Agustín Lage: Fidel es la inmediatez del futuro
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-Muy buenos días o muy buenas tardes para quienes nos escuchan a través de la plataforma Spreaker. Estamos iniciando la transmisión de podcasts de Cubadebate, con un invitado de lujo, médico de profesión, especializado en Bioquímica, que estudió oncología en el Instituto Pasteur de París. Desde su fundación en 1994, dirige el Centro de Inmunología Molecular de La Habana. Bienvenido, doctor Agustín Lage.
Agustín Lage: Gracias, Rosa Miriam.
-No es la primera vez que nos sentamos frente a frente en una entrevista. La vez anterior que estuve en su oficina, usted tenía sobre su mesa de trabajo un cartel con una frase que era imposible no verla y que dice: “Milito en el bando de los impacientes. Milito en el bando de los apurados, de los que siempre presionan para que las cosas se hagan, y de los que muchas veces tratan de hacer más de lo que se puede”. ¿De quién es esa frase?
Agustín Lage: De Fidel Castro.
-De quien vamos a hablar en estos minutos.
Agustín Lage: Y ahora esa frase es de todos nosotros, porque Fidel la sembró en todas las personas que tuvimos la oportunidad de trabajar con él en toda la obra esta fundacional de muchas cosas, entre ellas el caso particular de la ciencia y de la biotecnología cubanas.
-¿Y exactamente cuándo dijo esa frase?
Agustín Lage: Es de 1967.
-Tengo en mi poder un artículo suyo que Cubadebate publicó en la portada del viernes, sobre el papel de Fidel y la ciencia. Usted asegura que aún cuando hablamos del pensamiento de Fidel en diferentes etapas de la historia revolucionaria cubana, no se tratará en ningún caso de un debate del pasado. ¿Por qué?
Agustín Lage: Realmente a mí no me gusta hablar de Fidel en pasado, es decir, de Fidel se habla y se hablará siempre en futuro, igual que no hablamos de Martí en pasado. Son personalidades en la historia que nos dotan a las generaciones que venimos después de herramientas morales e intelectuales, visiones de futuro, que son instrumentos para trabajar. Se discute mucho en estos días alrededor del pensamiento de Fidel, en los días cercanos a su 90 aniversario, y pienso que lo más importante de las historias que contamos, es ser capaces de escudriñar, escarbar y descubrir la herramientas que Fidel ha estado poniendo en nuestras manos para continuar la obra. Esa es la razón por la cual pienso que de Fidel, al igual que de Martí, hay que hablar siempre en futuro.
Muchas batallas de ideas en la vida de Fidel
-La Batalla de Ideas se percibe como un proceso que se produce y se populariza a finales de los años noventa, con todos los programas que se generaron entonces encabezados por Fidel. Pero esa Batalla de Ideas no comenzó en esa etapa para Fidel, e incluso usted habla de tres etapas, tres momentos, tres batallas de ideas que él lideró, protagonizó. ¿Cuáles son?
Agustín Lage: Se pueden hablar de muchas batallas de ideas. Realmente cuando empecé a escribir el artículo, que realmente parte de una convocatoria que me hicieron para hablar en el evento “Universidad” del año pasado, y me pidieron que contara esa historia, y empecé a buscar materiales, información de Fidel, discursos, decisiones tomadas, lo que apareció es la historia de un hombre que ha estado dando batallas de ideas toda su vida. A lo mejor fue en los 90 que acuñamos esa frase, no sé quién la dijo primero.
-Fue él. El 10 de diciembre de 1998 definió lo que sería la Batalla de Ideas: “Los peligros de agresiones militares no pueden descartarse totalmente; pero hoy, hoy eso es lo importante: la batalla es una batalla de ideas.”
Agustín Lage: La dijo alrededor de la lucha por Elián. Fue en ese momento en que se empezó a utilizar el término Batalla de Ideas. En los noventa apareció el término, pero cuando tú ves el desempeño, el discurso de La historia me absolverá es una batalla de ideas. ¿Cuánta gente en Cuba en 1953 tenía la claridad de diagnóstico de la situación del país y de las posibilidades de acción revolucionaria? Esa fue una batalla de ideas, con un discurso que se sacó clandestinamente de la prisión, que se divulgó.
