Razones para defender lo nuestro
Encontré a Estela Céspedes Acuña acorazada tras una peculiar historia familiar; otras semejantes podemos encontrar en las calles de Santiago dirá usted luego de leerla, pero quiso la vida que este reportero preguntara sobre Fidel y se revelara ante sus sentidos una forma de hablar del Comandante apenas mencionando su nombre, porque se transmuta en vivencias, sueños e imposibles realizados.
“Yo procedo de una familia muy humilde y gracias a la Revolución hoy tengo una casa digna donde vivir; pude estudiar, no pagué un centavo para que mis hijos estudiaran, una es profesora universitaria y el otro es Técnico de nivel medio”, cuenta Estela.
“Mis padres trabajaron muy duro antes de la Revolución; mi papá en la tintorería de un chino y conoció a mi mamá como empleada doméstica, pero el Primero de Enero se abrieron las oportunidades, ella estudió, mi padre pudo trabajar en una institución estatal y tener una jubilación. En otros tiempos ese anciano de 85 años viviría de la misericordia.”
Dichoso por estar frente a Estela en aquel instante de revelaciones, pude percibir cómo la emoción afloró poco a poco en su rostro y afectó el tono de su voz.
“Mis hermanas mellizas y yo nacimos en una casa con partera, porque mis padres no pudieron ir a un hospital; el varón, quien nació el 29 de octubre de 1959, lo hizo en un clínica donde no tuvimos que dar nada, por eso yo soy de las agradecidas, de las que habla la canción que hicieron para Fidel, por mi condición de mujer, de mujer negra y pobre, porque tengo un trabajo decoroso y una familia maravillosa.”
Un matiz especial cobró la expresión de esta santiaguera que hoy trabaja como Especialista de Cuadros en la Dirección Provincial de Deportes, aunque estudió Contabilidad, y es que su hermano, nacido con la Revolución, tiene vivencias muy emotivas y se disponía a contármelas.
“Aquí valemos por lo que somos, no por lo que tenemos; podemos ir a un hospital y que te pregunten, qué le duele, dónde vive y qué edad tiene, aquí no me preguntan de qué familia procedo o si tengo dinero; mi hermano, el que nació en el 59 y se llama Ovidio Miguel Céspedes Acuña, tuvo un accidente eléctrico hace un año, no se contaba con él y así nos lo dijeron; mi hermano perdió los dos brazos ¿cuánto nos hubiese costado? En otro país estaría muerto.
“Uno de los médicos que lo atendió aquí en el hospital Clínico Quirúrgico, en la sala de Quemados, un dominicano, le dijo: 'Ovidio, si fuera en mi país, usted se hubiera muerto' y aquí nosotros no dimos nada, solo nuestra presencia para animarlo, y le ponían sangre y plasma a cada rato y ahí está el hombre caminando, recuperándose... Y mire -llamó la atención Estela- todo eso se llama Cuba, todo eso se llama Revolución y todo eso se llama Fidel Castro Ruz.
Otras historias familiares contó Estela, la de su padre, por ejemplo, un tintorero planchador que fue Vanguardia Nacional y viajó a los países de Europa como estímulo por su entrega y sacrificio en el trabajo; sin embargo, la de su hermano, cargada de símbolos e imposibles hechos realidad, motivó a este periodista a regalársela a usted para sumarle una más a las razones para defender lo nuestro.
PD: supe por referencia que me dio su hermana, que Ovidio Miguel Céspedes es otro de los agradecidos y que asintió emocionado a que su historia se hiciera pública.