Recuperar la vida colectiva leyendo un libro rojo
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En diciembre de 1998, Fidel Castro se dirigió al VII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas en La Habana, Cuba, un año después del catastrófico “fracaso del mercado” en Asia, cuando las finanzas globales abandonaron la región y dejaron tras de sí desiertos económicos que se extendían desde Corea hasta Malasia. “El mundo se está globalizando rápidamente”, dijo Castro a la juventud cubana, y esta globalización es “un orden económico mundial insostenible e intolerable” basado en el canibalismo de la naturaleza y el embrutecimiento de la vida social. Los ideólogos capitalistas defienden la codicia como fundamento de la sociedad, pero esto, advirtió Castro, no es más que una afirmación ideológica y no una afirmación basada en la realidad. Afirmaciones ideológicas similares —como las relativas al funcionamiento racional de los mercados— animaron a Castro a insistir en la urgente necesidad de librar una “batalla de ideas” para defender la riqueza de la experiencia humana frente a las reducciones del fundamentalismo de mercado.
“No son las armas; son las ideas las que van a decidir esta lucha universal”, dijo Fidel, “Y no son las ideas por sus valores intrínsecos, sino por lo que tan estrechamente se ajustan a las realidades objetivas del mundo de hoy. Son ideas a partir de la convicción de que matemáticamente el mundo no tiene otra salida, de que el imperialismo no puede sostenerse, de que el sistema que han impuesto al mundo lo conduce a un desastre, a una crisis insalvable”.
Eso fue en 1998. Desde entonces, la situación es aún más grave. A finales de enero, el Boletín de Científicos Atómicos fijó el Reloj del fin del mundo (Doomsday clock) a 90 segundos de la medianoche, “lo más cerca que ha estado nunca de la catástrofe mundial”. Los autodenominados gestores del “orden mundial” (los países del G7), responsables de este viaje hacia la aniquilación, siguen dominando la batalla de ideas. No podemos seguir permitiéndolo.
Escribo estas palabras desde la Casa de las Américas de La Habana, Cuba, que es un hogar para el arte y la cultura no solo de Cuba, sino de toda América Latina. Fundada en 1959 por Haydée Santamaría (1923-1980), una de las pioneras de la Revolución Cubana, la Casa se convirtió en un referente de la necesidad de avanzar en la lucha de clases en el frente cultural. Para Fidel, instituciones como la Casa, con la que colaboramos para nuestro dossier Diez tesis sobre marxismo y descolonización, son parte esencial de esta batalla de ideas, de esta confrontación con una visión de la realidad contraria al progreso humano. “Las ideas no solo son un instrumento para crear conciencia para que los pueblos luchen”, dijo Fidel a la juventud en 1998. De hecho, “las ideas se han convertido en el principal instrumento de lucha en este momento; no en una inspiración, no en una guía, no en una orientación, sino en el principal instrumento de lucha”. Como hacía a menudo, citó a José Martí, el gran patriota cubano: “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”.
En nuestro dossier, la tesis ocho se centraba en la erosión de la vida colectiva. Allí sostuvimos:
La globalización neoliberal desvaneció el sentido de la vida colectiva y profundizó la desesperación de la atomización a través de dos procesos conectados:
Debilitando el movimiento sindical y las posibilidades socialistas que vienen con la acción pública y la lucha en los lugares de trabajo enraizadas en el sindicalismo.
Sustituyendo la idea de ciudadano por la de consumidor, en otras palabras, la idea de que los seres humanos son principalmente consumidores de bienes y servicios, y que la subjetividad humana se aprecia mejor a través de desear cosas.
El desmoronamiento de la colectividad social y el auge del consumismo empeoran la desesperación, que se transforma en diversos tipos de retiradas. Dos ejemplos de esto son: a) el repliegue en redes familiares que no pueden sostener las presiones ejercidas sobre ellas por la retirada de los servicios sociales, la creciente carga del trabajo de cuidados en la familia, y los tiempos de desplazamiento y las jornadas laborales cada vez más largos; b) el paso a formas de toxicidad social a través de vías como la religión o la xenofobia. Aunque estas vías ofrecen oportunidades para organizar la vida colectiva, no están organizadas para el progreso humano, sino para estrechar las posibilidades sociales.
El Día de los Libros Rojos, un gesto para rescatar la vida colectiva, surgió de la Unión Internacional de Editoriales de Izquierda (UIEI), una red de más de cuarenta editoriales. El 21 de febrero de 1848, hace 175 años, Marx y Engels publicaron el Manifiesto comunista. La UIAL eligió ese día, el 21 de febrero, para animar a la gente de todo el mundo a salir a lugares públicos, desde la calle hasta cafés y salas de sindicatos, y leer sus libros rojos favoritos (incluido el manifiesto) en sus propios idiomas.
