La Mesa de Fidel
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Fidel convirtió a la Mesa Redonda en un puesto de mando desde donde se llevaba al pueblo la información necesaria y oportuna para la comprensión de los temas nacionales e internacionales
Cuando intentamos, a través de la lectura, acercarnos a la dimensión de Fidel, como líder, estadista, estratega —repito, estratega—, nos damos cuenta de la necesidad de estudiar su pensamiento, de convertir sus enseñanzas en una cátedra para formar hombres éticos, personas consecuentes, capaces de ganar en comprensión sobre la historia, la dialéctica, la vida en el presente y el futuro.
Incursionó en los más variados temas. La ciencia no le fue ajena, por el contrario, aseguró que «El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia».
No le fue indiferente el deporte, ni ningún tema relacionado con la cultura cubana, latinoamericana y universal. Analizó y proyectó planes agrícolas, ganaderos, hidráulicos, de viales. Sembró pueblos, comunidades, y junto a ellas concibió el médico y la enfermera de la familia. El programa energético fue una constante en su quehacer al frente del país. Supo de adversidades internas y externas y concibió estrategias para erradicarlas.
Sería una pretensión imposible, tratar de resumir su obra en apenas unas cortas líneas.
Por ello, trataré de abordar algunas ideas del Fidel que creó y llevó adelante una de las más importantes acciones comunicacionales del país: la batalla de ideas y la Mesa Redonda.
Concibió hace 20 años el espacio televisivo y radial de la Mesa Redonda, que fue moldeando y construyendo como herramienta y célula básica en la contienda de la cual siempre fue un precursor: las ideas.
Descubrió y confió la dirección de tan importante espacio informativo a un joven periodista, Randy Alonso, uno de los más aventajados alumnos del periodismo, la comunicación y conocedor pleno del pensamiento del Comandante en Jefe.
Fidel, que había ejercido el periodismo desde mucho antes y se le conocía por los debates en que participaba en congresos y otras reuniones del gremio, era tan ávido de la lectura que no pocas veces fui testigo de sus comentarios, críticas, o afán por conocer más de algo que oyó o leyó.
Quienes tuvimos como periodistas el privilegio de ejercer la profesión en época de Fidel Castro y además, de haber formado parte durante más de una década de los panelistas de la Mesa Redonda, conocimos el Fidel que profundizaba sobre una situación determinada en el Oriente Medio, o aspectos relacionados con la nueva realidad tras el derrumbe del socialismo europeo y la desintegración de la URSS. Fui testigo de su visión política y estratégica cuando la ex Yugoslavia fue bombardeada y seccionada por los designios de Estados Unidos.
Fueron varias las ocasiones en que, luego de terminar nuestros análisis en la Mesa Redonda, Fidel nos esperaba y establecía un diálogo sobre el tema que tratamos u otros, que nos llevaba a la conclusión de que clases magistrales como esa no habíamos escuchado en nuestros años de estudiantes universitarios.
Algo que pude interiorizar con la lectura de sus Reflexiones, es como Fidel, a través de la Mesa Redonda, fue conduciendo batallas que se entrelazaban, en su concepción teórica y práctica, y movía los hilos más íntimos del ser humano.
Siempre fue un verdadero ganador de batallas, y en la Mesa Redonda —fuese con su presencia continua o con su percepción de los temas a tratar— nos fue convidando e involucrando en parte de ese fenómeno revolucionario de una comunicación, no al estilo de las grandes transnacionales de la información, sino del lenguaje identificado con el pueblo, comprensible y sencillo, y a la vez profundo, para contribuir a la formación de conciencias.
Quizás la «batalla por el regreso de Elián» fue el más elocuente ejemplo de la maestría de Fidel, la forma que llevó el tema a la interiorización y comprensión del pueblo, y cómo, a través de los medios de comunicación, liderados por este espacio televisivo, unido a las movilizaciones populares en todo el país y en la solidaria comunidad internacional, se llegó a la victoria el día que el niño, junto a su padre, regresaba a la Patria.
Otra batalla, de las más hermosas y humanas en tiempo de Revolución, fue la librada por el regreso de los Cinco Héroes cubanos presos injustamente en cárceles norteamericanas.
La Mesa Redonda y otros muchos espacios televisivos, radiales, de la prensa escrita y del mundo digital que comenzaba entonces a cobrar fuerza en nuestro país, se unieron al reclamo que conducía el líder, el mismo que en una fecha tan temprana como el 23 de junio de 2001, en el Cotorro, La Habana, en una tribuna abierta expresó «¡Volverán!».
En mi opinión Fidel convirtió a la Mesa Redonda en un puesto de mando desde donde se llevaba al pueblo la información necesaria y oportuna para la comprensión de los temas nacionales e internacionales.
Su Mesa, esa que cumple hoy 20 años, perfecciona su contenido y forma, con el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación y la presencia cada vez mayor de jóvenes periodistas continuadores de su legado.