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Cuba o la globalización de la solidaridad

Дата: 

15/06/2013

Источник: 

Sitio Web Rebelión
El internacionalismo humanitario cubano

Desde el triunfo de la Revolución de 1959, Cuba ha elaborado una política de solidaridad internacional destinada a ayudar a las poblaciones más desheredadas del Tercer Mundo. Los resultados son espectaculares.

Desde 1963, con el envío de la primera misión médica humanitaria a Argelia, Cuba se ha comprometido a curar a las poblaciones pobres del planeta en nombre de la solidaridad internacionalista. Las misiones humanitarias cubanas se extienden por cuatro continentes y revisten un carácter único. En efecto, ninguna otra nación del mundo, ni siquiera las más desarrolladas, ha tejido semejante red de cooperación humanitaria a través del planeta. Desde su lanzamiento, cerca de 132.000 médicos cubanos y otro personal sanitario actuaron voluntariamente en 102 países [1]. En total, los médicos cubanos atendieron a cerca de 100 millones de personas en el mundo y salvaron un millón de vidas. Actualmente 37.000 colaboradores médicos ofrecen sus servicios en 70 naciones del Tercer Mundo [2].

La ayuda internacional cubana se extiende a diez países de América Latina y a las regiones subdesarrolladas del planeta. En octubre de 1998, el huracán Mitch había asolado América Central y el Caribe. Los jefes de Estado de la región lanzaron un llamado a la solidaridad internacional. Según el PNUD, Cuba fue la primera en responder positivamente cancelando la deuda de Nicaragua de 50 millones de dólares y proponiendo los servicios de su personal sanitario [3].

Se elaboró entonces el Programa Integral de Salud y se amplió a otros continentes como África y Asia. El PNUD señala una mejora de todos los indicadores de salud, particularmente una disminución notable de la tasa de mortalidad infantil, en las regiones donde se aplica [4].

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA)

El primer país que se benefició del capital humano cubano fue lógicamente Venezuela, gracias a la elección de Hugo Chávez en 1998 y a la relación especial establecida con Cuba. La universalización del acceso a la educación instaurada en 1998 tuvo resultados excepcionales. Cerca de 1,5 millones de venezolanos aprendieron a leer y escribir gracias a la campaña de alfabetización denominada Misión Robinson I. En diciembre de 2005, la UNESCO decretó que se había erradicado el analfabetismo en Venezuela. La Misión Robinson II se lanzó para llevar al conjunto de la población a alcanzar el nivel secundario. A ello se agregan las Misiones Ribas y Sucre que permitieron a decenas de miles de jóvenes adultos emprender estudios universitarios. En 2010, el 97% de los niños venezolanos estaban escolarizados [5]. Con respecto a la salud, se creó el Sistema Nacional Público para garantizar el acceso gratuito a la atención médica a todos los venezolanos. La Misión Barrio Adentro I permitió realizar 300 millones de consultas en los 4.469 centros médicos creados desde 1998. Cerca de 17 millones de personas pudieron ser atendidas, mientras que en 1998, menos de 3 millones de personas tenían acceso regular a la salud. Se salvaron más de 104.000 vidas. La tasa de mortalidad infantil se redujo a menos de un 10 por mil [6]. En la clasificación del Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Venezuela pasó del puesto 83 en el año 2000 (0,656) al puesto 73 en 2011 (0,735), y entró en la categoría de las naciones con el IDH elevado [7]. Además, también según el PNUD, Venezuela ostenta el coeficiente Gini más bajo de América Latina, es el país de la región donde hay menos desigualdad [8].

Luis Alberto Matos, economista y experto en energía, subrayó la “cooperación emblemática” entre Cuba y Venezuela. “¿Quién puede negar la inmensa contribución de esta nación a Venezuela en el mejoramiento del sector salud, en la agricultura, en el deporte, en la cultura?” [9]

Gracias al ALBA y al programa social que lanzó el gobierno de Evo Morales entre 2006 y julio de 2011, la Brigada Médica cubana presente en Bolivia curó a más de 48 millones de personas y salvó 49.821 vidas [10]. Bolivia pudo mejorar sus indicadores de salud con una disminución de la mortalidad infantil del 58 por mil en 2007 al 51 por mil en 2009 [11] , o sea una reducción del 14% en tres años. Entre 2006 y 2009, se crearon casi 545 centros de salud por todo el país. En cuanto a la educación, la UNESCO declaró a Bolivia territorio libre de analfabetismo el 20 de diciembre de 2008 con la alfabetización de 824.000 personas. Se construyeron cerca de 1.540 establecimientos escolares. En cuanto a la enseñanza superior, se crearon tres universidades indígenas. Se redujo en un 6% la pobreza extrema, la cual pasó de un 37,8% a un 31,8% [12].