El socialismo es una batalla de ideas de Fidel, porque realmente en muchos cubanos la idea del socialismo no estaba madura en 1959. Recordemos que estábamos en medio de la Guerra Fría, y en todo el período prerrevolucionario la campaña de ideas en contra del comunismo era colosal, salía por todas partes. A lo mejor como tú eres más joven no te acuerdas, pero yo, que viví un pedazo breve de ese período, recuerdo que la propaganda era por todos los medios -prensa plana, cine, novelas, todas las vías-, y por supuesto, estaba en los discursos políticos para desacreditar la idea del socialismo. Nuestra patria estaba sometida a eso, a 90 millas de los Estados Unidos, que era la fuente de esa ideología. ¿Cómo tú le hablas de socialismo a una población sometida durante 50 años a una campaña ideológica en contra de esa idea? Una población, además, con un veinticinco por ciento de analfabetismo. Tampoco teníamos una población en aquel momento con un nivel cultural a la que dices estudia, busca, forma criterios. No, era una población con un nivel cultural muy bajo y sometida a esa campaña.
-Una campaña tóxica, además.
Agustín Lage: Completamente tóxica. A los niños nos contaban episodios sobre cómo los rusos mataban a la gente. Se presentaba la guerra de Corea como una heroicidad norteamericana contra los comunistas. Esas eran las cosas que leía un niño de siete años para entretenerse, mientras los diferentes grupos poblacionales estaban sometidos a una campaña ideológica. En ese momento Fidel empieza a sembrar la idea del socialismo. ¿Te acuerdas de aquel discurso de 1961, en que Fidel menciona públicamente, por primera vez, la palabra socialismo?
-Sí.
Agustín Lage: Fue en el entierro de las víctimas de los bombardeos que precedieron a la batalla de Playa Girón, en abril de 1961. Fidel habla de que hemos hecho una Revolución socialista, y unos días después, el primero de mayo, en otro discurso Fidel le dice al pueblo reunido: “Bueno, ¿ustedes están de acuerdo con la Reforma Agraria?”, todo el mundo dice: “Sí”, “¿Ustedes están de acuerdo con la nacionalización de las empresas?”, Sí”, “¿Ustedes están de acuerdo con la campaña de educación?, ¿están de acuerdo con la política de salud?… Todo eso se llama socialismo”. Esa es una batalla de ideas; la primera. Después vendrían muchas otras.
-A nivel popular la gente manifestaba su adhesión con frases del tipo: “Si Fidel es comunista que me apunten en la lista”.
-Agustín Lage: Sí, habían frases populares de ese tipo. Y él da una batalla de ideas que es la que permite hablar del Partido Comunista, seis años después del triunfo de la Revolución. Pero Fidel da una batalla de ideas también en sus concepciones sobre la salud pública, que empieza con el servicio médico social rural en las montañas y termina con el programa del médico y la enfermera de la familia, la idea de potencia médica, la atención primaria en salud. Antes esa no era la manera de pensar.
Te puedo hablar de asuntos que quizás conozca un poco mejor, porque es mi campo, pero si entrevistas a un compañero que venga de la industria, o de las Fuerzas Armadas, o de la educación, o de lo que sea, te podrás encontrar historias de batallas de ideas similares.
Fidel empieza a sembrar la idea de la atención primaria en salud. Antes la idea predominante en muchos médicos cubanos era la idea de la medicina del capitalismo, de la medicina privada, el médico con su consulta privada. Una medicina muy poco social, muy concentrada. La mayor parte de los médicos estaban en la capital, muy equivalente a la medicina norteamericana de ese momento, de mediados del Siglo XX realmente, que es donde se produce —no me quiero desviar del tema, pero es muy interesante—, una reforma del sistema de salud que la concentra en grandes instituciones, con un enfoque más biologicista y menos social.
Los compañeros que estudian Historia de la Salud Pública tienen eso bien estudiado. Cuando te acercas a la medicina de la época de Finlay, la de Pasteur, del Siglo XIX, era fundamentalmente una ciencia social. En el Siglo XX se invierte y se empieza crear una medicina para la gente que pueda pagar, de élite, muy tecnológica, menos social. Era la manera de pensar de muchos profesionales de la medicina en los años 50 en Cuba, algunos de ellos formados en los Estados Unidos. Fidel empieza a cambiar eso y a crear acciones, como el Programa del médico y la enfermera de la familia. Impulsa el desarrollo de las especialidades médicas, el servicio médico rural, pero fíjate que todo eso está precedido de una batalla de ideas.
