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En cumpleaños y “no cumpleaños” de Fidel, la miel de un colmenero

Fidel junto a su hermano Raúl y Nicolás Maduro en la gala de celebración de su 90 cumpleaños. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Fidel junto a su hermano Raúl y Nicolás Maduro en la gala de celebración de su 90 cumpleaños. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

Data: 

13/08/2021

Fonte: 

Cubadebate

Autor: 

Es 12 de agosto de 1996. Un pensamiento casi mágico se esparce entre los cubanos: “mañana es el cumpleaños de Fidel”, ¡¿qué hará Fidel en su cumple 70?!, preguntan otros. Sin embargo, un joven capitalino sí conoce absolutamente todos los detalles de la fiesta, incluso, que el Comandante y su hermano Raúl jugarán a De la Habana viene un barco cargado de… Una idea “locamente” cuerda que se le ha ocurrido y a la que el líder de la Revolución y el Ministro de las FAR han accedido sin reproches.
 
Este muchacho de alma, y mente y cuerpo inquieto apenas empieza a desarrollar su proyecto artístico. Hace seis años del nacimiento del grupo, pero tan solo dos de la primera puesta en escena. Aún no han cobrado el primer peso; trabajan por puro amor al arte de las tablas. Pasaran aún dos abriles para que logren tener una sede para su panal. En ese entonces, como el mismo dijera, son “un grupo de manigua”.
 
De pronto, lo que no era muy común, viene el 70 cumpleaños de Fidel. Y el líder que nunca ha celebrado en una dimensión pública nacional su onomástico, aprueba hacerlo con los pioneros cubanos en el Palacio “Ernesto Guevara de la Serna”. La presidenta de la Organización de Pioneros José Martí, Enith Alerm Prieto pensó en Tin Cremata y su Colmenita; los ha visto en los improvisados escenarios del Período Especial derrochando consagración y talento.

Fidel y su hermano Raúl juegan junto a los niños de La Colmenita, a
"De la Habana vino un barco cargado de...". Foto: Cortesía del entrevistado.

De la manigua para las “grandes ligas”: el cumpleaños de Fidel
 
“Me llamó para que la ayudara a organizar artísticamente ese cumpleaños. Yo era muy joven cuando eso y se me ocurrieron cosas un poco osadas. De pronto le dije a Enith: ‘te propongo hacer con Fidel…’ En ese tiempo, nosotros hacíamos mucho la presentación de Meñique y dentro de la versión nuestra habíamos inventado que el gigante y Meñique competían a un juego del folclor del niño cubano, que se llama De la Habana vino un barco cargado de... Y le propuse que Fidel y Raúl jugaran.
 
No te puedes imaginar, eso fue lo más simpático de todo el cumpleaños porque ellos se prestaron como niños chiquitos a un juego infantil. Ahí descubrí una cosa que ya es una verdad de perogrullo, que Raúl sigue siendo el niño biyaya de Birán, -Raúl era candela, candela, dicho por to el mundo- y cuando le tocan esa cuerda, él que parece hermético, todo lo que hizo en ese juego fue bromear, chivar como decimos los cubanos.
 
    Fidel reflexionaba mucho y decía palabras asociadas con la Revolución. "De la habana vino un barco cargado de… ¡P!". Él pensaba un poquitico y decía: ‘¡Patriotas!’ Y Raúl decía: ‘¡Pirulí!’ Era la chivadera todo el tiempo, y la gente se moría de la risa. Y yo que me meto dentro del juego de tal forma, -a la hora del juego yo me transporto-, de pronto grité: ‘Fidel, pero no se puede hacer trampa’.
 
    La gente me miró con una cara tremenda. Entonces el Comandante decía: ‘un momentico’. Cada pausa suya provocaba una risotada, porque todos sabían que eso no se podía hacer (si te demoras, pierdes, es una regla del juego). Y cada cosa que decía Raúl… Jugaban como niños chiquitos. Eso fue una cosa extraordinaria”, evoca el colmenero mayor: Carlos Alberto Cremata (Tin).
 

Con ese humor infantil que lo caracteriza, este “niño atrapado en el cuerpo de un adulto o un adulto atrapado en el alma de un niño”, como lo describiera una colega, dispara un pensamiento en ráfaga: “en términos de pelota, éramos un grupo de manigua. Y ahora estábamos en las grandes ligas: el cumpleaños de Fidel”.
 
“Uno dice: Caramba, que hayamos podido celebrar el 70 cumpleaños cuando Fidel estaba en plena capacidad vital, que sea tal vez el primero que haya celebrado de esa manera, y que nosotros hayamos organizado eso, es, se puede decir que la función de la Colmenita más meritoria, más premiada en nuestros corazones, más querida, más recordada, más entrañable. Mira que hemos hecho cosas que nosotros recordamos con un cariño especial, pero con el tiempo posiblemente sea insuperable el 70 cumpleaños”.

