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La primera acción victoriosa

Дата: 

17/01/2017

Источник: 

Cubadebate

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Ya desde antes de partir de la finca de Mongo Pérez, en Purial de Vicana, con un reducido contingente de expedicionarios reagrupados y algunos campesinos incorporados, Fidel ha decidido llevar a cabo cuanto antes alguna acción exitosa que de testimonio de la supervivencia y pujanza de la guerrilla. Así caerían al suelo las campañas de desinformación de la dictadura que afirma que Fidel Castro y sus hombres están muertos o dispersos y desalentados. Un golpe efectivo a las fuerzas represivas despertará, además, la esperanza y el entusiasmo del campesinado oprimido, que verá las posibilidades reales de la lucha guerrillera y sus propósitos concretos.
 
Comenzará así a sentarse sobre sólidas bases el apoyo masivo de los campesinos a la guerrilla, en forma de incorporación o colaboración, tan necesario para el éxito de la contienda. (El 25 dic parten 18 hombres: 15 exp y 3 camp. El 28 dic ya son 24 hombres: 19 exp y 5 camp)
La zona de La Plata ofrece, desde el punto de vista estratégico, la ventaja de contar con una larga tradición de lucha contra la explotación y el atropello a los campesinos ejecutados por la Guardia Rural y los mayorales del inmenso latifundio de la compañía Núñez Beattie. (El latifundista Delio Núñez Mesa, yerno y administrador de bienes de Ricardo Beattie, dueño del central Isabel de Media Luna, dueño de casi media Sierra Maestra) Desde el punto de vista táctico, puede además contar con el factor sorpresa y, según los informes de que ya dispone Fidel, por la reducida cantidad de tropas que allí radica, teniendo en cuenta el poco armamento y el escasísimo parque de que disponen los combatientes.
 
El escenario de la acción es un pequeño llano en la desembocadura del río. Hacia el centro de ese claro está el cuartel, un apostadero de la Guardia Rural habilitado a raíz del desembarco, de tablas y techo de zinc, a medio construir. Hay otras dos edificaciones. La más grande es la casa del mayoral Honorio Olazábal, que tiene a su izquierda un pequeño rancho de yaguas que sirve de almacén.
En la fecha del combate hay en La Plata un total de 12 hombres: el sargento Walter Medina, el cabo Bassols y 10 alistados: cinco del Ejército y cinco de la Marina. Tienen un M-1, una ametralladora Thompson y el resto fusiles Springfield. Una posta fija se encuentra ubicada aproximadamente a mitad de la distancia entre las dos casas.
 
Finalmente, a la caída de la tarde del 16 de enero Fidel da la orden de acercarse al objetivo. 32 hombres se disponen a partir: 18 de ellos son expedicionarios del Granma, los otros 14 son campesinos incorporados o militantes del Movimiento enviados desde Manzanillo como refuerzo el pasado 6 de enero. Sin embargo, no todos figuran como combatientes, ya que no hay armas para todos. En ese momento, la guerrilla cuenta tan sólo con 21 armas largas, además de 2 pistolas de ráfagas y otras 3 o 4 pistolas o revólveres, así como 8 granadas y algunos cartuchos de dinamita.
 
Aunque Fidel ya ha tomado la decisión de atacar esa noche, antes quiere obtener informaciones más precisas. El jefe guerrillero se adelanta con un grupo para interceptar el camino que sube desde la desembocadura y a unos cien metros coloca una posta. Los primeros detenidos son 2 campesinos, que al ser interrogados informan que en el cuartel hay unos 15 guardias. Parece que esa noche el sargento celebra algo, pues ha invitado a varios colaboradores a darse unos tragos en casa de Honorio Olazábal. Se decide seguir esperando.
 
La espera no se prolonga más de otra media hora, cuando la posta detiene a un individuo que sube por el camino del río montado en una mula y ha contestado al alto con la contraseña de los guardias. Se trata del mayoral Chicho Osorio, que es desarmado y obligado a desmontar de la bestia. Trae una botella de coñac en la mano y viene tan borracho que apenas puede caminar. Es conducido ante Fidel y el jefe guerrillero se identifica como coronel del Ejército que investiga la disposición combativa de las tropas.
 
Chicho le afirma que si encuentra a Fidel Castro lo mata como a un perro, enseña un cheque enviado por Batista como reconocimiento de sus servicios y finalmente le muestra las botas mexicanas que calza, arrebatadas a un expedicionario que personalmente asesinó. No sabe el mayoral que con esas palabras acababa de firmar su propia sentencia de muerte.
 
Cerca de la medianoche se inicia la aproximación al objetivo. Algunos combatientes se adelantan hasta el borde del camino. Ocultos por unos matorrales, observan un extraño movimiento de luces y voces. Pocos instantes después pasa frente a ellos un guardia a caballo. De su montura van atados por el cuello, en hilera, 5 campesinos que son conducidos como reses al cuartel del Macho. Cierra la siniestra caravana otro soldado a caballo. Fidel decide esperar un rato a que estos guardias se alejen, pues cabe la posibilidad de que maten a los infelices campesinos si sienten el tiroteo en el cuartel.
 
