La tragedia de Chernóbil a 30 años del programa médico cubano (Parte II)
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La periodista ucraniana Olena Panstsiuk vivía en Pripiat. Todavía recuerda el día en que tuvo que marcharse, solo recoger algunas cosas y salir precipitadamente. Todos pensaban que volverían. Todavía no sabían la magnitud de la tragedia. Ella dejó en casa los recuerdos, las fotos de la infancia, los peluches de la niñez.
Era una adolecente el 26 de abril de 1986 cuando explotó el cuarto reactor de la central electronuclear Vladimir Ilich Lenin de Chernóbil. Su ciudad, Pripiat, estaba a unos escasos dos kilómetros. Su familia no fue la misma nunca más. Algunos ya no están, otros tuvieron que reordenar su vida. Y ella, como tantos, siguió adelante con las memorias pegadas a la mente día y noche, y el miedo a una nueva muerte.
A Olena la conocimos en Kiev. En noviembre de 2019, nuestro equipo de realización de Resumen Latinoamericano llegó a Ucrania en busca de las huellas del accidente nuclear, sus testigos y protagonistas, y para el encuentro con aquellos niños que fueron a Cuba a recibir atención médica por las secuelas de la radioactividad.
Juntos entramos a la central electronuclear y a la Pripiat de hoy. Olena estaba con nosotros y nos fue narrando los detalles de cómo era la vida antes, dónde estaba su escuela, el bulevar más hermoso de la ciudad, los amigos que no volvió a ver…
Olena, como muchos otros, volvió a Pripiat a escondidas a rescatar de su antigua casa el álbum de fotos y lo que todavía quedara en pie de sus recuerdos más queridos. Recientemente, ha creado la organización Las hermanas de Pripiat, para recuperar la identidad de los que allí vivieron y del propio sitio, más allá de la alarma catastrofista que los medios han impuesto, olvidándose de los seres humanos que eran parte de Pripiat.
Olena siempre va a la embajada cubana, asiste a sus convocatorias de encuentros. Amigos y gente de su ciudad fueron a Cuba a recibir atención médica. Olena los conoce. Y sabe toda la historia desde el principio: cuando llegaron, en 1990, los médicos cubanos y recorrieron pueblo por pueblo de los afectados para seleccionar a los niños más enfermos que irían a Cuba a recibir tratamiento médico.
El 29 de marzo de 1990, llegaron a la isla los primeros 139 niños y niñas. Se creaba así el programa médico cubano de atención a los niños de Chernóbil, que permaneció de manera gratuita durante 21 años consecutivos y permitió que recibieran atención más de 26 000 niños de Rusia, Bielorrusia, Moldavia y Ucrania.
En ese tiempo, muchas cosas sucedieron: se desintegró la URSS, desapareció el campo socialista, se instalaron guerras civiles y tragedias humanas en esos pueblos; Cuba entró en una profunda recesión económica resultado del corte de las relaciones comerciales con el bloque socialista que ya no existía y el bloqueo de Estados Unidos con ensañamiento multiplicado… pero el programa médico nunca se detuvo.
Las estadísticas de las más de dos décadas muestran más de 70 000 consultas realizadas en 20 especialidades médicas; las más elevadas, de enfermedades endocrinas y gastroenterológicas. Muchos de los medicamentos que se aplicaron a los niños de Chernóbil fueron producidos por la biotecnología cubana.
Cuando Olena nos muestra el álbum fotográfico de Pripiat y cuenta los que se salvaron, allí están niños y niñas que fueron tratados por los médicos cubanos.