El iluminado
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«Es difícil señalar un acierto de la Revolución en el terreno de la cultura que no esté relacionado con Fidel. Lo mismo en la medicina, la educación, que en el deporte, las ciencias... Pocos hombres han existido en el continente con una visión tan integral, holística, completa. En Palabras a los intelectuales él trazó la política cultural de la Revolución Cubana, que hoy mantiene su vigencia. Palabras… tuvo el mérito de ser la plataforma, el germen de lo que luego se encauzó.
Fidel junto a Guayasamín, Guillén y otros intelectuales.
«Sí, Fidel fue el artífice y gestor de todos los acontecimientos y grandes acciones de la cultura en el país: la Campaña de Alfabetización, las escuelas de arte, la fundación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), de Casa de las Américas, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac)… ¡De todo! Por eso está vivo. En sus ideas y pensamiento. En su concepción de qué es una Revolución, porque si alguien la definió de manera categórica, tácita y acertada, ese fue Fidel Castro. Y eso tiene que ver mucho con su profunda convicción y su sentido de la ética y la moral».
Lo anterior fue expresado por Miguel Barnet, presidente de la Uneac, pocas horas después de que se diera a conocer la noticia de que el más grande de todos, aquel que sembró ilusiones, cumplió promesas y nos indicó el camino, se fue hacia la luz.
«Palabras... fue la segunda etapa de una formación ideológica que experimenté relacionada con Fidel. Primero el texto increíble y ejemplarizante de La historia me absolverá, después Palabras..., donde se trazó la pauta, los lineamientos de la política cultural, las acciones concretas que emprendieron los escritores y artistas para que esta fuera coherente y no perdiera una vigencia que la mantiene hasta hoy.
«Hablar de Fidel es hablar de la Cuba revolucionaria, de la Cuba después de 1959, en la que puso en práctica no solo su ideario sino también el martiano, que fue en el cual se basó primariamente. Después llegaron ideas marxistas, Marx, Engels, Lenin, pero el pensamiento primario, prístino de la Revolución, fue fidelista, inspirado en Martí. Por algo aseguró que Martí había sido el autor intelectual del Moncada.
Fidel junto a Haydée.
«Entonces vivir en la Revolución para mí fue un baño en el Jordán, una especie de limpieza espiritual, porque no sabía hacia dónde me dirigía en los años 50. Posiblemente hubiera sido hoy un profesor en un colegio norteamericano, o tal vez un ascensorista, no sé… Pero Fidel con su pensamiento y la creación de tantas instituciones como la Academia de Ciencias, por ejemplo, hizo que me convirtiera en un investigador científico con solo 21 años, y después pudiera desarrollar mi modesta obra: mis poesías, novelas, artículos, ensayos.
«Hace unos minutos me preguntaba una muchacha cómo sería Cuba sin Fidel. Y le respondí: ¿Cómo se puede concebir a Cuba sin Martí, sin Carlos Manuel de Céspedes, sin Antonio Maceo? Los hombres pasan pero las ideas quedan, y Fidel es un pensamiento, una idea, una filosofía, un modo de acción, un paradigma. Una Cuba sin Fidel es imposible. Y ahí está Raúl siguiendo los postulados de Fidel, y uno nuestro Partido, nuestro Consejo de Estado, nuestras organizaciones sociales, nuestras instituciones. Fidel no puede morir porque las ideas no mueren. Ya lo dijo Martí: Más valen trincheras de ideas que trincheras de piedra, solo que nosotros hemos tenido las dos: desde las de piedra hemos luchado contra el adversario. Fíjate que no hablo del enemigo, porque no creo que nadie tenga el valor de ser enemigo de Fidel y de la Revolución Cubana. La Revolución y la obra de Fidel son tan grandes que no caben en el rencor de nadie».
Fidel junto a Gabo.
—¿Sostuvo varios encuentros personales con Fidel?
—Sí, muchísimos, todos muy interesantes e intensos. Viajé con él, conversé con él y siempre hallé a una persona sencilla, que hablaba bajito, que meditaba, aunque no le gustaba que yo usara ese término; le parecía mejor que dijera que reflexionaba.