En Nicaragua, el programa “Yo, sí puedo” permitió a la UNESCO declarar el país libre de analfabetismo en 2009. Gracias al ALBA, Nicaragua también logró resolver su grave crisis energética que provocaba a veces apagones de 16 horas diarias. Se construyeron varios hospitales integralmente equipados en todo el país con acceso gratuito a la atención médica para toda la población. Funcionan en parte gracias a la presencia del personal médico cubano [13].

En Ecuador, la llegada al poder de Rafael Correa en 2006 también ocasionó una revolución social sin precedentes. Así, el presupuesto de sanidad pasó de 437 millones de dólares en 2006 a 3.430 millones en 2010. El presupuesto de educación pasó de 235 millones en 2006 a 940,7 millones en 2010. La tasa de escolarización hasta el nivel universitario del quinto más pobre pasó de un 30% a un 40% entre 2006 y 2010. La cobertura de la canasta básica pasó de un 68% a un 89%. La pobreza bajó un 7% en el mismo periodo a nivel nacional y en un 13% para los afro-ecuatorianos. Más de 700.000 personas de los 5 millones de indigentes que tenía la nación en 2006 salieron de la pobreza [14]. Así, el IDH pasó de 0,716 en 2009 a 0,720 en 2011 y se sitúa ahora en el puesto 83. Ecuador tiene previsto erradicar la desnutrición infantil en 2015 y alcanzar a Cuba, único país de América Latina y del Tercer Mundo libre de esta plaga según la UNICEF [15].

La Brigada Henry Reeve


El 19 de septiembre de 2005, tras la tragedia que provocó el huracán Katrina en Nueva Orleans, Cuba creó la Brigada Henry Reeve [16] , un contingente médico compuesto de 10.000 profesionales de la salud, especializado en las catástrofes naturales. En aquella época, La Habana ofreció a Washington mandar 1.586 médicos para atender a las víctimas, pero el presidente Bush rechazó el ofrecimiento [17].

La Brigada Henry Reeve intervino en varios continentes. Así, tras el terremoto de noviembre de 2005 que asoló Pakistán, 2.564 médicos cubanos viajaron allí para atender a las víctimas durante más de ocho meses. Se montaron 32 hospitales de campaña, los cuales se obsequiaron luego a las autoridades sanitarias del país. Más de 1,8 millones de personas fueron curadas y se salvaron 2.086 vidas. Ninguna otra nación brindó una ayuda tan importante, ni siquiera Estados Unidos, principal aliado de Islamabad, que sólo estableció dos hospitales de campaña y se quedó ocho semanas [18]. El periódico británico The Independent subrayó el hecho de que la brigada médica cubana fue la primera que llegó a Pakistán y la última que abandonó el país [19].

Anteriormente, tras el tsunami que devastó la región del pacífico en 2004, Cuba mandó varias misiones humanitarias para brindar atención médica a las víctimas, a menudo abandonadas por las autoridades locales. Varias zonas rurales en Kiribati, Timor Leste o Sri Lanka dependen todavía de la ayuda médica cubana [20]. Se inauguró una escuela de medicina en Timor Leste para formar a jóvenes estudiantes del país. Las Islas Salomón así como Papuasia Nueva Guinea solicitaron a La Habana para beneficiarse de una ayuda similar y firmar acuerdos de cooperación [21].