-Ocurre otro tanto en el campo de la educación.
Agustín Lage: En el campo de la educación también. Déjame terminarte algunos ejemplitos, porque precisamente el descubrimiento que uno hace, cuando uno se pone a estudiar algo uno descubre cosas, uno dice: “Bueno, ¿cómo es que no me había dado cuenta de eso?” El descubrimiento que uno hace es que la batalla de ideas que sustenta las acciones concretas es una constante en la obra de Fidel: en la agricultura, en la ganadería, en la distribución de la tierra. Hay una historia que a lo mejor algún día debieras seguir; te sugiero entrevistar a los compañeros que estuvieron allí presentes: cómo Fidel introduce la idea de grandes unidades modernas de producción agropecuaria. La empieza a introducir desde la Ley de Reforma Agraria, donde tiene que dar una batalla de ideas, porque el concepto predominante del problema agrario era distribuir la tierra. Él empieza a plantear allí el concepto de que además de eso, hace falta una agricultura tecnológica, industrializable. Es decir, con la ciencia y la técnica metidas en la agricultura. Esa es otra batalla de ideas. En la educación tú ves el mismo concepto, que empieza con la Campaña de Alfabetización.
Constantes
La primera constante que ves es esta trayectoria: dar batallas de ideas. La segunda constante es su coherencia, porque el mundo está lleno de políticos y pensadores que dicen cosas y después no pasa más nada. En la ejecutoria de Fidel, tras las ideas vienen las acciones concretas. Fidel no cae en la trampa intelectual que caen muchos pensadores, de decir: “No, esto tiene que ser un desarrollo con una gran profundidad tecnológica en un lugar concreto, en una pequeña parte de la sociedad para profundizar ahí”, o como otros dicen: “No, esto tiene que ser una operación extendida, de amplia cobertura aunque sea de baja tecnología”. No, Fidel nunca cayó en esa trampa. Ni extensión masiva de baja calidad, ni calidad elitista. Las dos cosas deben ir al mismo tiempo. Son acciones de extensión y acciones de profundidad sobre esos dos ejes. En todas esas batallas de ideas de Fidel, tú ves los dos ejes ahí: en la medicina, tienes el programa del médico de la familia, el programa del servicio médico social rural, pero también el Hospital Ameijeiras, los institutos de salud pública, el desarrollo de las especialidades. Se aprecia en la educación, en la economía, en la cultura.
-Es todo concepto. Usted comentaba no se debía celebrar el cumpleaños de Fidel solo contando anécdotas.
Agustín Lage: Las anécdotas son importantes, son bonitas, son interesantes, llaman la atención, ¿no?, pero detrás de esas anécdotas hay conceptos, y esos conceptos llevan a la continuidad, la razón por la cual se habla de Fidel en futuro. Son herramientas de trabajo para las futuras generaciones.
-No sé si estará de acuerdo conmigo. Casi cada individuo, a partir de su experiencia personal y su propia preparación profesional o cultural, puede encontrar referentes que les son cercanos. Fidel podría haber sido un hombre del Renacimiento, por su curiosidad y su conocimiento profundo en artes muy disímiles. He estudiado un poco el tema de internet y he encontrado, por ejemplo, referencias de Fidel hablando de la computación en 1962 y he encontrado análisis sobre estos asuntos, de alto consenso académico ahora, que ya Fidel los había abordado hace 15 ó 20 años.
Agustín Lage: Sí.
-Fidel inspira el proyecto que permitió armar la primera minicomputadora cubana y latinoamericana, a partir de aquella que le regaló un neurocirujano estadounidense.
Agustín Lage: Sí, Roy John. Lo conocí.
–Efectivamente, Roy John, director del Laboratorio de Investigaciones del Cerebro de la Universidad de Nueva York, había donado una minicomputadora a Cuba –la primera de su tipo que se producía en el mundo. Cuando el científico regresó a la Isla ya los cubanos habían creado su primera computadora -la CID-201- y habían constituido el Instituto Central de Investigaciones Digitales (ICID).