«Un día discutimos sobre el marxismo. “Hay cosas sobre el marxismo que no acabo de entender, reconocí. Lo estudio, pero me cuesta entender la Ley de la negación de la negación”. “¿Y cómo te has hecho revolucionario?”, me preguntó. “Porque un hombre que asaltó el Moncada llevó a la acción todos sus pensamientos”, le respondí. La verdad es que no me quedé en la Revolución de un golpe, sino que me fui quedando en la medida que vi que todo ese pensamiento que usted expresó inicialmente en La historia me absolverá y luego proyectó en Palabras a los intelectuales, era lo que el pueblo de Cuba necesitaba”».
Recién amanece y una fina lluvia cubre la ciudad. Como tantos cubanos y cubanas que hoy lloramos su partida, Miguel Barnet no ha dormido nada desde entonces. «Yo tenía la esperanza de que no fuera cierto, hasta que el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro, lo corroboró en su alocución al pueblo de Cuba».
No estaba preparado para esto, reitera. «Lo veía tan bien. Con sus achaques de los años, pero bien. Recibiendo a los jefes de Estado. Lo vi mejor que nunca y la noticia me ha golpeado profundamente».
Mientras conversamos suena el teléfono una y otra vez. Voces solidarias que comparten nuestro dolor. «Es un día difícil. Hay que aceptarlo. Porque la muerte también es parte de la vida y tenemos que verlo así», manifiesta Barnet. Luego traga en seco y continúa. Se le escapa un suspiro. Uno de los tantos que lo deben estar acompañando todavía.
«Estoy triste. Pero convencido de que este proceso que él ha creado saldrá adelante. Vamos a trabajar profundamente para convertir en realidad aquellos sueños de Fidel que todavía no se han cumplido. Hay que estar cada vez más firmes y convencidos de que iremos hacia adelante».
Hay que ser optimistas, repite, «aunque estemos tristes debemos tener la confianza de que esta Revolución (no importa quién esté de Presidente en los Estados Unidos) vencerá, porque Fidel nos enseñó a tener confianza y a perder el miedo. Los cubanos no sabemos lo que es el miedo. Después de Girón, de la Crisis de Octubre y del período especial, cómo vamos a sentir miedo si hemos vencido todo. Se derrumbó el socialismo del Este y nosotros seguimos en pie, y eso se debe a la enseñanza que nos legó nuestro Comandante en Jefe».
Ya tengo cierta edad —prosigue Barnet—, «pero un hecho como este me obliga a sentirme joven, lleno de energía. Con voluntad creadora para serle siempre fiel a su ideario. No creo haya habido en el siglo XX, en América Latina, un hombre de la estatura de Fidel. Lamentablemente perdimos muy pronto a Chávez».
Lo más extraordinario de Fidel, agrega, es que además de ser un hombre de pensamiento teórico que conocía la historia de Cuba con una visión profunda y crítica, fue también un hombre de acción, un líder político. Un abogado que luchó por las causas más justas.
Conmocionado ante el fatal suceso que nos sacude, Barnet resalta que debemos sentirnos orgullosos y satisfechos de haber tenido a un hombre que dirigió los destinos del país siguiendo los postulados martianos. Una especie de encarnación de Martí. «Lo siguió al pie de la letra y tuvo la valentía extraordinaria de erigirse como un coloso frente al imperialismo.
«Yo digo como el cimarrón: con un machete me basta. Pero ese machete no es un arma física. Es el pensamiento. El pensamiento de Martí, de Fidel, y ahora de Raúl. Fidel nos enseñó a tener confianza en nuestros principios, a luchar por ellos».
—¿Qué inspiró su primer poema dedicado al líder de la Revolución?
—Lo hice hace más de 45 años. Fue cuando escribí el poema dedicado a Mella, el del Che, que ha sido el más divulgado y hasta Pablito se inspiró en él para una canción. Alguien me dijo un día: «Fidel es un hombre que va al futuro y viene luego a contárnoslo». De ahí nació el poema. Y es verdad; siempre tuvo una luz muy larga de ver el futuro, por eso si me pidieran definirlo diría: él es el iluminado.