Fidel y sus pasos por Guantánamo
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Contaba emocionado el fallecido Comandante Rebelde Demetrio Monseny “Villa” que aquel 3 de febrero de 1959 el sol parecía estar más resplandeciente que nunca, mucho calor hacía, y mucha también era la emoción de los que se encontraban en el antiguo aeropuerto de Los Caños, ubicado a varios kilómetros de la ciudad. A media mañana un avión de la fuerza aérea revolucionaria trae consigo al Comandante en Jefe, vencedor de la sierra.
Fidel llega por vez primera a Guantánamo, una tierra de la que conoce su historia y rica tradición de luchas de sus hombres y mujeres. Tras su arribo, el pueblo secunda a los barbudos durante todo el trayecto desde el aeropuerto hasta el céntrico parque José Martí donde se realiza el recibimiento oficial, para luego trasladarse hasta la esquina de las calles Los Maceo y Bernabé Varona, frente a la antigua escuela de comercio donde el líder revolucionario habla a los guantanameros y las guantanameras.
En su intervención el Comandante en Jefe advierte de las consecuencias que engendra la presencia de una base militar yanqui en este territorio, y que debía evitarse cualquier incidente que permitiera tomarse de justificación para una intervención, así como de los peligros que deberá enfrentar la triunfante Revolución, afirmando que nunca se recibirán órdenes de ningún gobierno y anuncia el derrumbe de la dictadura del hambre, la miseria, la ignorancia y el analfabetismo.
Desde entonces se establecería una conexión especial entre este territorio, uno de los más olvidado y pobre del país, y el líder de la Revolución Cubana, quien en unas 25 oportunidades visita Guantánamo, y los actuales diez municipios de la provincia guardan, al menos una visita de Fidel.
En ocasiones detrás de bandas de contrarrevolucionarios alzados en el lomerío de la región, en otras trazando planes agrícolas e industriales o inaugurado obras de beneficio social, y varias veces bebiendo de la historia guantanamera y recorriendo los mismos lugares por donde muchos años antes estuvieran los pasos de Maceo, Gómez y Martí.
A la prístina Villa de Baracoa llega el 17 de junio de 1959, estaba en marcha la recién firmada Primera Ley de Reforma Agraria, y el Comandante en un encuentro con campesinos de esa región. Fidel sería enfático al señalar que la Revolución comenzaría a entregar las tierras a sus verdaderos dueños por donde mismo empezaron a quitárselas los conquistadores.
Los actuales municipios de Baracoa y San Antonio del Sur son testigos, el propio año 1959 de la presencia del Comandante en Jefe, valorando las acciones que el gobierno revolucionario debía realizar para el desarrollo agrícola y social de estas regiones.
Así sucede también en la zona del Valle de Caujerí, importante área agrícola en la que Fidel, desde la cima de El Alto del Quibuelo, en las serranías de Caujerí, vislumbra las posibilidades de hacer de esta zona un verdadero jardín productivo.
La necesidad de propulsar los accesos a la salud, la educación, la cultura, el deporte y otros beneficios sociales, para toda la población, y llegar con estos a todos los parajes de Cuba, hacen que el Comandante en Jefe se mantenga recorriendo todo el país. En 1963 inaugura un seminternado y un hospital en Palenque de Yateras, al igual que círculos infantiles, viviendas y otros centros sociales en Maisí en 1967, con la concreción del Plan Fidel para el extremo más oriental de Cuba.
A Maisí, vuelve en 1970 para despedir el duelo de los compañeros caídos en Punta de Silencio, víctimas de la agresión mercenaria; como tantas veces sucediera las palabras de Fidel ese día serían una irrefutable denuncia a los planes imperiales: “las balas enemigas traicioneras, pueden atravesar el pecho… el corazón… e inmolar a un hombre. ¡Pero lo que no podrán jamás esas balas criminales será inmolar las ideas, tronchar la causa, atravesar la bandera y la justicia que esos hombres defendieron con sus cuerpos! ¡Los hombres podemos caer, pero las ideas que defendemos no caerán jamás!
En Las montañas de El Salvador, los planes educacionales en Niceto Pérez, son testigos de sus diferentes recorridos. De manera especial se recuerdan sus visitas a Cajobabo, en Imías y su encuentro con Salustiano Leyva, el niño que en 1895 conoce a Martí y a Máximo Gómez, de ese momento nace ese clásico de la documentalística cubana de Santiago Álvarez Mi hermano Fidel...
Como era habitual todos los años, la conmemoración del 26 de julio de 1985 tiene también en el Comandante en Jefe a su principal orador. Esa misma jornada deja inaugurado el hospital General Docente Dr. Agostinho Neto y el conjunto monumentario plaza de la Revolución Mariana Grajales Coello.
El 11 de abril, en noche también nublada y de lluvia amenazante, como en la que 100 años atrás arribaban a la Patria Martí, Gómez y otros patriotas, llega Fidel a playitas de Cajobabo. Allí, medita, mira el mar desafiante, piensa en el Maestro, y alza la bandera de la estrella solitaria.
Tres meses después vuelve a Guantánamo al acto por el 42 aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Esta sería su última presencia física en la provincia más oriental de Cuba. En esa ocasión recibe en nombre del pueblo la réplica del sable del Mayor General guantanamero Pedro Agustín Pérez.