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El padre con mayúsculas: Testimonio de Tin Cremata

Data: 

25/11/2017

Fonte: 

Suplemento Especial de Resumen Latinoamericano

Autor: 

Mi papá era Fidelista. Me crié en una casa donde se amaba a Fidel como un padre de todos.
 
He contado pocas veces que tras la desaparición de mi papá y al ocupar la responsabilidad del Comité de Familiares de Víctimas del Terrorismo, cuando yo participaba en tribunas, en actividades… donde estaba Fidelen mi imaginario pasó a ocupar el lugar físico de mi papá, o sea, que veía a Fidel y era la imagen de mi papá y no lo podía evitar, nunca.
 
En algún momento el Comandante debe haberse preguntado: ¿por qué este muchacho cada vez que me mira llora?…incluso, él se ponía en una posición del padre amantísimo, que sabe que la criatura está sufriendo y entonces se ponía a hacerme bromas que nunca evitaban mi llanto, yo lloraba más todavía, se ponía a hacerme comentarios como si fuera un familiar…y  yo llorando. Fidel sabía que lloraba porque era un 6 de octubre.
 
Yo sentía que él estaba preocupado por mi estado de ánimo. Nunca se me olvida aquel momento tremendo de mi vida en que él tiene la enorme gentileza de invitarme a Barbados, en aquella Cumbre del CARICOM, donde ya el sabía que todos los Presidentes del Caribe le iban a poner un ramo de flores al obelisco, al monumento pequeño, a los mártires de Barbados y a él se le ocurrió, yo no lo sabía, que cuando le tocara a él poner su ramo de flores como presidente de Cuba lo haría conmigo, un muchacho joven, hijo de uno de los mártires…
 
Hay unas fotos bellísimas, donde ponemos juntos los dos el ramo y él me abraza…Fidel y Tin Cremata.jpg
 
Yo sentí que aquel abrazo me lo estaba dando mi padre. Nunca había estado en Barbados y el lugar donde se encuentra el obelisco se supone que es el más cercano a donde cayó el avión (el 6 de octubre de 1976), se pueden imaginar cómo yo me sentía.
 
Fidel hizo dos cosas tremendas, lo primero es que me sienta a la mesa junto con la comitiva de nuestro gobierno que lo acompañaba y luego decide que haga el resumen, el discurso final de la Cumbre del CARICOM.
 
Yo empiezo a temblar, pero cómo yo voy a hacer el discurso final….empiezo a sudar… todo era una broma, al ver mi pavor me dicen – no te preocupes, lo que él quiere es que tú agradezcas en nombre de los familiares de Barbados.
 
La primera vez que me encuentro con Fidel, recuerdo que me puse muy nervioso. Fue en 1993, el Segundo Congreso de la Organización de Pioneros, hicimos un espectáculo y recuerdo que provocó que yo dijera una de las respuestas de las que más me enorgullezco en mi vida.
 
Él me llamó aparte, esperó un tiempo a que terminara completo el espectáculo, hizo unos elogios muy lindos. Recuerdo que me dijo “muchachito, ¿cómo tú puedes hacer esas cosas?”, y a mí se me iluminó la mente, yo no soy rápido para responder, pero me salió del alma “¡Comandante, es que yo nací en el 59!”, entonces se sonrió.
 
    Después, cada vez que nos encontrábamos, pasaban cosas muy lindas, Fidel se iba convirtiendo en mi papá… el papá que mi papá dejó, que también era el papá de todos.
 
Yo me imagino cuántas personas recibieron su estrechón de manos, una caricia o les dio un beso, y en ese momento más que la figura del Jefe de Estado, que la figura del Héroe de la Revolución, más que la leyenda, lo que percibieron fue al familiar, a la figura paterna. Fidel era un padre… es un PADRE con mayúsculas.
 
Desde hace mucho tiempo al acercarse la fecha (en que se conmemora un aniversario del atentado al avión civil cubano en Barbados) me deprimo enormemente… Muchas de las familias de las víctimas se afectaron para siempre. A nosotros nos salvó el trabajo, la leona que es mi mamá, la labor a la que nos dedicamos.
 
Pero inevitablemente –y es una confesión personal- yo paso un ciclo entre tres y cuatro meses de mi vida, los últimos meses del año, el otoño que se acentúa con el el otoño de mis años, con el signo del 6 de Octubre.
 
Tenía una misión y yo quería cumplírsela a Fidel en su 90 cumpleaños. Lo primero fue decirle a todos mis compañeros, hay que hacerlo, como si fuera una misión del Jefe.
 
En los primeros años de la Revolución era muy común decir es una tarea de Fidel; después se convirtió en Dirección por Objetivos; pero primero se llamó, Tareas del Jefe, y nunca dejó de serlo para mí.
 
    “Apóyenme”, les pedí a mis compañeros, sentía  que mi padre me daba el empuje para hacer ese homenaje a mi otro Padre, el de todos los cubanos  que es Fidel.
 
Cuando uno va al cementerio Santa Ifigenia con Martí ahí, con Fidel ahí…eso te da una fuerza infinita para seguir.