Cuando estaba en la Casa Blanca tenía la impresión de un Castro parado frente a multitudes de 400 ó 500 mil personas pronunciado arengas, discursos, etcétera. Ahora, al verlo de cerca, conversar con él, he podido apreciar que es un hombre que tiene una gran confianza en sí mismo, calmado, con extraordinario sentido del humor y extremadamente inteligente.