En 2020, más de 30 mil personas, desde Corea del Sur hasta Venezuela, se sumaron a la lectura pública del Manifiesto Comunista en sus propios idiomas. El epicentro del Día de los Libros Rojos estuvo en los cuatro estados indios de Andhra Pradesh, Kerala, Tamil Nadu y Telangana, donde tuvo lugar el grueso de las lecturas públicas. Sin duda, Bharati Puthakalam y la Secretaría del estado de Tamil Nadu del Partido Comunista de la India (Marxista) organizaron el mayor número de actos, desde una lectura matutina del Manifiesto bajo la estatua del trabajo en el puerto deportivo de Chennai hasta lecturas nocturnas en salones sindicales. Las organizaciones campesinas afiliadas al Partido Comunista de Nepal celebraron lecturas en zonas rurales, mientras que el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil realizó lecturas en los asentamientos ocupados; en La Habana, los círculos de estudio se reunieron para leer el Manifiesto comunista, mientras que en Sudáfrica se lanzó y leyó por primera vez en sesotho. Editoriales de izquierda como Expressão Popular (Brasil), Batalla de Ideas (Argentina) e Inkani Books (Sudáfrica) también se sumaron al esfuerzo. Muchas personas señalaron que era la primera vez que abrían un libro de Marx y que se entusiasmaron al leer su cautivadora prosa; esto las ha llevado a iniciar círculos de estudio de la literatura marxista.
Debido a la pandemia, el Día de los Libros Rojos 2021 se celebró en gran medida en línea. El entusiasmo siguió siendo alto. La Editorial Založba (Eslovenia) lanzó una película llamada Dan rdečih knjig [Día de los Libros Rojos] que incluía a sus escritores leyendo el Manifiesto, mientras que la Yordam Kitap (Turquía) pidió a sus autores que lo leyeran en turco, además de organizar una charla con Ertuğrul Kürkçü, líder del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) sobre el Manifiesto comunista. Pequeñas reuniones —guardando la distancia social— tuvieron lugar en Kerala, donde se leyó el Manifiesto en malayalam e inglés, así como en Brasil, donde militantes del MST organizaron lecturas en los campamentos. En ningún rincón de la India faltaron actos del Día de los Libros Rojos, desde lecturas en Assam hasta actos públicos en Karnataka o debates sobre libros en Tamil Nadu.
Lo más destacado del Día de los Libros Rojos 2022 fue que medio millón de personas en Kerala leyeron los libros de EMS Namboodiripad en 35.000 reuniones en todo el estado. Varios colegios de Perinthalmanna (Malappuram) celebraron un festival del libro de tres días de duración titulado La batalla de la literatura en la era de la prohibición, mientras que la Purogamana Kala Sahitya Sangham [Asociación de Arte y Literatura Progresista] celebró programas en todo Kerala. En el Festival del Libro de Vijaywada, la editorial Prajasakti instaló un popular puesto de libros del Manifiesto comunista, mientras que en las aldeas de Maharashtra se impartieron clases nocturnas que recordaban los primeros tiempos del movimiento campesino.
Se celebraron lecturas en Indonesia y Turquía, Brasil y Venezuela. Se proyectaron películas y se cantó música. Las redes sociales se llenaron de hashtags del Día de los Libros Rojos en varios idiomas. El movimiento sudafricano de personas sin techo, Abahlali baseMjondolo, organizó un espectáculo de talentos para en el centro de ocupación eKhenana. “El precio de la tierra y la autonomía siempre se paga con sangre. Pero la lucha no es sólo un sufrimiento compartido. También es alegría compartida”, declaró la organización.
Al atardecer del Día de los Libros Rojos de 2022, miembros de la organización neofascista RSS entraron en la casa de Punnol Haridas, miembro del Partido Comunista de la India (Marxista), en Thalassery (Kerala). Mataron a hachazos a Haridas, un pescador. “Hoy tenía que escribir sobre mi libro rojo favorito”, escribió V. Sivadasan, diputado y dirigente del PCI(M), “pero terminé escribiendo sobre mi camarada asesinado a hachazos por terroristas del RSS”.
En 2023, la cuarta edición del Día de los Libros Rojos promete dar continuidad a las anteriores, luchando por rescatar nuestra vida colectiva de la atomización de la precariedad.
La semana pasada, un fuerte terremoto sacudió Turquía y Siria, cobrando la vida de más de 30.000 personas hasta el momento, desplazando a millones en la región y sumiéndolas en la precariedad. En Siria, las sanciones impuestas por Estados Unidos han retrasado la entrega de ayuda internacional crítica. Muchas personas consideran también que el elevado número de víctimas mortales es consecuencia de la negligencia del Estado turco. Tras la devastación causada por el terremoto de Gölcük-Marmara en 1999, se impuso un “impuesto de terremotos” que recaudó casi 4.000 millones de dólares entre julio de 1999 y julio de 2022. Sin embargo, no existen pruebas claras de cómo se han gastado esos fondos y si se han destinado a servicios de emergencia y medidas de seguridad. En un intento de rescatar la vida colectiva en este aterrador momento, Ertuğrul Kürkçü, del HDP, hizo un llamado a “transformar la solidaridad por el terremoto en un movimiento social” contra el sistema neoliberal imperante. Si desean donar a las labores de socorro, pueden hacerlo aquí.
En el mundo actual, en un lado están los libros rojos y el impulso de ampliar los límites de la humanidad y la cultura de izquierda; en el otro lado están la violencia y el derramamiento de sangre, el lado espantoso de la barbarie. El Día de los Libros Rojos afirma la cultura del futuro, la cultura de la humanidad. Es un frente crucial en la batalla de ideas.