Agustín Lage: Anjá.
-Digamos que seguí su línea de pensamiento en el tema de la computación y la Internet. La palabra visionario se adjudica a cualquiera, pero creo que a Fidel se ajusta con todo el peso que tiene esa abstracción. Usted lo ha expresado con argumentos muy concretos, cuando ha reconocido que “nunca antes en un país subdesarrollado el pensamiento científico y la práctica de la investigación científica habían tenido una función tan protagónica en un proceso de transformación social; funcionó, además, construida intencionalmente”. Me gustaría que comentara esa frase en particular.
Agustín Lage: Fíjate que cuando tú ves la historia, la gran historia de muchas revoluciones, digamos, políticas o económicas, te cuesta trabajo identificar, que el componente de desarrollo científico haya estado allá adentro, en los programas políticos, desde el principio. Lo único similar es Lenin defendiendo los trabajos de Pavlov en medio de las dificultades económicas, hablando de que el comunismo era el poder soviético más la electrificación.
Este fenómeno de la ciencia y la técnica formando parte del proceso revolucionario, como parte del programa revolucionario, no es muy frecuente, y mucho, mucho menos frecuente -no quiero decir no existe porque a lo mejor hay algún ejemplo por ahí que yo no conozca- en los procesos revolucionarios de los países pobres, donde el fenómeno de la creatividad científica se ve a mil años luz. No se ve como algo cercano.
Sin embargo, Fidel empieza a hablar de que este tiene que ser un país de hombres de ciencia. Esa frase la conocen todos los cubanos, pero muchos cubanos se olvidan de la fecha: esa es una frase de enero de 1960, un año antes de la Campaña de Alfabetización. Habla de un país de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento, cuando teníamos un 25 por ciento de analfabetos, por no hablar del porcentaje de analfabetos funcionales. Es una frase de gran audacia. Pero que lo interesante de esto no es solamente la frase -como te decía antes y quiero marcar esa idea muy bien-. Muchos políticos dicen muchas frases, pero en Fidel la idea no termina con la frase. Lo hace, da pasos concretos, implementa la idea, la implementar de prisa. Es lo que quiere decir “Milito en el bando de los apurados”. Y esa es la ética de Fidel: junto con una idea, viene el deber de implementarla, vienen las dos cosas juntas.
Los científicos de la buhardilla
-Un ejemplo concreto es el desarrollo de la biotecnología en Cuba, que comienza a desarrollarse en 1981, cuando no había pares en la región. La industria de la biotecnología tuvo un despegue casi simultáneo en Cuba y Estados Unidos.
Agustín Lage: La primera empresa biotecnológica que se creó en el mundo fue Genentech en California, en 1976. Y una de las empresas más grandes hoy, Amgen, que la gente la ve como referencia, también en Norteamérica, es del año 1983. Las empresas biotecnológicas norteamericanas son de la década de los ochenta; las europeas vienen después, una década más tarde.
En 1981, Fidel está fundando el Centro de Investigaciones Biológicas, que es el Centro donde se hizo el Interferón, y en 1986, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB). En ese momento la biotecnología está siendo inventada en los países más avanzados, y no en todos ellos. Es la primera vez en la historia de Cuba en que nosotros nos incorporamos a una rama de la industria al mismo tiempo que esa industria está siendo inventada.
Fidel empieza a desarrollar todas estas ideas del papel que la biotecnología debe tener, en la salud pública, fíjate. Hoy todo el mundo te dice, claro que es así, por supuesto. Pero hoy estamos en el Siglo XXI, pero de eso en los años setenta y en los años ochenta hablaba muy poquita gente. Hoy cuando tú lees los pronósticos de la evolución de la tecnología médica, se prevé que la farmacopea, es decir, la disponibilidad de medicamentos, evolucione a ser una farmacopea cada vez más de productos biotecnológicos y menos de productos químicos. Ya hoy en día la mayor parte de los proyectos de investigación médica de nuevos tratamientos son proyectos de la biotecnología, sí, pero estamos en el 2016. Yo te estoy hablando de conversaciones de Fidel sobre este tema en los años ochenta, hace treinta años. ¿Hace treinta años qué jefe de Estado tú escuchabas hablar de biotecnología? Busquemos eso. No hay evidencia. Ahora forma parte del discurso de los políticos, y aquí viene el presidente de un país, el primer ministro de otro, dicen: “Yo quiero hablar de biotecnología, yo quiero ver los centros de biotecnología”. Pero eso es ahora.