"¡Gracias, porque ustedes me han regalado el sudor de su juego, en colores,
y me lo llevo en mi cara para mi casa!", le dijo Fidel a los niños que protagonizaron
la gala de clausura del Segundo Congreso Pioneril. Foto: Cortesía del entrevistado.

Un “no cumpleaños” muy especial con Fidel
 
El joven estaba más eufórico de lo normal, con "frenesí sanguíneo", -como diría él-, apenas unos días antes, en la gala de clausura del Segundo Congreso Pioneril, -por primera vez-, había vivido muy de cerca a Fidel: el presidente de su país, una personalidad reconocida mundialmente, pero ante todo, alguien a quien su padre adoró, hasta que perdiera la vida en el criminal sabotaje a la avión de Cubana en Barbados.
 
El final de la función que había preparado Tin era muy fuerte: un coro gigante de más de 40 niños sordomudos que cantaban la canción de Rosa Campo que dice: Aunque el mundo cambie de color, yo estoy aquí, contigo. Y lo señalaban. La interpretación, en lenguajes de señas, pero como el Comandante estaba en la primera fila, oía los sonidos guturales de aquellos pequeños.
 
“Su ayudante de entonces me confesó que vio a Fidel con los ojos humedecidos, muy tocado. Y esa yo creo que fue una de las razones por las que después cuando los niños bajan al final y lo besan, y le llenan la cara de manchas naranjas, azules, blancas, rojas (porque estaban muy maquillados-), y Vilma Espín le alcanza un pañuelo para que se limpie el rostro, él replicó riendo:
 
    ‘¡Qué va, nadie me toca la cara hasta que llegue a mi casa y me vea en un espejo, porque quiero ver cómo me veo maquillado’, e inmediatamente le dijo a todos los niños: ‘¡Gracias, porque ustedes me han regalado el sudor de su juego, en colores, y me lo llevo en mi cara para mi casa! ’.
 
Me llamó al final y me dijo humilde y emocionado: ‘Muchachito, ¿cómo ustedes pueden hacer esas cosas?’ Me quedé un rato mudo y solo atiné a decir: ‘Comandante…es que yo nací en 1959’… Me miró fijo, hizo una pausa y sonrió".

Fidel abraza a Tin, luego de depositar juntos flores en el Memorial a las víctimas
del sabotaje al avión de Cubana en Barbados. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

El día que Tin sintió a su padre en Fidel
 
Pero Fidel no solo despertaba en Tin los nervios; también las emociones, el recuerdo de su ser más querido a quien había perdido cuando apenas tenía 16 años. A tal punto, que en algún momento, luego de la muerte de su progenitor, el “siempreniño” lo asumió como “una especie de segundo papá”. Y cada vez que lo veía cerca, en una tribuna (por el regreso de Elián o la liberación de Los Cinco), vislumbraba a su padre.
 
“Porque mi papá adoró a Fidel, lo adoró. Entonces yo cuando lo veía, evocaba a mi padre hablándome de él e inevitablemente me echaba a llorar. Siempre que yo conversaba con Fidel, se me salían las lágrimas. La primera vez creo que fue en un acto en La Plaza, en un aniversario del atentado de Barbados, que recuerdo que detrás de mí, el último orador fue Silvio Rodríguez.
 
Al final, Fidel nos llamó, conversamos y me sucedió eso de echarme a llorar. Pero él se dio cuenta de la emoción y que tenía que ver con mi papá, entonces hizo desde ese momento y cada vez que nos encontramos después, lo mismo que hacía mi padre: elevar mi estado de ánimo con bromas, con formas de relacionarse conmigo.
 
    Recuerdo que no podía evitar de llorar mirándolo y él me daba un golpe como a un muchacho y me decía: ‘Viste, viste lo que le dije a los americanos hoy. Vamos a ver cómo van a reaccionar’. Lo mismo hacía mi padre; se ponía a bromear, a elevarme el ánimo y a tratar de aislarme de esa sensación de tristeza y de llanto, sin preguntarme por qué yo lloraba. Mi papá era un maestro en eso y Fidel lo reencarnó.
 
Y por eso, en Barbados, cuando él me invita a poner las flores juntos, cuando él me abraza, por supuesto que me fundí en mi padre. Me fundí en mi padre y en la reencarnación de mi padre. El maestro que enseñó a mi papá a multiplicar el amor, no el odio. Y que me enseñó a mí por vasos comunicantes. Lo mismo que yo trato de hacer con La Colmenita: multiplicar el amor, no el odio que tengo en mi corazón desde que el propio odio me arrebató a mi ser más querido.
 
Esa vez en Barbados, yo me fundí en Fidel y sentí a mi papá. Si existe esa cosa espiritual que mucha gente cree y tiene hasta evidencias, yo en ese momento estuve dentro de mí papá, absolutamente. Y eso para mí…”

Fidel conversa con una niña de La Colmenita durante la
celebración de su 90 cumpleaños. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

El último cumpleaños y la petición del cumpleañero
 
No le pregunté, no me lo contó, pero seguramente en alguno de esos encuentros con Fidel, -y ocurrente como es-, Cremata se pellizcó para comprobar que era cierto aquel sueño que estaba viviendo. Ya el Comandante es su amigo, lo trata con camaradería, hasta conspiran juntos contra el imperialismo, desde el serio juego de La Colmenita.
 