Tras el terremoto ocurrido en mayo de 2006 en Java, Indonesia, Cuba mandó varias misiones médicas. Ronny Rockito, coordinador regional para la salud, elogió la labor de los 135 profesionales cubanos que instalaron dos hospitales de campaña. Según él, su trabajo tuvo un impacto más importante que el de cualquier otro país. “Aprecio mucho a las brigadas médicas cubanas. Su estilo es muy amistoso y su nivel de atención médica muy elevado. Todo es gratuito y no hay ningún apoyo por parte de mi gobierno para ello. Agradecemos a Fidel Castro. Muchos aldeanos suplicaron a los médicos cubanos que se quedaran”, enfatizó [22].

El caso más reciente y más emblemático de la cooperación médica cubana concierne a Haití. El terremoto de enero de 2010, de una magnitud 7, causó dramáticos daños humanos y materiales [23]. Según las autoridades haitianas, el balance fue de 230.000 muertos, 300.000 heridos y 1,2 millones de personas sin techo [24]. La brigada médica cubana, presente desde 1998, fue la primera en auxiliar a las víctimas y atendió a cerca del 40% de las víctimas [25].

En octubre de 2010, soldados nepaleses de las Naciones Unidas introdujeron inadvertidamente el virus del cólera en Haití. Según la ONU, el equipo médico del doctor Jorge Luis Quiñones descubrió la epidemia. Cerca de 6.600 personas perdieron la vida y 476.000 fueron infectadas, lo que representa el 5% de la población de un total de 10 millones de habitantes. Se trataba de la tasa de cólera más elevada de mundo según las Naciones Unidas. El New York Times subrayó en un reportaje el papel clave de los médicos cubanos: “La misión médica cubana que ha desempeñado un papel importante en la detección de la epidemia está todavía presente en Haití y recibe cada día la gratitud de los donantes y de los diplomáticos por su presencia en las líneas del frente y por sus esfuerzos de reconstrucción del carcomido sistema sanitario del país” [26].

Por su parte Paul Farmer, enviado especial de las Naciones Unidas, señaló que en diciembre de 2010, cuando la epidemia alcanzó su cima con una tasa de mortalidad sin precedentes y el mundo tenía los ojos en otras partes, “la mitad de las ONG ya se habían marchado, mientras que los cubanos todavía están presentes”. Según el Ministerio de Salud haitiano, los médicos cubanos salvaron a más de 76.000 personas en las 67 unidades médicas bajo su responsabilidad, con sólo 272 fallecimientos, o sea 0,36% contra una tasa de 1,4% en el resto del país. Desde diciembre de 2010 no falleció ningún paciente tratado por los médicos cubanos [27].

Las Naciones Unidas saludan una política solidaria

Según el PNUD, la ayuda humanitaria cubana representa proporcionalmente al PIB, un porcentaje superior al promedio de las 18 naciones más desarrolladas. Subraya en un informe que:

“La cooperación que ofrece Cuba se inscribe en un contexto de cooperación Sur-Sur. No persigue un objetivo de lucro sino que se ofrece al contrario como la expresión de un principio de solidaridad y, en la medida de lo posible, a partir de costos compartidos. No obstante, durante años, Cuba ha proporcionado ayuda en calidad de donaciones a los países más pobres, y se ha mostrado muy flexible en cuanto a la forma o a la estructura de la colaboración […]. En la casi totalidad de los casos, la ayuda cubana ha sido gratuita, aunque a partir de 1977, con algunos países de altos ingresos, principalmente petroleros, se desarrolló una cooperación bajo forma de compensación. El desarrollo elevado que ha alcanzado Cuba en los campos de la salud, la educación y el deporte ha hecho que la cooperación concierna estos sectores, aunque hubo una participación en otras ramas, como por ejemplo la construcción, la pesca y la agricultura” [28].

El internacionalismo humanitario que ha elaborado Cuba demuestra que la solidaridad puede ser un vector fundamental en las relaciones internacionales. Así, una pequeña nación del Tercer Mundo con recursos limitados y víctima de un estado de sitio sin precedentes por parte de Estados Unidos, logra reunir los recursos necesarios para ayudar a los más desheredados y ofrece al mundo un ejemplo, como diría el Héroe Nacional cubano José Martí, que Patria puede ser Humanidad.

