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El Moncada de los jóvenes artilleros

Дата: 

16/03/2011

Источник: 

Periódico Granma
Coronel (r) Armando Martínez Álvarez

En el mes de octubre de 1960, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz hizo un llamado a los jóvenes para el aprendizaje, en un tiempo breve, de las armas antiaéreas que comenzaban a llegar a Cuba procedente de los países socialistas. Miles de jóvenes con entusiasmo y voluntariamente dimos el paso al frente para defender la Patria y la Revolución que estaban en crucial peligro.

El autor, el primero de izquierda a derecha, era uno de los quinceañeros que manejaron las Cuatro Bocas en Playa Girón.

La graduación adelantada ocurría en la inolvidable madrugada del 31 de diciembre, después de dos meses de intensa preparación ante la primera movilización general del país en previsión de una posible agresión militar directa de los Estados Unidos durante el traspaso de poder del presidente Eisenhower a Kennedy.

El 15 de abril de 1961, a las 06:00 horas, fueron atacados sorpresivamente tres aeropuertos cubanos: Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, por ocho aviones caza bombarderos B-26, procedentes de Puerto Cabezas, República de Nicaragua, pintados con las propias insignias de nuestra fuerza aérea con el objetivo de confundir mientras intentaban destruir en tierra la pequeña y maltrecha aviación de combate (acción previa a la invasión mercenaria), que fue frustrada por la oportuna previsión de Fidel, quien había ordenado desconcentrarlos.

Solo un avión de los ocho que teníamos en aquel momento fue destruido, pero la metralla causó siete muertos y 53 heridos, en su mayoría de la población civil. Dos aparatos enemigos fueron averiados por el fuego antiaéreo y uno se precipitó al mar, a la vista del hotel Comodoro, en el actual municipio de Playa. Los bisoños artilleros acribillaron a balazos los aviones mercenarios y uno de ellos, Eduardo García Delgado, antes de morir grabó con su sangre en una pared para la posteridad el nombre de Fidel.

El día 16 de abril en el entierro a los caídos, el Comandante en Jefe Fidel Castro declaraba solemnemente el carácter socialista de la Revolución ante miles de hombres y mujeres con los fusiles en alto, y decretaba la movilización general del país ante la inminencia de la agresión mercenaria.

Recuerdo que nuestra batería, la No.13, (antigua 24) calibre 12,7 mm, bautizada por la población como las Cuatro Bocas estaba concentrada en una antigua mansión abandonada por la burguesía en el reparto La Coronela. El 17 de abril en horas de la mañana salimos al encuentro con nuestro Moncada: La batalla de Playa Girón.

La víspera, la capital no había dormido, algo muy grave se presagiaba. Al amanecer, la ciudad semejaba un gran hervidero humano, la Patria estaba siendo invadida por fuerzas mercenarias y ya corría la sangre de sus hijos, informaban los medios de difusión a Cuba y al mundo.

Como impelidos por una fuerza poderosa comenzamos el desplazamiento. A medida que avanzábamos se iban incorporando nuevas baterías a la columna que se alargaba como un gran acordeón hasta alcanzar varios kilómetros, haciéndola más lenta y vulnerable a través de la Monumental y luego la Carretera Central. Al pasar por poblados y caseríos nos impresionaban los vítores, el denle duro y la actitud de los más jóvenes y osados que saltaban a los camiones reclamando un lugar en el combate, a pesar de estar desarmados.

La llegada del ocaso nos sorprendió a las puertas del Central Australia, donde estaba instalado el improvisado Puesto de Mando de la operación al mando directo de Fidel. Al vernos, un capitán ordenó presuroso que la artillería antiaérea continuara en marcha hasta Pálpite, pero de inmediato el Jefe de la Revolución precisó: Que avancen por la noche para sorprender al amanecer a la aviación. (En este paraje manos solidarias nos hicieron llegar una cajita de cartón con alimentos, lo único que comimos ese día y hasta la victoria el día 19).

En horas de la madrugada arribamos a la carbonera en el propio Pálpite. A toda carrera nos lanzamos de los camiones, emplazamos nuestras Cuatro Bocas y nos enmascaramos como pudimos. Las trincheras brillaron por su ausencia, el hiriente y molesto diente de perro lo impedía. En los emplazamientos nadie pegaba los ojos, desaparecieron los chistes tan comunes en otras ocasiones, la tensión crecía por momentos, muy cerca, en Playa Larga, se combatía con denuedo por expulsar a los mercenarios.

