Fidel recuerda los sucesos del Moncada (Parte I)
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Todo era entonces como un sueño. Con aquel caudal de sueños iniciamos nuestra lucha. Soñadores nos llamaron incluso muchos de nuestros contemporáneos, no convencidos en absoluto de que el destino de nuestra nación podía cambiar, y debía inexorablemente cambiar.
Nuestro país se encontraba en situación similar a muchos otros países hermanos de la América Latina. Al gobierno castrense de Batista lo habían sucedido en el poder los gobiernos corrompidos de Grau y de Prío. Nuevamente el 10 de marzo de 1952 Batista y su camarilla se apoderaron por la fuerza de los destinos de la nación, el pueblo quedó ante una situación sin salida posible.
La República había ido atravesando de gobierno en gobierno cada vez peores, cada vez más corrompidos, cada vez más entreguistas a los imperialistas norteamericanos; para la nación no se vislumbraban perspectivas de progreso posible, los males sociales se acentuaban, el desempleo crecía, crecía la incultura, crecía la pobreza.(I)
¿Cómo levantar al pueblo, cómo llevarlo al combate revolucionario, para superar aquella enervante crisis política, para salvar al país de la postración y el retraso espantoso que significó el golpe traicionero del 10 de marzo y llevar adelante la revolución popular y radical que transformara al fin a la república mediatizada y al pueblo esclavizado y explotado en la patria libre, justa y digna, por la cual lucharon y murieron varias generaciones de cubanos?
Cruzarse de brazos y esperar o luchar era para nosotros el dilema.
Ningún revolucionario lucha con la vista puesta en el día en que los hechos que se deriven de su acción vayan a recibir los honores de la conmemoración. «El deber debe cumplirse sencilla y naturalmente», dijo Martí. El cumplimiento de un deber nos condujo a esta acción sin que nadie pensara en las glorias y los honores de esa lucha.
Pero los hombres que llevábamos en nuestras almas un sueño revolucionario y ningún propósito de resignarnos a los factores adversos, no teníamos un arma, un centavo, un aparato político y militar, un renombre público, una ascendencia popular. Cada uno de nosotros, los que después organizamos el movimiento que asumió la responsabilidad de atacar el cuartel Moncada e iniciar la lucha armada, en los primeros meses que sucedieron al golpe de Estado, esperaba que las fuerzas oposicionistas se unieran todas en una acción común para combatir a Batista.
Fue entonces cuando, partiendo de nuestra convicción de que nada podía esperarse de los que hasta entonces tenían la obligación de dirigir al pueblo en su lucha contra la tiranía, asumimos la responsabilidad de llevar adelante la Revolución.
Era necesario formar de nuevo el Ejército Mambí. Pero la Revolución ahora ya no podía tener el mismo contenido que en 1868 y 1895. Había transcurrido más de medio siglo. A la cuestión de la soberanía popular y nacional se añadía con toda su fuerza el problema social.
Las primeras leyes revolucionarias se decretarían tan pronto estuviera en nuestro poder la ciudad de Santiago de Cuba y serían divulgadas por todos los medios. Se llamaría al pueblo a luchar contra Batista y a la realización concreta de aquellos objetivos. Se convocaría a los obreros de todo el país a una huelga general revolucionaria por encima de los sindicatos amarillos y los líderes vendidos al gobierno. La táctica de guerra se ajustaría al desarrollo de los acontecimientos. Caso de no poder sostenerse la ciudad con 1 000 armas que debíamos ocupar al enemigo en Santiago de Cuba, iniciaríamos la lucha guerrillera en la Sierra Maestra.
Lo más difícil del Moncada no era atacarlo y tomarlo, sino el gigantesco esfuerzo de organización, preparación, adquisición de recursos y movilización, en plena clandestinidad, partiendo virtualmente de cero. (II)
La lucha comenzó aquel día, la batalla comenzó aquel día; pero terminó cinco años, cinco meses y cinco días después, el Primero de Enero de 1959, cuando al fin esa fortaleza, con todos sus soldados, plegó su bandera ante el avance victorioso de nuestras fuerzas. (III)
Bibliografía tomada de Versiones Taquigráficas del Consejo de Estado
I- Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, primer secretario del PRUS y primer ministro del gobierno revolucionario, en la clausura del chequeo final de la tercera zafra del pueblo, celebrada en el teatro Chaplin, el 27 de junio de 1963, “Año de la Organización”.
II- Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y primer ministro del gobierno revolucionario, en el acto central en conmemoración del XX aniversario del ataque al cuartel Moncada, efectuado en el antiguo cuartel convertido hoy en escuela, en Santiago de Cuba, Oriente, el 26 de julio de 1973, “Año del XX Aniversario”.
III- Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, primer secretario general de las ORI y primer ministro del gobierno revolucionario de Cuba, en la concentración celebrada con motivo de conmemorarse el noveno aniversario del 26 de Julio, en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1962, “Año de la Planificación”.