a una de las tantas fortalezas que habrían de ser tomadas». Lo dijo el joven abogado que guió la rebelión. Inexperiencia, ignorancia, subdesarrollo, falta de recursos; …«Moncadas por tomar». Habla Fidel de otro resabio acuartelado: «viejas ideas, egoísmos; el Moncada más difícil de tomar». Una alerta que recala en nuestros días, en otra voz: la voz de un hombre –clara también, lúcida igual, joven todavía–; lleva el sueño de la Patria en la pupila, y el blanco de la paz en los cabellos.
En este mundo complejo y desafiante –ha dicho el hombre– se corren riesgos; «y no cambiar, no transformar», sería de todos los riesgos «el peor» –alerta–, e invita a superarlos. Otra vez apremian desafíos: más alimentos, soltar nudos, exportar, «hacer las cosas bien».
Legiones de cubanos en el surco. Es la opción. Minar el suelo con semillas, regarlo con sudor, desencantar a los que quieren asfixiarnos; en fin, otro Moncada, cotidiano, urgente, necesario.
A la carga, lanza en ristre, alcemos los escudos; hay proyectiles que vienen de otros flancos; de odios satánicos, rencores imperiales, oportunismos y amnesias selectivas.
Y no faltan roedores financiados. Infelices, no resisten los aplausos de las nueve, no conocen la bondad, ignoran la osadía, no saben de firmeza inusitada. Los pobres; sueñan estallidos, y no ven los tantos estallidos, los miles de Moncadas.