Poco después de las 2 de la madrugada del 17 de enero, Fidel da la orden de iniciar el avance final sobre el objetivo. 22 hombres se despliegan sigilosos a ocupar sus posiciones para el ataque. Es preciso tomar el cuartel a toda costa y ocupar el armamento y el parque de los guardias, con el mayor ahorro posible de municiones. Para ello ha dividido a los atacantes en 4 grupos, que formarán una especie de L invertida. Por el norte, a lo largo del camino del Macho, Juan Almeida dirigirá una escuadra. A su derecha atacará Raúl con otro grupo. Más allá ocupará posiciones la escuadra de Fidel. Cerrará la formación por la extrema derecha una escuadra al mando de Julito Díaz.
 
A las 2:30 de la madrugada se inicia el combate. Fidel lanza una ráfaga de ametralladora contra la posta. Es la señal para abrir fuego. Al comenzar el combate, detrás se ha cumplido la orden de ajusticiar a Chicho Osorio.
 
Tras la sorpresa inicial, los guardias contestan el fuego desde el cuartel y desde la casa cercana. Se les conmina reiteradamente a la rendición, sin resultado. Fidel ordena a un combatiente dar fuego al rancho, sin lograrlo. Finalmente Luis Crespo, apoyado por Che, incendia el ranchito. Cae herido un guardia que sale corriendo de la casa de Honorio hacia el cuartel. Otros dos huyen hacia el río y logran escapar. Son Honorio y el sargento Medina. Se escuchan gritos de la casa de zinc y Fidel ordena el alto al fuego. Se indica salir a los heridos. Ya del cuartel no disparan. El combate ha durado aproximadamente 40 minutos.
 
Hay 2 muertos y 5 heridos, uno ha huido. El jefe rebelde ha ordenado que se entreguen los medicamentos a los soldados para que atiendan a sus heridos, 3 de los cuales morirán posteriormente. La tropa guerrillera no ha sufrido ni un rasguño. Che atiende a los heridos, mientras los combatientes recogen las armas, el parque y demás equipos. Se capturan 9 fusiles Springfield con mil tiros, una ametralladora Thompson con 150 tiros, un peine de M-1, botas, cascos, cananas, mochilas, mantas y otros equipos. Luego se prende fuego al cuartel y a la casa del mayoral.
Desde el punto de vista estrictamente militar, el combate de La Plata tuvo dimensiones relativamente modestas. Sin embargo, las repercusiones de esta acción fueron mucho más profundas de la que pudiera imaginarse y tuvieron una significación estratégica y táctica de primera magnitud en el desarrollo ulterior de la guerra. Consolidó la moral de los combatientes rebeldes. La noticia de este hecho sacudió de manera concreta y práctica la conciencia y la voluntad de lucha del campesinado de la Sierra. Fortaleció materialmente a la guerrilla: Por primera vez habrá en la guerrilla tantas armas como hombres y por primera vez se empezará a cumplir en la práctica el axioma guerrillero de nutrir la tropa con las armas arrancadas al enemigo. En La Plata se reveló la actitud generosa hacia el enemigo derrotado. Por otra parte, el ajusticiamiento simultáneo de un notorio delator y explotador abusivo del campesinado, capturado poco antes del combate, anunció además la conducta enérgica e intransigente que se seguirá con los verdaderos enemigos del pueblo. Para la dictadura, la derrota de La Plata significó la necesidad de reconocer la existencia de la guerrilla y tomar nuevas disposiciones tácticas para combatirla.
 
Al conocer la noticia del combate de La Plata, el alto mando de la tiranía despachó por mar hacia la zona una compañía de tropas escogidas a las órdenes del teniente Ángel Sánchez Mosquera, en persecución de los rebeldes. Eran alrededor de 45 hombres pertenecientes al batallón especial de infantería, tropas bien entrenadas y equipadas para la lucha antiguerrillera en la Sierra. Mientras, por el norte y el oeste se comenzaba a tender un amplio cerco.
Sin embargo, apenas cinco días después el destacamento rebelde sorprendía a la tropa enemiga el martes 22 de enero en Llanos del Infierno o Infierno de Palma Mocha, como también se conoce, en una típica emboscada guerrillera brillantemente concebida y ejecutada por Fidel.
Presente:
Aquella madrugada del 17 de enero de 1957 el destacamento guerrillero dejaba atrás la zona de La Plata y emprendía la marcha hacia el este, por el camino que bordea la orilla del mar. Raúl Castro anotaba en su diario de campaña: “Desde lo lejos, se veían arder sobre los cuarteles de la opresión, las llamas de la libertad. Algún día no lejano sobre esas cenizas levantaremos escuelas”.
Hoy el visitante puede apreciar las construcciones del cuartel y las otras edificaciones de entonces por el proyecto de restauración. Pero no queda mucho de la geografía de entonces. La erosión de 60 años, el ciclón Flora y otros huracanes cambiaron el lugar. En cambio, el ámbito social de la zona se ha transformado notablemente. De 2 ó 3 casas que existían por entonces, ahora está lleno de viviendas, muchas de mampostería, con ya más de 2,500 pobladores.
 
Con la Revolución llegó la alfabetización a La Plata. La zona cuenta con 18 escuelas primarias. Es emocionante ver los niños con sus uniformes camino a la escuela, con la que antes ni se soñaba, dotada de paneles solares, TV, computadoras y otros medios. Cuenta ahora con 5 consultorios con atención médica gratuita y en los últimos tiempos la mortalidad infantil se mantuvo en 0 en La Plata durante períodos de más de un año. A los escasos caminos y trillos de antaño, ahora los vehículos pueden entrar por una impresionante carretera por toda la costa desde Chivirico y Ocujal hasta el mismo Santiago de Cuba.