La Operación Milagro

La Operación Milagro, que Cuba y Venezuela lanzaron en 2004, ha permitido a más de dos millones de pobres de América Latina y del resto del mundo recuperar la vista.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay actualmente cerca de 285 millones de personas víctimas de deficiencia visual en el mundo, entre ellas 39 millones de ciegos y 246 millones que presentan una disminución de la agudeza visual. Casi el 90% viven en países del Tercer Mundo. Las principales causas de deficiencia visual son los defectos de refracción no corregidos (miopía, hipermetropía o astigmatismo, un 43%), la catarata (33%) y el glaucoma (2%). Cerca del 80% de las deficiencias visuales son curables, señala la organización, y agrega que “la catarata sigue siendo la primera causa de ceguera”. Estas enfermedades oculares afectan en primer lugar (65%) a personas de más de 50 años (20% de la población mundial), un porcentaje que crecerá con el envejecimiento de la población, pero también a 19 millones de niños [1].

Frente a esta constatación, en el marco del ALBA, Cuba y Venezuela decidieron lanzar en julio de 2004 una amplia campaña humanitaria continental bajo el nombre de Operación Milagro. Consiste en operar gratuitamente a los latinoamericanos pobres que padecen cataratas y otras enfermedades oculares, pero que se encuentran en la imposibilidad de financiar una operación que cuesta entre 5.000 y 10.000 dólares según los países. Esta misión humanitaria se ha extendido a otras latitudes (África, Asia). La Operación Milagro incluye la participación de 165 instituciones cubanas. Dispone de 49 centros oftalmológicos en 15 países de América Latina y el Caribe (Cuba, Venezuela, Ecuador, Haití, Honduras, Panamá, Guatemala, San Vicente y las Granadinas, Guyana, Paraguay, Granada, Nicaragua y Uruguay) [2].

En enero de 2008 se alcanzó la cifra de un millón de personas operadas [3]. En 2011, más de dos millones de personas procedentes de 35 países habían recobrado la vista [4]. En el marco de los acuerdos del ALBA, la población venezolana fue la primera que se benefició de la misión, con más de 178.000 operaciones realizadas. Bolivia también se benefició ampliamente de la cooperación médica cubana, con 600.105 personas operadas [5]. El presidente boliviano Evo Morales saludó la presencia de los médicos cubanos así como el papel integrador y solidario del ALBA [6].

Otros países también se beneficiaron del internacionalismo humanitario de la Operación Milagro. Así, 100.000 ecuatorianos [7] , 61.000 nicaragüenses [8], 61.000 jamaiquinos [9], 50.000 panameños [10], 48.255 brasileños, 35.245 argentinos, 22.280 peruanos y 312 paraguayos [11] recobraron la vista. Incluso ciudadanos estadounidense procedentes de los sectores menos privilegiados se beneficiaron de la Operación Milagro [12].

El caso más emblemático es sin duda el de Mario Terán, antiguo suboficial boliviano retirado, que asesinó a Ernesto Che Guevara el 9 de octubre de 1967 en la escuelita de La Higuera en Bolivia. Vivía entonces en el anonimato en Santa Cruz. Subsistía gracias a su pequeña pensión de antiguo soldado y había perdido la vista a causa de una catarata que no había podido tratar por falta de recursos [13]. Gracias a la Operación Milagro, Terán pudo librarse de su hándicap. Pablo Ortiz, periodista boliviano que trabaja para el diario El Deber de Santa Cruz, relató la historia: “Terán tenía problemas de catarata y se operó gracias a la Misión Milagro, a médicos cubanos de modo totalmente gratuito”. Dio más detalles: Este tipo es un total desconocido. Nadie sabe quién es. Está completamente arruinado y se presentó en el hospital de la Operación Milagro. Nadie lo reconoció y lo operaron. Fue su propio hijo el que nos lo contó, y vino al periódico para hacer este agradecimiento público” [14].

En 2009, con ocasión de la intervención quirúrgica número 10.000 que se realizó en el Centro Oftalmológico José Martí, la Operación Milagro recibió el Premio de Excelencia Ciudadana en Uruguay del Centro Latinoamericano de Desarrollo (CELADE), que apadrina la Organización de Estados Americanos (OEA), por sus valores solidarios y humanos [15].

