Fidel, el nombre que corre de boca en boca por estos días en que el mundo grita por solidaridad
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Cuando leo noticias como esta siempre recuerdo a Fidel.
¡GRACIAS FIDEL!
(Rodney)
Jamás nuestra solidaridad faltará a ningún país del mundo. SOMOS INTERNACIONALISTAS HASTA LA MÉDULA.
(Ria)
FIDEL que tanto nos enseñó e inculcó con su ejemplo ser solidarios y compartir lo que tuviéramos, en estos días lo recuerdo mucho, así tiene que ser, compartir nuestros médicos, nuestras experiencias, VIVA CUBA, VIVA FIDEL. Eso sí es defensa de los derechos humanos, con hechos, no con teque.
(Cubanafidelista)
¡Gracias a FIDEL! Gracias a sus ideas inteligentes, nutridas de amor, tenemos la mejor vacuna para enfrentar cualquier pandemia: La Revolución armada con un ejército de ciencias para salvar al pueblo de Cuba y a otros pueblos del mundo
(Oderlina Cobas Ortiz)
En los últimos días en que el mundo contiene el aliento y no es posible predecir las consecuencias de la pandemia en que vivimos, nuestra Isla se vuelve noticia y se coloca en el panorama internacional como la pequeña nación de corazón grande. Cuba ha sido la causante de algunas de las noticias más alentadoras en los tiempos que estamos viviendo:
- El trasbordo el 18 de marzo de los pasajeros del crucero británico MS Braemar quienes, desde el 8 de marzo estaban confinados con cinco casos positivos a la COVID-19, mientras otros países le negaban ayuda.
- La selección por las autoridades sanitarias chinas del interferón cubano alfa 2B (IFRrec), entre otros 30 medicamentos para combatir la COVID-19.
- La llegada de una delegación médica cubana a Venezuela y Nicaragua para apoyar la estrategia de contención de la COVID-19.
- La presencia en el corazón de la golpeada Lombardía italiana de una brigada de 52 médicos y enfermeros cubanos trabajando ya en condiciones de campaña.
- La solicitud de países en América Latina y el Caribe, Europa, África y Asia de contar con personal cubano especializado en el enfrentamiento a enfermedades transmisivas.
Y mientras estas noticias salen a la luz, un nombre corre de boca y en boca y se posiciona en muchísimos de los miles de comentarios que Cubadebate recibe diariamente: Fidel.
El hombre que dijo: “Médicos y no bombas”. El líder que vaticinó que este sería un país de hombres de ciencias y que conminó a los científicos cubanos allá por los años 80 a hacer el interferón, el medicamento cuyo potencial ayudó a “curar” la COVID-19 en China.
Cuba obtuvo el pasado año 514 resultados científicos significativos, muchos en el campo de la salud humana. Funcionan en el país 33 programas nacionales de ciencia, tecnología e innovación, en el que laboran casi 90 000 personas, de ellas 7000 investigadores.
A pesar de la carencia de combustible y limitaciones financieras, una de las más visibles expresiones de las genocidas medidas de bloqueo contra el país, en el pasado año la economía cubana planificó un 23% de más financiamiento para la ciencia con respecto al 2018.
Existen en el país 222 entidades de ciencia, tecnología e innovación y 54 universidades. En la entidad productora del interferón, BioCubaFarma, laboran 20 000 trabajadores, en 34 empresas de alta tecnología. Todo eso y más, es el sustento de las noticias que corren por el mundo sobre los medicamentos cubanos que ayudan a combatir la COVID-19.
Pero ¿cómo sucedió todo aquello? ¿Quién fue Fidel, el nombre que corre de boca en boca por estos días en que el mundo grita por solidaridad? ¿Cómo era la persona que trabajó al lado de esos científicos? Revisemos algunos de esos momentos desde los testimonios de una mujer que vivió su vida profesional al lado del líder de la Revolución, la destacada investigadora cubana Concepción (Conchita) Campa Huergo.
Fidel era un científico, además de tantas cosas. Lo conocí en el Centro de Inmunoensayo y en el Centro de Biogenética y Biotecnología.
Una vez estábamos en una exposición de “Salud para todos” y yo estaba al lado de un equipo que habíamos inventado que en realidad no estaba nada bien, cuando él pasó y dijo:
- “Pero, ¿esto para qué ustedes lo van a usar?”
- “Para hacer la vacuna de la meningitis”.
Y se molestó y dijo: “Esto es una cafetera, esto no es lo que yo quiero que usen ustedes para la biotecnología y la ciencia”.
Entonces se fue, siguió el recorrido y cuando terminó dijo:
- “Llévenme de nuevo a la muchacha para pedirle disculpas”.
“¡Y era yo la muchacha!” Lo curioso es que él vino a pedirme disculpas porque se había molestado. Me puse muy nerviosa.
A Fidel también le llamaba muchísimo la atención que las personas nos pusiéramos nerviosas frente a él. Decía:
- “¿Pero por qué se ponen nerviosos?”
“Él era muy grande, pero no era capaz de darse cuenta”.
En otro momento, cuando ya estábamos desarrollando la vacuna de la meningitis, hacía falta comprar unas tecnologías que eran caras. Un día estuvimos horas sacando cuentas de cuántas ultracentrífugas hacían falta. Pero como eran tan caras, cuando me preguntó me dio pena decirle el número y le dije otro número inferior.
Entonces, al rato nos hizo dos preguntas: cuánto rinde y cuántos mililitros echa. Le di dos números nada más y me dijo: “No, ustedes necesitan 10 ultracentrífugas”. Y era exactamente la cifra que la cuenta me había dado. Yo me quedé pasmada. Qué capacidad de cálculo tenía Fidel. Todo lo anotaba.
En esa misma línea, cuando ya la vacuna se produjo y se vendió a Brasil, estuvo con nosotros diariamente, al tanto de qué necesitaban las personas que trabajaban día y noche para hacer esas vacunas. Un día le preguntó a alguien:
- “¿Qué es lo que extrañas de estar tanto tiempo aquí?”
- “Yo lo que extraño son los helados Coopelia”, le respondieron.
A partir de ese día él mandó helados para los trabajadores que hacían las vacunas cualquier cantidad. Era de detalles, pero de detalles increíbles. Sorprendía a cada minuto.
En otro momento, cuando ya se va a negociar para vender la vacuna en Estados Unidos y Europa, en el negocio se puso una condición. Los norteamericanos decían que nosotros no podíamos ganar dinero con la venta de esa vacuna, solo alimentos y medicinas.
A mí me daba miedo decirle eso porque Fidel no era precisamente la persona que se dejaba poner condiciones. Cuando le dije a los tres segundos respondió:
- “Los niños que se van a salvar por esa vacuna, o los que se van a enfermar sino se vacunan, no tienen culpa de ese problema”.
Y esos fueron los pollos que vinieron durante el Período Especial desde Brasil canjeados por la vacuna.
Además recuerdo una vez que yo tenía que hablar ante un público muy grande y Fidel me dijo:
- “¿No te gusta hablar en público verdad? ¿Se te seca la boca? ¿Te pones muy nerviosa? Yo también”.
Y digo yo: “¿Que usted también? No me lo puedo creer”. Y me confesó que sí, que se asustaba. Fue capaz de hacerme esa confesión para calmarme.
- Los testimonios de Concepción (Conchita) Campa Huergo son una transcripción de una entrevista realizada por la televisión cubana en 2019.
En fotos, Fidel junto a científicos cubanos