De pronto, Fidel ya tiene 90 años. De pronto, ya la compañía tiene una impronta en Cuba y en el mundo. Tan solo en Venezuela existen en ese tiempo treinta y tantas colmenitas. Nicolás Maduro es uno de los invitados al cumpleaños. Los ancianos y los niños se parecen mucho. O sea, que Tin y sus abejitas dirijan la celebración que nuevamente será pública, tiene una lógica hermosa. Así lo ha decidido la dirección de la Revolución liderada por su hermano Raúl.
 
Esta vez los hermanos no jugarán a De la Habana vino un barco cargado de… No, esta vez no podrá ser, pero el colmenero le ha puesto el corazón a la representación que sus niños harán de la vida del Comandante, y será una función muy emotiva.
 
“Lo preparé con la vida. Sabía perfectamente que era muy difícil, que al menos otro aniversario cerrado, el 100, fuera posible. Traté de estar a la altura del privilegio tan grande de poder hacerlo. Sabía también que era un premio muy grande para los niños. Muy pocos pequeños de esas edades pueden decir que tuvieron a Fidel tan cerquita, porque él llevaba tiempo sin contacto público.
 
Honestamente, lo viví muy tenso. Tenía mucho temor de que algo echara a perder la presentación. Muy tenso, y muy pendiente de la reacción de Fidel. Cuando nos iba celebrando, eso era lo que me aliviaba. ‘Lo más importante aquí es serle útil a la salud de él, que es además una persona tan entrañable’, pensaba yo. Entonces la palabra no es tensa, sino intensa, viví el cumpleaños con una intensidad suprema. Y cuando ya todo se acabó y Díaz-Canel nos trasmitió el saludo de Fidel y de Raúl, y luego de las palabras hermosas de Abel y Leal; me sentí feliz, muy feliz de haber sido útil. Fuimos muy felices todos de hacerle un bien martiano.
 
    Una anécdota muy importante de ese cumpleaños, es que dos o tres días después, a mí me llamó por teléfono un colaborador muy cercano del Comandante y me dijo: ‘Fidel estuvo en estado total de euforia hasta bastante avanzada la noche. Pero te lo cuento porque eso podía haber sido contraproducente o favorable, y fue tremendamente favorable a su salud, muy favorable a su salud’.
 
    Y ese colaborador es con quien Fidel nos manda la primera y única misión que él le dio a La Colmenita en la vida. Le dijo a su colaborador que nos pidiera humildemente que si podíamos hacer lo mismo, de esa forma infantil, linda, celebrarle el cumpleaños a un compañero suyo que al año siguiente cumplía 90 años: Abel Santamaría. Y que él consideraba que no era recordado igual que los otros. Por supuesto que al año siguiente, el 20 de octubre, nosotros en la natal Encrucijada de Abel, hicimos tremendo cumpleaños”.

 

Otoño del 2016. Esta estación será más melancólica de lo habitual para Cremata. Al recuerdo del criminal sabotaje que le arrebató a su superhéroe “real”, se suma el adiós de Fidel, justo una hora y media antes de su cumpleaños.
 
“Ay, Papi, y también pobrecito Tin, porque no va a tener más nunca un cumpleaños feliz”, le dice Amanda a su padre, con quien comparte la tristeza por la muerte de Fidel. Pero como tocada por un ángel de la guarda, -quizás el de Tin-, su hermanita jimagua (Andrea), con esa varita mágica que tienen los niños de La Colmenita para iluminar soluciones, dice: “¡Ya sé, vamos a proponerle a Tin, que, a partir de ahora, celebre sus cumpleaños el 13 de agosto!”
 
¡Por supuesto que aceptó! Desde hace 5 años Cremata cumple su onomástico el 26 de noviembre pero lo celebra el 13 de agosto, como el Comandante en Jefe. La vida, de algún modo, sigue premiándolo. Ahora tiene el compromiso y la oportunidad de no dejar morir la magia y la alegría que entraña para Cuba, cada cumpleaños de Fidel. De seguro no faltará a la fecha, la miel de este colmenero.

Carlos Alberto Cremata (Tin) junto a las abejitas de su Colmena en un desfile
por el Día Internacional de los Trabajadores. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
Tin acaricia en el Memorial a las víctimas del crimen de Barbados,
el nombre de su padre (Carlos Cremata Trujillo). Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
Chávez y Fidel reciben el cariño de niños de La Colmenita.
Foto: Cortesía del entrevistado.
Fidel junto a su hermano Raúl y Nicolás Maduro en la gala
de celebración de su 90 cumpleaños. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
En la gala de homenaje a Fidel por su 90 cumpleaños, Eusebio Leal
cuenta anécdotas de la vida del Comandante a los niños de La Colmenita.
Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.