-Hasta suena bien y da idea de modernidad.
Agustín Lage: Dicen por ahí que el mal de los políticos es que reaccionan a lo que sucede y no a lo que se prepara. Pero Fidel no es así. Él ha estado trabajando, no solamente pensando, sino trabajando en la práctica, en lo que se ve venir, en lo que se prepara para el futuro, con esa digamos curiosidad insaciable de Fidel. En el ámbito de la biotecnología, tengo que contarte una anécdota, aunque te vuelvo a decir a ti y a todos los que oyen que hablar de Fidel con anécdotas no es suficiente. Es un punto de partida, pero no es suficiente. Pero hay anécdotas interesantes que uno vivió personalmente que no están ni escritas. El Centro donde yo trabajo hoy, el Centro de Inmunología Molecular, eso era un grupito de científicos, de treinta o cuarenta personas en el cuarto piso del Hospital Oncológico.
-Los científicos de la buhardilla.
Agustín Lage: “Los científicos de la buhardilla” ese fue un comentario que él hizo al regresar a su oficina. Alguien me lo contó. Dijo: “Vengo de reunirme con unos científicos que trabajan en una buhardilla”. Era como una buhardilla el lugar que Fidel visitó. Se sentó en una banqueta del laboratorio y empezó a hacer preguntas durante horas, ¿qué cosa son —por ejemplo—, los anticuerpos monoclonales? Hoy la gente habla de los anticuerpos monoclonales como de la aspirina, porque se ha vuelto una herramienta terapéutica. Pero esa visita de Fidel es de 1989, el primer anticuerpo monoclonal para tratamiento del cáncer se registró en los Estados Unidos en 1997. Fíjate qué anticipatorio es ese pensamiento.
Fidel empieza hablar allí de hacer una instalación industrial para producir el anticuerpo en gran escala, y empieza a preguntar, preguntar y preguntar, y allí es donde viene la anécdota. Pregunta qué industrias hay en el mundo -había muy poquitas en aquel momento; en los Estados Unidos, en Inglaterra-; eso estaba empezando. Pregunta: “¿Y esa gente cuánto produce?” Esas organizaciones producían decenas de kilogramos, porque estaban creando una capacidad industrial de escalada. Nosotros habíamos logrado producir en los laboratorios del Instituto de Oncología 30 gramos, que caben en un frasquito. Fidel pide el dato de la producción en mundo y nosotros le damos el dato. Se produce un instante de silencio, nos mira a todos nosotros y nos dice: “¿Y ustedes no piensan competir con esa gente?”
Ahora vamos al concepto detrás de la anécdota: es que la gente tiene potencialidades de hacer cosas más grandes que las que se imagina. Es así con todas las cosas: con el programa de salud, con la educación, con el internacionalismo en África. Y su tarea siempre es decirle a la gente, convencer a la gente. “Ustedes son capaces de hacer esto”, algo que no imaginaban. Enfrentar a los demás con la idea de ellos mismos son capaces de hacerlo. Eso forma parte de la batalla de ideas: convencer a la gente de sus propias potencialidades.
Alrededor de esa propia anécdota. Él pide un informe de lo que había que hacer. Realmente nosotros lo que queríamos era mejorar ese laboratorio. Él empezó a hablar de un centro de investigación-producción, que fuera laboratorio e industria, y nosotros le explicábamos lo que estábamos haciendo en el laboratorio, y entonces, a petición de él, mandamos un informe: “Aquí hace falta hacer esto, hace falta hacer esta otra cosa, hay que remodelar esta pared, este sistema que tenemos aquí de agua destilada hay que cambiarlo”, cosas así de un laboratorio que tenía un determinado costo. La respuesta viene a través de uno de sus colaboradores -¿te acuerdas del Equipo de coordinación y apoyo que él tenía para ayudarlo en estas cosas?
