Encontremos a Camilo
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Cada 28 de octubre, desde hace 65 años, se revive la incertidumbre y el dolor por la pérdida de Camilo, el comandante queridísimo, el muchachón de Lawton, el jefe guerrillero osado, el jaranero y disciplinado, el jefe del Estado Mayor, de la confianza de Fidel… El Cessna que salió de Camagüey rumbo a la capital con él y el piloto primer teniente Luciano Fariñas Rodríguez y el sargento Félix Rodríguez, no llegó nunca a su destino. La espera del pueblo tuvo que terminar dolorosamente aquel 12 de noviembre cuando Fidel, tras dos semanas de intensa búsqueda por aire, mar y tierra, compareció por televisión para toda Cuba:
…Y el consuelo que debe tener nuestro pueblo es que en el pueblo hay muchos Camilos, y Camilo seguirá viviendo en hombres como él y seguirá viviendo en hombres que se inspiren en él, porque lo único que nosotros podemos pedirle a nuestro pueblo es que cada vez que la patria se encuentre en una situación difícil, que cada vez que la patria se encuentre en un momento de peligro, se acuerde de Camilo; cada vez que el pueblo vea momentos difíciles, cada vez que los hombres jóvenes, los campesinos, los obreros, los estudiantes, cualquier ciudadano, crea un día que el camino es largo, que el camino es difícil, se acuerde de Camilo, se acuerde de lo que hizo él, se acuerde de cómo, nunca, ante los momentos aquellos difíciles, perdió la fe; cómo supo hacer grandes proezas, porque atravesar la isla, por ejemplo, con 80 hombres, con 82 hombres, fue una proeza extraordinaria; no llegó a Pinar del Río, sencillamente, porque se estaba acabando la guerra y recibió allí orden de realizar determinadas operaciones; pero con muy poca cosa hizo proezas extraordinarias, y el consuelo del pueblo es que Camilo surgió del pueblo y que en el pueblo hay muchos Camilos, que los vamos a necesitar cuando la patria corra peligro, cuando la patria corra riesgo.
Esas palabras premonitorias de Fidel, consciente de que la lucha no había terminado y que surgirían circunstancias complejas que demandarían de los cubanos actitudes excepcionales como las de Camilo, tienen hoy plena vigencia. En estos años que vivimos, de bloqueo genocida interminable, de agresiones contrarrevolucionarias, de dobleces ideológicos en los que ceden ante la presión enemiga y no saben romper cercos, en estos años en los que la pereza o el interés personal de los traidores a la Revolución apuestan por neutralizar la frescura de nuestra obra guerrillera y socialista, Camilo ha sido más necesario que nunca. Porque también en estos años, maravillosamente, ha habido millones de hombres que como él no se han amilanado ante las dificultades, no han perdido la fe en la victoria y emplean toda la imaginación posible para burlar el asedio y romper todos los cercos materiales e ideológicos que nos tiende el enemigo de siempre, el colonizador, el imperialista y el sietemesino de adentro.
Porque lo que no puede pasarnos nunca es que Camilo se extravíe en nuestra memoria, y mucho menos que se nos pierda en el alma. Hay muchas razones para buscarlo…y siempre aparece. Encontremos a Camilo entonces, hoy, desde su pensamiento y el legado de recuerdos poderosos como ciclones o tempestades de octubre.
Cuando Fidel está hablando lo único que debe hacer un revolucionario es oírlo. Esa era una máxima de Camilo Cienfuegos. Así enseñó a sus compañeros, demostrando el respeto y la lealtad al líder de la Revolución en todos los ámbitos, incluido el deporte: yo no estoy contra Fidel ni en la pelota. Y no se trata de una incondicionalidad ciega, sino de la comprensión de un pensamiento, su identificación con él y su disposición a defenderlo hasta el final. El mismo Camilo que en la Sierra preguntó a un guerrillero preocupado por la presencia de comunistas entre los rebeldes:
-¿Y si tú ves a un comunista peleando junto a nosotros, para qué piensas que pelea?
‐ Para el bien del pueblo.
‐ ¡Ah, entonces no son tan malos como te dicen!- respondió Camilo.
Las cualidades de Camilo y su claridad de pensamiento están en cada uno de sus discursos, a pesar de que en el mismo primer año de la Revolución dejó de acompañarnos físicamente y su figura estaba llamada a aportar mucho más a la Revolución. Por eso hay que estudiarlo en cada documento, discurso, y aplicarlo a nuestras luchas actuales porque: esta Revolución que hicimos todos, no es una revolución de cobardes, no es una revolución de débiles ni es una Revolución de traidores, como aseveró el 5 de julio de 1959 en el central Dos Rosas.
Por esa razón, impregnado de la ética y los valores del Ejército Rebelde, aprendidos desde su humilde familia y reforzados en la lucha armada en la Sierra Maestra, no permitió nunca confusiones suspicaces ni traiciones a la causa. Sus palabras el 21 de octubre de 1959, en Camagüey, en medio de la traición de Huber Matos, así lo reflejan:
... porque ahí está la carta escrita en que Hubert Matos conmina a Fidel Castro para que diga hasta dónde va a llegar la Revolución Cubana. No es necesario decir aquí hasta dónde va a llevar Fidel Castro la Revolución Cubana.
Esa Revolución irá hasta sus límites finales. Esa Revolución irá hasta la meta trazada. Esa Revolución, como en los días de la guerra, tiene solo dos caminos: ¡Vencer o Morir! (…) Esta Revolución, esta obra es más difícil, mucho más difícil que la guerra libertadora que terminó el 31 de diciembre. Se equivocan los compañeros que creen que los sacrificios, los trabajos y las dificultades terminaron el Primero de Enero. Las dificultades, los verdaderos sacrificios y los trabajos más intensos empezaron el Primero de Enero de 1959.(…) Porque es bueno que todos los compañeros sepan que esta revolución no se detendrá ante nada, no se detendrá ante nadie. Hasta dónde vamos, se nos pregunta, y nosotros decimos que nosotros vamos con esta Revolución hasta el final. Vamos a realizar la verdadera justicia social, vamos a sacar a los campesinos ya los obreros en la miseria en que los tienen sumidos los intereses que mueven las cuerdas de la contrarrevolución.
Ese es el Camilo nuestro, no el del enemigo que intenta presentarlo siempre jovial y ajeno a las ideas más radicales y revolucionarias. Camilo es el de sonrisa inmensa, el de los juegos de pelota, el de las bromas; pero también el de la vanguardia, la invasión a occidente, el de Yaguajay, el que preparó por indicación de Fidel todo el recibimiento a la caravana de la Libertad el 8 de enero, el impulsor de la alfabetización entre los integrantes del Ejército Rebelde, y el indicado para neutralizar la traición temprana a la patria.
Fidel llamaba al pueblo hace 65 años a no dejarse confundir con las matrices de opinión que intentaba lanzar el enemigo sobre la desaparición de Camilo, y que no se cansa de hacerlo, pero quien conoce bien la historia, fácilmente desmonta las falacias infundadas. Por eso hay que ir siempre a él.
Y Fidel llamaba, además, a tenerlo siempre presente, a no asumirlo como pérdida sino a encontrarlo cada vez que la patria esté en momentos complejos -como los que vivimos hoy-, siempre con la línea invariable de la Revolución de los humildes, y seguros de que como dijera el propio Camilo: La Revolución Cubana no se detendrá nunca ante nada. Si tenemos que llegar a la luna, con un cohete nuestro, a la luna llegará la Revolución Cubana con un cohete también.