Fidel Castro: ¡Mil años de cárcel antes que la humillación!
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15 de mayo de 1955.- Fidel Castro y otros participantes en el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, salen del llamado Presidio Modelo de Isla de Pinos.
El régimen de Fulgencio Batista, obligado por el creciente clamor de las masas, no tuvo otra alternativa que decretar la excarcelación de los valerosos combatientes revolucionarios.
Con la complicidad de un grupo de politiqueros, la dictadura había intentado condicionar la amnistía de Fidel y sus compañeros al hecho de que ellos aceptasen abandonar la lucha.
Ante tal infamia, Fidel en una carta que elaboró en el Presidio Modelo y que salió publicada en la revista Bohemia el 27 de marzo de 1955 había expuesto con firmeza:
“Después de 20 meses nos sentimos firmes y enteros como el primer día. No queremos amnistía al precio de la deshonra. No pasaremos bajo las horcas caudinas de opresores innobles”.
Asegura en forma categórica:
“¡Mil años de cárcel antes que la humillación! ¡Mil años de cárcel antes que el sacrificio del decoro! Lo proclamamos serenamente, sin temor, ni odio”.
De inmediato patentizó:
“Si lo que hace falta en esta hora son cubanos que se sacrifiquen para salvar el pudor cívico de nuestro pueblo, nosotros nos ofrecemos gustosos. Somos jóvenes y no albergamos ambiciones bastardas”.
Consecuente con ese planteamiento de Fidel, los combatientes revolucionarios encabezados por él salieron del presidio sin claudicar en sus principios y reafirmaron su decisión de seguir luchando contra el régimen dictatorial.
En horas de la noche del 15 de mayo de 1955, Fidel y sus compañeros se trasladan en el ferry El Pinero desde Nueva Gerona hasta Batabanó. Seguidamente se dirigen a La Habana.
En 1963 en esta fecha del 15 de mayo, Fidel habla en la fábrica Electrosila, en Leningrado, Unión Soviética.
“La Revolución de Octubre comenzó por Leningrado, es decir, todo lo que la URSS —que nosotros hemos estado recorriendo— es hoy día, comenzó aquí”.
Fidel comenta la impresión que le causó hablar con uno de los obreros que ya estaba jubilado pero que seguía asistiendo diariamente al centro.
“¡Qué cosa tan emocionante es ver el cariño que un obrero le toma a su trabajo, y cómo después no concibe la vida sin esa tarea!”
Manifiesta lo que experimentaba al hallarse en una ciudad histórica como Leningrado, y agrega:
“Y este acto en este taller nos recuerda los actos del proletariado de Leningrado en los días que precedieron a la Revolución, cuando la Revolución se gestaba, y cuando fue necesario luchar muy duro para defenderla de la reacción”.
Fidel también se refiere a la Revolución y al pueblo cubano. Les detalla a los trabajadores de la fábrica Electrosila de Leningrado:
“Ustedes han hecho muchos elogios de nuestra Revolución, pero, en realidad, nosotros hemos hecho muy poco; nosotros, simplemente, estamos comenzando. Eso sí, estamos seguros de que seguiremos adelante, que la Revolución no podrá ser destruida, porque se asienta en la fuerza del pueblo y de las masas, y cuenta también con ese escudo tan grande que es la amistad entre nuestros dos pueblos”.