-Por supuesto
Agustín Lage: Uno me llama y me dice: “Oye, dice el Jefe que el informe que tú mandaste sobre el laboratorio está bien, pero que el proyecto de la industria ¿dónde está?” Mi respuesta a aquel compañero fue: “Mira, Fulano, yo me imaginaba que eso era para el futuro”, y entonces: “No, no, no, dice el Jefe que el futuro es ahora”. De ahí salió la idea del Centro de Inmunología Molecular. ¿Tú te imaginas eso en 1989, cuando nadie hablaba de biotecnología en el mundo, en el año donde empezaban los problemas del campo socialista europeo, donde Fidel veía venir la desaparición de la Unión Soviética?
La empresa socialista de alta tecnología
-Hay un concepto que usted defiende a capa y espada, una idea profundamente fidelista: la empresa socialista de alta tecnología. Y lo hace en un momento en el que pareciera que vivimos una revancha del mercado y de cierta percepción de que lo que es funcional y eficiente es la empresa privada, la pequeña empresa privada particularmente.
Agustín Lage: Bueno, fíjate, qué frase utilizaste, que tenemos una, ¿cómo dijiste ahora?
-Una revancha.
Agustín Lage: Te diría que teníamos esa revancha, porque la idea del neoliberalismo duró en el mundo diez o quince años, es decir, nunca se ha visto en el mundo desmoronarse una ideología tan rápido como la idea del neoliberalismo.
-Con algunos aprendices de brujo neoliberales entre nosotros.
Agustín Lage: Sí, claro, En algunos países, esa fue la ideología que se implantó después de la desaparición de la Unión Soviética, el fin de la historia, las teorías económicas de Milton Friedman.
-Apostando por un Estado debilitado…
Agustín Lage: El consenso de Washingon, la escuela de Chicago, con el repliegue del Estado. Esas ideas las empezaron a vender y hubo más de uno que las compró y algunos países terminaron en bancarrota por implementar esas ideas. Pero lo interesante del fenómeno del neoliberalismo es cuán rápido eso se desmoronó, porque la evidencia de que un país no se desarrolla así fue muy clara. De hecho los propios Estados Unidos, cuando ellos se desarrollaron, no lo hicieron con prácticas neoliberales, sino con la intervención estatal en la economía. Y eso está documentado.
Lo que hacen entonces ahora es venderle a los países del sur, las ideas que ellos no aplicaron en su momento de despegue industrial, ni Estados Unidos, ni Europa, ni el Sudeste Asiático. Hubo diferentes matices: en algunos casos es la empresa estatal la que interviene directamente; en otros, la regulación del mundo empresarial. Pero realmente ningún país se ha desarrollado dejando que el mercado haga lo que le dé la gana. Eso no funciona así.
Precisamente ahora hemos discutido ese tema, a raíz del intento de normalización de relaciones con los Estados Unidos. Los discursos de Obama aquí se centraron en la defensa de la empresa privada, a la cual le estamos abriendo un espacio. Pero ahí están los acuerdos del VII Congreso del Partido. Una cosa es abrirle un espacio para la solución de determinadas cosas, y otra es creernos que eso es lo que va a desarrollar al país. Eso no es lo que va a desarrollar el país.
Y volvamos a las visiones anticipatorias de Fidel; volvamos al tema de la Reforma Agraria, y cómo él estaba convencido de que no es el minifundio artesanal lo que iba a desarrollar la agricultura en el país. Esas ideas de Fidel son de los años 60. Realmente yo pienso que en la batalla por el papel de la empresa estatal socialista en nuestro desarrollo, nosotros ideológicamente tenemos todas las ganar en este momento, porque la alternativa que nos venden, y que, lamentablemente, alguna gente se cree, es una alternativa hoy desacreditada por los desastres que en el mundo han causado.
-Dice el académico Louis A. Pérez Jr que en vez de un cambio de régimen en la Isla, Estados Unidos quiere un cambio en el régimen de la Isla. Usted ha llamado la atención sobre las dificultades de esa pretensión norteamericana, y ve nuestras fortalezas en del hecho de que las sociedades de Cuba y Estados Unidos son genéticamente diferentes.
Agustín Lage: A ver, no genéticamente en el plano de los genes.Todos somos seres humanos que tenemos una sola raíz que viene de África, pero el fenómeno del cual hablo, es del origen de la sociedad.
