¡Gracias, Fidel!
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Estábamos en plena sobremesa con el director de la Empresa de Cultivos Varios de Güira de Melena, aquel día de 1990, cuando…“¿Debe estar buena la cosecha para que ustedes estén hablando de pelota?”.
Fidel, solo con su escolta personal nos había sorprendido a varios compañeros, incluido el experimentado colega Juan Varela Pérez, discutiendo de pelota. Por suerte, soltó una gran carcajada, para que aflojara el susto y asombro de todos los allí presente.
Después iniciamos un recorrido por los campos de papas y otros cultivos en plena siembra. Medio atropellado entre los surcos, tratando de hacer alguna buena foto andaba yo y de pronto Fidel me preguntó: “¿Esa cámara no hace videos?”. Le respondí que no. Él insistió al tiempo que miraba fijamente la cámara. “¿Seguro que no hace video?”, indagó tres veces seguidas y yo, cada vez más nervioso le decía que no.
Entonces le preguntó a Varela, “¿De dónde sacaste tu a esta mascotica, que solo tira fotos?” Muertos de risas todos, menos yo, que quería literalmente que la tierra me tragara, me dio un yiti (fricción dolorosa en la cabeza realizada con dos dedos de la mano) y me dijo: “No importa si no hace video, solo pregunté”.
Luego de hablar con trabajadores y directivos en pleno campo, el Comandante nos invitó a seguir con él hasta Alquízar a visitar un campamento de muchachos del Ejército Juvenil del Trabajo, que nos explicó: “Son unos Leones y quiero ir personalmente a felicitarlos por su trabajo”. Y así fue.
En el campamento compartió con los jóvenes soldados, verificó lo que cocinaban para comer y les agradeció el esfuerzo que hacían en el duro trabajo agrícola. Ya al partir le pidió a Varela que redactara ese mismo día el artículo, volvió a mirarme fijo y me dijo: “Mascotica, ya que no puedes sacarme en el noticiero, mira a ver si te salen las fotos para el periódico de mañana”, entonces –para aliviar tensiones (creo yo)- retomó el tema de la pelota y me preguntó: “¿Quién está delante en la serie?”
Yo seguía el béisbol, pero ahí mismo se me enredó la pita, me pichó más de 20 preguntas en minutos. A muchas de ellas no pude responderle, sin embargo, recuerdo una en especial, me preguntó por Omar Ajete, lanzador de Pinar del Rio. Le dije que según había leído, seguía lesionado. De inmediato me expresó: “Tengo que hablar con él, ese brazo hay que cuidarlo, hoy mismo lo llamo y veo como está”.
Este fue uno de mis primeros encuentros con el Comandante en Jefe y que jamás olvidaré, por su jocosidad, pero -sobre todo- por su gran humanismo. ¡Gracias, Fidel!
Fidel, nuestro