Ciénaga de Zapata, donde Fidel Castro cenó con carboneros cubanos
Finalizaba 1959, un año que desde su primer día abrió expectativas en todos los órdenes sociales y económicos para Cuba, y que los pobladores de la isla se aprestaban despedir en plena libertad.
Era 24 de diciembre y los cubanos, en todos los rincones de la nación caribeña, apuraban sus compras o agilizaban los preparativos para celebrar con el tradicional lechoncito (cerdo) asado la Nochebuena.
También se vivía una intensa actividad en Soplillar, área denominada así por la abundancia del árbol soplillo y cercana a Playa Larga, en la Ciénaga de Zapata, situada al sur de la provincia de Matanzas y a 180 kilómetros al sureste de La Habana.
Cerca del núcleo principal de la comunidad, estaban dos humildes bohíos donde vivían las familias de Pilar y Rogelio, y de Francisca y Carlos, que también concluían la cocción de los alimentos de la que sería una histórica noche.
'De pronto sentimos un ruido y vimos, un poco distante, como una estrella que bajaba del cielo, Después nos enteramos que era un helicóptero, pero nosotros no sabíamos nada en un principio', comenta a Prensa Latina Haydee García, quien a la sazón tenía nueve años de edad.
Haydee, hija de Pilar y Rogelio y la cuarta descendencia entree siete hermanos, rememora que primero llegó Antonio Nuñez Jiménez, quien preguntó si Fidel podía cenar con los carboneros y sus familiares, 'y por supuesto nuestros padres y vecinos le dijeron que sí'.
'Fidel llegó al rato, calculo serían las ocho de la noche, y todos corrimos a saludarlo, abrazarlo', comenta emocionada nuestra interlocutora, que aún a sus 67 años de edad conserva nítidos los recuerdos de aquella noche.
'Le preguntó a los niños que si íbamos a la escuela y nos dijo que les enseñáramos las libretas. Nosotros, apenados, bajamos la cabeza y le dijimos que a veces no íbamos a clase porque no teníamos zapatos', evoca.
Fidel -añade- 'nos escuchó atentamente y le dijo a mi madre: usted va a ver que a partir de ahora van a tener zapatos los muchachos, van a ir a la escuela y aquí van a entrar las guaguas (ómnibus) y se van a construir caminos'.
'Hay que recordar que antes de la Revolución las embarazadas y los enfermos se morían, porque no había como sacarlos hacia un hospital o un centro médico, por la falta de vías de comunicación en esta región inhóspita', evoca Haydee.
UN CENTRO MEMORIAL
Al cumplirse medio siglo de aquella memorable jornada, el artista de la plástica Kcho habilitó, en el propio lugar del trascendental encuentro, un Memorial Biblioteca 50 Aniversario de la Cena Carbonera con Fidel.
Está compuesto por dos casuchas cada una con dos habitaciones, pocos muebles, lo indispensable para cocinar y fregar, con pisos de tierra, paredes de tablas de palma y techo de pencas de guano; la imitación de un horno de carbón y la biblioteca.
Haydee recorre con el equipo de Prensa Latina (reportero, fotógrafo, camarógrafo y chofer), el área y comenta: 'Siempre he pensado que estos bohíos hecho por Kcho están mejores que los que vivíamos en aquella época'.
Señala en varias de las fotos colgadas de las paredes su presencia impresa para la historia, en particular una donde cargaba a su hermano más pequeño.
'Fui creciendo y la Revolución me dio la posibilidad de estudiar, trabajé en comercio y salud, siempre con Fidel presente en mi corazón; él nos dio todo a los habitantes del lugar', comenta.
Haydee trabaja ahora en el Memorial: 'y estoy muy contenta de hacerlo, para poder explicar lo que viví en aquel momento y lo que era y hubiera sido la Ciénaga, si no hubiera triunfado la Revolución'.
Durante todo el recorrido por el centro y, atenta a la conversación de Haydee, ha estado su nieta Arianna García, joven de sólo 20 años, también empleada del sitio como bibliotecaria.
'Trabajaba en un restorán privado por la zona de Caletón, pero mi abuela empezó a tener algunos problemas de salud y, como siempre he tenido mucha afinidad con ella, decidí venir a vivir con ella en la comunidad de Soplillar', expresa. 'Para mí ha sido además una gran enseñanza. Por supuesto no viví aquellos momentos tristes antes del triunfo revolucionario. Tampoco la posibilidad de estar cerca de Fidel pero los evoco por mi abuela, además de muchas anécdotas que me cuenta', señala.
Retoma el hilo Haydee y refiere que muchos visitantes extranjeros se asombran de que una figura como Fidel haya estado en un lugar tan agreste y apartado para cenar con humildes productores de carbón.
'Yo pienso por dentro, es que no lo conocieron. Fidel se sentía bien entre los humildes', asegura.
El próximo 19 de abril de este año, Cuba celebrará el aniversario 57 de su victoria armada contra una fuerza mercenaria, que desembarcó por la región de Ciénaga de Zapata y pretendía revertir las conquistas revolucionarias.
'Celebraremos esa nueva efemérides y muchas más. La Ciénaga de Zapata es bastión de la Revolución, y si en aquellos tiempos se supo combatir y vencer, ahora lo haríamos de nuevo', asegura Arianna.