Falleció emblemático director del Hotel Nacional de Cuba, Antonio Martínez Rodríguez
“A pesar de que desde que era un adolecente Fidel era mi ejemplo y sentía por él una gran admiración, nunca pude imaginar que su personalidad fuera de un interés tan especial y de un impacto tan enorme para los visitantes de cualquier parte del mundo, ya fueran turistas, personalidades destacadas de la cultura, el arte y las ciencias o líderes de Estado y Gobierno. El hotel es incuestionablemente un testigo excepcional de estas demostraciones de admiración por Fidel”
Era sábado en la tarde y parecía que el sol podía romper las piedras en el norte del litoral habanero. Tras el cartel de “Dirección” me esperaba en su oficina, acatarrado, Antonio Martínez. A pesar de la fiebre, el responsable del Hotel Nacional de Cuba me recibió, porque se trataba de hablar de Fidel. Más que de Fidel, de las huellas que deja Fidel.
Ya lo escribí una vez: ese hotel ha visto de todo. La hora que compartí con Tony -así le llaman cariñosamente-, solo lo confirmó. Al decir de quien fuera el primer director del Hotel Copacabana, cuando llegó al Nacional hace casi dos décadas tenía poca experiencia hotelera y no sabía la manera en que esa instalación le mostraría la trascendencia mundial del líder de la Revolución Cubana.
“A pesar de que desde que era un adolecente Fidel era mi ejemplo y sentía por él una gran admiración, nunca pude imaginar que su personalidad fuera de un interés tan especial y de un impacto tan enorme para los visitantes de cualquier parte del mundo, ya fueran turistas, personalidades destacadas de la cultura, el arte y las ciencias o líderes de Estado y Gobierno. El hotel es incuestionablemente un testigo excepcional de estas demostraciones de admiración por Fidel”, comenta Tony a Granma Internacional.
Anclado en la modestia que lo describe y sin hacer halagos vacíos, porque sabe que Fidel posee méritos propios, el entrevistado, quien es licenciado en Derecho y máster en Gestión del Turismo, afirma que “lo que irradia el Comandante impresiona y marca a las personas que lo conocen. Junto a las leyendas que aún habitan hasta en las paredes de la instalación más emblemática de la hotelería antillana, se recuerdan especialmente sus visitas”.
A la vez que se autodefine como un profundo fidelista, Tony reconoce el desafío de mantener la joya arquitectónica de un hotel 5 Estrellas y de administración netamente cubana. Todas las noches en sus más de 400 habitaciones pernoctan entre 500 y 600 personas, la mayoría de ellas provienen de Norteamérica y cargan consigo un millón de preguntas sobre la mayor de las Antillas, la Revolución y Fidel.
—Hace un tiempo declaró que con cada visita de Fidel el hotel se levantaba y vibraba. ¿Qué hacía especial su arribo?
—Solo porque Fidel es Fidel su rastro queda perennemente dondequiera que va. Cada vez que venía la edificación se llenaba de una energía revitalizante, que sentía desde el primero de los huéspedes hasta el último de los trabajadores. Su presencia se extrañaba cuando se iba. En cierta ocasión decidimos exhibir los registros gráficos de esos acontecimientos y la aceptación y el interés del público por la muestra hizo que se quedara expuesta de forma permanente.
“Lo mismo pasó con un cuadro suyo que colocamos en el lobby y que sin preverlo se convirtió en una especie de sitial en el que todo el que pasa se detiene. Así ocurrió, por ejemplo, con el Secretario de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki- moon o losl presidentes de Rusia o Francia, por citar ejemplos recientes.
“Por otro lado, he conocido a más de una celebridad con amplia trayectoria a nivel internacional, lanzar una lluvia de preguntas sobre él, incluso antes de hospedarse:
“¿Cómo es? ¿Dónde vive? ¿Qué hace? ¿Viene al hotel?.
“Algunas pertenecieron al gobierno de los Estados Unidos en momentos de profunda crisis en las relaciones entre ambos países. Recuerdo a muchos con ansias de conocerlo y que luego de lograrlo -dentro o fuera del hotel-, me enseñaban con júbilo y respeto una fotografía del encuentro. Otros, se fueron desalentados por no haberlo visto”.