La prensa canadiense relató que incluso algunos súbditos de la Corona británica carentes de recursos económicos preferían ir a curarse y a operarse en Cuba, famosa por la excelencia de su sistema de salud y sus precios atractivos para los occidentales [16].

La Operación Milagro es un ejemplo concreto de una eficaz política social que llevan a cabo dos naciones del Tercer Mundo a favor de los más desheredados. Es también una lección para los países ricos y un llamado a más solidaridad con los que Víctor Hugo llamaba la “cariátide”.  

El programa “Yo, sí puedo”

Cuba ha elaborado un programa de alfabetización que ha permitido a más de cinco millones de personas de 28 países aprender a leer, escribir y sumar.

Según la UNESCO, hay en el mundo 796 millones de adultos analfabetos, o sea el 17% de la población mundial. Más del 98% se encuentra en los países del Tercer Mundo. Las dos terceras partes son mujeres. Los países del África subsahariana y del sur y el oeste de Asia cuentan con “un 73% en el déficit mundial de alfabetización de adultos”. En cifras absolutas, el número de analfabetos en estas regiones sigue creciendo. En cuanto a los niños, sólo el 44% están escolarizados en preescolar (148 millones), o sea que el 66% no tiene acceso a ese nivel de enseñanza (222 millones). A nivel primario, 67 millones de niños no están escolarizados. La UNESCO lanzó entonces un llamado para reducir en un 50% el número de analfabetos para 2015. El organismo de la ONU señala que los progresos realizados en este campo “fueron en el mejor de los casos decepcionantes y en el peor esporádicos”. Según la UNESCO, “para revertir esta tendencia es necesario que los gobiernos del mundo actúen con determinación” [1].

No obstante, la UNESCO revela una excepción: América Latina y el Caribe. Esta excepción se debe en parte al Programa Yo, sí puedo:

El programa Yo, sí puedo, que creó en 2003 el Gobierno cubano ha tenido amplios resultados […]. Aplicado en 12 de los 19 países de América Latina en 2008, forma parte de estrategias más amplias a favor de la realización de la alfabetización universal en el Estado Plurinacional de Bolivia, en Ecuador, en Nicaragua, en Panamá y en la República Bolivariana de Venezuela [2].

Basado en la filosofía de José Martí resumida en la siguiente cita: “Todo hombre tiene derecho a educarse, y en pago contribuir a la educación de los demás”, el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño de Cuba lanzó el programa “Yo, sí puedo” en 2003, destinado a alfabetizar a los adultos iletrados. La adquisición de las capacidades de lectura, escritura y aritmética es indispensable para disfrutar de una plena ciudadanía. Constituye el primer baluarte contra la exclusión y la pobreza, y lleva a la realización de lo que Martí llamó “la plena dignidad del hombre”. La UNESCO subraya que “la educación salva vidas: la tasa de mortalidad infantil baja cuanto más se eleva el nivel escolar de la madre”. Así, si todas las mujeres hicieran estudios secundarios, se salvarían 1,8 millones de niños al año. Del mismo modo, la salud de los niños estaría más protegida: “Es menos probable que los niños cuya madre ha hecho estudios manifiesten un retraso de crecimiento o una insuficiencia ponderal” [3].

Partiendo de la problemática de la dispersión territorial de la población analfabeta, el programa “Yo, sí puedo” se elabora mediante la radio y la televisión. Así, la educación a distancia mediante las tecnologías de comunicación ha demostrado su eficacia. En efecto, este método, que crearon los mejores especialistas cubanos bajo la dirección de la pedagoga Leonela Inés Relys Díaz, permite llegar a un gran número de personas, es ahorrativo en capital humano, material y financiero y no necesita instituciones escolares para su puesta en práctica. Basado en el estímulo constante y un procedimiento sencillo (pasar de las cifras a las letras), con secuencias escucha/lectura y escucha/escritura, y dividido en tres etapas (aprendizaje de base, enseñanza de la lectura y de la escritura, consolidación), permite el crecimiento del trabajo individual así como el mejoramiento de la autoestima del iletrado. Permite también la cooperación familiar y crea vínculos estrechos entre las personas letradas e iletradas. La posibilidad de usar el método en casa permite también evitar los efectos psicológicos debidos a la mirada ajena sobre el aprendizaje personal. Por otra parte, la corta duración de los programas facilita la motivación de las personas. Por fin, se basa en el principio fundamental del voluntariado, lo que aumenta la eficacia. [4].

