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Esta vez Fidel sí entró en Buenos Aires

Дата: 

27/05/2003

Источник: 

Juventud Rebelde
Fue fugaz la estancia de Fidel en esta ciudad. Fugaz pero intensa. No venía a la Argentina desde hacía más de 40 años. Estuvo en 1995 para la Cumbre Iberoamericana en Bariloche, y entonces, por razones que son fáciles de suponer, le escamotearon el encuentro con el pueblo argentino.

Pero como bien dice la sabiduría popular, no hay mal que por bien no venga.
El acto de anoche frente a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires pagó con creces a argentinos y cubanos la amistad que nos quisieron prohibir y que a pesar de conspiradores y conspiraciones no ha sido rota.

Si en el 95 a Fidel le pasó en la Argentina de Menem -el amigo carnal de Estados Unidos- como en el 98 del siglo antepasado a Calixto García, a quien los soldados yanquis no dejaron entrar en Santiago de Cuba pese a que los mambises tenían ganada la guerra, esta vez Fidel sí entró en Buenos Aires -como en 1959 entró en el propio Santiago-, y se encontró con el pueblo.

Tres canales de televisión por cable, cuya difusión alcanza a todo este vasto país, transmitieron en vivo y directamente el discurso del Comandante. Más de 50 000 personas -según cálculo de uno de los organizadores- incluyendo muchísimos jóvenes, asistieron a una de las mayores concentraciones que haya visto Buenos Aires; resistieron una temperatura que bajó hasta siete grados (frío húmedo); estuvieron de pie desde muy temprano esperando el acto que debió empezar a las siete de la noche y comenzó más de dos horas después.

El motivo de la demora fue uno solo y a la postre otro mal que vino para bien: los miles de asistentes desbordaron el local de la Facultad de Derecho, donde inicialmente hablaría el invitado, e invadieron incluso el espacio desde donde debía hablar. La televisión y las agencias de prensa apostaron incluso a una posible suspensión por razones de seguridad.5

Fidel, sin embargo, decidió esperar los cambios organizativos y dijo que estaría dispuesto, "a la hora que sea".

El locutor de uno de los canales de televisión argentinos calificó de impresionante e histórico el discurso de dos horas y 37 minutos, escuchado en silencio solo roto por consignas de apoyo y los repetidos aplausos.

"Hemos vivido un gran acontecimiento, un pedazo de historia", dijo otro locutor mientras señalaba que hasta los periodistas participantes en la cobertura se mostraron impresionados.

"Sentimos la dignidad de América en su palabras; la dignidad de los pobres y los trabajadores. Nos sentimos dignos", "Un espíritu de lucha y de esperanza que ojalá todo el mundo pueda sentir", "Algo maravilloso, inexplicable", dijeron jóvenes y hombres y mujeres de más edad.

"Es una gran emoción haber tenido al Comandante acá", dijo una mujer que vino desde Jujuy, a 1 600 kilómetros de Buenos Aires, con sus hijos, su esposo, suegros, toda su familia, solamente para verlo y oírlo de cerca.

"Me escuchás afónico? Pues así también está mi corazón de tan emocionado", "Con el calor que había acá el frío no se sentía; vine a escuchar a un grande de América", "Este era un discurso que hacía falta en la Argentina", dijeron otros.

Una muchacha hermosa, no solo por fuera, hablo así entre lágrimas y con voz entrecortada: "No tengo palabras".