—¿Qué es lo que más le impresiona del vínculo entre Fidel y el hotel en la primera etapa de la Revolución?
—Vale destacar lo que se hizo dando alojamiento en el Hotel Nacional de Cuba a novecientas campesinas que aprendieron a leer, escribir y coser en la que fuera la Escuela Ana Betancourt creada por Fidel en 1960, y a los primeros maestros voluntarios durante la antesala de la Campaña de Alfabetización.
“Significó un enorme contraste que lo que funcionara hasta 1959 como el foco del juego y la mafia, luego se convirtiera en plaza para la educación.
“Igualmente conmocionó al Vedado habanero la aparición en la instalación del líder cubano y del astronauta soviético Yuri Gagarin, tres meses después de que el piloto deviniera el primer ser humano en ir al cosmos”.
—Cuénteme una anécdota inédita, algo que nunca haya hecho público…
—Tendría que mencionar al triple monarca de los pesos completos del boxeo profesional y un tremendo admirador de Fidel, Muhammad Alí. A fines del siglo pasado, el otrora Cassius Clay -recientemente fallecido- se reunió en el hotel con el triple campeón olímpico cubano, Teófilo Stevenson.
“Cuando coincidí con esos dos geniales boxeadores, vi temblar las manos de Alí, le pregunté sobre la enfermedad de Parkinson y su respuesta me asombró: “¿Sabes por qué estoy así? Porque los negros norteamericanos no tenemos un Fidel”. Señalando hacia Stevenson elogió: “¡Mira cómo Fidel lo cuida! Tuve que maltratarme mucho para llegar a ser campeón”. Yo tenía una foto del Comandante y Alí insistió en retratarse con ella al lado de Stevenson”.
Fidel y campesinas de la Escuela Ana Betancourt en 1961 frente a uno de los ascensores del Hotel. Foto: Cortesía del Hotel Nacional de Cuba
—¿Qué otra historia narraría si se hablara de los huéspedes que más han admirado a Fidel?
—Son numerosas las personalidades y famosos que se interesan por saber y conocer de Fidel, qué representa para Cuba y como es él. Te podría mencionar algunos representativos como Steven Spielberg, Oliver Stone, Barbara Walters, Robert Redford, Harry Belafonte... Sin embargo, me marcó puntualmente una conversación con el actor estadounidense Kevin Costner, que viajara a Cuba para presentar la versión cinematográfica norteña de la Crisis de los Misiles de 1962. Recuerdo como si fuera hoy el respeto con el que me hablaba de Fidel y de cuánto quería poder encarnarlo en el cine.
“Entonces le pregunté sobre los beneficios que le traería a su carrera el interpretar un día a Fidel Castro. Y Costner, que en mi opinión es un hombre inteligente, me respondió que Fidel era algo excepcional en el mundo, por su lucha, por su barba, por la popularidad entre su gente, por el conocimiento sobre todo de Estados Unidos y América Latina.
“También me sorprendió el caso de Robert McNamara, Secretario de Defensa de los Estados Unidos durante la mencionada Crisis de Octubre de 1962. ¿Quién creería que un hombre con semejante cargo podría llegar a sentir tanto respeto por Fidel, sobre todo por su valentía en la Crisis de Octubre?
“Por otra parte, los tres últimos presidentes de China que se han alojado en el hotel han mostrado una gran admiración, respeto y afecto hacia Fidel, algo verdaderamente significativo.
“Estos pocos ejemplos referidos y muchos más que pudieran mencionarse, son el reflejo de esa bandera de la que estoy orgulloso como cubano y que se llama Fidel”.
—¿Cuál es la mejor enseñanza que ha recibido de Fidel?
—Fidel estuvo siempre acompañando a mi generación, que siendo muy joven se incorporó a la Revolución. Creo que si de la resistencia del pueblo de Cuba se trata hay que hablar de Fidel. El mayor legado que me ha dado es el de un comunista que lleva las ideas a la acción, que es humano y sabe ver los valores de cada persona”.