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La Revolución de Zamora

Fidel, junto a Guayasamín, entrega un reconocimiento a Jesús Zamora. Foto: Cortesía del entrevistado
Fidel, junto a Guayasamín, entrega un reconocimiento a Jesús Zamora. Foto: Cortesía del entrevistado

Data: 

06/08/2021

Fonte: 

Periódico Granma

Autor: 

No conocía al poeta camagüeyano Jesús Aismar Zamora. Fueron las emociones de julio las que me llevaron a su encuentro. Su nombre se me reveló desde una reacción suya en redes sociales a la publicación de un autor, amigo de ambos. En ella se asomaba el mundo literario de la provincia, respaldado por no pocos seguidores que aplaudían el modo de mantener viva la cultura en tiempos de pandemia, sin descuidar en absoluto las medidas sanitarias para evitar el contagio.
 
Casi por instinto visité su perfil y le escribí algo. Habían pasado pocos días de los disturbios y, consciente de los ataques y falsedades en este escenario, Zamora fue, aunque educado, parco. «¿En qué puedo servirla? Disculpe, yo desconfío de las redes». Ante mi respuesta, espetó: «Me sorprende que me escogiera a mí, entre los muchos artistas del Camagüey, y desde luego, impacta a alguien que no está acostumbrado a la prensa nacional».  
 
Para los detalles del intercambio escasea el espacio. Pero puedo asegurar que en minutos ya no éramos extraños. Como para mostrarme resumidamente un «currículo» que dio lugar a estas líneas, Zamora me envió una fotografía en la que, sentado en su silla de ruedas, con 15 años, recibía en el Palacio de las Convenciones de La Habana un premio de manos de Fidel, mientras el pintor ecuatoriano Guayasamín le estrechaba la mano.
 
Desde entonces he sabido mucho de este muchacho, licenciado en Estudios Socio-culturales por la Universidad de Camagüey, que a sus 39 años ha publicado tres libros de poesía y dirige varios espacios de promoción literaria.
 
Así nos habla sobre el instante atrapado en la imagen, que conserva como uno de los momentos más importantes de su vida:
 
«Hace 25 años comenzó mi sueño, cursaba el 9no. grado en la escuela especial Solidaridad con Panamá, de La Habana, y llegó a mis manos la convocatoria del concurso internacional 70 años de vida ejemplar y revolucionaria de Fidel Castro, convocado por la Fundación Guayasamín (que tuvo un acápite especial para los niños cubanos, y obtuve el tercer premio en la categoría de 14 a 16 años)».
 
Fue «la intrepidez propia de la edad» la que hizo al jovencito decirle a Fidel, en ese mismo momento, que no podría seguir estudiando porque la Educación Especial en Cuba solo llegaba entonces hasta el 9no. grado.
 
Al terminar la ceremonia, Fidel fue en busca del muchacho. «No te preocupes. Yo te garantizo que tu Revolución no te va a dejar desamparado». Cuenta Zamora que posteriormente fue aceptado en el habanero preuniversitario Manolito Aguiar, y subraya en su conversación que no concibe aún cómo era posible que un hombre con ocupaciones como las de él, pudiera hallar el tiempo para hacerle una llamada e interesarse en cómo le iba en los estudios.   
 
Cuando el Comandante en Jefe se fuera a vivir en otras dimensiones, no pudo Zamora menos que agradecer. Gracias por hacernos hombres / con talento y con decoro / gracias por ser el tesoro / y la voz de los «sin nombres».
 
Que Fidel haya hilvanado nuestros lazos no es casual. Por estos días no hay modo en que se nos aparte. Fidel, que está siempre, se nos acerca más que de costumbre, construyendo, alertando, haciendo que nazcan ligaduras indestructibles.