-Del ADN.
Agustín Lage: Sí, pero que no se confunda ningún radioyente, que estamos hablando aquí ahora del núcleo de la célula.
-Estamos hablando metafóricamente, claro.
Agustín Lage: Hay un escrito de José Martí, “La verdad sobre los Estados Unidos”, que vale la pena retomar y releer para comprender que la sociedad norteamericana y la sociedad cubana surgen con dos proyectos sociales diametralmente diferentes. No nos olvidemos que en la insurrección contra España una de las acciones del primer día de la insurrección de Carlos Manuel de Céspedes fue la libertad de los esclavos. Cuando tú vas a ver el origen histórico de la Revolución de las Trece Colonias que dieron origen a los Estados Unidos, la esclavitud se mantuvo décadas después e hizo falta otra guerra para abolir la esclavitud. Ese es un ejemplo. La sociedad norteamericana, se crea sobre la base del desarrollo económico basado en la competencia de unos contra otros y la competencia es lo que da el desarrollo. Eso va generando una ideología. Los seres humanos no somos enteramente libres en nuestro pensamiento, portamos la influencia de generaciones anteriores a la nuestra. Por ejemplo, el peso de la cultura occidental individualista, de la cual somos parte, por cierto, porque venimos de ahí también. A veces se subestima la influencia que tiene el pensamiento pasado sobre el pensamiento actual. Pero el pensamiento pasado en Cuba es la ideología martiana, y el pensamiento pasado en los Estados Unidos no es ese. Son dos enfoques diferentes sobre cómo los seres humanos deben convivir, y esa diferencia tiene doscientos años. Debemos tenerla en cuenta, porque pretendemos una normalización de relaciones, pretendemos relaciones respetuosas, pretendemos convivencia civilizada, como ha dicho el Presidente Raúl, pero estamos hablando de relaciones respetuosas y convivencia civilizada de dos sociedades distintas. Eso la gente lo tiene que entender, y la gente tiene que entender por qué son dos sociedades diferentes.
-Agustín, no quiero extender más la conversación, porque sé que tiene un compromiso en breve. Sin embargo, quisiera, para cerrar el programa, que usted comentara por qué ha dicho que uno de los rasgos distintivos de Fidel es la inmediatez del futuro.
Agustín Lage: Esa expresión la empezamos a usar cuando el 80 aniversario de Fidel. Refiere a esa extraña combinación, porque es muy rara, ¿no?, del hombre soñador y el hombre práctico al mismo tiempo; la proyección de largo plazo y al mismo tiempo los pasos concretos que hay que dar hoy para llegar hasta allí. En Fidel está clara la idea de que el futuro tiene que ser algo inmediato, no es algo que se posponga. Eso divide los pensadores en los que son como Fidel -pocos, muy pocos-, y en aquellos soñadores que tienen ideas preciosas y no hacen nada, o dicen: “Bueno, esto no se puede”.
-Que lo hagan los demás después.
Agustín Lage: Sí, y también hay gente pragmática, que no va más allá de intentar resolver el problema de hoy. Pero hay esos ejemplos, que son cumbres de la Historia, que sueñan y actúan al mismo tiempo. Ese es José Martí con la idea de Cuba y las ideas sociales, pero al mismo tiempo estaba conspirando para organizar una guerra. H.G. Wells, un escritor británico, entrevistó a Lenin y cuando regresó a su país escribió un artículo donde lo llamó “El soñador del Kremlin”, porque le empieza a hablar de sus sueños, pero al mismo tiempo estaba armando una Revolución. Ese es Fidel también.
En mi opinión esa inmediatez del futuro es una condición ética; una condición en la que no basta con tener buenas ideas. Con las buenas ideas viene la obligación de implementarlas. La moralidad del político es esencialmente la coherencia entre el pensamiento y la acción, y eso tú lo ves en la ejecutoria de Fidel todos los días en cualquier campo. Creo que eso es lo que nosotros tenemos que aprender y transmitir a las nuevas generaciones. Debemos capturar e incorporar al pensamiento cubano grandes proyectos, grandes sueños, y a la vez, acciones concretas en función de esas ideas, que tienen que tener inmediatez.