Las palomas desde su altura
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La paloma es símbolo del candor, la sencillez, de la paz. Tiene gran sentido de la orientación, es una de las aves que más rápido vuela, y tiene un agudísimo sentido de la vista.
Cuando Fidel hablaba a la multitud concentrada en la explanada de Columbia, hoy Ciudad Libertad, en Marianao, aquel 8 de enero de 1959, tras su entrada triunfal a La Habana, palomas blancas se posaron en sus hombros. Era el portador de la esperanza y ellas lo identificaron rápidamente.
Treinta años después, en el mismo escenario, recordando la fecha, unas pioneritas suben al estrado y junto al podio que él ocupaba, le ponen en sus manos una paloma blanca. Sin pensarlo, el Comandante en Jefe la libera hacia el cielo y esta, después de sobrevolar varias veces la tribuna, se le posa en su hombro derecho y asume, desde esa altura, una posición de lujo con su buche erguido.
Pasaron los años, llegó el momento en que los agradecidos acompañaron a Fidel hasta su última morada, en Santiago de Cuba y las palomas volvían, cual escoltas perennes de un eterno peregrinar por la paz. Sobrevuelo también eterno, porque ellas saben que él y su pueblo jamás dejarán de luchar por ese mundo mejor que él divisó posible y necesario.