Chávez: Fidel Castro es el César de la dignidad y del socialismo
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El 13 de diciembre de 1994, La Habana fue testigo del primer encuentro entre Fidel Castro y Hugo Chávez. Este día no solo quedó subrayado en la historia como el inicio de importantes nexos entre dos naciones con afinidades geográficas y políticas, sino que marcó el primer paso de una inquebrantable amistad, una amistad redimensionada por los sueños en conjunto de dos líderes eternos, sin duda de los más influyentes de América Latina y del mundo.
De aquella jornada se recuerda la frase: «Esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los brazos, y en condiciones de mutuamente alimentarnos en un proyecto revolucionario latinoamericano». Estas palabras fueron las primeras que pronunció el mandatario venezolano en la Isla; leídas hoy, a destiempo, resultan preñadas de verdad.
Desde este momento y hasta su desaparición física, Chávez encontró en Fidel un modelo político y humano de la talla de Bolívar y de Martí. «Fidel no le pertenece solo a Cuba, le pertenece a este mundo nuestro, a esta América nuestra», decía. «Patria es Humanidad: es el legado del que es viva encarnación el Comandante Fidel Castro».
Más de una vez Chávez se refirió a Fidel como a un miembro de su familia. «Fidel para mí es un padre, un compañero, un maestro de la estrategia perfecta». Siempre estuvo claro, tanto para sus adeptos como para sus detractores en Venezuela, que el líder cubano era referencia directa a la hora de obrar como político y como hombre. «Fidel es un soldado, soñador, ejemplo sin duda para todos nosotros y para generaciones enteras de latinoamericanos, caribeños y de luchadores del mundo».
El nombre de Fidel Castro apareció incontablemente en los discursos y declaraciones formales del líder bolivariano; si era necesario referir la grandeza de los hombres que luchaban por hacer de este mundo un lugar próspero y sostenible, no faltaba en su exquisita elocuencia la palabra Fidel:
«Fidel le puede mostrar la cara con integridad plena y con moral absoluta, no solo al pueblo cubano, sino a todos los pueblos del mundo. Cuba bloqueada, casi sin recursos desde el punto de vista material, pero conducida por Fidel y construida por su pueblo ha entrado al siglo XXI en una situación social que envidian los pueblos de América Latina y el Caribe. He ahí diferencias para la historia que quedan y están ya sembradas en el juicio de la historia.
«(...) Estás de cara infinita, gigantesca, ante la historia de nuestros pueblos, y de allí, Fidel, no te sacará nadie nunca jamás. Yo siento el honor de estar cerca de Fidel. Y mi gratitud y mi admiración solo son comparables con mi afecto».
A su idea de revolución se suscribió Chávez desde el primer momento; a ese espíritu catalizador de los movimientos de izquierda en Nuestra América que de alguna forma llevan su nombre: «Fidel decía –terminando los 80– que una nueva oleada revolucionaria, de cambios, una nueva oleada de pueblos, se desataría en el continente cuando parecía –como algunos ilusos lo señalaban– que habíamos llegado al fin de la historia, que la historia estaba petrificada y que ya no habría más caminos ni alternativas (...). Cuando mucha gente comenzó a rendirse y a entregarse, Fidel seguía diciendo: vendrán nuevas oleadas.
Estamos viendo el comienzo de esas nuevas oleadas».
En ocasión de uno de los cumpleaños del líder histórico de la Revolución Cubana, Hugo Chávez expresó: «¡Hermano, hasta la victoria siempre! Y que cumplas muchísimos años más entre nosotros, dando demostraciones de esa entereza que has dado toda la vida, dando demostraciones de coraje, de ejemplo, y empujando, como siempre, las oleadas de los pueblos».
De gestos solidarios y fraternales está repleta la historia de esta dupla de gigantes. Sin importar cuál fuera el escenario, desde un estadio de béisbol o un salón de protocolos, Chávez y Fidel le regalaron al mundo una lección magistral de compromiso y camaradería que trasciende fronteras y límites políticos.
De sus encuentros, Chávez solía destacar la humildad de un intelectual tan vasto como el Comandante en Jefe: «Cuando usted conozca a Fidel Castro, le va a hacer cien preguntas en los primeros cinco minutos. Él quiere saber de todo». A esa particular forma de admirar se anexa buena parte de la humanidad en estos días.
«Quiero rendirle tributo a Fidel y a su largo andar por nuestros pueblos, despertándonos», decía Chávez, uno de sus más sinceros admiradores, un amigo entrañable y consecuente siempre. «Fidel que está viendo todo, cada día es más sabio (...). La sabiduría le ha crecido como la barba blanca».
Con esa verdad desde la que siempre habló Chávez sobre una de las personalidades más definitivas en la historia del siglo XX ha de recordarse al Comandante: «Fidel sigue en la primera línea de batalla: nunca se ha ido ni se irá de ella. Desde la trinchera de las ideas, nos sigue orientando este gran padre de los revolucionarios y revolucionarias de Nuestra América. Su palabra es, más que nunca, necesaria e iluminadora, ahora cuando el imperio contraataca».
Fuentes:
Homenaje a Fidel Castro, Puerto Ordaz, Venezuela, 13 de agosto del 2001, en el libro Absuelto por la Historia, de Luis Báez; Discurso del presidente Chávez, en el décimo aniversario del Convenio Integral de Cooperación Cuba-Venezuela, noviembre del 2010; Cuentos del Arañero, libro de Orlando Oramas y Jorge Legañoa; Las Líneas de Chávez: «La función debe continuar», 15 de agosto del 2010; Chávez Nuestro, libro de los periodistas Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez; Las Líneas de Chávez: «Fidel... Viva Fidel!», 16 agosto del 2009; Palabras de Chávez, en el campo de rugby, Universidad de Córdoba, Argentina, 21 de julio del 2006; Intercambio de mensajes entre Fidel y Chávez, 15 septiembre del 2010, publicado en el periódico Granma; y Palabras de Chávez, en la firma de acuerdos entre Venezuela y Cuba, Caracas, 24 de enero del 2007.