“A lo largo de la historia, casi todas las acciones por alcanzar la independencia nacional, incluidas las del pueblo norteamericano, se llevaron a cabo mediante el empleo de las armas, y nadie cuestionó ni podría cuestionar jamás ese derecho. Pero el empleo intencionado de las armas para matar a personas inocentes como método de lucha es absolutamente condenable y debe ser erradicado como algo indigno e inhumano, tan repugnante como el terrorismo histórico de los estados opresores”.
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Discurso celebrado en Ciego de Avila en la Tribuna Abierta de la Revolución, 29 de septiembre de 2001