Cada palabra un concepto, una idea
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Cuando leí por primera vez Cada palabra una idea, cartel del Concepto de Revolución, expresado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, la primera palabra que removió mi memoria fue «modestia». Mi mente recorrió un tiempo largo, tanto como el año 1955. Nadie puede dudar que entonces ya Fidel fuera un hombre culto. Desde la elevada valoración de los sacerdotes jesuitas del Colegió de Belén, a propósito de su graduación, no cabía duda de que lo era y sería más después.
Y en esa fecha de 1955, el joven abogado Fidel Castro ya había pronunciado de forma improvisada y luego reconstruido por él su alegato La Historia me Absolverá. Tan rico y elocuente desde todos los puntos de vista posibles.
Pero para mí la palabra «modestia» me remitía a un fragmento de una carta o de un documento (no lo sé) que en mayo de 1955, Haydée Santamaría me dio a leer. «Lee este fragmento de Fidel, te va a gustar». Era solo el fragmento, no sé si de algún documento sobre sus planes, carta dirigida a algún amigo, o a ella misma y a Melba sobre planes revolucionarios, que, lógicamente, eran de extrema discreción. Leí el fragmento marcado. Ocurrió en la casa de los padres de Melba, en Jovellar, donde de hecho estaba enclavado (luego de la salida de ellas de la prisión de Guanajay) el centro de recepción de todo lo que mandaba Fidel, que estaba preso en Isla de Pinos por el asalto al Moncada:
–Toma– (estaba doblado el papel) obviamente solo aparecía el fragmento, fechado 15 de mayo: decía el manuscrito de Fidel:
«Me antojo de un libro, Cecilia Valdés, de Villaverde. Hace años no le presté ninguna atención y hoy estoy apuradísimo por leerlo. He vivido días felices, embelesado, olvidado de todo, trasladado prácticamente al siglo pasado, en las páginas de tan formidable historia de Cuba.
«Desde hace tiempo me viene inquietando el deseo de conocer mejor nuestro pasado, nuestro pueblo y nuestros hombres de ayer. Me ayuda el entusiasmo, el interés y la pasión con que leo acerca de todo esto. Quiero constatar, esta vez, en la obra de quien soberbiamente pintó aquella época, algunos aspectos vivos de la mentalidad cubana, sobre todo en relación con este problema de la esclavitud tan interesante, porque voy observando, de ahí se derivó en gran parte la enorme confusión y las vacilaciones que matizaron el pensamiento político cubano hasta la década del 68.
«Intercalar una novela, cuando viene al caso, es un método que me gusta por lo que me permite descansar en medio del estudio y redoblar el interés. Con frecuencia me siento tentado a evadirme un poco por el campo de la ficción; aunque por suerte la Historia me entretiene, mucho más cuando como esta, no es solo historia política, económica, social cultural, lo más amplia y profunda que pueda pedirse.
«El 7 de diciembre lo conmemoré leyendo, lleno de profunda veneración, las cartas y documentos de Maceo en un volumen que tengo de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos. Días atrás pasé también encantadores momentos con la Biografía de Zweig, incomparablemente superior a la de Rourke. Así sucesivamente los días pasan, en verdad nada duros».
¡Que lección de modestia e interés histórico!
Más adelante, casi al final de la ya histórica esencia política del concepto de Revolución, según Fidel, leí: «…luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo». Era más que una palabra, pero igualmente vinieron a mi mente palabras de Fidel. Me parecía escucharlo en su propia voz, como la oí durante el juicio del Moncada cuando se refería al programa de la Revolución que había encabezado el 26 de Julio, pero que pronto se convertiría en una victoria estratégica y el triunfo definitivo de la Revolución.
Decía entonces (1953)… «Se declaraba además, que la política cubana en América Latina sería de estrecha solidaridad con los pueblos del continente y que los perseguidos políticos por las sangrientas tiranías…».
Y así, cada palabra, oración o concepto es, sin duda, sentido del momento histórico, esbozado en breves frases por Fidel para hoy y para lo largo de la Historia. Como Martí, a quien él proclamó Autor Intelectual del Moncada.
Nota: Luego del triunfo de la Revolución aparecieron publicadas cartas y documentos de Fidel escritos desde el presidio de Isla de Pinos, entre los cuales aparece esa referencia a la novela de Villaverde.