Cuando la añorada aurora daba señales de vida, apareció como el Ave Fénix el primer teniente Mario Acosta, al cual en la Base Granma, llamábamos cariñosamente caballo loco por su especial carisma. Nos dijo: Muchachos muy pronto estaremos en combate, vamos a cantar el Himno Nacional. A las 06:10 horas apareció un B-26 mercenario que llevaba pintada nuestras propias insignias, enardecidos abrimos fuego, las balas trazadoras fueron al encuentro de la nave como un impresionante aguacero de estrellas. El aparato maniobró bruscamente, tomó altura y abandonó el campo de batalla a toda velocidad. Su derrota fue nuestro alegre bautismo de fuego.

En horas de la mañana avanzamos sobre Playa Larga, ya libre de mercenarios. La artillería antiaérea lo haría en dos agrupaciones de combate. La principal en la direccion Central Australia, Pálpite, Playa Larga, Playa Girón, integrada por 14 baterías, 13 de las llamadas Cuatro Bocas y una de cañones de 37 mm. La segunda agrupación con tres baterías, dos de cañones 37 mm y una de Cuatro Bocas en la direccion Central Covadonga, San Blas, Playa Girón.

En general, participaron en las acciones combativas 17 baterías de artillería antiaérea, que representaban el 14 % de las existentes en el país y el 27 % de la región occidental.

Con la llegada de la artillería antiaérea, cambió bruscamente la casi impunidad con que había actuado la aviación mercenaria contra nuestras fuerzas terrestres. Recuérdese que el día anterior nuestra aviación había sido empleada fundamentalmente contra los medios navales del enemigo. Decisión muy acertada.

Además, ese día combatimos en Playa Larga contra otro B-26 mercenario al cual logramos averiar y poner en fuga, abrimos fuego equivocadamente contra un Sea Furry nuestro, pues desconocíamos las señales de cooperación. Por suerte, el piloto salió ileso. Como a las 15:00 horas tres aviones supersónicos yankis picaron provocadoramente sobre la Playa, a los cuales abrimos fuego, abandonando apresuradamente el territorio. Al parecer se trataba de los mismos aviones que habían explorado la columna del Batallón 123 que avanzaba en guaguas en la direccion Playa Larga a Playa Girón, cuando fueron atacados por tres aviones B-26 mercenarios causándoles serias bajas en muertos y heridos, que lamentablemente se hubiera podido evitar o reducir sus efectos, de haber contado con protección antiaérea.

Al amanecer del día 19, un avión B-26 se acercó pegado al mar en Playa Larga, atacándonos con el fuego masivo de sus ametralladoras calibre 50 mm, pero logramos rechazarlo y causarle serias averías. Por esos avatares de la vida, solo tuvimos algunos heridos leves.

Avanzada la mañana, fueron derribados dos B-26 del enemigo por la artillería antiaérea. Una en Punta Perdiz y el otro en el Central Australia, en este caso por la batería C de las Cuatro Bocas.

En horas de la tarde después de una potente preparación artillera contra la última posición de los mercenarios y frustrada una maniobra de reembarque apoyada por dos destructores yankis, fue tomada por asalto a las 17:30 horas, Playa Girón por las fuerzas revolucionarias. La invasión había sido derrotada en menos de 72 horas. La alegría era indescriptible, la patria salvada.

En la batalla de Playa Girón, el enemigo empleó 16 cazabombarderos B-26, de los cuales fueron derribados 12 (nueve por la aviación y 3 por la artillería antiaérea, uno de ellos el día 15) y cuatro seriamente averiados.

Los jóvenes artilleros tuvimos 23 heridos y cinco muertos. Nelson Fernández Estévez (14 años); Rolando Valdivia Fernández (15 años); Juan Domingo Cardona (17 años); Hugo Rivero Aloy (20 años) y Eduardo García Delgado (25 años), quien había caído el 15 de abril.

Los jóvenes que Fidel había convocado para incorporarse a la artillería antiaérea en lucha contra el reloj, hace más de 50 años, cumplimos la misión planteada y hoy permanecemos fieles e inclaudicables a la Patria, a la Revolución, a Fidel y a Raúl.