Se elabora un diagnóstico integral destinado a evaluar las características socioeconómicas, geográficas, políticas, culturales y religiosas de la región a alfabetizar, y también se evalúa el número de puestos de radio y televisión presentes en la localidad. Un estudio analiza también los resultados obtenidos en los procesos anteriores de alfabetización. En efecto, el conocimiento profundo de las peculiaridades de la población analfabeta permite la elaboración de los cursos radiales y televisivos.

Se establecen varias estructuras para permitir el control del proceso de alfabetización y conseguir los mejores resultados. El trabajo es a la vez individual y colectivo, con una visita regular del profesor a sus alumnos. En cada clase, se abordan temas de interés como la salud, la familia, los ancianos, el medio ambiente, la historia y la cultura. Las personas en proceso de aprendizaje reciben de cuatro a cinco clases de 30 minutos semanales por televisión durante tres meses (32,5 horas lectivas o 65 clases) y una serie de siete fichas. Para la radio, el set se compone de 25 casetes de 60 minutos que representan cincuenta clases, 32 fichas y una guía del monitor.

El programa “Yo, sí puedo” se aplicó con éxito en Venezuela, donde se alfabetizaron más de 1,5 millones de personas, en Bolivia, en Ecuador y en Nicaragua, que son las únicas naciones latinoamericanas que se han librado del analfabetismo en la última década, según la UNESCO. También se utiliza en otros países del continente y del mundo, como Nueva Zelanda, y se aplica en varios idiomas entre ellos el francés y los idiomas indígenas (guaraní, maorí).

El programa “Yo, sí puedo” se utiliza también en España. En efecto, la ciudad de Sevilla pidió los servicios de los profesores cubanos, bajo la coordinación del Profesor Carlos M. Molina Soto, para enseñar a leer y escribir a sus ciudadanos [5]. Después de un estudio realizado por la alcaldía se descubrió que 34.000 de los 700.000 habitantes de la capital andaluza eran totalmente analfabetos. En dos años, 1.100 adultos se alfabetizaron en los treinta centros de alfabetización que se abrieron en la ciudad. Otros municipios de España, país que cuenta con 2 millones de analfabetos, estudian las posibilidades de aplicar el método cubano en su territorio. [6],

En Australia, el método de alfabetización se utiliza para las poblaciones aborígenes – el 60% son analfabetos funcionales– que aprenden a leer y escribir en tres meses. Además de la lectura, de la escritura y del álgebra de base, Cuba les ofrece la posibilidad de aprender a usar las nuevas tecnologías.El programa cubano se beneficia del apoyo del gobierno australiano, de la Universidad de New England y del Consejo de Tierras Aborígenes [7]. Sin embargo, Australia ocupa el segundo puesto mundial en términos de desarrollo humano, justo detrás de Noruega, según las Naciones Unidas [8].

El programa “Yo, sí puedo” recibió el Premio de alfabetización Rey Sejonh de la UNESCO en 2006 por su aporte a la educación de la humanidad. Irina Bokova, directora general de la organización de la ONU saludó el método subrayando su carácter ejemplar de cooperación Sur-Sur. [9] En efecto, desde 2003, más de siete millones de personas de 28 países diferentes aprendieron a leer y escribir gracias al programa cubano [10]. Miguel Livina, representante de la Oficina regional de cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO, declaró que los gobiernos y las instituciones internacionales deberían tomar más en consideración el método cubano. También se saludó públicamente el método durante la XX Cumbre Iberoamericana en 2010 [11].

Un nuevo programa, denominado “Yo, sí puedo seguir”, destinado a perfeccionar los conocimientos de las personas alfabetizadas, también se inauguró en las naciones donde el programa “Yo, sí puede” se aplicó con éxito.

En términos de política social y de cooperación internacional, Cuba es el modelo a seguir. Esta pequeña nación demuestra que es posible contribuir a la mejora del bienestar de los más desfavorecidos del planeta, a pesar de sus recursos limitados. Los países más desarrollados deberían inspirarse en ella.