A propósito de la declaración de Birán como Monumento Nacional
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Un inmigrante español, nacido y criado en Galicia, llegó un día a un lugar al Norte de la antigua provincia de Oriente, y decidió en el acto que su peregrinar había terminado. Este hombre había llegado a Cuba como soldado del Ejército español que combatía contra los mambises en nuestra guerra por la independencia, reclutado en reemplazo de algún joven de familia pudiente de su aldea gallega natal. Terminó la guerra y, como todos los demás miembros sobrevivientes del derrotado ejército, fue evacuado y enviado de regreso a España. Pero la isla tropical, con su naturaleza exuberante, sus hombres cordiales y sus mujeres espléndidas, le habían mordido implacablemente el corazón, y a ella regresó por propia voluntad muy poco tiempo después. Pasaron más de diez años en los que el joven gallego deambuló por varios lugares de la geografía cubana, buscando el lugar donde establecerse y luchar por la vida. Y no fue sino hasta 1915 cuando llegó a Birán y supo que había arribado por fin a su definitivo destino.
Con el tiempo, Ángel Castro creó en Birán un verdadero feudo, un batey completamente autosuficiente para las necesidades de su familia y de su extensa finca de 10 mil hectáreas, entre tierras propias y arrendadas, productora principalmente de caña de azúcar, madera, naranjas y frutos menores. Y en ese feudo, era don Ángel el señor feudal, con la peculiaridad, que ha explicado muy bien su hijo Fidel, de ser un señor feudal generoso y de trato humano y solidario con sus vasallos.
Hay que dar por sentado que no pocas cualidades de entereza, laboriosidad, astucia, energía y fortaleza tienen que haber anidado en el carácter de este gallego inmigrante, prácticamente analfabeto, llegado a Cuba, como se dice, con una mano alante y otra atrás, que en menos de 30 años fue capaz de convertirse en gran hacendado y terrateniente, cercado como estaba por las propiedades de poderosas compañías geófagas norteamericanas como la United Fruit y la Cuban American Sugar, capaz no solo de sobrevivir sino de prosperar a despecho de ese cerco implacable, y capaz de fundar una de las comunidades rurales más extraordinarias y singulares en todo el territorio de la República neocolonial.De las 27 instalaciones del batey original de Birán Castro, se conservan hoy, en perfecto estado de mantenimiento, 11 de ellas, y existe el proyecto de reconstruir al menos dos más, y existe el proyecto de reconstruir al menos dos más.
De todas estas instalaciones, la más notable es, sin duda, la casa principal. No es, en puridad, la original, pues esta se quemó hasta los cimientos de manera accidental en 1954, dos años antes de la muerte de don Ángel, y fue reconstruida exactamente como era en los años 70 por iniciativa de Celia Sánchez.
Con 513 metros cuadrados de cubierta, la gran casa está levantada sobre 76 pilotes de caguairán y otras maderas duras que dejan espacio a un amplio sótano donde dormía el ganado y servía de garaje al equipo automotor. Rasgo distintivo de la casa es la habitación en forma de altillo que compartía don Ángel con su esposa Lina Ruz, verdadero mirador desde cuyas ventanas el dueño podía contemplar todo el paisaje circundante.
En Birán se conserva intacta también la Escuela Rural Mixta No. 15, en la que los hijos del matrimonio Castro Ruz aprendieron las primeras letras. Se conservan un barracón y los humildes bohíos de guano de los infelices inmigrantes haitianos que encontraron en la finca de don Ángel trabajo digno y trato humano.
Se conservan la valla de gallos, la carnicería, el pequeño edificio para el correo y el telégrafo —el único que no era propiedad de don Ángel––, la nave y taller de carretas, el bar y billar "La Paloma" —única instalación de mampostería— y la casa de la maestra, entre otras construcciones que le conferían al batey su autosuficiencia.
Y existían también, para completar esta condición de plena autosuficiencia, una tienda mixta, una panadería y una fonda para los transeúntes del camino real hacia Santiago desde la bahía de Nipe, que atravesaba el batey y cuyas huellas aún se conservan. Estas dos últimas instalaciones son las que serán reconstruidas para acercar más el batey a su fisonomía original.
Existen también la acogedora casa de la abuela, levantada al pie del espectacular algarrobo que domina majestuoso el centro del batey, y era la vivienda de doña Dominga González, la madre de Lina, así como una edificación de dos plantas construida para Ángelita, la hermana mayor de los Castro Ruz, que por sus características y funciones adicionales fue conocida como el hotelito.
Y, por último, la llamada Casa Número 2, construida en los altos del bar "La Paloma" para que fuera ocupada eventualmente por el hijo abogado de don Ángel cuando después de terminar sus estudios universitarios regresara a Birán a hacerse cargo del manejo legal de la finca. Este hijo, sin embargo, nunca llegó a ocupar esa vivienda, pues optó en cambio por hacerse cargo de una empresa mucho más vasta y compleja, que fue la Revolución.
Muy cerca de la escuela y la casa de la maestra se levanta el panteón familiar donde descansan los restos mortales de don Ángel, Lina y los abuelos maternos de los hermanos Castro Ruz.
Desde hace varios años, el batey histórico de Birán es atendido y manejado por un eficiente equipo de trabajo subordinado a las Oficinas de Historia del Consejo de Estado, como joya principal de su red de sitios de especial relevancia y valor patrimoniales, que incluye entre otros la Comandancia General del Ejército Rebelde en La Plata, el Museo Casa Natal de Celia Sánchez en Media Luna, y el Complejo Memorial del Che en Santa Clara, instalaciones todas declaradas también Monumentos Nacionales.
Hoy, al llegar al batey de Birán Castro, el visitante olvida de golpe todo el polvo, el calor y la fatiga del viaje hasta el lugar, envuelto de inmediato por la frescura del aire y el hechizo de un verdor esplendente. Y su asombro se completa al descubrir las muestras inesperadas, insólitas y magníficas de una arquitectura vernácula rural de madera que no tiene paralelo en el país.
Por todos estos valores históricos y sociales, por sus excepcionales valores arquitectónicos y paisajísticos, por ser ejemplo supremo de construcciones perfectamente integradas al ambiente, es por lo que la Comisión Nacional de Monumentos ha decidido declarar el batey histórico de Birán Monumento Nacional, decisión en la que también habrá pesado el hecho de ser el sitio natal del Comandante en Jefe Fidel Castro, del General de Ejército Raúl Castro y de sus otros hermanos de padre y madre.
El Conjunto Histórico de Birán, situado en el municipio holguinero de Cueto a 72 kilómetros de la ciudad de Holguín y a unos 30 del poblado de Marcané, fue abierto como museo al aire libre en noviembre del 2002, y es visitado cada año por decenas de miles de turistas nacionales y extranjeros que invariablemente quedan cautivados por el singular encanto y la abrumadora belleza del lugar.
Porque hoy, el batey de Birán, obra forjada a golpe de amor y tesón por esos dos seres humanos extraordinarios que fueron Ángel Castro Argiz y Lina Ruz González, sigue siendo un lugar realmente mágico.